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CAPÍTULO 24

'La guerra'

Narrador omnisciente.

Calamity Woods, Rhea Morgan y Sohnya Hemsworth arribaron a Veneno el 31 de agosto, dos días después de ser informadas de que estaban malditas, a las 02:00 de la madrugada. La primera ocupaba el lugar de Denni Timout como artillera. Su jefe, Salvatore, era el navegador y su novia era la otra artillera. Rhea era la hechicera.

—Yo tengo mucho miedo. —habla Calamity Woods, que recién comenzaba a superar la muerte de su novio en la isla de los esqueletos. —No quiero olvidarme de mi vida. Es realmente aterrador pensar en que ese puede ser el fin de mis recuerdos.

—No va a pasar nada, Mity. —le contesta la hermana de en medio de los Hemsworth. —Vamos a rescatar a mi hermana y todo va a estar bien, te lo aseguro.

—¿Tú cómo estás con tu hermana? —le habla la hechicera.

—Si te soy sincera, yo la dejaría allí. Dakota siempre ha sido una mujer muy cerrada en sí misma... es jodida de tratar. Por eso yo no he tenido apenas relación con ella, aún a sabiendas de que es mi hermana. —comenta. —Siempre ha sido demasiado llevada de su parecer, mi madre no pudo con ella, siendo sinceros.

Rhea asiente y la mediana de los Hemsworth suspira recordando a su madre, la mujer que había amado profundamente pero sus propias malas decisiones la llevaron a morir cerca del castillo de los Diphron. Sohnya Hemsworth sabía que hacía mucho su familia se había dividido, ella estaba del lado de Anders porque, desde pequeños, había sido su mejor amigo. Lo amaba. Haría cualquier cosa por él.

Craber Monterrey sube a la cubierta del barco, encontrando al grupo de mujeres. La hermana menor de su hermano se queda mirándolo, metiéndose hacia los adentros del barco sin decirle ni buenas noches.

Él ya estaba acostumbrado a sus desplantes. Ya no le importaba, ni le dolía. Tenía la esperanza, en el fondo de su corazón, de que volvieran a West Plate y ella regresara con Percy, aunque cada vez se planteaba descartar esa opción para siempre.

Ninguna relación le había salido bien. Craber no estaba seguro de si era su físico, de hombre grande y musculado, o su cara de duro de tratar, lo que echaba para atrás a la gente de conocerlo más a fondo. Sin embargo, Anders lo conocía perfectamente y sabía que él era todo lo contrario. Podía parecer serio, pero era la persona más agradable del mundo.

La cocinera había logrado que el grandullón continuase con su racha; el amor no estaba hecho para la mole de músculo que era Crab.

El mayor estereotipo de pirata entró al barco a las 02:03. Angus Salvatore llevaba un parche en el ojo izquierdo por mera estética, le hacía gracia verse a sí mismo como el holandés errante.

Iba seguido de su gran amor desde siempre. Y no, no le seguía una pequeña maqueta de la Buena Cassidy, barco que extrañaba desde hace tiempo. Se quedó en Pueblo Veneno, vigilado por Laetizia Sinners y Vangalore Terris, aunque de todas formas estaba bien resguardado.

Estaba contento de formar parte de la tripulación de Hemsworth, sinceramente.

Lo sigue Knavs Turner, la mujer de pelo color fuego y de su quinta. Seis años menor que él, más bien, nacida el último día del año 1843, se había enamorada de Salvatore en el Instituto de Cala Verde.

Sentía algo muy fuerte por él.

Después entraron los prometidos, aunque solo el grumete visitará Luvemount, Faraday James y Louise Doufier. Cada día crecía más el amor que sentían el uno por el otro.

—Louise, —la saludo el capitán. —gracias por quedarte. Sé que vas a acompañar a Dalina y me alegro de que se quede a tu lado.

—No es nada, Anders. Dalina es mi mejor amiga, y se merece el cielo y la tierra. Y yo sé que tú se lo das. Es lo menos que podía hacer.

Ambos se sonríen y la prometida del grumete se fue hasta donde este se hallaba para plantarle un beso de despedida, ciertamente preocupada por la incertidumbre de su futuro.

El ruso Darko Sarkozy entró al barco cinco minutos tarde de la hora inicial.

Saluda al niño que hace 19 años encontró en el basurero. Faraday dejó de hablarle durante un tiempo por el dolor que le causaba tener tan cerca a alguien presente durante su niñez y ser inconsciente de ello.

Pero no pudo evitar volver a acercarse al guerrero, que tenía más de mil historias para contar sobre la guerra rusa que había vivido 2 años después de rescatar a Faraday. Su amistad era tan pura como el agua cristalina.

—¡Tamara, venga! —vocifera Anne saliendo de la casa de Marino, ya que a ellas les había tocado dormir allí. —Vamos tarde de más.

La carpera se estaba recuperando de todo lo vivido hace no demasiado. La muerte de Nedda Willers le había dejado tocada. Echaba de menos a esa mujer que la hacía sentir mariposas por todo el cuerpo. El collar que llevaba en el cuello era su bien más preciado, no cabía duda.

Tamara Kennedy era el mayor soporte de la carpera. Le costaba abrirse personalmente. Era de las personas más necesarias para la tripulación, pero hablaba poco. Apenas conocía a su capitán, a su mujer o al grumete y las cocineras.

El músico bajaba la cuesta junto a los dos miembros de la familia Sawzky, Enerah Obreira e Ibon Sawzky junto a la mujer de este último, que había confirmado su embarazo hace unos días.

Ni Dusten, ni Julie, ni Louise, ni Dalina formarían parte de esta misión. Eran parte del servicio del barco, y aunque la hermana menor de Anders también, hacía falta aunque fuera una de ellas para las necesidades básicas durante el viaje, que duraría aproximadamente dos días como mucho.

Cuando los que sí iban a ir quedaron en el barco, los cuatro no seleccionados se despidieron y partieron hacia el Luvemount.

El plan era simple y efectivo. Habían pasado toda la noche, en maquetando a Veneno de una forma que pasara desapercibido. Llevaba colocado un plástico pintado, lo habían fundido contra la madera para poder quitarlo con agua. Era un barco completamente distinto.

Anders había logrado volver a hablar con Dakota; no estaba seguro de como lo había logrado, y eso le había traído algo de desconfianza, pero ella le confirmó que mañana Jason mandaba al Marqués de Tardefford, que vivía cerca de East Plate, un navío en barco con mercancía que habían estado negociando, no estaba segura de lo que era, pero esa podría ser su tapadera, al menos para pasar desapercibidos ante los ojos de la gente.

La parte baja del palacio ya no estaba tan asediada, así que eso les daría facilidad.

