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CAPÍTULO 10

'Formar una vida'

Un mes y medio después. 11 de agosto de 1881.

Angus Salvatore.

La marinería en Guiena es una mecánica mucho más simple de lo que parece, hay tres opciones para dedicarte a ella. Puedes agenciarte a grandes organizaciones, es decir, a La Unión Oceánica, Los Barrileros, La Nueva Orden o Nueva Jurisdicción, ellos te asignan misiones o largas épocas de mar. También puedes ignorar la existencia de estas inmobiliarias y tirar de las pequeñas organizaciones que te cobran un pequeño monto de dinero por conseguir tesoros, gallinas de oro o matar esqueletos para que consigas el quíntuple de lo que has pagado. O, hacer todo por tu cuenta. 

La Buena Cassidy, nuestra tripulación de doce personas, optamos por la segunda opción, pues es mucho más cómodo y menos peligroso; las sirenas siguen siendo rescatistas que te reviven con sus cánticos si te hundes y los mapas siguen trazando el camino a la isla según el barco se mueve, sólo que no arriesgas tu vida pero ganas un poco menos, aproximadamente ochocientos mil de oro. El barco es nuestra casa, vamos con él a donde sea.

Todo el funcionamiento de los navíos y el mar los aprendí en mi estancia en la Escuela de Marinería, del año 1856 hasta 1859 que saqué mi título. Llevo veintidós años de mis cuarenta y un años en el mar, y después de muchos abordajes ganados y algunos perdidos y encontronazos con El Gran Marítimo dirigido por Jason Diphron, seguimos aquí haciendo dinero.

Ahora, nos encontramos entrando a Skeleton's Avenue, una fortaleza esqueleto cercana a Cala Verde dónde se encuentra el Capitán Sunderland, un esqueleto icónico en la cultura marítima el cual, esconde un tesoro que cada cierto tiempo se regenera. 

Una misión mandada por Mar Unido, una pequeña organización con bastantes estaderos cercanos. 

—Bien, Ada. —le digo a la actual timonel. —Skeletons Avenue está a babor a unas cero veinticinco millas, ándate con cuidado para atracar cerca.

—Oído, capitán.

Ada Chambers, Talbot Richter o Knavs Turner son algunos de mis tripulantes estrella, siendo la primera y la tercera navegadoras, y el segundo artillero. 

Bajo las escaleras llegando a la recámara. Miro el mapa en el que, poco a poco se mueve el dibujo del barco llegando a Skeletons Avenue. Al lado, reposa la gran jaula de mi mascota.

De casi cuatro metros, veinte kilos y un color verdoso claro, casi fluorescente, Marylin, mi boa constrictor reposa con su comida dentro de la jaula llena de plantas, pequeños lagos de agua y arbolitos, para que se sienta en su hábitat. Me acerco a ella, levantando el peso para que no quite la tapa y acariciando su cabeza. Se estremece ante mi tacto pero saca la lengua y la agita, haciendo un sonido que indica que está feliz. Las boas no son venenosas, no tiene nada de maldad dentro de su cuerpo, ni conmigo, ni con nadie de la tripulación.

Igual con los de fuera sí, pero eso no es problema mío. 

La tengo desde que es pequeña, la encontré medio muerta en una isla en una misión, la adopté y la cuidé y ha ido creciendo a mi lado y eso hace que le tenga un cariño especial.

—¿Qué tal, preciosa? —la saludo tomándola de la parte media de su cuerpo entre mis dedos, sacándola un poco de la jaula. —¿Cómo te has despertado? Tengo que ir a comprarte ratones, querida.

Sisea de nuevo y entrecierra los ojos. 

—Cualquiera que te vea dirá que eres un loco hablando con una serpiente constrictora, capitán. —murmura la navegadora Knavs Turner, acercándose a la serpiente y toqueteando su cabeza. Ella se deja, evidentemente. 

—Es cómo de la familia, Knavs. —contesto. —No hay nada de raro.

Ella sonríe mirándome a los ojos y se aparta lentamente.

—¡Atraco en medio minuto! —oigo gritar a Ada desde el timón.

—Prepara tu posición, Knavs. —ordeno y asiente lentamente, perdiéndose escaleras arriba. 

Miro a Marylin entre mis dedos, rozando su cabeza con mi índice y posando mis labios durante un segundo sobre ella.

—Nos vemos más tarde, querida. —murmuro, volviendo a dejarla en su jaula. —Deséame suerte.

