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CAPÍTULO 35: FINAL DE LA BILOGÍA.

'La Fuente de la Juventud'

Jason.

—Te recuerdo que las dictaduras ahora no están bien vistas. —musita la mujer frente a mí.

Ruedo los ojos oyendo a esta señora.

—Yo tengo que recordarte que la lealtad es importante en estos menesteres. —bufo de vuelta. —Y tú, Isabel Renthfield, no has hecho más que darme largas haciendo lo que se te ha venido en gana cuando has querido.

—¡Te estás volviendo loco! —me grita. —¡No te das cuenta! El ansía de poder te está comiendo, Jason, has hecho lo que te ha dado la gana y eso no puede ser. Estás volviendo Guiena en un infierno en la Tierra.

—Solo quiero controlar y reinar como se debe.

—Dictar, querrás decir. —me corrije. —No eres más que un niñato que necesita atención y como nadie se la da, la toma a las malas.

—Isabel...

—Espero que Reino Unido venga y te cuelgen del techo. Será lo mejor para todos. —la directora del Consejo de West Plate se levanta de la silla de mi despacho, dispuesta a irse. —Que sepas que la gente es infeliz en este país por tu culpa. Has matado al jefe de tus Fuerzas Armadas, no sé qué piensas hacer ahora.

—Podríais haberos puesto de mi lado y formar parte de mi equipo.

—¡Es que no lo entiendes! —chilla exasperada. —No quiero formar parte de esta hecatombe política. ¿Tú crees que tu padre estaría orgulloso si te viera desde ahí arriba? No hace más que retorcerse en su tumba lamentando no haberle dicho a tu madre que te abortara. —sus palabras son dagas que se clavan en mi pecho cuando menciona a mi padre. —Ya le dabas disgustos en vida, y ahora ni en paz lo dejas descansar. Me das asco, Jason.

Se gira, dispuesta a salir. Los ojos se me llenan de lágrimas pensando en lo que ha dicho y se dirige hacia la puerta.

En ese momento, los impulsos me toman y saco el arma levantándome del asiento. Ella lo percibe, se gira dispuesto a sacar la suya de vuelta pero no le doy tiempo cuando quito el seguro y disparo el revólver que saca la bala y la mata.

Se entierra entre sus dos cejas, formando un río de sangre al volarle los sesos y cae al suelo.

La respiración acelerada que conmueve mi pecho no cesa. Cojo la campanita de mi mesa y la agito, ordenando que Leva Pasmova aparezca en la sala.

Abre los ojos como platos al ver el cadáver de la jefa del Consejo de West Plate.

—Recoge todo esto. —le ordeno saliendo del despacho. No dice nada, solo bufa y me dirijo al balcón.

En el camino, la periodista rubia aparece.

—Jason, todo esto es un desastre. —me dice mientras ando recto y firme hacia el balcón. —Los aeropuertos están colapsados, el ejército de agua está custodiando las fronteras marítimas con las armas en alto y la Reina Victoria te ha lanzado un mensaje nada más llegar.

—¿Qué dice esa garrapata? —cuestiono.

—Dice que ya sabes de lo que habéis hablado en este tiempo. No hay cobalto que valga, todo el peso del Reino Unido recaerá sobre ti.

—Ahora le contesto. —sonrío con malicia saliendo hacia el balcón que da a la calle.

Miles de periodistas y paparazzis lanzan fotos con flash que amenazan con cegarme.

<<¡Su Majestad, que está pasando en el país! ¿Por qué se han cortado las comunicaciones de vuelos con el exterior? ¡El pueblo exige una explicación a lo que se está cometiendo!>>

—Mis queridos periodistas. —digo tratando de amansar a las fieras. —No deben preocuparse de nada: ha habido un problema que impide que sean posibles los vuelos internacionales. —se alteran abucheándome. —Desde la regencia estamos luchando para solventar eso. Pero no se preocupen, mis amigos periodistas, todo estará bien pronto. Por otro lado, debo comentar. Maximilian Mohler, jefe de las Fuerzas Armadas, ha ejercido traición brindando información importante sobre la monarquía a enemigos exteriores. Es por eso que ya no está aquí entre nosotros, ha sido destituido como jefe del ejército y de ese concreto menester se encargará Carlos Rideira, militante guiénes.

Continúan alterados, haciendo ruidos pesados y haciendo preguntas estúpidas.

Me rasco la coronilla, esperando a que se callen.

—Para la Reina Victoria debo decir que tengo otro mensaje: muchas gracias, ha sido un placer tenerla en el Reino de Guiena y gracias a ella he aprendido muchas cosas sobre los minerales que atesoran el país. Son grandes potencias para armas nucleares que nos pueden ser una gran defensa. A partir de hoy, día 12 de septiembre del año 1881, los crímenes de traición y alevosía a la monarquía, tanto como el desacato a la autoridad serán penados con la muerte. Todos los ciudadanos guiéneses deben respetar al rey y a sus altezas reales. En caso de que no sea así, se impartirá una pena que en base al grado de traición o desacato, será mayor, o menor. De igual forma, para limpiar este país, se destituye desde el día de hoy a todos y cada uno de los miembros de los Consejos de las Comunidades. Isabel Renthfield no seguirá en el poder, pero no se preocupen, ya tengo quiénes para ese puesto. —las preguntas no cesan, me fijo en que a las salidas del castillo hay gente viendo el discurso, expectantes. —Anders Hemsworth está muerto; al igual lo está Saller Duponte, y todos aquellos con ideologías amenazantes para Guiena. A partir de hoy, este será el Reino perfecto que no es desde hace tiempo y que realmente merece ser. Los impuestos subirán para mejorar el país, se crearán nuevas divisas y se aprovecharán los sustentos que nos brinde la propia tierra guiénesa. De igual manera, tengo el placer de comunicarles, mi compromiso con Elene Tsaringou, futura alteza real y reina consorte.

Esto causa miles de fotos, flashes incesantes y la mujer mencionada sale poniéndose a mi lado.

Me giro, dándole un pico casto en los labios.

—Por el Reino de Guiena, "la unión hace la fuerza".

***

Anders.

No puedo creerlo.

Camino lentamente, cruzando los bloques de piedra que se van formando sobre el río que rodea la pequeña colina donde, prácticamente enmarcada, se halla la Fuente.

Avanzo hacia el lugar, el cual, parece empezar a brillar con una luz cegadora.

Siento la sangre chorreando por mi espalda, las gotas me ensucian la ropa pero me da igual. Todo esto está teniendo una recompensa y es esta.

Se encuentra en el paisaje perfecto.

Frente a nosotros, se cierne como si fuera el mismísimo Edén.

La Fuente de la Juventud, rodeada de flores y colores vivos y agua turquesa, reposa en todo el centro del volcán. Arriba, el cráter da luz y resulta que es de día. Subida a un pequeño altar, como si fuera algún Dios, de un cuarzo blanco y pulcro, tiene dos lados en los que cae agua, agua impoluta sacada del mismísimo cielo, ya que llena los recipientes donde cae pero no se desborda.

La luminosidad que deja pasar da vida a la estancia que me recuerda a un oasis de paz y tranquilidad.

—Vamos. —digo avanzando y bajando la pequeña cuesta hasta el río anterior a la Fuente. —No tenemos todo el día, supongo.

Empiezo a avanzar y se me moja la parte baja de los pantalones con el agua que está gélida, sin embargo, nada me importa y avanzo hasta llegar a la plataforma donde se encuentra la fuente.

Solo se oye el chapoteo de nuestro cuerpo pasando por el agua, el silencio es hermoso y me subo a dicha plataforma. Acto seguido, me saco el collar del cuello y lo aprieto en mi mano resquebrajándolo.

Esto da paso a una rayo de luz violeta que deja seguir a Marino Tártaro, que se va materializando poco a poco, como una alucinación.

Segundos después, la tortuga ya está aquí con nosotros.

—Has sido un protector estupendo, Anders. —me dice tocándome el hombro.

Asiento lentamente y se coloca en uno de los lados.

—Estoy listo, muchachos. —habla el mago.

Kaywest sale de mi bolsillo observando la escena.

Me giro, mirando a los tripulantes. Ninguno se mueve; nadie quiere dar el paso final y es que eso conlleva técnicamente morir.

—Ya sabéis que uno de vosotros debe ponerse al otro lado de la Fuente y darme sus años de vida. —explica la tortuga de nuevo. —Así, podré tener fuerzas y romper vuestra maldición.

Suspiro cerrando los ojos.

Nadie se ofrece.

Pero es lógico, ¿después de todo lo que ha pasado, quién quiere morir?