La zona baja del Luvemount tenía entrada directa a la cocina del palacio, así que entrarían por ahí.

Primero, terminarían con los guardias que Dakota les había informado que sabía donde estaban; dos en el pasillo de arriba, uno en el piso tres y unos cuantos más, incierto número, en el piso dos, eso era lo que ella sabía.

La sacarían de allí, matarían a Jason si se les hacía posible, sino, luego lo destrozarían con las pruebas que tenían, y huirían por el ascensor de la cueva.

—Tripulantes. —hablo Anders después de un rato de navegación. Ya no divisan Isla Esmeralda. —Tenéis en la recámara pelucas y maquillaje para disimular un poco vuestra apariencia. —comenta.

Él ya lleva una peluca que lo hace rubio, al igual que la barba afeitada.

Sin duda, no era Anders Hemsworth quién manejaba el barco.

A unos 150 kilómetros de la embarcación del protagonista, se hallaba una ciudad de 37 kilómetros cuadrados, dividida en 18 barrios llamada East Plate.

El monarca de Guiena, ya reunificada, tomada de nuevo en cuento como un Reino, se encontraba entre las piernas de la mujer georgiana con la que se acostaba hace meses. Mecía sus caderas con fuerza contra ella, admirando su belleza antinatural aún estando embriagada por el placer.

Su esposa legal y la hermana de Anders Hemsworth se encontraba dos pisos más arriba, encerrada en un desván oscuro. Dakota sin duda había aprendido a disfrutar del encierro en lo más mínimo. Ahora, se encontraba revisando las pruebas que tenía contra su esposo.

Tiene el corazón a mil. Hace meses que no ve a su hermano y está nerviosa por lo que pueda pasar. El Marqués de Tardefford llamó hace unas horas y Dakota tuvo la suerte de coger el teléfono y se enteró de todo; ha encontrado la manera de salir del desván, usar teléfonos y estar comunicada, aunque eso le cuesta su integridad física. No podía dar nada, ya habían intentado aprovecharse de ella.

Guardo los papeles entre las sábanas viejas de la cama al oír la puerta.

Una rendija de luz entra y se gira viendo al hombre de pelo largo y rubio con quién ya compartió cama hace unos meses, y su concuñado, Iriel Fontes.

—Iriel... —murmura sorprendida. Había oído algo de que él estaba aquí, pero no le había confirmado nada a su hermano por el mero hecho de que ni ella misma sabía si era verdad. —Estás aquí de verdad...

Se levanta de la cama yendo hasta el hombre que la espera con los brazos abiertos.

—Dakota... —musita mientras la abraza. —Me alegra que estés bien.

—A duras penas...

Se alejan unos segundos después y el rubio se queda observando a Dakota fijamente.

—¿Qué haces aquí? —le recrimina ella pero él no despega sus ojos. —Dalina debe estar preocupada por ti, Iriel. Deberías llamarla, ella...

No la deja terminar de hablar cuando la toma del cuello y la lleva contra la cama.

—Me han contado que eres muy buena en lo tuyo y yo también puedo ayudarte, Dakota. —balbucea contra su cuello mientras la hermana de Anders Hemsworth intenta huir moviéndose y pataleando.

—¡Iriel, no...! —grita pero él le posa la mano en la boca.

La muchacha nota sus ojos encharcarse pero su pequeña estructura ósea le permite escurrirse y echarse a un lado para huir de ese hombre.

—¡Dakota!

—¿Qué mierda está mal contigo? —vocifera ella. —¡No ves que estoy negándome!

—Dakota, venga, aprovecha. Ya sabes que tú y yo no la pasamos mal. Jason está follando abajo, aprovecha tú también. —va hasta Dakota de nuevo tratando de levantarme la camisa pero lo aparto de nuevo. Sus palabras le duelen pero intenta ocultarlo.

—¡Que no! ¿Te has vuelto loco?

Parece darse cuenta y se lleva las manos a la cara asustado.

—Perdón. Perdóname, en serio.

—No te me acerques. —farfulla la joven acorralándome a mi misma en la pared. —Si lo haces, iré y le contaré a Jason cuando nos acostamos en West Plate para que te vuele los sesos.

—Te matará a ti también. —le recuerda el soldado.

—Me da igual. —gruñe ella entre dientes. —Me da igual inmolarme si eso incluye acabar con todos vosotros.

107 kilómetros al sur de la ciudad capital del Reino de Guiena, el galeón enorme de nombre Veneno de Anders Hemsworth y su tripulación se movía a aproximadamente 44,64 kilómetros por hora, o como ellos lo llamaban, a 24 nudos, lo que quería decir que en dos horas y media, es decir, aproximadamente a las 04:15 llegarían a la capital guiénesa.

El corazón del capitán no había dejado de martillear contra su pecho, causándole un ardor extendido por todo el pecho, alegando que se acercaba un momento demasiado tenso. ¿Le saldrá bien su plan? Su mayor miedo era ver morir a otro de los suyos, no estaría seguro de soportarlo, pero a su vez, era una misión imposible de hacer en solitario.

Bueno, si moría Aldous, le daría un poco más igual. O bastante más igual. En verdad, le daría completamente igual. Lo único que le daría pena sería perder lo único bueno de él; sus habilidades en cuanto a la navegación.

*****

04:03 AM.

Dakota logró sacar a Iriel de la habitación, que turnaba para vigilarla durante toda la noche. No le contó nada del plan, simplemente le pedía el móvil esporádicamente y tenía una llamada casi a susurros con Anders, que ya había navegado hasta la comunidad de Bahía Blanca.

Habían tenido suerte; no habían despertado las sospechas de la guardia costera en la frontera marítima de Bahía Blanca y Cala Verde, así que estaban a menos de dos kilómetros y medio del Luvemount.

Se internarían en una de las rías más conocidas que atraviesan la ciudad como lo era la Ría de Arousa. Esta comenzaba poco antes de la entrada este de la ciudad, que tomaba la Isla del Grove justo en frente de la capital, que estaba unida a la ciudad por un pequeño filo de tierra asfaltada. Entrarían por la ría haciéndose pasar por un galeón pesquero y esta los llevaría hasta la cueva debajo del Luvemount, que se hallaba en la esquina noreste de la ciudad, justo delante de un acantilado que estaba metros más atrás y que daba a la parte trasera de la Ría Arosa.

Puede sonar complicado, pero la estructura de East Plate era mucho más simple de lo que parecía. Al ser una ciudad costera, había un pequeño trozo aparte, llamado la Isla del Grove, que quedaba justo en frente al barrio adinerado de la ciudad y de sus grandes edificios. Esta ciudad se encuentra atravesada por una Ría que da la vuelta a esa parte y finaliza en la otra punta, llamada la Ría de Arousa (que a la vez era el mar que alejaba la Isla del Grove con East Plate). El plan de los tripulantes era simple; meterse a la ría como si fueran pescadores y llegar hasta la parte de dicha acumulación de agua, donde se encontraba la dichosa cueva bajo el Luvemount. Es un plan perfecto. O eso creen.