Sisea de nuevo y salgo de la recámara, subiendo las escaleras del barco y llegando a la borda. 

Allí, reúno a todos los tripulantes en un círculo.

—Esta misión va a ser algo difícil. —informo cuando estamos los doce. —Así que tened cuidado, vamos a ir todos juntos porque sino no podremos derrotarlos. Son un ejército de más de cien esqueletos. ¿Bien?

—Oído, capitán. —dan una sonora contestación al unísono.

Nueve de doce bajamos de La Buena Cassidy en fila india y agachados, rozando las boquillas de las armas con la arena. 

Me doy la vuelta observando a los ocho tripulantes que me siguen agachados, haciendo señas con los dedos señalando los escalones de madera enterrados en la arena.

Seguimos en fila india llegando hasta dichos escalones, un esqueleto se pasea de lado a lado con una cimitarra en la mano. 

—Vamos a dispersarnos. —susurro. —Vosotros cinco entráis por el otro lado, nosotros cuatro por aquí. —digo separando a los tripulantes y estos asienten perdiéndose entre la maleza de la isla. 

Yo alzo la cabeza viendo el regimiento de esqueletos que profieren una imagen tétrica. Sentado en un trono, un esqueleto de tamaño un poco más grande, con unas manoletinas rojas y una capa de terciopelo del mismo color, sólo que con el borde interno de blanco con motas negras, él y los demás observan un espectáculo de baile de esqueletos con huesos más rosados bailoteando en el centro de la isla. Hay una cuesta y todo esta custodiado por los huesudos.

<<Hasta los esqueletos están salidos>>

Me escondo tras un arbusto cuando el esqueleto que merodea por la zona se da la vuelta mirando en nuestra dirección. 

Hago el gesto de silencio a mi tripulación y oigo los pasos del ser en la arena, segundos después aparece por un lado del arbusto y decido tomar el mando.

Alza su cimitarra contra nosotros pero tiro de su otro brazo desequilibrándolo, me levanto rápidamente y aprieto mi brazo contra su cuello, ejerciendo toda la fuerza posible y quebrándolo poco después. El resto de su cuerpo se vuelve polvo cuando rompo su tráquea descubierta.

La cimitarra cae al suelo y la tomo sumando un arma más a mi inventario.

—Vamos a dispersarnos. —susurro a mis tripulantes segundos después. —Cada uno por una entrada, a la primera bala, que comience el espectáculo. 

Todos asienten y se dispersan, colocándose cada uno en las entradas de las bajadas que dan al show de baile. 

Me fijo en que los esqueletos hacen malabares con las antorchas. 

Veo a cada uno de mis tripulantes asomarse entre los agujeros, y es entonces cuando damos comienzo al verdadero show.

Alzo el revólver apuntando a uno de los bailarines. No lo pienso más y lanzo el tiro que lleva el esqueleto al suelo dejando caer su antorcha sobre la arena que incendia todo. 

No puedo evitar que mi rostro exprese sorpresa cuando el esqueleto rey abre la boca murmurando algo en otro idioma y haciendo que el resto de esqueletos vengan en mi dirección, es cómo un grito infernal <<Tienen su propio idioma>>.

—¡Disparen!

Mis compinches obedecen disparando cada uno a un huesudo. Estos se deshacen, algunos caen al suelo por impacto y otros simplemente desaparecen.

El otro bailarín frente al rey se esconde tras el enorme trono y los cuatro vigilantes cercanos al círculo donde se halla no tardan en ponerse alerta. Lanzan balas hacia mi, hacia alguno de mis tripulantes y uno de ellos alza una especie de muro de energía que devuelve la bala que disparo segundos después. La esquivo de milagro y me deja zumbando el oído.

—Mierda...

Tienen un esqueleto protector. Eso sí que nos jode.

—¡A por el protector! —grito y todos avanzamos a la vez hacia las rocas que hay en frente. Alzo la cabeza viendo a los cuatro esqueletos junto al bailarín, el rey observándonos moviendo los ojos de lado a lado y el protector haciendo fuerza para mantener el campo de fuerza. ¿Y si es también hechicero?

Todos lanzan disparos contra el campo de fuerza, todos cubiertos, menos uno de mis artilleros, que recibe el disparo cuando rebota en su hombro. <<¡Mierda, le ha dado en la clavícula!>>

—¡Uno caído!

Segundos después, el campo de fuerza desaparece cuando el esqueleto no tiene más energía. 

—¡Ahora! —grito. —¡Al protector!

