Barba Larga me tenía agarrado por el cuello a centímetros del suelo sin poder respirar, estaba a punto de perder el conocimiento cuando me soltó, haciéndome dar el respiro más grande de mi vida y volví a ponerme de pie.

- Vine por mi madre, te metiste con la persona equivocada, no dejaremos que les hagas daño y hagas eso que quieres.

La hechicera malvada llegó flotando desde el Estrella de Fuego y riéndose.

- ¿y crees que tu miserable tripulación podrá detenernos a mí y a Barba Larga? No me hagas reír, por favor- dijo ella.

- Silencio Anemona, déjame hablar a mí- le calló Barba Larga.

- Lo que digas cariño- contestó.

- Verán ninguno de ustedes podrá evitar lo que sucederá hoy, todas me darán su sangre y me convertiré en el dueño del mar, con las habilidades de cada una seré invencible, nadie podrá conmigo y todos se arrodillaran.

- Hijo de puta- bufó Trevor.

- Esa voz, me recuerda a alguien de hace mucho tiempo...Trevor, déjate ver- le llamó Barba Larga.

Trevor salió de entre los hombres y se paró junto a mi frente a Barba Larga, al verlo escupió al piso y dijo.

-Eres la razón por la que abandone la marina, esta basura que ven aquí antes era alguien de renombre, pero fue el que envenenó la cabeza de los demás marineros, empezó a contrabandear y robar a los pobres y comerciantes; cuando fue expulsado creó su tripulación y desde entonces no ha causado más que daño y destrucción. La marina nunca pudo recuperarse, había dañado la mente de los demás y no tuve más que abandonarlos- nos contó Trevor.

- Gracias por ese recordatorio que no necesitaba- dijo Barba Larga golpeándolo con la agarradera de la espada y abriéndole la cabeza tirándolo al piso.

Me arrodillé y puse mi mano en su frente, Pedro se acercó y rápido se lo llevó para ayudarlo.

- Ya está bueno de chácharas. Anemona- llamó Barba Larga.

- Como ordene mi señor- dijo la hechicera.

Ella tenía un traje negro con detalles color esmeralda y su pelo recogido en él. Comenzó a decir unas palabras y desde su espalda comenzó a salir una especie de neblina pero en forma de explosión que cubrió los barcos en cuestión de segundos, dejándonos a todos inconscientes; lo último que escuché fueron sus pasos alejarse de mí junto con mi madre.

Me desperté en el Estrella de Fuego, lo que quedaba de ambas tripulaciones estaban allí solo que nosotros estábamos amarrados y amordazados. Las hechiceras estaban a parte, podía ver como Anemona las cogía por el pelo, se las entregaba a él y él les abría el cuello derramando toda su sangre en una caldera, tirando los talismanes de ellas a una esquina. Trataba de poder soltarme, podía sentir las manos de Trevor junto a las mías haciendo lo mismo y podía ver a lo lejos a mi madre que no dejaba de verme. Habían amarrado a Luca con una cadena y también luchaba para soltarse. Anemona se paró frente a mi madre escupiéndola y arrastrándola por todo el piso.

- ¡hija de puta, suéltala!- le grité sin hacer ningún efecto en ella.

Barba Larga tenía su cuchillo listo para pasarlo por su cuello y apareció mi Luca mordiéndole el brazo, haciéndolo soltar el cuchillo y gritar de dolor; Luca estaba rabioso y comenzó a desgarrar el traje de Anemona, pero esta con su mano sacó nuevamente su niebla o humo, yo ni sabía que era lo que hacía que lo hizo quedar inconsciente.

Mi madre se puso de pie y comenzó a decir unas palabras, empezó a levitar destellando una hermosa luz blanca obligándonos a todos a apartar la mirada y agarrarnos fuerte por las ondas que producía. Mi madre continuaba levitando, pero de esa bola de luz apareció su espíritu con una forma mucho más joven, el tiempo se había detenido y con solo tocar las cuerdas quedé liberado frente a ella.