Alguien tiene que morir, así sea por las buenas o por las malas.

—El que se ofrezca tiene un pase VIP al cielo. —dice una voz que no reconozco entre la tensión y río, tratando de apaciguar las aguas que se van a poner turbulentas.

Sin embargo, oigo unos pasos y me paso las manos por la cara.

Cuando abro los ojos, el corazón se me acelera al ver quién se ofrece.

—¿Qué? —musito viendo a Craber del otro lado de la fuente. —¡No!

—Anders, espero que esto sirva para que me perdones. —me dice. —Jamás debí poner el poder por encima de nuestra amistad... Te quiero, tío.

—¡No! ¡Hay más personas!

Me dispongo a moverme hacia él, dispuesto a sacar de ahí a mi amigo de toda la vida.

Sin embargo, dos brazos me agarran impidiéndome moverme.

Me giro viendo a Faraday y a Angus agarrándome.

—¡Dejadme! —les grito desesperado. —¡No, Craber!

Cierra los ojos sintiendo el agua cayendo contra él. Segundos después, abre los ojos de nuevo.

—Te nombro capitán de nuevo; tal y como siempre debió ser. —ríe. —Adiós, chicos.

—¡No! —pataleo tratando de zafarme del agarre de Faraday y Angus, se me hace imposible y Marino empieza a susurrar.

—Oh, Fuente de la Juventud. Bríndame tus riquezas y fortalezas, provenientes del lado izquierdo. —murmura y el chorro principal empieza a volverse muy luminoso. Comienza a brillar y repite la frase repetidas veces, dándole fuerza.

—¡No! —sigo intentando huir, pero no lo logro, pero tampoco desisto. Veo a Craber sonreírme y me niego completamente.

La Fuente empieza a brillar y unos remolinos de aire empiezan a formarse a los lados de esta misma. Estos cogen fuerza, se hacen grandes y atacan el agua. Me quedo quieto instintivamente viendo como el agua se transforma en viento y comienza a caer sobre mi amigo.

Grita, supongo que de dolor, esto me hace volver a patalear pero sigo sin lograr nada.

El viento comienza a desintegrarlo, se convierte en pequeñas bolas de luz que van hasta el lado contrario y aterrizan sobre Marino. Este suspira cuando la vida de Craber entra en él, a medida que él se desintegra.

Cuando me quiero dar cuenta, tengo la cara llena de lágrimas y probablemente roja.

Nadie hace nada, Craber Monterrey se desintegra frente a nosotros y comprendo que siempre me ha querido, el ansía de poder le venció una vez pero jamás dejó de ser mi amigo. Hay más personas, menos importantes, me duele en el pecho y es que aunque no habláramos, no puedo ver como literalmente Craber muere.

Se desintegra del todo y no puedo creerlo, las lágrimas no han dejado de caerme por la cara, <<Ha desaparecido>>

No puede ser. El hombre que conocí y que se hizo fundamental para mí ya no está, no existe, no es más que un vano recuerdo y no aproveché mis últimos momentos con él, pues no sabía que lo serían. Debí haberle perdonado, haber vuelto a ser amigos a pesar de que me quitó el puesto y debí haberlo comprendido. Ahora que ya no está, me doy cuenta de muchas cosas, y es que debí quererlo como siempre lo había hecho. Es una tontería tener un puesto u otro, nuestra amistad siempre debió estar por delante y él había sido mi mejor amigo durante toda esta historia hasta el final.

Esto me sabe agridulce, por eso no me importa cuando Marino comienza a conjurar el hechizo que nos va a quitar la maldición, solo pienso en que él ya no está.

Aux megali megalomykiti, akouse tis proseuche mou kai eleutheros white ta onta apo tis katares tes kolasis. dosti thugs theia eulogy gia whole tin aioniotita, mé to magii tes aguas graphic, mé to dynamic ton progenitor mou, gia panta, eleutheroi apo to kako. —pronuncia en lo que creo que es griego antiguo y entonces pasa lo nunca visto.

Su cuerpo comienza a agrietarse, literalmente, da destellos de luz que salen de los huecos que se van formando en su anatomía. Es terrorífico, comienza a gritar y estoy seguro que es de puro dolor.

El haz de luz nos engancha a todos, se forma un campo en el que todos los supervivientes entramos. Yo no dejo de pensar en la cara de Craber, su última expresión antes de morir.

