Capítulo 65: Cambió en el alma
Genzo estaba suspirando mientras comía satisfactoriamente. Pero, mientras la comida era realmente satisfactoria, el suspiro se debió a las personas que lo rodeaban.
El estaba en una gran sala, sentando en una enorme mesa llena de comida mientras Cang Yue y Xia Yuanba estaban a su lado, comiendo también. La razón de su suspiro se debe a las criadas, mujeres hermosas que repartían la comida y el alcohol. Ellas no parecían poder resistirse al aparente encanto de Genzo. Rozaban sus brazos como si fuera un accidente, le enviaban miradas tratando de atraerlo, incluso algunas se inclinaban más de lo habitual para mostrar su escote.
Cang Yue tenía una mirada prácticamente asesina mientras miraba desde Genzo a las criadas del palacio. Pero incluso con su intención asesina desbordando, ninguna parecía hacer caso, sus ojos estaban clavados en Genzo.
Y en cuanto a Yuanba, el estaba sonrojado comiendo y tratando de no mirar a las criadas que también había llamado su atención de forma inconsciente.
"Pequeñas zorras... ", Cang Yue murmuro.
Genzo no escucho esto, pero Yuanba lo hizo. El sintió un escalofrió, incluso con Cang Yue siendo más débil que el, todavía parecía tener miedo de la llamada hermana mayor.
Pero la princesa estaba un poco aliviada al ver que Genzo no estaba mirando a todas las otras mujeres. De hecho, por alguna razón, estaba inquieto mirando hacía el cielo, por una de las ventanas del salón.
"¿Pasa algo, maestro?", Cang Yue pregunto con curiosidad.
"..... No.... No es nada.... ", Genzo sacudió la cabeza luego de un pequeño silencio. Sin embargo, algo revoloteaba en su interior, algo que lo hacía sentir incomodo.
"¿Que es este sentimiento?... Siento que algo malo esta ocurriendo, pero no puedo pensar o sentir nada... ", Genzo pensó en su corazón, todavía frunciendo el ceño mientras comía un poco de carne de bestia profunda.
. . .
En el inmenso espació exterior, en un lugar completamente distinto, se podía ver un enorme torre flotando lentamente. En este lugar, no había planetas, nebulosas o cualquier cosa cercana. La única cosa que iluminaba esta torre eral las estrellas brillando a enormes distancias.
La torre en si, era de un color plateado metálico, y parecía gigantesca, hasta el punto que era difícil decir cuanto medía de largo. Había algunas ventanas con rejas, otras con vidrios que parecían especiales y realmente duros.
Esta torre era una prisión.
La prisión para aquellos que han alcanzado poderes realmente formidables y que eran peligrosos. Aquellos que han cometido traición también se encontraban en este lugar.
Y dentro de la torre, en una celda, una mujer miraba las lejanas estrellas mientras estaba encadenada y arrodillada. Su cuerpo estaba ceniciento, su espalda llena de heridas todavía parecía sangrar, su cabello largo que debería ser hermoso y reluciente como el cobre, ahora estaba sucio, desordenado y opaco.
"Mátalos.... "
La mujer sacudió su cabeza, ella había estado escuchando esa voz desde hace un tiempo, susurrando suavemente que matara a todos, que se liberara y tomara represalias, venganza por lo que le habían hecho, por encarcelara.
Pero, incluso antes de eso, ella todavía la había escuchado. Esa suave y sedosa voz, susurrando: Que matara a todos los que la habían ofendido.
"Rompe tus cadenas...."
Sacudiendo su cabeza una vez más, mordió sus labios, tratando de suprimir aquello que sentí surgir desde lo más profundo de su cuerpo y alma. Pero cada vez que cerraba los ojos, ese abismo de oscuridad y malicia la saludaba.
"Oh~... Pequeña... no puedes estar eternamente aprisionada.... ", De repente, sintió como suaves y delgados dedos acariciaban su rostro. Esas caricias casi parecían las de una madre tocando las mejillas de su hija, casi como si fuera la cosa más importante del mundo.
"No tienes por que obedecer lo que te dicen... Esos dioses te traicionaron, incluso tus padres, hermanos, tías, tías... ¡Todos te abandonaron!"
"Athenea... Oh, pobre Athenea~... Eres tan lamentable... "
"Solo estabas castigando a aquellos que te ofendieron, los que te despreciaron... ", Athenea trato de sacudir su cabeza, ella trato de gritar, negando todo lo que estaba escuchando. Pero aun así, todo parecía inútil, todavía seguía escuchando esos susurro. Podía sentir claramente como su alma se resquebrajaba poco a poco, como es que cada hebra de oscuridad la invadía, cambiando inevitablemente su alma por completo.
Los ojos de Athena, que eran de un hermoso color gris, ahora parpadeaban con un tono oscuro. Ese abismo que parecía engullir todo a su paso se reflejaba poco a poco en sus ojos.
"Vamos... ", ella sintió como alguien juntaba su mejilla con otra, suavemente, acariciando lentamente antes de que escuchara un susurro y aliento en su oído.
"Termina todo.... "
Athenea gruño, sintiendo como un poder completamente corrupto emanaba de su cuerpo, sus ojos ahora oscura podían ver como hilos de oscuridad y sombra surgían desde el suelo debajo de ella y la envolvían poco a poco.
"N - No.... ", la diosa encarcelada trato de negarse, trato de luchar, pero nada parecía funcionar. Ella ya no era una diosa, incluso si su sangre seguía siendo divina, no era suficiente para oponerse a esta clase de corrupción.
"Libera todo.... Tu odio.... tu ira.... tus deseos.... Toda la oscuridad que escondes en tu interior"
"A - Ah!", con un pequeño grito de lastima, la oscuridad invadía su cuerpo y la envolvía poco a poco en un capullo.
"Sacude este mundo.... este universo..... ¡Esta inmunda prisión llena de falsos dioses! ", la voz susurro, pero esta vez parecía contener un odio inimaginable, cada palabra casi sonaba como un siseo venenoso, conteniendo un rencor casi ilimitado.
Athenea lloro, sentía un inmenso dolor. Incluso sus castigos no dolían tanto como esto. Sentía como su cuerpo y alma se destruían para formar otra cosa. Algo oscuro, algo corrupto.
Algo maligno....
Sus lagrimas cristalinas y llenas de tristeza cayeron, rodando por sus mejillas. Lineas oscuras impregnaban su cuerpo, casi como si fueran gusanos invadiendo su cuerpo y, la oscuridad y corrupción la envolvieron finalmente por completo.
"¡Ahhhhh!"
Lo ultimo que se escucho fue un enorme llanto por toda la torre prisión junto con una risa entretenida.
Y lo ultimo que las lejanas estrellas pudieron iluminar en la celda, fueron las lagrimas de Athenea, lagrimas que se habían convertido en dos lineas sangrientas cayendo por sus mejillas.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro