CAPÍTULO 03
'Furia'
Faraday.
Hace aproximadamente una hora partimos de Cala Sawzky.
Armados hasta los dientes, con varios revólveres y francotiradores, nos dirigimos a por nuestro nuevo objetivo principal: Saller Duponte.
Nos traicionó, falló al juramento de alta mar poniéndonos una maldición para deshacerse de nosotros para quitarse sus problemas de encima. Es injusto, ¿no?
Por otro lado, la muerte de Mara Sawzky ha afectado al capitán más de lo que parecía. Estuvo unos días sin salir de la cama, luego parece ser que fue a 'disculparse' con Mara y también habló con Wesker, que le contó cosas de su pasado, aunque no concretó el qué.
La despedida de la familia Sawzky fue dura; en realidad hemos pasado una parte larga de nuestra historia con ellos, les hemos cogido cariño y más ahora que vamos a hacer algo que puede resultar bastante peligroso, pero es nuestro único objetivo y es tener a Saller de trofeo.
—Faraday, —oigo la voz de Louise, que me saca de todos mis pensamientos. Bajo el catalejo para mirarla. —Tenemos que hablar.
<<No, Dios mio...>>
—¿Qué pasa, Louise? —murmuro.
—Mmmm, es que... he estado pensando mucho sobre todo lo que ha pasado en torno a nosotros.
—No, Dios mío... —digo, sobándome las sienes cuando la mera mención del tema me da dolor de cabeza.
—No, no, Faraday...
—Es que contigo siempre es lo mismo, y me estoy empezando a cansar. —me quejo.
—Faraday, mi vida no es precisamente un camino de rosas y tienes que entender que necesito tiempo...
—Estoy cansado de tener que entenderte siempre, Louise. —contesto. —¿Entiéndeme tú a mi, no? —cuando menos me doy cuenta, sus ojos están lacrimosos. —Mi vida tampoco ha sido fácil y no por eso juego contigo.
Pone una mueca, cómo si mis palabras le hubiesen clavado un puñal.
—Yo no juego contigo, Faraday.
—No, claro que no. —rechisto. —Por eso cada vez que te hablo de tener algo serio, me das largas. —baja ligeramente la cabeza. —Cómo siempre. Llevas un año en esas, desde las primeras veces que estuvimos juntos en la primera época de mar, incluso. Estoy cansado.
—Faraday...
—Sé madura y aprende a saber lo que quieres antes de incluir a los demás.
—Sé maduro tú y escúchame. —trato de irme, pero Louise me agarra del brazo. Me suelto.
—Pues no quiero serlo porque me he cansado de ser el único que hace algo porque esto funcione, Louise. Me he cansado de ser el maduro.
Paso de seguir escuchándola así que me meto a la recámara, pasando por la cocina para llegar a las habitaciones, metiéndome en la mía. Como en la época de mar, comparto habitación con Darko.
Entro y el ruso no está en la habitación, así que me siento en mi cama. Pero una rabia repentina me corroe cuando recuerdo todo lo que está sucediendo, así que me levanto, voy hasta el armario y sin controlar mucho lo que hago, le doy una patada. Y otra más. Y algún puñetazo también.
La rabia no me deja pensar con claridad; estoy cansado de que me utilicen como les conviene, como y cuando quieran, cómo si yo no sirviera para nada más que eso.
Y por primera vez en mi vida, siento que exploto y me desahogo. Golpeo la pared, el armario, todo cuando mi cabeza evoca todo lo que he tenido que pasar. El estar en muchas familias de acogida, jamás sentirme querido, creerme insuficiente, el hecho de que nuestra vida tiene una fecha de caducidad por culpa de Saller... Todo se me vuelve un cúmulo de cosas y lo pago golpeando la pared, el armario, la mesa, mi cama, todo lo que encuentro.
Termino con la respiración agitada y la maleta del ruso cae desde arriba del armario, donde la tenía guardada. Ahora me siento como un niño pequeño después de una rabieta, pero me siento mejor, con menos peso en los hombros. Mi corazón va a mil por hora, sin embargo, siento un descanso inmenso y es que jamás me había descontrolado de tal forma.
La maleta de Darko se abrió encima de su cama, pues estaba sin cerrar y me giro sin querer ver demasiado que es lo que hay dentro, pero no hay nada más que un papel. Sin embargo, cuando me giro, me doy cuenta de que he leído una pequeña parte de... ¿mi nombre? ¿Por qué Darko tendría un papel con mi nombre dentro de su maleta? No quería ver nada pues tampoco me importa, pero ha sido una ojeada y no sé que pinta ahí mi nombre.
<<¿Que es eso y porque contiene mi nombre?
Me giro de nuevo y sin pensarlo más, agarro el papel y lo leo.
Es una especie de etiqueta de acompañante del hospital.
Nombre del afectado: Faraday. Nombre del acompañante: Darko Sarkozy.
—¿Qué es esto...?
Lo analizo, mirándolo por todos lados. Tiene una fecha y me quedo gélido cuando la leo.
<<3 de septiembre de 1961. La fecha de mi nacimiento.>>
Las cosas en mi cabeza se van uniendo poco a poco, ato cabos. Darko estuvo presente en mi nacimiento, con lo cual, sabe quién es mi madre y por qué me abandonó.
El sonido de la puerta me sorprende y más cuando me giro y veo a Darko en la puerta.
—Faraday, —me dice. —¿qué haces?
—¿Qué es esto, Darko? —digo, con la ofensa en mi voz. Siento que todo el mundo me está mintiendo.
—Faraday... ¿qué haces mirando mi maleta?
—¡No me cambies de tema y dime que es esto! —grito enfadado. —Explícame ahora mismo porque tienes esto como si hubieses ido conmigo al hospital. Y cuando era un bebé. ¡Ya!
—Faraday...
—¡Que me lo expliques! —grito, iracundo. Siento que ya no voy a controlar nada de lo que haga. Sin pensar, ando hasta Darko y lo encuello. Es de mi misma altura así que no tengo problema. —¡Dime quién es mi madre, ya! Porque sé que tú lo sabes.
⟳
Anne.
Juego con el collar de Nedda, pasándolo entre mis dedos.
La echo muchísimo de menos y desearía no hacerlo; me duele su recuerdo, recordar cómo la mataron, su entierro, todo... es un dolor tremendo y en realidad estoy segura de que no soy la única. Pues, ¿acaso fue justo la forma tan vil en la que la mataron?
Mi odio por Jason Diphron no ha hecho más que menguar: mató al hijo de Anders, a Nedda —directa o indirectamente lo hizo—, terminó con la vida de la persona que más quería en ese momento, la que más me había ayudado.
Eso no voy a poder superarlo nunca.
Trato de olvidarme de estos pensamientos; guardo el collar de Nedda en mi bolsillo y miro por el catalejo, mirando a ver si hay algo cerca mientras vamos a West Plate. Nos acercaremos por el lado meridional de la ciudad, entrando por las cuevas de Artta. Saldremos de allí disfrazados, iremos al Ayuntamiento, mataremos a Saller y de nuevo a Cala Sawzky.
Me siento de nuevo, sobándome las sienes.
Sin embargo, alzo la cabeza cuando oigo a alguien subiéndose al mástil.
Veo que es la nueva hechicera, Enerah.
Trago fuerte; no es que me caiga mal ni mucho menos, simplemente que... me recuerda a Nedda y sé que existir no es culpa suya, pero la veo como su reemplazo y... no sé, hay algo que... no me gusta.
La mujer de trenzas pelirrojas, y sin duda, alta y refinada como su madre sube al mástil.
—Hola, Anne. —me saluda, sentándose en frente mía. Siento mi mueca deformarse y me regaño mentalmente.
—Oh, hola, Enerah. ¿Qué te trae por aquí?
Se saca una caja de tabaco del bolsillo y un cigarro.
<<Vaya, parece que todo el mundo fuma menos yo.>>
—A fumarme un cigarro desde aqui arriba. Y pues no sé, por charlar un poco. —ladea la cabeza. —A penas sé cosas de ti, eres con la que menos he hablado de toda la tripulación.
<<Por algo será.>>
—Ya...
—Cuéntame algo de ti, anda. —enciende el cigarro. —Vamos a pasar bastante tiempo juntas, si Dios quiere y es importante que... aunque sea, nos conozcamos un poco. Digo yo, ¿no? —alza los hombros.
<<Tampoco tienes nada mejor que hacer, ¿qué puede salir mal? Joder... me siento como cuando te hacían presentarte el primer día de clase.>>
—Tampoco hay nada especial... soy de West Plate, tengo veintidós años, pff... no sé, es lo que te digo, no hay nada especial.
—No sé, algo habrá, algo interesante, vida sentimental o... no sé.
<<A ti te voy a contar algo de mi vida personal.>>
—No, no hay nada...
—Bueno, pues ya me despeloto yo.
—¿Perdón?
—O sea, que ya te cuento yo. —rectifica, aguantando la risa.
—Ah...
Suelta el humo.
—Yo nací el veintinueve de enero, tengo veintiún años y bueno... en materia fuerte, cómo temas más personales... sí, tuve una pareja... del Instituto. —me mira, sonriendo de lado. Trato de analizar sus expresiones. —Se llamaba Alex Sanders. Un gran chico, la verdad. —ahora sonríe con pena. —Sólo que... se metió donde no debía. Estábamos perdidamente enamorados pero el Instituto de Cala Verde no era lo que es ahora. Era bastante más... jodido, no sé si me explico. —asiento, entendiendola más o menos.
<<Tus pasos tenían que ser minuciosos, si hacías algo mal con alguien, probablemente estabas en la olla. Así que bueno, Alex no lo fue... y se metió con gente que no debía.
La miro con pena.
—Joder...
—No está muerto, eh. —dice, con el cigarro entre los dedos y una pequeña risotada. —Sino que lo llevaron a una correccional porque se fue volviendo peor, poco a poco, empezó a dejar de ser mi Alex y pasó a ser... un desconocido. Peleas callejeras, robos... En fin, le dejé y a los dos días se lo llevaron a la correccional. No he vuelto a saber nada de él y creo que ha sido mi única pareja seria. Pero en fin, cada uno sabe dónde se mete, ¿no?
Lo dice con cierta pena y ahora, las energías que me transmite son completamente diferentes. Siento que puedo hablar con ella.
—La mía si está muerta, Enerah. —me mira entrecerrando los ojos. —Es una historia interesante, pero ahora... no estamos para contarla entera. Un día te invito a un té, si logramos salir de esta, y te lo cuento entero. Hubo un famoso traicionero en esta tripulación, murió unos meses antes de que llegaráis... y merecido. Los dos... competían por mi, si me paro a pensarlo.
Enerah ríe.
—¿Los dos?
—Jake Crimfud y Nedda Willers. A los dos los amé, no puedo engañar a nadie. —creo que es la primera vez que expreso mis sentimientos al completo. —Jake... traicionó a esta tripulación a cambio de dinero, pasaba información al rey, que nos perseguía. Aún ahora nos persigue, pero bueno. —suelto una risilla triste al recordar mi amistad con Jake. —Él... se enamoró de mí, pero se suicido inconscientemente. Traicionar a Anders tiene un precio muy grave.
<<El mismo capitán se encargo de su muerte. Me dió pena, lo lloré en secreto... porque lo amaba. Como un amigo. No pude decir que lo quise, no sería suficiente. Lo amé. Tanto así que lo encubrí durante un tiempo... por eso Anders no confía en mi, pero tampoco lo pido. —la miro a los ojos, que están abiertos de sorpresa. —No me lo merezco.
