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CAPÍTULO 34

<<La selección natural es un proceso evolutivo, que establece la supervivencia del más apto o la preponderancia de la ley del más fuerte en un medio natural sin intervención externa, por lo que los individuos menos aptos o más débiles perecen y sus rasgos no se transmiten a las generaciones siguientes al no reproducirse>>

'Selección natural'

Jason.

Por primera vez en mucho tiempo, las cosas me van bien y ahora me hallo con Dante Messiri al volante, en dirección al Hotel Fairies donde desplumaré a la perra de Laetizia Sinners.

Me ha jodido; corre la gran suerte de que el plan ha funcionado y sigo en el trono, porque sino, aseguro que ya estaba muerta. Sigo esperando que me devuelva el Libro Monárquico y ya que no ha querido dármelo a las buenas, lo hará a las malas y es que se lo arrebataré de sus dedos reumáticos sin vida.

—Messiri, —llamo al chófer egipcio— ¿cuánto falta?

—Aproximadamente tres minutos, Su Majestad.

Esa maldita está con el jefe de las Fuerzas Armadas; Mohler ha vuelto a traicionarme, de nuevo por ella, es por eso que voy a matar dos pájaros de un tiro y toda la Guardia Real me respalda. Voy a deshacerme de los dos en una sola sentada.

El chófer sigue conduciendo a toda velocidad por las calles de la ciudad, La Guardia Real nos hace de vanguardia y llegamos en menos del tiempo estimado.

El Hotel Fairies se cierne ante nosotros con su altitud aproximada de 16 pisos, dieciséis pisos que soy capaz de registrar uno por uno buscando a esa suricata.

—Medio grupo conmigo y medio grupo custodiando las salidas. —ordeno haciendo que varios soldados, entre ellos Liam me sigan.

Entramos al hotel y la secretaría nos mira asombrados.

—Buenas tardes, señorita. —le hablo. —Me gustaría saber donde está alojada la señorita Laetizia Sinners.

—Oh, Su Majestad, lo lamento, pero esa información es confidencial.

Saco el revólver al que le quito el seguro en menos de tres segundos, colocándoselo entre las cejas.

—Jason... —musita Liam.

—Es tu última oportunidad y no vamos a jugar a la ruleta rusa. ¿Dónde está la actriz?

La mujer comienza a temblar y mira algo en su ordenador. Comienza a teclear y apunto a su lado lanzando un tiro.

Esta bala rompe un jarrón y la trabajadora chilla.

—¡¿Dónde está?!

—¡Piso once, habitación 4! ¡Por favor, no me haga nada!

Gruño molesto dándole un culatazo en la sien el cual la derriba.

—No era necesario... —dice Liam.

—Desacato a la autoridad. —contesto yendo al ascensor. Todos los soldados me siguen incluyendo al jefe. —¡Así se va a volver esto ahora y el que no me haga caso se va para la puta cárcel!

Entro al ascensor y los tres soldados que me acompañan se suben conmigo junto a Davis.

Pulso el once y la desesperación en lo que esta mierda sube comienza a avasallarme.

Llegamos en lo que parecen ser tres años y el largo pasillo me recibe con la imagen de la mujer de pelo castaño huyendo por el pasillo.

—¡Laetizia! —chillo saliendo detrás de ella.

El pasillo tiene dos salidas y ella ha ido por la izquierda; hago lo mismo llegando a las escaleras.

Me asomo soltando la tanda de tiros que fallo cuando la veo bajando de tramo en tramo. Grita y los soldados siguen corriendo detrás de ella. Las escaleras en espiral complican todo y emprendo la carrera tirando a un lado los tacones que se ha puesto.

No sé cuántos pisos bajo, la furia es mayor a todo nivel de sensatez y en menos de medio minuto estoy en el primer piso buscando a esa desgraciada.

Ando hacia los ascensores empujando todo a mi paso.

—¡Está aquí! —grita uno de los soldados en la planta inferior. Vuelvo a las escaleras y salto los tramos llegando al piso principal donde salgo llegando a la puerta aledaña al puesto de la encargada desmayada.

Los soldados disparan contra la actriz que esquiva valiéndose de los objetos y decoraciones del hotel.

Avanzo corriendo y, por los cristales veo como al ver a todos los hombres que aguardan en la entrada se va hacia la derecha que, si no me falla la memoria, es la piscina.

—¡Fuego! —grito haciendo que todos se alteren y disparen erróneamente. —¡Panda de inútiles!

Salgo detrás de ella, tratando de atinar los tiros contra la mujer que va en zigzag, en un vestido ceñido que ha roto a los costados dejando ver su ropa interior para poder moverse con facilidad.

Llegamos a la piscina y un tiro la derriba cayendo al lado de unos setos.

Se encuentra justo frente a mí al otro lado de la alberca, cae en los setos y lanzo otro tiro cuando se levanta y salta la valla pero no tengo balas.

—¡Joder, mierda!

Recargo lanzando el cartón vacío y se tira de la valla cayendo al suelo. Distingo su muslo sangrante y corre hacia la derecha. Me giro encontrando a esta partida de inútiles todos amontonados.

—¡Va para el otro lado! —grito señalando la carretera donde están todas las camionetas.

Corren hacia allí y yo le sigo el rastro saltando la reja.

La veo corretear medio coja. El hotel se encuentra en una zona poco edificada y llena de arena, entonces sale del edificio, salta la valla y acto seguido se tira hacia la acera cubierta por un muro de piedra.

Continúa su carrera hacia el coche encendido, uno de color azul oscuro, donde distingo al perro de Maximilian.

—¡Hijo de puta! —lanzo los tiros que impactan contra la puerta que cierra detrás de ella y arranca a toda velocidad.

Corro lo más rápido que puedo montándome en un coche y arrancando detrás de ellos.

Liam es el único que llega a montarse conmigo y le paso el testigo conduciendo.

El coche se va de lado a lado pero los diviso al fondo de la larga avenida.

—¡Acelera!

Davis hace lo que le indico y suelto los tiros que golpean la pintura del coche.

—¡Me cargo a esta hija de puta porque me la cargo!

Me meto de nuevo por completo al vehículo y agarro la Micro Tavor que hay en la parte de atrás y apunto.

Nos acercamos a ellos y disparo repetidas veces tratando de darle a las ruedas.

—¡Mierda!

Se saltan lso semáforos bajo los molestos claxones que se quejan, pero más se quejan cuando nosotros pasamos evitando que cierren el espacio por el que han pasado los despavoridos.

La persecución continúa y cogen dirección al Palacio Vielmoe, no les perdemos la pista y me salto todos los semáforos y señales evitando choques de milagro.

Diviso el Palacio segundos después, no sé qué hacen aquí pero de repente paran frente a él y veo de lejos como la mujer lanza el libro que deja en la entrada. Abro los ojos como platos, <<¡Qué hija de puta!>>

Se mete al coche de nuevo, pero logramos alcanzarlos y quedo a su lado frente a la ventanilla.

—¡Mohler! —llamo al conductor con la ventanilla bajada. Intenta acelerar despavorido, sin embargo, no sé que es lo que no le deja y lanzo el tiro con el revólver que le profana la cabeza y le revienta los sesos matándolo al instante.

La ventana se mancha de sangre y oigo los gritos de la actriz, que usa el cuerpo de Maximilian como escudo a mis balas. Logra encender el vehículo y de lado a lado, avanza.

—¡Vamos! —le grito a Davis. Saco el teléfono marcando rápido el teléfono de Johannes. —¡Johannes, el Libro Monárquico está en la entrada del Palacio! Cógelo, ¡ya! —cuelgo sin dejarle decir nada. —¡No podemos perder a esta hija de puta ahora!

Se salta el semáforo un poco más arriba en la calle, gira abruptamente a la derecha, en una zona que no está asfaltada.

—¡Ahí están las vías del tren! —chillo. —¡Corre, antes de que venga!

Acelera siguiendo por la calle adelante y la parte por donde atraviesa el tren tiene una señal al lado; señal que, para mi malestar, empieza a parpadear indicando que se acerca.

—¡Corre!