La noche hacía brillar el mar, aún faltaban unas tres horas y media para el amanecer.

Anders ya divisaba las luces de los altos edificios eastianos. East Plate tenía bastante más riqueza que West Plate.

El 15,67% de la población eastiana vivía en la pobreza, mientras que el 2,5% lo hacía en la extrema. En West Plate, desde la Guerra Civil y Política (o también conocida Guerra de los Siete Mares), la separación de Castilla causó una tremenda inflación que llevó a casi el 24% de la población a la pobreza y al 7,8% a la pobreza extrema, eso y que muchos emigraron a Brisbane o Sydney, a Nueva Caledonia o a Nueva Zelanda; no querían vivir en un país en guerra.

Esto había ocasionado que Guiena quedase dispar en su reunificación; West Plate parecía una ciudad europea, con muy pocos edificios altos mientras que East Plate parecía querer imitar a Nueva York.

En ese instante, las aguas se aclararon cuando Anders y la tripulación de Veneno fueron adentrándose en la Ría de Arousa.

Su hermana menor, Dakota Hemsworth (que hace unos meses había cumplido los 18), le había mandado al capitán un mensaje hace una hora y veintidós minutos que indicaba que todo seguía en orden.

El hombre del sombrero pirata miró alrededor antes de adentrarse a la ría. La Isla del Grove está a menos de medio kilómetro, lo que quería decir que ellos estaban a kilómetro doscientos de la costa eastiana.

—Capitán. —le habla Calamity Woods sacándolo de la verborrea de sus pensamientos. —Vamos a tres nudos, así que en un cuarto de milla naútica gire a la izquierda para adentrarnos en Arousa.

Anders asiente y sus ojos no pueden quedarse quietos, así que van de lado a lado observando las miles de luces de la ciudad admirando el paisaje en silencio mientras oía a los tripulantes prepararse en la recámara.

Por otra parte, dentro de Luvemount, Dakota sostenía su cuerpo cansado contra la pared. Le dolía todo, su anatomía palpitaba por la aceleración del metabolismo gracias a la falta de alimentos, pero aún debía cumplir algo. Ella sentía que iba a morir; sentía que su cuerpo iba a dejar de funcionar en dado momento, su corazón dejaría de bombear sangre y el líquido carmesí dejaría de correr por sus venas, asfixiándola en un pozo de muerte que la llevaría al cajón de madera.

Sin embargo, tomó fuerzas de un suspiro y llevó a cabo la última parte de su plan para ayudar a su hermano, y, sí moría, aunque sea habría redimido algo de su colosal culpa.

Se dirige hasta la puerta, que noquea suavemente.

—Iriel. —llama al hombre que abre la puerta segundos después. La joven intenta cargar su mirada de fingido deseo y se lanza a los labios del hermano mayor Fontes, devorándolo e intentando disfrutar del momento que se haría pasar.

Adentrándose a la Ría de Arousa, la tripulación de Veneno se cargaba con cimitarras, revólveres y espadas para la batalla. Angus Salvatore, Calamity Woods, Rhea Morgan, Enerah Obreira, Faraday James, Aldous Minfley, Darko Sarkozy, Craber Monterrey y Tamara Kennedy bajarían a ayudar al capitán mientras que Ibon Sawzky, Knavs Turner y la hermana mediana de los Hemsworth custodiarán el navío.

Estaban en el inicio de la ría. 1,02 kilómetros hasta Luvemount.

Las luces de los altos edificios y las bajas casas se cernían contra ellos, además de las farolas de la calle y demás cosas brillantes. Siguieron avanzando por la ría, cruzando por debajo de largos puentes y algún coche que lo transitaba a pesar de las altas horas de la madrugada.

Se aproximaba el giro a la derecha que los dejaría a 0,33 kilómetros hasta el Palacio.

A las 04:17, recalaron unos metros antes de esa entrada a la cueva, justo en un pequeño hueco que escondía Veneno.

—Bien. —habla Anders reuniendo a todos en la entrada del barco. —Este es el plan. —señala hacia adelante imaginando que se mueven por el cabo rodeándolo. —Vamos a rodear el cabo por delante, vamos a llegar y vamos a acribillar a los soldados. Entraremos por el ascensor, de clave 556. Colocaremos los silenciadores y lo que se nos ponga por delante se muere. ¿Entendido?

El corillo asiente y colocan la tabla para bajar de la embarcación.

Un poco más arriba, dentro del Palacio, Dakota se mecía sobre la cama con los bruscos movimientos del hermano de su cuñada, que gemía contra su cuello.

Se lo había esperado peor; pero era lo necesario, Iriel quedaría lo suficientemente cansado para partirle un jarrón que tenía bajo la cama en la cabeza para aprovechar y huir. Sin algo que lo agotara, no lograría huir de él.

El pecho endurecido del hombre de cabello largo y rubio chocaba contra el suyo en una respiración agitada. Intentaba no moverse demasiado, tampoco quería parecer una ninfómana y tampoco lo estaba haciendo por disfrute.

Su concuñado siguió, dándole choques que la hacían doler el suelo pélvico pero aguantaba los quejidos. Cuando este por fin terminó, se echa a un lado con un gemido estruendoso sobre la cama.

—No pierdes la buena calidad, ¿eh? —le dice él en un comentario que le causa náuseas. —Si no tuviera que vigilarte, me quedaría aquí contigo.

<<No, gracias.>> Fue el pensamiento que pasó fugazmente por la cabeza de la joven. Estaba tan delgada que Iriel apenas notó cuando ella se levantó de la cama y tomó el jarrón con el que, ahora, le apunta a la frente. Solo le da tiempo a abrir mucho los ojos y bisbisear:

—Dakota...

Antes de ver todo negro cuando la joven le estampa el jarrón en la frente, que se rompe estrenduosamente y que lo deja inconsciente.

Los tripulantes habían logrado quedar a menos de diez metros de la entrada a la cueva, serpenteando desde el fin del cabo. Los soldados iban y venían en un vaivén repetitivo, y que por lo tanto, Anders Hemsworth ya tenía calculado. Pasaban aproximadamente veinte segundos en el frente y volvían a entrar, estando treinta segundos dentro.

Ahora, acababan de entrar. Anders se levanta rápidamente e indica a sus tripulantes que lo imiten.

—Tres... dos... uno... —indica y corre hasta la entrada, encontrándose con las dos pequeñas calles atravesadas por el agua y las oficinas donde, hace un año, residían miles de esclavos que trabajaban veinte horas y dormían cuatro. Los tripulantes llegaron y el capitán abre fuego contra los cuatro soldados que hay en su lado.