<<En cuanto a Nedda... —suspiro. Creo que es la primera vez que voy a hablar con alguien de ella y es que Enerah me ha transmitido la confianza de hacerlo. —La conocimos unos días antes de ingresar a la travesía de mar, fue la antigua hechicera. Y ella también se enamoró de mí, perdidamente. Tampoco puedo decir que la quise. Porque la amé. —una lágrima solitaria y silenciosa baja por mi mejilla. —La amé con toda mi alma. Pero Jason Diphron nos abordó un día. Y la mataron. Jamás olvidaré esa imagen.
Me trago mis lágrimas pero no las soporto más cuando Enerah se levanta y me abraza. No lloro a moco tendido; lo he hecho suficiente y ya estoy en fase de superarlo... o de eso quiero convencerme. No la voy a superar nunca, y lo sé, sin embargo, aprenderé a vivir con ello.
Segundos después, se separa de mí. Su abrazo ha sido algo reconfortante.
—El dolor de la muerte de Nedda es algo que... ya no duele. —murmuro. —Ahora es puro rencor hacia Jason Diphron.
Me levanto poco a poco, Enerah me ayuda y le agradezco con un asentimiento de cabeza. Agarro el catalejo para mirar, esperando divisar tierra.
—¡Timonel! —grito cuando veo la tierra de West Plate acercándose. —¡Vire a babor en media milla, timonel! —miro a Enerah, que frunce el ceño. —Prepárate, Enerah. Se viene una guerra muy interesante.
Craber, quién ejerce de timonel ahora mismo, gira hacia la izquierda cuando le indico que así lo haga. Desde aquí se ven las cuevas de Artta, las cuales tienen un ascensor que sube directamente a la ciudad.
—¡Tripulantes! —oigo gritar al capitán. —¡Reunidos!
Bajamos del mástil y nos unimos al círculo alrededor de Anders.
—Vamos a disfrazarnos, tripulación. —saca ropa de una bolsa. Unos vaqueros, una camiseta, unas gafas, incluso pelucas hay. —No podemos permitir que nos reconozcan.
Nos reparte uno de cada a cada uno.
—Aldous. —dice con voz firme. —Cambia la bandera de azul a verde.
—Oido, capitán.
—Y el resto, ir a cambiaros ya. —sonríe de lado. —Porque van a pasar cosas muy interesantes.
—¿Cuál es el plan? —pregunto.
—Esta misión es muy complicada, así que hay que atender al plan minuciosamente. —comienza el capitán. —Llegaremos a las cuevas, aparcaremos el barco al lado, subiremos por el ascensor y entramos al Ayuntamiento. Sólo cinco entraremos. Diremos que tenemos una cita urgente con Saller, algunos os quedaréis fuera del despacho y otros os quedaréis fuera del Ayuntamiento.
—¿Cual es el motivo de la cita? —cuestiona Dalina.
—Esta aumentando la delincuencia en el barrio y necesitamos hablar con Saller urgentemente. —continua. —Faraday, te meterás por el conducto de ventilación.
—¿Cómo? —pregunta el muchacho.
—Hay una entrada al conducto en el baño. Entrarás, te meterás ahí y acabarás con los guardaespaldas. —indica. —Simplemente deberás abrir el conducto que hay en la oficina de Saller. —Faraday asiente.
—Capitán, ¿cómo conoce los planos? —pregunta Ibon.
—No quieras saberlo, grumete. —ríe el hombre. —Los de servicio de cocina os quedaréis en la parte alta del ascensor, bloqueándolo para que nadie lo use. Lo necesitaremos para entrar todos en él. ¿Hum? —asienten. —Bien, mataremos a Saller, a sus guardaespaldas y nos iremos de allí. Volveremos a Cala Sawzky... y nos ocuparemos de formar una nueva vida. ¿Entendido?
—¡Sí, mi capitán! —contestamos todos al unísono.
—¡Bien, vamos a ello!
Nos dispersamos; Aldous sube a cambiar la bandera, Anders y Faraday a alistar las armas, yo me voy hasta mi habitación para vestirme de incógnito...