—¡Nos vamos a matar!

No cae esa breva cuando la puta rabia me ataca al pasar el tren a toda velocidad. Liam consigue evadir el choque girando hacia el lado contrario y frenando en seco. Esto ocasiona que quedemos de espaldas al puto tren.

—¡Mierda, joder! —grito enfadado pegándole a la guantera. —¡No me lo puedo creer! ¡Es que no me lo puedo creer!

Los paparazzis que nos siguen frenan sacando fotos y el sonido de la cámara me hace doler el cerebro. <<Se me ha escapado esta hija de puta>>

***

Vuelvo al castillo con ganas de matar a todo el que se me ponga delante.

Me da rabia que Laetizia se haya salido con la suya; ya he mandado a buscar ese coche por toda la ciudad, sin embargo no creo que sea tan tonta como para seguir en él sabiendo que deja pistas.

La rabia me tiene mal. Entro y no tolero ver a la sirvienta rusa que últimamente está sirviéndome para nada, al igual que su hijo.

—Espero que tu rendimiento mejore. Últimamente te noto distante, Leva.

Voltea los ojos antes de musitar algo en su idioma natal.

Сосут члены.

—¿Qué has dicho?

—Que ya te he oído.

Bufo molesto antes de subir a mi cuarto.

Сосут члены: Persona chupa miembros viriles.

Perseguir a una actriz fugitiva con mi libro donde están todos los secretos de los reyes me ha dejado exhausto.

Entro a mi habitación y me encuentro con la mujer caucásica que, a veces se me olvida, es mi prometida.

—Hombre, Elene... —farfullo viéndola con una agenda rosa y descalza, tan cómoda sobre la Cama Real. —¿qué tal?

—Muy bien. —musita contenta y se levanta a darme un pico, <<¿Y esta loca?>>

—Te veo... feliz.

—¡Sí! —comenta abriendo la agenda de color flamenco. —Mira, tengo aquí una lista de royals que podemos invitar a la boda.

—¿Royals? —cuestiono extrañado. —¡Odio a la gente!

—Que no hombre, tengo buenas ideas de personas de la realeza que pueden venir con nosotros.

Ruedo los ojos. No aguanto a nadie, de cincuenta monarquías que habrá en el mundo me caen bien tres. Y La Reina Victoria, por ejemplo, no es una de ellas.

—Bueno, cuéntame.

—Mira, podemos invitar a los emperadores del Imperio Alemán; el káiser Federico III y su mujer, la kaiserin Victoria Adelaida del Reino Unido. —comienza.

—Uf. La hija de la Reina Victoria, no.

Rueda los ojos.

—Ya veremos. —indica. —También podemos invitar al jeque Isa Bin Ali Al Jalifa, el rey de Baréin.

—No he hablado con ese hombre en mi vida.

—Bueno, pues invitemos a la Reina de España o al Rey Jorge Tupou II, el de Toga. Le queda cerca.

—El de Toga me cae bien, me parece. Pero la Reina de España... ¿no estará un poco loca?

—¿Por qué lo dices? —pregunta Elene.

—No sé; después de tanta presión y todo, aún más después de la muerte de su marido...

—Precisamente por eso. Vamos a invitarla; así se entretiene.

Me sorprende la bondad de esta mujer. Le sonrío sin decir nada más, oyéndola hablar admirando su felicidad.

Me giro para agarrar algo de mi cajón. Saco el Libro Monárquico revisándolo con cuidado.

Paso los dedos por las hojas, ojeándolas y viendo fechas.

<<1842, 1844, 1846, 1847, 1852, 1859...>>

Sin embargo, al llegar a ese año en el que transcurrió el accidente de Ebrah, abro los ojos con sorpresa.

El suspiro exhausto sale inconscientemente de mí.

—¿Qué pasa? —cuestiona la mujer frente a mí.

No puedo despegar los ojos del libro con la hoja arrancada.

—Ha robado uno de los mayores secretos de la monarquía guiénesa. Tengo que encontrarla, y cuando lo haga, los huesos van a ser lo único que va a quedar de Laetizia Sinners. —bufo pasándome la mano por la cara.