Algunos disparan hacia el otro lado, acabando con la vida de los otros cuatro. En ese momento, la red hace que un mensaje haga vibrar el móvil de Anders.

Al confirmar que están en territorio seguro, saca el dispositivo viendo el mensaje de su hermana.

Cuidado con el ascensor pequeño. Da al armario de Jason. Coged el grande, que termina en la cocina que ahora está vacía. Estoy en el piso de arriba. El 4. En el segundo piso está la oficina de Jason, podéis dotaros de carga contra él allí. El candado se abre con una horquilla con demasiada facilidad. Debajo de las escaleras está el guardia que vigila las cámaras. Cuidado.

—Vamos al ascensor grande. —ordena el capitán. Todos entran ajustados y Anders mete la contraseña que hace que el elevador comience a funcionar y suba bastantes más pisos de los que en realidad son.

Segundos después, tiempo que han aprovechado para silenciar sus armas, este llega a la planta principal y se abre, dando un atisbo de luz y dejando ver algo dentro del lugar.

—Pasad. —murmura el capitán permitiendo que todos vayan saliendo, intentando retrasar lo inevitable; el encuentro con su hermana.

Los jóvenes van saliendo, acomodándose en la cocina y cuando solo queda él, inspira para salir y dejar irse el ascensor, y con él, la poca luz que había.

—Bien. —susurra el capitán. —Angus, Calamity, y Faraday. Conmigo. —ordena y los tres asienten. —Aldous, Darko y Enerah a la oficina de Jason a coger información. Abridla con una horquilla. —siente como la información útil de su hermana mitiga el rencor. — Y Tamara, Craber y Rhea, vigilad a los otros tres. ¿Vale?

Todos asienten y avanzan por la cocina.

Tres pisos más arriba, Dakota asoma la cabeza por el filo del baño. Ha encerrado a Iriel en el desván, pero no está segura de cuánto durará desmayado. Oye unas voces y ajusta el pequeño hueco.

—Tío, ya sé porque el rey se casó con ella. —Dos jóvenes soldados aparecen por las escaleras. —Lo tiene todo apretado, madre mía, parece virgen...

El comentario hace que el flujo ácido se le suba a su garganta. <<Están hablando de mí>> Ver como la rebajan la hizo sentir asco y rabia.

—Ni que lo digas. —comenta el de la izquierda, que desvía su trayectoria hacia el baño donde se encuentra la reina consorte. —Voy un momento al baño, ahora voy para allá.

Dakota se asusta al verlo ir hacia ella. Su corazón comienza a latir frenéticamente y como medida desesperada, se coloca detrás de la puerta y espera al muchacho que, cuando arriba, lo recibe con un culatazo en la nuca con el arma de Iriel que lo hace caer contra el retrete. Forma un estruendo y oye la voz alejada del otro.

—¿Erik? —lo llama. La reina se acerca al filo y lo ve ir hacia allí rápidamente.

Desesperada, Dakota toma el arma silenciada del muchacho desmayado y, nada más el otro abre la puerta, lo recibe con una sarta de tiros silenciados que lo llevan al suelo, sin vida.

La muchacha inspira preocupada, apunto de desvanecerse por el hambre y la falta de sueño.

<<Vamos, Dakota. Aún queda mucho infierno del que huir.>>

La muchacha baja por las escaleras acelerada. Acababa de matar a un hombre. Si bien no era su primer muerto, lo era a plena conciencia. La muerte de Isaac fue alimentada por el amor enfermo que sentía por Jason. Estar al lado del rey Diphron era un veneno en forma de supuesto amor que la había ido consumiendo poco a poco, convirtiéndola en la peor versión de sí misma.

En el piso de abajo, Craber y sus dos compañeros, abren la puerta que se encuentra bajo las escaleras. Allí, en base a la grandeza de las escaleras, encuentran una sala con un vigilante de seguridad dormido frente a miles de cámaras que vigilan todo el castillo. La cocina, la cueva, todo... Incluso la habitación de Jason, donde encuentran una imagen ciertamente desagradable; el rey con la cara entre las piernas de la mujer balcánica agarrada a las sábanas y abriendo y cerrando los ojos mientras muerde sus labios esporádicamente. Se notan sus expresiones de placer, el rey, desnudo, con una inminente excitación notable se encuentra arrodillado contra la cama.

—Qué cabrón. —ríe Craber dándole un golpe a la mesa y haciendo que, exaltado, el guardia despierte. —Buenos días, ¿eh?

El hombre intenta reaccionar, sacar su porra o algo, pero la agilidad de la mole de músculo lo agarra del mentón y de la frente y gira abruptamente hacia la izquierda, permitiendo oír el sonido de su cuello romperse. El segurata muere al instante.

Con Craber controlando las cámaras, Aldous, el ruso y la hechicera Sawzky se cuelan en la oficina del rey gracias a los hechizos de Enerah, ya que ninguno de ellos porta horquillas.

Allí, buscan información desordenando todo.

—Tened cuidado con el orden. —indica Aldous en un susurro nervioso.

—¿Qué más da? —ríe Enerah. —Si esto va a acabar en una balacera.

Agachados, Anders, Faraday, Salvatore y Calamity suben por las escaleras ya más estrechas. Al capitán le habían picado las manos de entrar a la habitación de Jason y matarlo; le daba igual que se encontrara en plena sesión de sexo adultero con la srivienta.

—Voy a asomarme. —bisbisea Anders muy, pero muy suavemente.

Llega arriba y saca la cabeza por el filo derecho de la puerta, viendo a un guardia dormir sentado en una silla de cesta.

—Vamos. —murmura él andando lentamente hasta quedar en frente del guardia. —Has tenido suerte de estar dormido; te has ahorrado el sufrimiento. —mira a la mujer morena y de rizos oscuros. —Calamity, ¿quieres hacer los honores?

—Será un placer, capitán.

Es lo último que pronuncia antes de colocarse frente al hombre, tomar su mentón y pegarle un tiro silencioso en la frente. El agujero es perfecto y su cuerpo abre los ojos gracias a la memoria muscular. Cae contra la pared con un tiro sangriento.

Anders se agacha tomando las llaves de su costado, intentando no hacer mucho ruido por los espasmos que recorren al cadáver. Cuando las tiene, cierra todas y cada una de las puertas del piso, ya que Dakota le había hecho entender que en ese piso dormía absolutamente todo el personal del Luvemount.

No quería matar gente de más. O eso creía, al menos por ahora. Anders cada día tenía más claro que mataría a quién fuera necesario.

—Anders... —en ese momento, sintió su corazón pararse al oír la voz de una de las mujeres que más había amado.