Me quito toda la ropa y me pongo la que me entrega el capitán. Me hago un moño y me pongo una peluca rubia, unos vaqueros azules claros y un top azul cyan junto a una sudadera rosa. Realmente parezco una adolescente en pleno choque hormonal, parece que tuviese quince años. Con base, oculto mis pecas rojizas y también me echo contorno, afinando mi nariz y la mandíbula. Estoy realmente irreconocible. Ese era el objetivo, ¿no?
Salgo del lugar aproximadamente quince minutos, lo que he tardado en cambiarme.
Cuando salgo a la borda, estamos ya dentro de las cuevas de Artta, acercándonos a las rocas donde se halla el ascensor.
—¿Anne? —murmura Dalina, sorprendida al verme. Ella luce una peluca pelirroja y sus ojos están de color azulado con lentillas. —Estás irreconocible. —Luce un vestido.
—Tú también, nena. —digo, no parece Dalina Fontes.
—Se supone que seréis una familia. —informa en voz alta. —Vais a entrar nada mas que cinco, tres con Craber y Anders, el resto os quedaréis fuera y Sohnya, Louise y yo nos quedaremos en el ascensor. ¿Entendido?
Todos decimos que sí y bajo a la recámara del barco. Mis manos tiemblan por el nerviosismo, sin embargo, no puedo permitirlo. Me muevo hasta el almacén, sirviéndome un vaso de grog de los barriles que tenemos. Ahora no tenemos cofres, pero cuando vamos a misiones, esto se llena de cofres y jaulas con animales. Bajo a las habitaciones y dejo el collar de Nedda en mi cuarto, bajo la almohada.
—Espérame. —susurro, metiendolo debajo.
Salgo de mi cuarto de nuevo, dirigiéndome hacia la borda de nuevo, pero la voz del capitán, que suena bastante enfadado, se oye desde la cocina.
—¿Qué haces llamándome? —murmura, enfadado. —Tienes una cara increíble. ¡Me da igual lo que estés pasando! Tú solita te lo buscaste. —me asomo desde la pared y lo veo hablando por teléfono. —Te lo advertí muchas veces y jamás me hiciste caso y ahora tienes la cara de llamarme, Dakota.
<<¿Dakota? ¿Su hermana?>>
Me escondo para que no me vea cuando se gira. Me tapo la mano con la boca, tratando de ocultar mi sorpresa.
Me asomo poco a poco de nuevo.
—No vuelvas a llamarme. Eres una cara dura. —su voz se rompe y no puedo evitar sentir pena. —No me vuelvas a hablar, no me llames... Me da igual lo que te pase. —su voz está quebrada logro ver una lágrima deslizarse por sus ojos, cayendo al suelo. —Es lo que te has ganado. —su expresión cambia a una de completo dolor en segundos. —¿Q-qué...? ¿C-cómo...?
Siento que su respiración se acelera. Todo lo que Dakota la he hecho y que ahora lo llame...
Anders se tambalea y salgo corriendo hacia él cuando cae hacia atrás, se sujeta en la cocina derribando una sartén.
—¡Capitán!
El móvil se le cae al suelo y lo recojo, lo sujeto, pues no deja de tambalearse.
—Siéntate. —echo hacia atrás una silla y me hace caso.
—Co... c-coge el...
Agarro el teléfono del suelo y me lo pego a la oreja.
—¡Dakota! —grito cuando la oigo sollozar.
—¡Mamá está muerta, Anders, tienes que asumirla!
Siento mi tensión bajar al instante y miro al capitán, pálido y con la cabeza apoyada en las manos. No sé que decir, no sé que hacer, pues Tennia Hemsworth está muerta y eso es un golpe muy duro para el capitán, igual es el golpe que lo destruye del todo, o más bien lo alenta al cien por cien y eso es lo que más temor me da, porque Anders Hemsworth descontrolado es un verdadero peligro.
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Se que estoy siendo bastante menos constante con las actualizaciones a como fui con Mar de Ladrones, que subía tres capítulos por semana, pero ahora estoy dedicando también tiempo a otra cosa... Que yo creo que próximamente saldrá a la luz y os va a gustar, yo creo:)
Nos vemos en el capítulo 4.
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