Este parece ser que nos entiende, pues desaloja uno de sus brazos lanzándolo al suelo. Cuando un esqueleto con poderes deja una extremidad antes de ser exterminado, sus poderes seguirán en el mundo de los mortales hasta que sea destruido. Es decir, el esqueleto rey puede seguir usando los poderes del protector cuando agarra el brazo y lo guarda como un tesoro.

Se cubren con una mesa en el lugar y con varias sillas, formando un amasijo de sillas y mesas que los cubren.

La balacera comienza acribillando al protector manco por todos lados. No tarda ni dos segundos en deshacerse entre jadeos en su idioma, gritando como un animal siendo degollado. Es tan agudo que tengo que taparme los oídos, pues sentiré mi tímpano reventar si sigue así.

Muere en pocos segundos y es entonces cuando el rey y los dos bailarines se meten a la fortaleza de sillas y mesas.

—¡Avance!

Mis tripulantes obedecen bajando unos centímetros la cuesta de arena que nos separa de las sillas y mesas. Socorren a mi artillero herido en la zona alta del socavón.

Saco el walkie talkie que porto en la parte trasera de mi pantalón.

—Atención, grumetes. Hay que agujerear las sillas. —digo. —Repito, hay que agujerear las sillas. Disparad en tres... dos... ¡ya!

Los tiroteos comienzan cuando disparamos a las sillas, sin embargo, son de hueso macizo, es decir, duras como un hierro. 

El material se traga las balas sin devolverlas ni recibir daños. Recibe varios impactos de proyectiles cuando disparo repetidas veces contra la superficie, que no es dañada en una gran magnitud, apenas se notan los daños.

Seguimos avanzando tratando de derribar la estructura con la que se cubren, sin embargo, la rudeza del material imposibilita la tarea. Pasamos unos minutos así, disparando y parece que desde dentro ninguno de ellos reacciona.

O eso parece.

El rey esqueleto se levanta de repente y lanza dos enormes bolas de magma ardiente hacia cada lado. Mis tripulantes se echan hacia un lado tratando de cubrirse, sin embargo, el magma toca la arena formando un reguero de llamas en pocos segundos. Yo esquivo el magma también, pero sucede exactamente lo mismo.

<<No lo entiendo, la arena es ignífuga>>

Trato de esquivar el fuego que aparece cada vez más rápido. 

Tomo el walkie-talkie subiéndome a una roca para no tocar las llamas, pero tengo miedo pues la arena también es ignífuga y ha prendido igual.

—¡Rhea! —grito al walkie-talkie, llamando a la hechicera. —¡Tienes que atacar cómo sea! ¡Rhea, ataca!

—¡Oído, capitán! —contesta ella segundos después. 

Nuestra hechicera, Rhea Morgan, es una de las mejores que ha pasado por la academia de hechicería del país. Domina más de mil hechizos y puede usar cualquier cosa de su alrededor a su favor, su poder es impresionante.

La mujer sale de detrás de una roca, sacando de su espalda una daga cuyo mango está recubierto de espinas moradas. En menos de tres segundos, lo multiplica creando nueve más. Veo que su boca musita algo, y entre balas, prende la punta de los cuchillos en llamas del alma azules y los lanza contra las sillas. 

A su vez, prepara un tornado moviendo sus dedos fervientemente uno encima del otro. Unas líneas doradas recorren sus manos cuando crea un tornado creciente que lanza contra la estructura que cubre a los esqueletos.

Las dagas se clavan en las sillas, creando un reguero de fuego que enciende rápidamente toda la estructura. La balacera no frena y el tornado llega mandando su cobertura por el aire. Los tres quedan completamente descubiertos. 

Los proyectiles pasan por encima, pues están tumbados en el suelo. Continuo disparando, un tiro del revólver azota la pierna del esqueleto bailarín, que suelta un alarido cuando su pierna se deshace. Segundos después, cuando nos paramos para recargar, el rey esqueleto se levanta y lanza llamaradas enormes —literalmente enormes— para nosotros. Logro esquivarla pero caigo de la roca al otro lado de las llamas en la arena.

Salgo corriendo moviéndome hasta una palmera, recargando rápidamente el revólver y cogiendo el walkie-talkie.

—¡Acribilladlos!

Grito por el aparato y segundos después comienza la balacera. Un círculo de fuego los rodea y comienzo a disparar hacia ellos. Las balas primero impactan en la arena, pero tres de las seis que me quedaban impactan en los dos bailarines. El resto de proyectiles de mis compañeros los deshacen del todo y apunto al rey, pero elijo hacer otra estrategia.