***

Anders.

El agotamiento es lo más fuerte que he sentido en mi vida. Me duele el cuerpo entero, la cabeza me quiere explotar y siento que estoy enloqueciendo. Ni durmiendo se me pasa; me arden hasta las pestañas.

Llego a la zona de descanso donde la primera reacción de mi cuerpo es la arcada que me lleva a vomitar todo lo que haya ingerido en las últimas 48 horas.

El chorro de vómito me hace doler las costillas, se me llenan los ojos de lágrimas y me tambaleo con el inminente mareo que me ataca.

Siento que estoy muerto en vida.

—¡Capitán! —llega Faraday tratando de brindarme ayuda. —¿Se encuentra bien?

Los moratones me rocían todo el cuerpo dejándome adolorido hasta el último milímetro de piel.

Niego mientras me desvanezco en el suelo.

—¡Anders!

Es un grito lejano salido de la voz de Craber lo último que oigo antes de caer en el sueño profundo que causa la inconsciencia.

***

Un líquido espeso cae en mis labios y cuando toca mi lengua, me despierta la acidez que mis papilas gustativas notan.

Toso ante el mal sabor pero pasa por mi garganta como si fuera veneno.

Me hace escupir y me levanto en la zona de descanso después del nivel de la nave. <<Hemos perdido a Darko>>

—¿Qué es eso? —le pregunto molesto a la curandera frente a mí, la muchacha que me ha dado el líquido. —¡Sabe fatal!

—Es un líquido que contiene todos los nutrientes y absolutamente todo lo necesario para que sobrevivas y puedas seguir.

—Tamara, no quiero seguir...

—Hay que hacerlo. —me corta. —Quedan dos niveles y salir de aquí ya es misión imposible a menos que no sea por la puerta grande.

—De verdad, Tamara, no quiero... —lloriqueo. —Dame la eutanasia, ¡por favor!

Lo que no veo venir es el tortazo que me suelta.

—¡Reacciona, coño! —me chista. —Quedan dos niveles y vas a darlo todo porque vamos a llegar a esa jodida fuente, vamos a salir de este puto infierno y vamos a vivir como reyes después de esto.

No digo nada más y Craber llega donde nosotros.

—¿Cómo está? —le pregunta a la enfermera. —Debemos irnos ya.

—Ahí lo tienes. —me señala con la cabeza. —Pregúntale a él, que también tiene lengua.

—No lo hace por orgullo. —musito riéndome. Me levanto limpiándome la suciedad de la tierra con las manos. —Estoy perfectamente, ¿vamos?

Craber bufa y se da media vuelta para volver donde la multitud de tripulantes que aguardan en la entrada.

—No sabía que lo que hacía falta para que arrancaras era un pique con tu ex mejor amigo.

—El tortazo también ha ayudado. —río moviéndome hacia los tripulantes.

—Toma. —me dice sacando una pequeña ampolla de su botiquín la cual reconozco al instante. —Conoces esto, ¿no es así?

Asiento. Sangre de hada, esa maravilla del mundo moderno que cura todos los males al momento.

—Esto es genial.

—Pues eso. En tu peor momento; úsala.

Le sonrío como gesto de agradecimiento y llegamos hasta donde está el resto de la tripulación, que me fijo y cada vez son menos.

Hemos perdido a Darko, a Ibon, a Knavs...

Una pena, la verdad.

Observo a Faraday, se le nota algo afligido y es que nunca llegué a saber qué fue lo que unió tanto al joven y al ruso, pero se le ve triste por la muerte de Darko.

Me acercaría, pero nunca sé qué decir en estos momentos así que prefiero no hacer el ridículo.

—¿Estamos todos? —cuestiona Craber poniéndose al frente. —Perfecto, vamos.

Avanzamos por los ya conocidos túneles que anuncian desgracia.

Hay un giro a la derecha el cual ya da luz al tomarlo.

Pasamos por la amplia puerta y...

La sorpresa no es poca al llegar al interior de, literalmente, Veneno.

Esto es terrorífico.

—Qué miedo. —musito entrando. Los tripulantes analizan la estancia con detenimiento.