El capitán se gira cuando lo asimila, encontrándose con su hermana Dakota Hemsworth en un estado bastante deplorable, haciendo que su cuerpo se tense repleto de candente ira.

—¡Anders!

Su hermana corre hasta él y abre los brazos, abriendo la coraza que tanto le cuesta soltar y permitiendo, una vez más, entrar a su hermana menor.

La había echado de menos. Mucho. No podía negarlo.

Y aunque lo intentase, el rencor jamás sería suficiente para mitigar todo el amor que sentía por su hermana. Por mucho que lo intentase. Toda su vida lo había acompañado, de una forma u otra. Y era hora de perdonarla; su estado dejaba más que claro que ella sí lo había pasado mal.

—Dakota, por Dios... —le dijo él analizándola cuando se separaron. —¿Estás bien? Dios, cielo, que te han hecho...

—Anders, perdóname. —le suplica ella con los ojos encharcados. —Perdóname, por favor...

—Dakota, ya está. —la detiene él. —No te tortures más, ya has sufrido lo suficiente. Luego lo hablamos, ¿sí? ¿Estás bien?

—Sí, Anders, sí... —corta el movimiento de sus manos con las suyas. —Pero tienes que acompañarme arriba. Ha habido un imprevisto.

Darko halla miles de papeles; contratos, pólizas y seguros de lugares no demasiado salubres. Lo guardaron todo en un maletín y se disponían a salir, cuando de repente, un demasiado sonoro estruendo retumba en la habitación. El ruso se gira encontrándose al navegador recogiendo todo lo que había tirado al chocar contra la mesa.

El golpe hace que Jason se aleje del calor que mana la entrepierna de Elene.

—¿Qué mierda ha sido eso? —cuestiona la rubia con cierto deje de miedo en su voz.

—No lo sé. —farfulla el rey, levantándose. La caucásica se tapa y Jason hace lo mismo guardando su excitación decreciente en un bóxer y cubriendo su tórax con un chaleco y sus piernas con unos pantalones anchos. —Quédate aquí.

El rey sale de su habitación y se dirige hasta el lugar del que provenía el ruido; su oficina.

Allí, prepara su arma para entrar al lugar y abre la puerta con la quinta llave del manojo. Cuando entra, solo la luz que se cuela por la ventana es lo único que se deja ver.

Sin embargo, algo le olió raro y decidió seguir con la travesía.

Faraday James y Calamity Woods estaban ya abajo en la cueva, llevando el cuerpo dormido de Iriel Fontes hacia Veneno. Habían logrado huir de ahí arriba y les había sorprendido su astucia; pasaron por delante de la oficina justo cuando Jason estaba en la oficina y lograron arribar al barco donde Darko los esperaba.

—¡Darko! —Lo llamo Woods. —¡Corre, ven!

El pesado cuerpo de Iriel se hacía poco ante la fuerza de ambos. Cuando llegaron, Darko bajó del barco por la tabla y recogió el cuerpo del rubio. Ya dentro de Veneno, lo amordazó y ahora los dos grumetes suben por el ascensor de vuelta a donde ya había iniciado una contienda.

Jason subió al piso dos, donde encontró el cadáver sin vida del guardia de seguridad.

—Mierda. —musitó agachándose para buscar si quedaba algo de todo lo suyo. No tenía llaves ni armas. Fue entonces cuando intentó abrir la puerta de la habitación de los soldados; cosa que no logró.

Ahora, se encontraba intentando romper la puerta, la cuál iba cediendo.

—¡Señor!

Gritan desde dentro. Ahora, se le imposibilita pensar en que maldecía el momento donde no quiso poner un pestillo por dentro.

Se echa hacia atrás y toma un violento rebufo y choca contra la puerta. Lo hace repetidas veces, maldiciendo para sí mismo hasta que logra tumbar la puerta abajo. Los soldados se encuentran vistiéndose y en ese momento un tiro rompe la barrera que el aire formaba. Viene del piso de arriba.

—¡Mierda! —sisea Anders con ira al ver que el tiro ha fallado. Tenía un ajustado margen para disparar y no ha logrado acertarle al rey.

Este ha huído de su campo de visión y posteriormente, cierra la puerta que separa el piso dos y tres junto a las escaleras cerrando las que separan el tres y el cuatro y a la vez encerrándose a sí mismo en el segundo piso.

—Nos están intentando robar. —murmura el rey a sus soldados, que sacan las pistolas del armario. —No sé quiénes sean. Probablemente sean extremistas.

—Tenemos las armas buenas abajo. —contesta uno de los soldados. —¿desea que vayamos por ellas?

—No. —lo corta el rey. —Es una misión imposible.

Anders entrecierra un ojo apuntando por el cristal translúcido. Tienen una ventaja; están acorralados, los soldados no están cubiertos...

Dispara atravesando el cristal que se quiebra en mil pedazos y la bala cala directamente en la parte trasera de la cabeza de un soldado, que casualmente cubría al rey.

Todos se mueven hacia el otro lado y en ese instante, la contienda se da inicio y Jason comienza una balacera contra el piso de arriba, aún sin reconocer a Anders.

—Uno menos. —musita el capitán con una sonrisa.

Las balas ya han indicado que la guerra ha comenzado, eso ha hecho que Craber Monterrey salga del escondite del guardia de seguridad de las cámaras y se pare al lado de la puerta. Allí, segundos después de la primera balacera, se permite disfrutar de la cara de sufrimiento cuando los guardias van pasando, Rhea los congela con su magia y él se da el sanguinolento lujo de matarlos como quiera.

En menos de treinta segundos, tenía más de diez cuerpos apilados a un lado de la puerta.

—¡Craber! —Una voz detuvo sus asesinatos. —¿Dónde están?

El musculoso hombre se gira, encontrándose con Calamity y Faraday.

—Están arriba, agarrándose a balazos. —farfulla.

—Vamos.

Todos suben encontrándose con los ruidosos balazos de los altos pisos, donde el monarca maldice pegado al lado izquierdo de la pared.

—¿Dónde están los otros soldados? —cuestiona nervioso al ver el panorama de que tiene dos menos a su lado.

El guerrero a su lado niega frunciendo los labios.

Están encerrados en el tercer piso; habían cerrado ambas puertas creyendo en una falsa inocencia que solo estaban en el cuarto piso.

En la segunda planta, los tripulantes salen de la oficina cuando Craber les indica que así lo hagan.

—Aldous me ha dicho que se queda con los papeles listos. —comenta Darko y Craber asiente.

Se posicionan a los lados preparando sus armas.

Algunos avanzan unos tramos de escaleras y quedan frente a la puerta, de la que destrozan el cristal. Los tripulantes de Veneno se cubren con el brazo evitando cortes en la cara. En ese momento, Jason es consciente de que está jodido. Iba a morir; no estaba listo, su mandato había sido demasiado corto y lo había anhelado tanto.