La capa del rey se mueve de lado a lado cuando esquiva —con sorprendente agilidad— las balas de mis trabajadores, serpenteo hasta quedar detrás del esqueleto que lanza fuego por el brazo del hechicero. Me mira de reojo y me pongo de pie rápidamente. 

Se gira del todo cuando mis trabajadores recargan sus armas y se queda mirándome. Me apunta con el brazo pero soy rápido a la hora de sacar el revólver y ponérselo entre ceja y ceja. 

La imagen es tenebrosa, el tener un esqueleto de esta magnitud es escalofriante pero no lo pienso más apretando el gatillo que lanza la bala deshaciendo la calavera y el cuerpo entero del rey huesudo. Sólo quedan sus huesos al lado de los objetos calcinados que los cubrían. 

Las partes de arriba del armazón del rey forman una calavera, la cual, curvo la espalda y toco los huesos. Arden.

Comienzan a brillar y todo el fuego que había creado el rey, que ahora rodeaba toda la isla, desaparece al instante. Oigo un ruido, parecidas a unas paredes rozándose. 

Me doy la vuelta después de recoger los huesos del cráneo del rey. Ando hasta el centro de la isla, de ahí, se ha elevado una plataforma con una felpa que imita la arena, dejando ver un cofre en el medio de la isla, al lado del círculo de fuego. 

Me acerco hasta la caja de madera brillante, agachándome para rozarla. Arde ante mi tacto y siseo cuando el calor llega a la piel de la palma de mi mano. Me pongo de pie de nuevo, observando que la zona está limpia de esqueletos y ando hasta el lugar desde dónde disparaban mis tripulantes, encontrándome con un verdadero matadero.

Detrás del conjunto rocoso dónde estaban, encuentro muchos cuerpos consumidos por las llamas. Corro hasta ellos acercándome y reconociéndolos al instante. Son mis tripulantes.

—No, no... —me lamento con la respiración atáxica. —No...

Me acerco hasta un cuerpo que aún arde, pero está cerca de ser cenizas... <<Walter...>>

Navegadores, artilleros...

Esto es una hecatombe que hace que mi corazón se parta y eso denotan las lágrimas que caen por mis mejillas sin que ni siquiera me haya dado cuenta.

Oigo unos sollozos y busco el lugar de procedencia de estos, en ese proceso cuento cuatro cadáveres calcinados de los nueve que habíamos bajado. <<Knavs está en el barco.>>

Encuentro el lugar del que proceden los llantos. Detrás de una palmera, dónde encuentro a Rhea y a una de mis mejores artilleras, Calamity Woods, llorando el cadáver de... 

Mi respiración se corta del todo al reconocer el cadáver de Talbot Richter, uno de mis mejores amigos dentro de la tripulación, el novio de Calamity. 

—No, no, no... —caigo de rodillas al suelo, acercándome al cuerpo calcinado del lado izquierdo, el contrario desde el que Calamity llora. —Tío, no...

—Capitán... —Rhea me llama en un tono lleno de frialdad desde atrás.

—¡Tienes que estar vivo, joder!

Zarandeo el cuerpo que en mis manos se deshace como completas cenizas.

Me pongo de pie lentamente y siento que me mareo.

Las lágrimas caen por mis mejillas y es entonces cuando miro, encontrándome con el cadáver de Ada Chambers unos pocos metros más arriba del de mi mejor amigo. 

Ando lentamente hasta verla. Su carne se ha tornado oscura pero aún es reconocible. 

Caigo de rodillas de nuevo acercándome hasta su cuerpo.

—Vamos, Ada... —rozo su mejilla con mis nudillos. Es la mejor amiga de Knavs y esto va a ser demasiado doloroso. —Sólo te has puesto un poco morena... Vamos, por favor.

Rompo en llanto al lado de su cadáver.

<<Son seis muertos. Sólo hemos sobrevivido Calamity, Rhea y yo>>

Oigo unos pasos detrás mía sobre la arena pero no quiero mirar quién es.

—Capitán. —la voz fría de Rhea Morgan detrás mía interrumpe mi llanto. —Quedan cinco minutos para la reaparición de los esqueletos, usted sabe que la maldición no permite que todos estos esqueletos ni que su tesoro desaparezcan definitivamente. Vámonos, ya es hora.

No digo nada hasta pasados unos minutos.