Está todo tal cual. Lo que asusta es, ¿habrá sido esto un barco por cada tripulación que haya pasado?

Las paredes, la pintura, hasta las manchas son clavadas. Nos encontramos en el pasillo de las habitaciones y avanzo por él saliendo de la zona para llegar a la cocina. Está impoluta; subo las escaleras llegando a la cubierta donde todo sigue siendo idéntico.

Es entonces cuando me asomo y por primera vez en mi vida, siento vértigo al asomarme ya que el barco es enorme y lo máximo que alcanzo a ver es agua.

No hay nada más y eso me asusta. Enfrente de la zona del timón, hay una gran pared marrón que bloquea el paso; supongo que ahí será donde estará la puerta al pasar el nivel.

Es indescriptible lo tétrico que es; es clavado a Veneno, hasta el más mínimo detalle, y saber que está todo dentro de nuestra mente asusta aún más.

El barco se mueve prácticamente solo. Nadie está manejando el timón y este está moviéndose mientras surca los mares. Ver como el timón se mueve solo me da un escalofrío que me recorre la columna vertebral y me muevo hasta la zona del volante del barco.

Gira hacia los lados siguiendo la técnica tal y como yo la sigo. Se me escapa un jadeo al ver la exactitud del movimiento pero me tengo que agarrar de una madera cuando un horrible estruendo que reconozco al instante toma el mar. El barco empieza a temblar al punto de parecer estar apunto de partirse por la mitad.

Los tripulantes salen a la cubierta preparándose para el siguiente paso, los sigo asomándome y apenas unos metros más adelante de nosotros reconozco al animal enorme que se sumerge en el agua cuando lo vemos.

Las aguas se arremolinan a su paso y uno de sus gruesos y babosos tentáculos se alzan en el cielo que centellea cayendo sobre la mitad de la cubierta. Lanza saliva espesa para ralentizarnos y la logro esquivar echándome a un lado.

—¡Traed las cuerdas! —grito. —¡Hay que atarlo!

—¡Anders, no eres nadie para dar órdenes! —me responde Craber en lo que los muchachos van por lo que he pedido.

—¡Mira, Craber, me da igual si no lo soy! ¡Sino lo haces tú, tendrá que hacerlo alguien!

Saco la espada que clavo en una de las ventosas. La arranco girando el arma y el bicho enorme chilla apartando el brazo con tanta fuerza que se lleva parte de la madera de la cubierta. Esta se resquebraja y amenaza con partir el barco por la mitad.

Los tripulantes aparecen con las gruesas cuerdas y el siguiente movimiento del kraken es atacando al mástil. Corro hacia el mismo, envuelto en un tentáculo del animal y disparo repetidas veces contra el brazo que queda agujereado. El animal sigue chillando y lanzando golpes de tentáculos que rozan el barco, desestabilizándonos.

Las aguas se ponen cada vez más turbulentas y el barco comienza a dar vueltas alrededor del kraken.

Corro hasta uno de los cañones, Faraday me sigue y lanzamos los dos cañonazos de los cuales uno aterriza en el mar y el otro en la cabeza del kraken. Le deja una marca de color oscuro y levanta un largo tentáculo que roza el mástil.

El crujido me hace mirar hacia arriba y maldigo todo lo que pueda maldecir en este universo.

El golpe rompe la base del mástil llevándoselo por delante. Este cae poco a poco hacia adelante. Algunos de los muchachos se echan hacia los lados evitando el golpe del enorme trozo de madera que cae rompiendo la tarima de madera.

El suelo empieza a rajarse con los golpes y no pierdo atención al kraken que entierra un tentáculo en la parte baja del barco.

Tira con fuerza abriendo la parte de abajo del navío.

Veneno deja de ser un barco útil y empieza a moverse a la deriva, guiándose nada más por el revuelto mar.

—Hay que atarle los brazos y despedazarlo poco a poco. —musito. —¡Fuerza!

Los cañonazos resuenan cayendo sobre el animal o muy cerca de él y esta vez contraataca con dos movimientos de brazo que llevan a destruir el barco. Se parte literalmente por la mitad pero aprovecho para abalanzarme sobre un tentáculo el cuál logro atar al tocón de lo que fue el mástil.