En dado momento, donde todo su cuerpo son rayas que lo dividen, todas dando luz, y llega un punto en el que literalmente explota.

Nos ciega, Marino Tártaro explota y el volcán comienza a crear un tornado que nos arrastra a todos.

La luz me da dolor de cabeza, tanto así que pierdo el conocimiento y me dejo arrastrar por el tornado que no sé a dónde nos va a llevar.

***

Me despierto sobre una cama de arena y ramas. En una playa, con el sol quemándome la cara.

—¡Anders!

Y por fin la oigo.

La voz de la mujer que amo, la persona que quiero a mi lado toda la vida, ella, Dalina Fontes.

Abro los ojos, viéndola venir corriendo hacia mí bajando a trompicones la tabla de Veneno.

Veo al resto de los tripulantes tirados en el suelo, pero nada me importa.

Mi corazón se acelera, la veo y jamás había extrañado tanto ver a alguien en toda mi vida.

El camino ha sido duro, mucho, pero todo apunta a que ahora voy a poder ser feliz con ella de una vez por todas.

—¡Dalina!

Llega hasta mí y me da un beso, el beso que más falta me ha hecho jamás. No puedo explicar, ni siquiera acercarme a describir lo que sentí ahí dentro. Sentí que la vida se me iba, pensaba que no la volvería a ver nunca más, y aquí estamos.

—¿Cómo estás, Anders? ¿Estás bien, herido? Por Dios...

—Lo que estoy hecho es un asco... —río. —Tranquila, ya estoy aquí, estoy vivo, bien...

—No sabes lo que he sentido pensando en que el tiempo no pasaba y no te volvería a ver, Anders... Te quiero, no sabes cuánto.

—Y yo, Dalina...

Me abraza de nuevo, sumida en la emoción y veo como Louise va a saludar también a Faraday.

—¿Cómo ha sido? —cuestiona mi mujer cuando nos separamos.

—Horrible. Tengo que contarte...

—¡Capitán! —Louise se acerca a saludarme y Dalina alza la mirada, fijándose en quién está y quién no.

—Louise... —la saludo.

—¿Quiénes han...? —titubea Dalina, no queriendo terminar la frase.

—Ibon, Darko, Tamara, Knavs... y Craber.

El último nombre hace mella en mi corazón a la hora de decirlo, Dalina se sorprende y el grito desgarrador nos llama la atención. Me giro viendo algo que sí me da pena, y es a Julie llorando por la muerte del padre de su hijo.

Dalina me abraza de nuevo y yo dejo caer varias lágrimas pensando en mi mejor amigo.

***

Dalina pasa el algodón con alcohol por mis heridas con sumo cuidado.

—Cómo te han dejado, ¿eh? —musita. —Debes estar pesando cinco kilos menos como mínimo.

—Creo que, seriamente, no voy a poder dormir durante una temporada. Ha sido espantoso...

—Cuando este nazca no vas a poder dormir por otros motivos. —murmura tocándose el vientre.

Río.

—No me interesa. —digo acercándola a mí. —Seré feliz viviendo en el insomnio más profundo.

—Julie está fatal. —comenta limpiando las heridas. —Pobrecita, no me quiero imaginar lo que debe estar sintiendo. Yo pensé que te perdía y casi me muero, en serio...

—Lo sé...

El silencio se forma durante unos segundos en la sala hasta que vuelve a hablar de nuevo.

—Laetizia vino hace dos días. —me informa.

—¿Ah, sí? —farfullo. —¿Que te dijo?

—Me comentó que Jason le había pedido testigos que hablasen sobre nuestra muerte. —explica. —Y para ello aprovechó a los Sawzky.

—Muy inteligente por su parte.

—Sí, parece ser que de verdad funcionó y Jason ya no nos está buscando más. De verdad cree que todos hemos muerto, encima yo no sé cómo hizo esa muchacha pero tenía unas fotos muy reales de nuestros ataúdes... Además, salió en un programa hablando sobre nuestro fallecimiento...

—Me alegra mucho que todos crean que estamos criando malvas. —río. —Pero, ahora mismo, solo me interesas tú.

Me sonríe dándome un beso casto en los labios.

—Te he echado mucho de menos. —me dice ella al separarnos. —Le quiero, capitán.

—Yo no. —contesto riéndome. —¿Sabes qué es lo que yo quiero?

—¿El que?

Sonrío.

—Que te cases conmigo.

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