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Prólogo

Sede de la Organización Lovecraft de Ciudad Bolívar, Bolívar, Venezuela.

En una antigua biblioteca de diseño colonial, sentado en una de las mesas del lugar, se encontraba un hombre que parecía estar en sus treinta y tantos años, de cabello negro corto peinado hacia atrás, de ojos café, barbilla cuadrada, de físico musculoso y de hombros anchos. Vestía una chaqueta gris sobre el clásico traje de todos los sacerdotes cristiano, el cual estaba bien planchado y cuidado, sin ningún hilo suelto o pelusa, en su cuello llevaba un crucifijo de madera tallada.

A su lado se encontraba una mujer cercana a sus cuarenta, de cabello negro corto, ojos color miel, con labios sensuales, lunares debajo de ambos ojos y físico curvilínea, destacando principalmente el busto. Vestía con una chaqueta gris sobre una camisa manga larga blanca escotada, junto a una falda negra que llegaba hasta las rodillas, pantimedias negras que resaltaban sus piernas y zapatos de tacón blancos.

—¿Ha escuchado hablar sobre las Eras Doradas del Heroísmo y la Hechicería, Srta. López? —preguntó el sacerdote, mientras revisaba algunos viejos manuscritos que databan del siglo XVIII.

—Algunos agentes suelen mencionarlas, pero no sé exactamente lo que son, padre —respondió intrigada.

—Se les llama así a dos épocas de la historia humana, en las cuales nacieron humanos no mágicos y Hechiceros excepcionalmente poderosos, verdaderos monstruos en este ámbito —explicó con una ligera sonrisa—. Existieron dos Eres Doradas del Heroísmo y la Hechicería, la primera abarcó desde el reinado del Rey Salomón en Israel hasta la muerte del Rey Arturo de Camelot. La segunda abarcó desde el año 1532 D.C, el año en el que nació Solomon Lovecraft, el Hechicero Más Poderoso de la Historia hasta el año 1890.

—Guao, ¿entonces no ha habido una época igual desde hace ciento diez años? —preguntó la mujer, llevándose la mano a la barbilla.

—Al parecer, aunque mi más recientes investigaciones me han llevado a creer que podríamos estar ante una Tercera Era del Heroísmo y la Hechicería —comentó cerrando el manuscrito y levantándose de su asiento para devolverlo a su librero, siendo seguido por su secretaria—. En los últimos seis años han aparecido grandes prodigios en el mundo de la hechicería. "The Magician", Shawn Simpson; "The Spartan", Samuel Dupont; "Rainbow", Sara García; "La Hechicera que Encarna a todos los Héroes" Victoria Holmes; "El Hechicero Steampunk", Erick Nostradame; "La Nube Itinerante", Rugiero Avdol; "La Berserker Maldita", Luz Miranda; "La Shinigami de la Luna", Yamiko Kuroneko; "El Sol de la Esperanza", Akira Akatsuki; "La Bestia Relampagueante", Rai Kaioh. Todos son hechiceros excepcionales que han alcanzado la clase Gilgamesh o la clase Pseudo-Maui a tan corta edad, incluso una de ellas logró volverse una Buda.

—Sin duda es impresionante, nunca pensé que en tan pocos años aparecerían hechiceros tan poderosos —comentó la mujer.

—Además de eso, se ha reportado una mayor aparición de Inigualables Bajo el Cielo más que en otros años —reveló guardando el manuscrito que había tomado—. El mundo está cambiando a pasos agigantados, y con Los Siete de María Lionza rondando por Ciudad Bolívar, lo mejor será tener toda la ayuda posible. Por eso he pedido la transferencia de la agente Miranda a esta ciudad.

—¿Está seguro, Padre? —preguntó con una ligera sonrisa—. Ella es un... caso complicado. Incluso tienen problemas en controlarla en la Sede de Caracas.

—No te preocupes, puedo lidiar con ella, como hombre de Dios, es mi deber guiar a las chicas problema —respondió despreocupado.


Nueva York, Estados Unidos...

En una de las sucursales del dojo Yagyu Shinkage-Ryu pertenecientes al Clan Kuroneko, se llevó a cabo una pelea de práctica entre Yamiko Kuroneko, actual portadora del Juicio del Avīci y Rugiero Avdol, agente de la Sede de Nueva York. El combate sería sin el uso de magia, pero podían usar las artes marciales y armas que quisieran.