Me muevo hasta la base y los chillidos se tornan insoportables. Oigo un grito desgarrado que se funde con los insoportables berridos del kraken y miro a Faraday, que se cubre las orejas con dolor. Al apartar la mano, descubre los chorros de sangre que caen de sus oídos. <<Le ha reventado los tímpanos>>

Sin miedo de que en cualquier momento parta la cuerda, agarro un cuchillo y comienzo a tajar capa por capa del tentáculo. El resto de sus brazos aterrizan en la cubierta del barco separándolo por completo.

La zona donde se encuentra la salida se separa de la zona en la que estamos y entonces todo se vuelve oscuro. Suelto el tentáculo que me empapa de sangre y miro a los tripulantes.

—¡Hay que saltar al otro lado! —chillo. —¡Ya, la salida está en ese lado! ¡Vamos, ya!

Salto por encima de la extremidad del kraken y cojo carrerilla lanzándome al trozo de barco que se va a la deriva. Lo alcanzo de milagro y se me clavan las astillas en el estómago. Arde y noto el líquido caliente salir. Me giro observando a los tripulantes aterrizar en el suelo.

Craber, Faraday, con las manos llenas de sangre, Calamity y Angus llegan a esa parte del barco.

—¡Tamara! —grita Craber viendo a la curandera del otro lado. —¡Salta, ya!

La mujer de pelo rizado tiembla ante la distancia que se hace mayor por segundos.

—¡Vamos! —tiendo la mano incitándola a saltar ya, sino será imposible.

Cierra los ojos tomando una inspiración y da el salto aferrándose a la mochila que lleva a boleo.

Justo esquiva el brazo del animal que aterriza destrozando el barco. De repente, un tirón echa hacia atrás y la parte se aleja. En un milisegundo, veo el temor en sus ojos. El abismo es enorme y solo hay agua helada. Es entonces cuando en un movimiento rápido, tira la mochila llena de medicamentos.

—¡No! —grito cuando la mochila llega hasta mí pero Tamara cae al vacío. Su expresión se queda grabada en mi mente y me asomo viendo su cuerpo golpeándose contra una roca, llenándola de sangre y acto seguido cayendo al mar.

El sonido de su cuerpo chocando contra la roca se repite en mi mente una y otra vez mientras abrazo la mochila con las curas que nos ha entregado; su último acto antes de morir fue, prácticamente, salvarnos.

No me lo puedo creer.

—¡Vamos!

Craber me agarra y me echa hacia atrás, esquivando el tentáculo del kraken que manda a volar el barco. Literalmente se desvía y me agarro al suelo clavando las uñas. El movimiento hace que se me levanten y noto la sangre correr cuando ejerzo más fuerza, arrancándomelas.

El vaivén en el agua finaliza cuando el barco va a la deriva hacia un pequeño islote y choca contra una palmera.

El impacto destroza lo que queda y no sé qué va a pasar con la puerta. Como si fuera un frenazo, salgo volando cayendo en la arena. El golpe me hace arder los pulmones cuando ruedo por el suelo, la arena se me mete a los ojos y toso adolorido.

Tardo unos segundos en reaccionar y miro hacia arriba viendo al resto de los tripulantes también en el suelo, pero miro buscando la puerta que no encuentro.

—¿Dónde está la puerta? —grito asustado. —¿Dónde está?

Alguien me embiste lanzándome hacia el mar. El agua rompe violentamente con olas grandes en unas rocas aledañas a la orilla donde caigo, esquivando un golpe del kraken.

Enrolla su brazo en una palmera y lo lanza arrasando con la isla poniéndolo de por medio.

Me giro viendo a Faraday habiéndome salvado del golpe y entonces diviso la puerta, pegada como una pegatina de fondo oscuro sobre una roca.

Me levanto y salgo corriendo hacia el tentáculo del kraken; no le doy tiempo a reaccionar y clavo la espalda de lleno en una de sus ventosas.

