No somos nada pero nuestros cuerpos son protagonistas de lo que hacemos juntos por las noches.
No somos nada pero nuestros labios susurran nuestros más perversos sueños cuando se juntan.
No somos nada pero nos mandamos mensajes que dejan nuestras manos temblorosas y no precisamente de miedo.
No somos nada, eso seguimos diciendo, pero entre tus cuatro paredes nos convertimos en un perfecto dúo, como si lo fuésemos todo, como si fuésemos uno.