—Vamos a recoger sus cuerpos. No vamos a dejarlos aquí, Rhea. Y hay que coger el cofre también. Ahora vamos a navegar hasta territorio desconocido, lejos de aquí, después de entregar el cofre. —musito, aún en el suelo. —Voy a necesitar tiempo para recuperarme después de esto.

Anders.

Dos días después.

La construcción de Pueblo Veneno ha sido oficialmente terminada. Con el último bloque colocado en el Supermercado Nook, con esto se puede dar completamente por terminada nuestra nueva casa, nuestro nuevo hogar, lejos de todo.

13 de agosto de 1881, cinco días para mi cumpleaños y oficialmente terminado nuestro pueblo. 

Me subo al escenario con el atril en medio en la plaza embaldosada que hay en el centro de Pueblo Veneno, observando a mis tripulantes, la multitud que aclama por mí como público, mi familia.

Logro ver a Louise, a Faraday, a Darko, a Vangalore, a Laetizia... a Dalina...

Verla es una daga que se clava en mi corazón. No hemos vuelto a hablar —ni una sola palabra— desde el día que comenzó la construcción del pueblo.

Sé que es culpa mía, mas no me veo capaz de decirle nada. Su vientre ha crecido pero aún no es notable si no eres consciente de su estado, creo que está por llegar al tercer mes y medio. Trago con fuerza y desvío la mirada.

Toco el micrófono con cuidado para comprobar que está encendido; procedo a hablar.

—Bueno, después de casi dos meses, podemos dar por finalizado nuestro pueblo, llamado como nuestro barco, en honor a todo lo que hemos trabajado y logrado. Nos merecemos lo mejor, eso está claro. ¡Un aplauso para nosotros!

Todos comienzan a aplaudir y vitorear, noto su felicidad.

Cuando, segundos después, quedan en silencio, vuelvo a hablar.

—Muchísimas gracias a la Inmobiliaria Nook, por todo su trabajo y gracias a vosotros, que entre todos, hemos logrado pagar el dinero que ha costado esto. Ya tenemos nuestro hospital, nuestro supermercado, nuestras casas propias... ¡Tenemos hasta un bar! —sonrío. —Recordad que seguiremos trabajando en misiones que nos asignarán en Pueblo Lobo, si así lo queréis, claro está. —informo. —En serio, muchas gracias por todo y por mantenernos siempre unidos, Familia Veneno. Empieza una nueva era para nosotros. ¡Os amo, muchas gracias!

Todos comienzan a aplaudir y bajo del escenario, siendo recibido por miles de brazos que me aprietan contra ellos en abrazos cariñosos. 

De los útlimos, distingo los brazos enfundados en guantes amarillos claros, cómo lo son los de Laetizia Sinners. 

—Te debo la vida, Anders. Gracias por permitirnos estar con vosotros y hacernos una casa. —me dice. —En serio, gracias.

—No es nada, Laetizia. —contesto.

—Mil gracias, capitán. —me abraza su mejor amiga —o novia—, Vangalore Terris. 

—En serio, no pasa nada. De antemano debo agradeceros yo, por ser sinceras y contar en televisión pública las verdades de Saller, aún sabiendo que podía costaros la vida. 

Ellas dos ríen.

Laetizia vuelve a hablar.

—¿Cómo podemos pagarte?

—¿Qué? ¡No tenéis que pagarme nada! —río.

—En serio, queremos hacer algo por ti. 

—No hay nada, de verdad.

—Venga, capitán, anímese. —dice Vangalore.

—Bueno... hay algo... pero no es material. —musito.

—¿El qué? —cuestiona Laetizia.

—Necesito que me digáis si veis factible que vuelva con Dalina. —cuestiono. —Sé que habéis estado hablando estos meses y sois amigas, porfavor, necesito saber eso.

La actriz mira a su amiga y se acerca a mi oído, susurrándome:

—Creáme, capitán. Es muy probable, pero dese prisa. Se le acaba el tiempo.

Me quedo frío ante sus palabras y abro la boca, dispuesto a decir algo, pero Craber aparece rodeando el escenario.

—¡Anders! —me llama. 

Me giro.

—D-dime... —musito, tragando con fuerza.

—Tienes que venir a la costa, —tira de mi brazo. —se está acercando una tripulación y no sabemos que hacer, Anders.

******

Un mes después, logro subir capítulo. Es que esta historia me tenía medio bloqueado. Nuevos personajes, capítulo más largo... espero que os haya gustado. Nos vemos pronto, en HEEMM o aquí. No lo sé.

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