El animal grita y retuerzo el arma como si estuviera cortando carne. La ventosa sale disparada y la sangre empieza a correr.

—¡Hay que aprovechar! ¡Venid! —llamo a los tripulantes que se van levantando y viniendo.

Salgo corriendo hacia la palmera derribada cuando aparta su brazo y lanza un mar de agua que me empapa, pero no me impide ver el siguiente movimiento que ejerce.

Dos tentáculos caen sobre la madera y me aferro a uno de ellos, agarrando la punta y cortando como si fuese el tronco de un árbol el que quisiera arrancar.

Continúo y los muchachos me imitan con el otro brazo.

Finalizo la acción tajando el brazo por la mitad y permitiendo que el río de sangre fluya.

La bestia se acerca gritando como un salvaje y entonces distingo el segundo ojo sobre su cabeza, el talón de Aquiles de todos estos seres.

—¡Faraday! —llamo al muchacho. —¡Una bengala, ya!

El elemento pirotécnico llega rodando hacia mí y recargo mi revólver echándome a un lado esquivando la baba viscosa que lanza.

Me levanto, apuntando hacia el ojo pero a la hora de disparar me desvío por los fuertes y bruscos movimientos que agitan el islote.

Fallo, pero aún así acierto dándole a la bestia que empieza a gritar con el proyectil que le quema el ojo.

—¡Faraday, otra!

Recibo el proyectil, cargo el arma y justo el kraken levanta un brazo pero logro impedir que haga algo cuando disparo y esta vez si acierto.

La bengala da luz y fuego, cae encima de su ojo y agujerea el orificio penetrando en su cabeza y matándolo instantáneamente cuando explota.

Los sesos se esparcen e incluso caen en la isla.

Me tiro al suelo, rendido. Me duele hasta el último músculo del cuerpo, siento que voy a empezar a convulsionar del rendimiento.

Respiro agitado, los pulmones me duelen y siento que van a explotarme. Las venas se me hinchan tratando de transportar la sangre necesaria para seguir sobreviviendo.

Giro la cabeza y desvío mi semblante a la roca del fondo, dónde hallo la puerta que ahora tiene algo más que color negro, y es la salida a la última sala de descanso para luego, finalmente, a La Fuente de la Juventud.

***

—¡Vamos, vamos! —grita Craber al lado del pasadizo hasta el nivel final. —Cuánto antes vayamos, antes terminará esta pesadilla.

Los tripulantes tardan en reaccionar; el cansancio es inhumano y algunos quieren quedarse aquí a vivir.

Paso el trapo por mi espada mientras los muchachos se van acercando para irnos del área de descanso, que esta vez es una mansión en el bosque. Ahora, es Calamity Woods quién lleva las curaciones de Tamara a la espalda; no tiene mucha idea, pero es mejor que nada.

Recuperados y felices: esta mierda termina ya, por fin podré volver a mi casa, con mi familia, feliz. No sé que esté pasando fuera, solo espero que todo esté en orden, no podría soportar saber que algo malo ha pasado.

Aún falta la peor parte. Necesitamos de alguien que haga su sacrificio para poder darle sus años de vida a Marino. <<Así me toque echar a gente al fuego>>

Nos reunimos en la salida y me giro, mirando el paisaje que sé que no voy a extrañar. Ha sido la experiencia más horrible en cuánto a nivel físico. Ha sido demoledor y me alegro que se acabe, y no volver nunca más.

Comenzamos a avanzar, la gloria se saborea, no nos vamos a quedar con la miel en los labios y eso que aún falta una parte un poco amarga.

En este caso, el pasillo no es largo, literalmente entras y enfrente está la misma salida, que brilla como si fueran las puertas del cielo.

Avanzamos con paso firme y legítimo, tal cual como en un desfile de las Fuerzas Armadas. No puedo explicar la calidez que mi corazón desprende.

Sobretodo cuando sé que no falta nada para salir de aquí y ver por fin a mi familia, cosa que se reafirma cuando llego y veo el hermoso paisaje que rodea a la grandiosa y legendaria Fuente de La Juventud.

***


Esto se acaba...
Nos queda un capítulo y el epílogo. Wow :(

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