Fue bastante igualado en un principio, pero eventualmente Yamiko logró sobreponerse y derribar a Rugiero, solo que no fue una victoria sencilla. Estaba bañada en sudor, como si recién hubiera salido de la ducha y también tenía varios moretones en el cuerpo. Su oponente, Rugiero estaba en el suelo algo adolorido, pero jovial. Todo fue presenciado por el padre de Yamiko, Munenori y por sus amigos, Akira y Rai.

—Increíble... ¿entonces así es una batalla entre dos artistas marciales que han dominado la Precognición? —se preguntaba Akira, boquiabierto.

—Era como ver una batalla entre dos ajedrecistas —dijo Rai, con una mano en la barbilla.

—Hay una diferencia clave que todavía los separa de Yamiko en cuanto a técnica, y ese es el nivel en que han desarrollado la Precognición —explicó Munenori, con tono analítico—. Yamiko alcanzó tal nivel en ello, que puedo decir con total seguridad que me ha superado a cuando yo tenía su edad. Es capaz de ver venir hasta más quince movimientos a futuro de su oponente, casi como si realmente viera el futuro. Aunque claro, Rugiero Avdol tampoco se queda atrás en ello, está casi al mismo nivel que Yamiko en Precognición y su estilo es el enemigo natural de ella.

¡Wonderful! Estuvo excelente, Yamiko-san —dijo Rugiero, aún en el suelo, rascándose la nuca con una sonrisa—. Gracias por mostrarme que todavía tengo mucho por mejorar.

—No hace falta que seas tan modesto, senpai, tu estilo es sumamente problemático —replicó Yamiko, con una mano en la cadera—, y si nos hubiéramos enfrentado con nuestra hechicería, probablemente hubiera perdido.

—¡Hahahahaha! Ahora la modesta eres tú, ¡hahahahaha! —dijo entre risas—. No dudo que seguiría dando pelea, pero tu Kamui y el de tus amigos aún supera por mucho mi hechicería, cuando llegues a desarrollarte completamente, serás imparable.


Parroquia Petare, área metropolitana de Caracas, Venezuela, 20:00 p.m...

A altas horas de la noche, Petare se llenaba de todo tipo de delincuentes, no era un lugar bastante tranquilo, ya que allí reinaban las pandillas y las drogas y sin embargo, una chica ingresó a ese lugar por su propia cuenta y su aura era tan terrible que las ratas y otras alimañas abandonaron todo Petare.

Al doblar en un callejón, es interceptada por cuatro hombres, todos con tatuajes de pandillas en los hombros.

—¡Eh! Carajita, ¿Qué haces aquí sola? ¿Buscas pasar un buen rato? —preguntó uno de los pandilleros, con una sonrisa perversa.

La chica alzó la mirada, haciendo que sientan un escalofrío recorrer todo su cuerpo al ver sus ojos, el derecho era anaranjado y el izquierdo era de un rojo escarlata.

—¿Qué saben de Los Siete de María Lionza? —preguntó con una mirada fría y totalmente carente de emociones.

Solo con esa pregunta, los pandilleros tomaron sus machetes, estando listos para matarla y tirar su cadáver en alguna parte de la calle.

—Estás preguntando por el diablo.

—Lo sé y quiero matarlo —respondió con una sonrisa endemoniada.

La chica hizo aparecer una espada europea de doble filo en su mano, para desconcierto de los pandilleros quienes se dieron cuenta de que no estaban lidiando con alguien ordinario. 

—Si no me van a decir nada, entonces no me sirven.

Solo bastó un simple movimiento de su parte y los cuatro desafortunados bastardos fueron partidos a la mitad, derramando sangre y tripas por el concreto de la calle. La sangre que quedó en la hoja de la espada, fue absorbida por esta misma, como si de un ser vivo se tratara.

—¿Te gustó la cena?... Tch, odiosa, deberías dejar de ser tan exigente con la comida, no quiero darte mi sangre todos los días —murmuraba hablando con su espada mientras desaparecía del callejón en la oscuridad de la noche.

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