Uno de los soldados asoma el brazo y suelta una rienda de balas contra los atacantes que, por suerte, todos los tripulantes esquivan agachándose.

En ese momento, desde el otro lado, Anders se acerca y dispara contra el hombre que se estrella contra la puerta por la fuerza del tiro cayendo muerto junto a la puerta.

Jason corretea cambiando de lado y le caen una rienda de balas que logra evadir.

—¡Vais a pagar por atacar al monarca de este país, hijos de puta! ¡Os vais a pudrir en la cárcel! —les grita él en un chillido lleno de miedo y furia.

Anders ríe ante la cobardía del rey.

—Tanto tiempo siendo un criminal y nunca me has enganchado, Jason...

Oír esa voz hizo que Jason se congelara. No podía ser, no podía entender como aquello era imposible.

<<Es Anders.>> Le repetía su mente, aunque él intentaba negárselo. Pero era cierto, él reconoce ese tono de voz en cualquier parte.

Era Anders Hemsworth. Lo tenía acorralado, y muy probablemente, acabaría con su vida ese mismo día.

—¡Majestad! —le grita uno de sus soldados sacándolo de los pensamientos que amenazaban con pararle el corazón. —¡Agarre esto!

Uno de sus hombres le lanzó la Micro Tavor que desató su furia. Le quita el seguro y, muerto en ira latente, dispara contra la puerta que atraviesa llenándola de balas.

—¡Hijo de la gran puta! —le responde a Anders. —¡Si no vas a la cárcel, te acabo yo!

Se coloco justo enfrente, haciendo sorprender a los tripulantes que no esperaban un ataque tan directo. Acaba el cargador contra las paredes, las balas rebotan y una impacta en el muslo izquierdo de la reina consorte que chilla adolorida.

—¡Joder!

—¡Por perra! —le grita el rey. —¡Ni para traicionar sirves y que sepas que Elene mueve el culo mucho mejor que tú!

Las palabras llenan de ira a Anders Hemsworth que sale del filo de la pared del cuarto piso lanzando una sarta de tiros que Jason esquiva echándose a un lado.

Los tripulantes del segundo piso aprovechan y disparan contra el rey, que evade casi todos los tiros serpenteando a la zona más segura. Solo uno impacta en su pantorrilla, haciéndole maldecir de dolor.

Los soldados se colocan dos en un lado y dos en otro, lanzando una sarta de tiros que no impactan a ninguno de los tripulantes. Cuando frenan, varias manos se dejan ver soltando los tiros que acaban con dos de los soldados descubiertos.

<<Están siendo más inteligentes que los soldados.>> Piensa Anders. <<Los soldados se descubren del todo y mis tripulantes solo lo necesario para disparar>>

Enerah Obreira y Rhea Morgan preparan juntas una bola de fuego que lanzan contra la esquina izquierda, mientras que la otra va para la esquina derecha y la madera del parqué se prende en fuego que va arrasando poco a poco. Los soldados se queman pero las puertas ignífugas no dejan pasar las llamas.

—¡Capitán! —grita Rhea. —¡Vengan!

La mujer se asoma por el cristal, sintiendo el calor tocar sus brazos y crea un campo de fuerza que, inmediatamente, hace levantar las llamas para crear un camino seguro por la alfombra achicharrada. Los tripulantes del piso cuatro y la reina consorte, adolorida por el disparo, corren hasta la puerta.

La imagen es cuanto menos majestuosa; los tripulantes pasan por el pequeño tramo que cruza el tercer piso, con fuego inundando todo a los lados, exceptuando esa parte de diez metros de longitud. Parece que Anders Hemsworth está cruzando el infierno.

Infierno donde los soldados se queman poco a poco, intentando que el fuego no se propague pero la madera impide que logren su cometido. Jason siente el calor tomarle violentamente, sin embargo, la ventana al final del pasillo que ya está ardiendo a medias es su esperanza.

Se gira, viendo el fuego tomar a todos los soldados y sabe que los del servicio que, ahora se han despertado y gritan, están seguros gracias a las puertas de metal hiperresistente que colocaron hace poco.

Jason abre la ventana y la altura lo hace marearse.

—Joder... —una ráfaga de vómito lo toma por el vértigo y mira atrás suya, viendo caer las paredes a pedazos por el fuego. Es entonces cuando toma su decisión más desesperada.

Los tripulantes logran arribar a las escaleras del piso dos y Rhea deja el campo de fuerza haciendo que el fuego se junte en una calorífica explosión de llamas.

Bajan hasta el piso y Anders va hasta la puerta de la oficina.

—¡Tamara! —llama a la hechicera que aparece inmediatamente. —Mira a los heridos, por favor. —ella asiente y va hasta la puerta. —¡Aldous, abre! ¡Nos vamos!

El hombre de dentro no contesta y resulta que, dentro del cuarto, está ocupado.

Aldous abre la ventana al ver al rey colgando de un árbol.

—¡No! —grita él. —¡No me mates!

Sin embargo, el tripulante se estira tomando la mano del rey que intenta sujetarse.

—¡Cállate! —le grita él ayudándolo a entrar.

Jason se retuerce en el suelo, arrodillándose y Aldous lo apunta con un revólver.

—Te juro que, si no me matas, te doy protección hasta el último día de tu vida. Pero déjame ir, por favor. Tengo mucho reino que controlar. Por favor.

Las palabras no parecen hacer efecto en Aldous hasta que, segundos después, baja el arma.

—No quiero tu cochina protección. —musita. —Bueno, sí la quiero. Aunque no me hará falta después de lo que va a pasar.

Jason levanta la cabeza extrañado.

—¿Qué? ¿Qué quieres que hagamos?

Aldous sonríe de lado.

—Acabar con Anders.

Y, como muestra de su aplomo en el tema, abre el maletín y destruye los papeles que inculpaban al rey.

El capitán sigue tocando la puerta con fervor por unos segundos.

—¡Aldous!

El hombre sale segundos después.

—Perdón, perdón, que estaba buscando cosas varias en la oficina. —se disculpa falsamente. —Pasad. ¿Tenemos que salir por la ventana? Está un poco alta.

—Es lo más seguro. —contesta el capitán y comienzan a amontonarse en la oficina. —Venga, pasad.

Cuando todos están dentro, comienzan a preparar la ventana para salir por ella.

—Dakota, ¿dónde más hay guardias? —le pregunta el capitán a su hermana.

—En la salida del parking. Lo más seguro es bajar por las escaleras hasta la cueva, aunque son muy largas.

—¿Qué nos dice que podemos fiarnos de ti? —recrimina Aldous.

—El jodido hecho de que mi supuesto marido me haya disparado en la pierna, amigo. —farfulla sentándose en uno de los sillones y estirando la pierna para que Tamara desinfecte la herida.

En ese preciso instante, la luz de la oficina se apaga dejándolos a oscuras con nada más la luz de la noche. Un pequeño atisbo luminoso se cuela en el cuarto pero inmediatamente se apaga, y el único indicio luminoso posterior es el sonido de la quebradura de cristal que deja ver un fuego que comienza a correr por la oficina, devorándola por segundos.

Rhea es rápida a la hora de reaccionar, creando el muro de fuerza, átomos y partículas que detiene el avance del fuego y Enerah maneja agua contra el fuego, que cuesta en apagarse por la pequeña dimensión de las bolas y el enorme tamaño de las llamas.

—¡Aldous! —grita Anders al oír el cerrojo de la puerta. —¡Hijo de puta!

Corre hasta la puerta dándole un puñetazo. Aldous ríe del otro lado avivando la ira de Hemsworth. Se quita la peluca y las lentillas complacido.

—¡Capitán, derribe eso rápido que este muro tan grande me consume mucha energía! —vocifera Rhea con una gota de sudor cayendo por su sien. —¡Enerah, ayúdame a reforzar el muro! —la joven obedece creando la doble capa de potencia que permite a Rhea descansar.

Al otro lado de la puerta, cual psicópata, Aldous ríe.

—¡Capitán, parece ser que no era tan complicado matarlo! —ríe con ironía.

La puerta se mece ante los violentos golpes de Craber y Anders.

—¡Hijo de puta! ¡Más te vale huir, porque como te encuentre, me lo vas a pagar!

Aldous va hasta una puerta al lado del tramo de escaleras, abriéndole la puerta al rey que sale de allí.

—Gracias.

Por ahora, parece que su plan había salido bien.

Jason era consciente de uno de los cuantos pasadizos del castillo, siendo el primero la puerta que se hallaba tras la librería de su oficina, una puerta que daba a un pasadizo bajo las escaleras que daba a esa puerta que Aldous le acababa de abrir.

El plan era simple: Aldous abriría, Jason se escondería y el tripulante se las apañaría para salir de la oficina y prender fuego con el cóctel molotov que había preparado.

Luego, ambos disfrutarían de la muerte de Anders y se irían del Palacio como víctimas.

¿Qué podría salir mal?

Anders, dentro de la oficina, seguía dándole golpes a la dura puerta que no caía.

—Vamos a morir... —solloza Calamity.

—¡Nada de eso! —le grita Anders. —¡Yo salgo y mato a estos cabrones como que me llamo Anders Hemsworth! ¡Y si muero, los arrastro conmigo al jodido infierno!

Dakota se aferra al sillón jadeante de dolor por la limpieza de la herida.

Anders, en un acto desesperado, patea la mesa de Jason tomando una tabla cuando la desmonta.

—¡Craber! —llama a su amigo.

—¡Anders, date prisa! —le avisa Enerah moviéndose lentamente hacia atrás por el cansancio, notaba su cuerpo palpitar y su corazón latir deprisa. Rhea seguía lanzando pequeños torbellinos y agua hacia el fuego, pero nada lo apagaba. Las llamas eran demasiado potentes y anaranjadas.

El capitán y Monterrey toman la tabla y, alejando a los tripulantes, toman carrerilla para, como si de un ariete se tratase, chocar contra la puerta.

—¡Golpead esa jodida puerta como si fuese vuestro peor enemigo! —grita el capitán dando rienda suelta a la ira de los tripulantes que golpean la puerta con todo lo que tienen, dejando paso intermitente al capitán y a Craber que la golpean con la madera.

—Como disfruto el sufrimiento ajeno. —se regodea Aldous con el rey fuera de la oficina. —Vámonos de aquí.

Se giran, dispuestos a encaminarse hacia la puerta del palacio.

Sin embargo, lo que jamás hubiesen pensado sucedió.

Anders tira la puerta con el golpe final que lo hace doler las costillas por los golpes; sin embargo, tira la tabla a un lado y los tripulantes salen corriendo a la vez que Anders se va contra Aldous.

Jason sale corriendo encerrándose en una habitación mientras los tripulantes la golpean y disparan contra la puerta. El rey recarga la Micro Tavor que dispara contra la madera.

Anders alcanza al hombre al que se le echa encima.

—¡Maldita rata traicionera! —le grita encima de su espalda. El hombre patalea pero su movimiento cesa cuando el capitán lo toma del nacimiento del cabello y estampa su cabeza con todas sus fuerzas contra el marmóreo suelo. —¡Hijo de la gran puta!

—¡No...! —sus gritos cesan con los golpes que lo atontan.

Repite la acción, dejando la sangre salpicar por toda la zona tiñendo el blanquecino mármol de rojo.

La rabia que lo corroe no le permite parar, repite la acción innecesarias veces hasta que Aldous deja de respirar. Una y otra vez, una y otra vez, sintiendo por cada poro de su piel los huesos romperse, la sangre correr. Como si estuviera loco, un maldito enfermo que disfruta la sangre de quiénes le han fallado.

—¡Anders! —le grita Craber yendo hasta él, tratando de separarlo, pero este se remueve repitiendo la acción que ya ha repetido diecinueve veces otras tres veces hasta que la mole de músculo lo separa. —¡Ya, déjalo!

—¡Cabrón!

Saber que ha estado cerca de irse a criar malvas por culpa de ese cabrón lo hincha de rabia; y eso está reflejado en el rostro del hombre que ha quedado destrozado. Empapado en sangre, con casi todo su rostro amoratado y un ojo apunto de salirse de su cuenca, Anders ha estampado su cabeza veintidós veces contra el frío suelo hasta acabar con su vida. Los veintidós golpes han sido con la misma fuerza, lo que han dejado en un amasijo de carne deshecha, sangre y huesos la cara del traicionero que casi los mata.

—¡Ya está muerto! —le grita Craber mientras patalea. —¡Ahora debemos ir contra Jason!

Anders logra soltarse yendo hasta la puerta que golpea como un maldito loco. Esta se tambalea, sus nudillos quedan rojos y algunos hasta sangran.

—¡Capitán, tenemos que irnos! ¡El fuego se propaga cada vez más rápido! —le grita la hechicera que trata de detenerlo. —¡No puedo más!

—¡Anders, tenemos que irnos! —le vocifera su hermana. —¡Hay otra ventana en la habitación de Jason!

—¡Recolocar esa puerta! —ordena a las hechiceras, Rhea la posiciona con telequinesis y le lanza fuego ignífugo que la pega. —¡Me llevo a este cabrón porque me lo llevo!

—¡Policía! —grita Jason desde la habitación. —¡Necesito su ayuda, me están atacando en el Palacio! ¡Manden ayuda!

—¡Anders, viene la policía! —Chilla Calamity. —¡Vámonos!

—¡Joder!

Anders va hasta la habitación de Jason donde abre la puerta.

—¡Pasad! —ordena haciendo que todos vayan pasando.

Su hermana queda de última cuando todos han pasado, adolorida por la herida.

—¡Anders! —lo llama cuando cuenta a los que hay dentro, haciendo que se gire.

—¡Dakota, vamos!

Sin embargo, la puerta de la habitación de adentro se abre y Anders empuja a su hermana hacia un lado, cierra la puerta en un rápido reflejo cuando Jason sale y llena de balas la puerta con la MIcro Tavor.

—¡No, Dakota! —grita cuando oye la balacera.

—¡Anders!

—¡Ven aquí, zorra!

Jason sale del cuarto, tomando a la mujer del suelo del pelo y llevándola contra él. Lleva su brazo alrededor de su cuello y la apunta con la pistola a la cabeza.

—¡Deja el puto arma y sal aquí! —grita el rey desde fuera y Anders suelta todas sus armas dispuesto a salir desde su habitación.

—¡No! —lo detiene Craber.

—¡Es mi hermana!

—¿Quieres que te acribille o qué?! —le chilla su amigo. —¡Pensaremos algo mejor que tu jodida muerte! ¡Probablemente os mate a los dos!

—¡Prefiero eso a verla morir!

En ese momento, un ruido proveniente del armario hace que la conversación se detenga.

Calamity va hasta el clóset y lo abre, dejando ver a la mujer arrinconada que llora desconsolada.

—¿Quién... ? —cuestiona la mujer morena dejándolos ver.

Anders va hasta el armario y la reconoce instantáneamente.

—Es Elene. —musita él. —La novia de Jason.

La toma del brazo y ella se remueve intentando liberarse, pero no lo logra siendo atontada con el tortazo que Anders le da.

—¡Sal de una puta vez! —le chilla el rey.

—¡Claro que voy a salir! —le contesta el capitán, abriendo la puerta por un lado, dejando ver nada más una parte de la mujer rubia que tiembla en los brazos de Anders. Inmediatamente, Jason baja el arma asustado al caer en cuenta de que tienen a Elene. —¡Atrévete a hacerle algo y le entierro un tiro en la cabeza!

Al rey le tiemblan las piernas al ver a la mujer caucásica de la que, inevitablemente, se había enamorado de ella.

—¡Ni se te ocurra o todo el puto peso del Reino de Guiena caerá sobre ti!

—¡Me da igual Guiena! —le contesta el capitán con sorna. —Dame a mi hermana y te daré a tu puta.

Jason suspira y jala a Dakota del pelo entre sus brazos.

—Te voy a matar, maldita zorra, ¿me oyes? —le sisea iracundo al oído. La menor de los Hemsworth sentía que iba a desmayarse en cualquier momento. —¡Vale! —le grita. —¡Déjala que venga hasta mi y haré lo mismo con tu hermana!

En ese instante, Anders lleva la pistola contra la espalda descubierta de Elene y la toca con la pistola, indicándole que se mueva hacia el rey.

Esta comienza a moverse lentamente y Jason se mete a la habitación asomándose por el filo cuando Anders deja ver su cuerpo a mitad.

Ninguno de los dos está concentrado para matarse; ahora mismo solo les importan las mujeres que lentamente avanzan hacia ellos.

—¡Vamos, Dakota! —Anders le tiende la mano, intentando salir a por su hermana que tirita de frío por la pérdida de sangre, pero Craber lo agarra de la espalda. —Ya falta poco, cielo.

Sus hombros se rozan pero Dakota ignora a la mujer intentando avanzar.

Pero estando ya a menos de dos metros, Jason deja medio cuerpo fuera.

—¡Dakota! —la llama haciendo que medio gire la cabeza. —Te dije que te iba a matar.

Y el rey cumple su profecía, alzando el arma contra la mujer que tiembla dándose la vuelta del todo.

—¡No! —chilla Anders saliendo de la puerta pero no llega a tiempo porque Jason dispara el arma que clava la bala en la cabeza de la hermana menor de Anders Hemsworth.

El capitán solo llega a agarrar a la mujer que cae al suelo, muerta, tomando su cuerpo.

Jason es rápido a la hora de tomar a Elene y encerrarse en el cuarto, no sin antes de cerrar, romper las bolas de fuego ignífugo tumbando la puerta y dejando salir el fuego.

Dakota cae lentamente y Anders la toma cayendo al suelo junto al cuerpo ya muerto de su hermana.

—¡No! —chilla viendo a su hermana con los ojos abiertos entre sus brazos. —¡No, no, no, no! ¡No!

Craber sale al ver la velocidad del fuego para devorar la zona y toma a Anders del brazo.

—¡Anders, vámonos!

—¡No! —grita llorando sin consuelo cuando su hermana cae al suelo. —¡De aquí no me mueve ni Dios! ¡Dakota! ¡No! ¡Su cuerpo...! ¡Dakota!

Craber logra meter a Anders dentro y en ese momento Faraday sale y agarra el cuerpo inerte de Dakota, llevándola dentro de la habitación.

Los jóvenes ya han preparado la escalera para huir por la habitación.

En la habitación de enfrente, Jason revisa a Elene.

—¿Estás bien? —cuestiona analizándola. Ella asiente y le besa la frente.

—¡Dakota! —llora Anders dentro de la habitación. —¡Suéltame!

Se remueve liberándose de los brazos de Craber y yendo hasta el cadáver que Faraday deja sobre la cama.

—Dakota, Dakota... —se acerca él intentando recuperarla, palpandola, tocándola con las manos llenas de sangre, aún a sabiendas de que ya es imposible. Dakota ya no está viva. Ella ya no está aquí. —Cielo, vas a estar bien... No puedes irte ahora que ya estamos bien, ¿eh?

—Anders... —le dice Craber. Algunos tripulantes dejan salir lágrimas y comienzan a huir por la ventana, a la que han enganchado varios trapos que hacen de liana que los lleva al césped del patio del Palacio. —Tenemos que irnos.

—Vas a estar bien, hermanita, ¿eh? Por favor...

En el fondo, Anders ya sabía que no era cierto. Ella ya no podía estar, directamente. Jason ha conseguido llevarse a Dakota, y con ello, se ha llevado a otro familiar de Anders y se ha llevado un trozo de la ya corrupta alma del capitán.

*****

Capítulo más largo de lo normal. Me alegra de que sea así, me gusta que los capítulos importantes sean largos. Espero que os haya gustado, cada vez falta menos para el final de la bilogía :3

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