
2-Canserbero
Rafael Rodríguez ha despertado su Arte Arcano después de casi morir la noche anterior, Canserbero se manifestó y le otorgó todo un abanico de habilidades que le otorgaba aquel ser simbiótico. Todavía le costaba acostumbrarse a la sensación de tener a un simbionte dentro de su cuerpo, lo sentía moverse dentro de su torso, entre sus órganos internos, lo que le provocaba un extraño cosquilleo.
Por las calles de Ciudad Bolívar, el chico se dirigía a su destino para poder probar sus poderes con privacidad.
—Oye Canserbero, ¿Cómo es eso de que te alimentas de mi Energía Kundalini? —preguntó con curiosidad mientras sacaba de su bolsillo una chupeta big bom.
"No se preocupe, joven amo, lo que tomo es una cantidad mínima, es imposible que tenga repercusiones en su salud".
—¿Pueden haber repercusiones en mi salud? —preguntó con una mueca.
"La Energía Kundalini es energía vital para los Hechiceros, cuando se exceden en su uso y se quedan sin esta, pueden correr el riesgo de morir de fatiga. Sin embargo, las reservas de Energía Kundalini se pueden ir aumentando con entrenamiento y a medida que un joven como usted va creciendo".
—Ohhhh, vergatario vergatario —musitó con una ligera sonrisa—. Necesitaré que me expliques todo lo que puedo hacer ahora, tendremos un día importante.
Tras una media hora de caminata, Rafael llegó a su destino, un antiguo centro comercial que había quedado abandonado a finales de los noventa. El chico lo usaba como un lugar en el que le gustaba estar cuando quería estar solo, pero ahora lo usaría como el lugar en donde experimentaría con su Arte Arcano, Canserbero.
Se metió dentro de uno de los negocios del centro comercial, encendiendo una lámpara que había dejado allí con la cual iluminó casi todo el lugar.
—Ok, Canserbero, como te lo expliqué antes —dijo Rafael, respirando hondo—. ¡Mórfosis Canserbero!
Tras aquella frase, Rafael invocó su traje, transformándose en menos de dos segundos.
"¿Por qué quiere que lo transforme después de esa frase, joven amo?"
—Ehm... bueno, siempre me gustaron los Power Ranger, solía verlos con mi hermana y mi abuelo —contó con algo de nostalgia—. Ellos siempre tenían una frase al momento de transformarse, y como ahora luzco como un verdadero Power Ranger, quería tener una. ¡Pero bueno!, empecemos con nuestro experimento.
Rafael fue hasta su mochila, sacando de allí su teléfono. Puso la cámara y apoyó el teléfono en un estante de la tienda para grabar todo el proceso.
—¡¿Qué lo qué?! Me llamo Rafael Rodríguez, al parecer ahora soy un Hechicero y este traje que ustedes ven aquí me da un montón de poderes —dijo ante la cámara frotándose las manos con emoción—. ¡Vamos a ver todo lo que puedo hacer a partir de ahora!
El chico se puso a imitar algunos movimientos de boxeo que veía en televisión, notando que todo su cuerpo se había vuelto más ligero. Luego tomó una barra de metal del suelo, viendo que podía doblarla con suma facilidad, como si estuviera hecha de goma.
—Santo cielo, Canserbero, ¿Qué tanta fuerza tengo ahora? —preguntó con una sonrisa de oreja a oreja debajo del casco.
"El traje quintuplica la fuerza base que usted tiene, joven amo".
—¡Wow! ¡Increíble! ¡¿qué más podemos hacer?! —exclamó dando varios saltos de emoción.
"Se lo mostraré, joven Amo. Modo de Camuflaje activado".
—¿Eh? ¿qué?... ¿"Modo de Camuflaje"?
"Verá joven amo, ahora mismo nosotros somos totalmente imperceptibles para los seres vivos, no solo nos volvimos invisibles para la vista, sino que también mientras tenga el traje puesto, su voz, respiración y latidos del corazón estarán insonorizados".
—¡Oh carajo, esto me recuerda a un shooter que solía jugar en mi vieja computadora! —exclamó mientras Canserbero desactivaba el Modo de Camuflaje—. ¿Tenemos más modos?
"Modo de Blindaje activado".
Rafael quedó boquiabierto al ver como su traje adoptó una serie de patrones por casi toda su estructura en forma de pentágonos, ahora en vez de sentirse como algo parecido al expandex, se sentía mucho más duro, como el acero.
"El Modo de Blindaje endurece el traje, haciéndolo mucho más resistente a los impactos y proyectiles. Aunque no estoy al tanto del avance de la tecnología armamentística de la actualidad, por lo que no sabría decirle si podremos aguantar las armas modernas".
—Wow... ¡ay! —cuando Rafael trató de moverse con el Modo de Blindaje, terminó por caerse de cara al suelo—. ¿Qué pasó?
"Una disculpa, joven amo, el Modo de Blindaje al endurecer el traje reduce la movilidad del mismo". Aclaró para luego desactivarlo.
—Es bueno saberlo —musitó Rafael, levantándose del suelo—. ¿De qué otras formas puedes alterar el traje?
"No solo puedo endurecerlo, sino que también puedo extenderlo, volverlo más viscoso, entre otras cosas".
—Se me acaba de ocurrir una idea brillante —dijo con los ojos abiertos de par en par.
https://youtu.be/wt4OgxHNwbM
Ahora con todas las habilidades que le brindaba su Arte Arcano, Rafael corría y saltaba de tejado en tejado de Ciudad Bolívar, sin parar de reír y gritar a todo pulmón, se sentía más libre que nunca ahora que podía llegar tan lejos y sentir el viento chocar contra su cuerpo. Con los edificios más altos, extendía aquel líquido negro que componía su traje, dándole una consistencia más elástica y viscosa, para así columpiarse entre estos y aterrizando con gracia en otros tejados. Algunas personas lo vieron durante todo su recorrido por las alturas, en algunos casos solo veían de reojo y lo confundieron con un zamuro, pero otros lo vieron claramente y empezaron a hablar, llamando la atención de ciertas personas que rondaban por la ciudad.
Para Rafael, era poco relevante que lo vieran, tenía un gran don que quería compartir con todo el mundo a su tiempo y volverse igual de famoso que sus hermanos, tal vez hasta más.
Recorrió casi dos kilómetros y no se le notaba nada cansado, al final, se quedó sentado encima del tejado de una iglesia, mirando las nubes pasar.
—Si los Hechiceros y la magia existen, ¿eso quiere decir que también existen los monstruos? Tipo... ¿El Silbón o La Sayona? —preguntó curioso.
"Alrededor del mundo existen múltiples seres sobrenaturales que viven ocultos entre los humanos o en otros reino. Algunos son benevolentes, mientras que otros son seres malignos cuyo único deseo es matar a seres inocentes. A estos seres se les divide en dos categorías, las Maldiciones Vivientes y los Seres Malditos; los primeros hechos enteramente de Miasma, una energía demoníaca algo dañina para los seres humanos; los segundos son seres vivos que al morir bajo ciertas circunstancias, renacieron como monstruos".
—¿Cómo sabes tanto, si antes de esa noche no estabas?
"Cuando mi usuario muere, yo también desaparezco con él, hasta que nace otro más con el Arte Arcano Canserbero. Sin embargo, soy capaz de recordar todo lo que aprenda de mis usuarios incluso después de la muerte y el renacimiento."
—Ya veo... ¿y qué más podemos hacer? Siento que todavía queda mucho más por descubrir —mencionó Rafael, cruzado de brazos.
"Tenemos la Adaptación".
—¿Qué es eso?
"Puedo analizar ciertos objetos y replicarlos usando mi propio cuerpo, puedo crear armas que previamente ya había asimilado".
Como una muestra de su habilidad, Canserbero creó una especie de espada que Rafael nunca había visto antes, la hoja tenía forma de luna creciente, su mango era negro y en la parte inferior de este tenía otra hoja más pequeña, también en forma de luna creciente.
—¡Uohhhhhh! ¡Increíble! ¡¿De dónde sacaste una espada así?! —exclamó Rafael, dando saltos de emoción, sin darse cuenta de que empezaba a saltar más de cinco metros cuando lo hacía—. ¡Ahora sí que me siento como un Power Ranger!
"Mi anterior usuario y yo, la conseguimos de un Hechicero persa que vino a Venezuela buscando un duelo a muerte contra nosotros. Logramos vencerlo y asimilé su arma, está hecha a partir de mi un material similar al hueso, pero sigue siendo tan filosa como siempre, podrías cortar el concreto con ella como mantequilla".
—Oye... ¿Cuándo fue que vivió tu anterior usuario?
"Entre los años 1890 y 1975, era ancestro tuyo, por si te lo preguntas, tu bisabuelo por parte paterna, Antonio Rodríguez".
—La abuela y el abuelo nunca me hablaron de él, es raro —mencionó cabizbajo, bajando de un salto hacia la parte trasera de la iglesia para salir desapercibido—. Poder fuera —ordenó, desmaterializando el traje y el arma—. Supongo que tendré que preguntarle a mi abuela un par de cosas.
Tras pasar toda la mañana y parte de la tarde jugando y probando sus nuevos poderes, Rafael regresó a su casa, donde su abuela lo esperaba para almorzar espagueti con jugo de melón. Después de comer, Rafael se encargó de lavar los platos y los vasos, miró a su abuela de reojo y reunió valor para hacer la pregunta.
—Oye abuela... ¿Cómo era el bisabuelo Antonio?
—Oh, lo conocí ya en su retiro cuando me enamoré de tu abuelo, Rafael, me contó varias de sus historias —respondió con una mirada de nostalgia—. Era el más fuerte Venezuela y me atrevo a decir de todo el continente, era un campeón de boxeo y un explorador, anduvo no solo por el país, sino también por Brasil, Argentina, Bolivia y Chile. A veces siento que te pareces mucho a él.
Rafael sonrió y abrazó con cariño a su abuela.
—Gracias —musitó.
—Rafael, nunca lo olvides, eres especial y naciste para lograr grandes cosas, tienes un potencial inmenso —aseguró su abuela, acariciando con ternura a su nieto.
—Sí, ahora lo sé... yo soy realmente especial, soy... soy el más fuerte, ahora nada me impedirá hacer lo que quiero —pensó tras separarse de su abuela, con una mirada determinada y llena de emoción—. ¡Adiós a una vida aburrida, adiós a un simple trabajo, adiós a la vida que mis padres querían para mí! A partir de ahora, viviré como se me dé la maldita gana. Con Canserbero, ahora tengo todo un mundo por delante.
Rafael se encerró en su cuarto el resto del día, escuchando música y esperando ansiosamente a que fuera de noche y que su abuela se fuera a dormir. Cuando ya eran las diez y media de la noche, invocó al traje Canserbero, usando el Modo de Camuflaje para salir de su casa sin hacer ningún ruido.
Una vez en la calles, fue de tejado en tejado, su objetivo no era otro que buscar a malhechores para golpearlos y hacerse famoso como un héroe, al igual que los de las películas que veía desde que tenía siete años. Quería que todos lo alabaran, quería ser más famoso que sus hermanos, de quienes siempre estuvo atrapado en su sombra, pero ahora, era su oportunidad de demostrarle a todos lo especial que era.
https://youtu.be/03XgfLwTzyw
Fue hasta la parte mala de Ciudad Bolívar, una a la que pocas personas en su sano juicio se atrevían a ir, ya que el oeste de la ciudad se había llenado de pandillas, drogas y crímenes violentos en un abrir y cerrar de ojos en los últimos seis años. Desde que se mudó con su abuela, una mujer mayor que únicamente se la pasaba viendo las noticias, no paraban de hablar de aquel lugar, era casi como una parte embrujada de Ciudad Bolívar.
Su búsqueda dio frutos rápidamente, ya que oculto con sus poderes, observó como un grupo de maleantes bajaban de un camión, cajas repletas de drogas, lo sabía porque Canserbero le otorgaba un olfato sumamente agudo. Lo cual también traía un par de inconvenientes, ya que las calles no estaban muy limpias que digamos, pero eso no importaba ahora.
Desactivó el Modo de Camuflaje y corrió hacia ellos, estrellando a uno contra la pared con un golpe directo, cuando los demás se dieron cuenta de que estaban siendo atacados, sacaron sus pistolas y empezaron vaciar sus cargadores contra él, pero fue inútil. Canserbero activó el Modo de Blindaje, haciendo que las balas reboten por todo su cuerpo, Rafael no sentía prácticamente nada, ni un simple toque durante el impacto de las balas. Cuando se les acabaron las balas, Rafael materializó aquella espada en forma de luna creciente y con un rápido movimiento, cortos sus armas, para luego empezar a golpear a todos los que se pusieran delante de él.
Ninguno de los criminales le duró más de dos segundos, con su ahora fuerza superhumana, todos fueron noqueados de un golpe. Cuando acabó con ellos, tomó una de sus armas, metió toda la droga que bajaron al camión, lo condujo lo más rápido que pudo, saltando de él antes de estrellarlo y contra un árbol plantado en la acera.
Rafael le pidió a Canserbero que asimilara la pistola, pudiendo crear así una copia de la misma, para así disparar al tanque de gasolina del camión, provocando una explosión que escuchó por varias cuadras del aquel sector.
El chico lanzó un gran grito de emoción al cielo mientras se retiraba corriendo del lugar, su corazón latía como loco producto de la adrenalina que recorría todo su cuerpo.
—¡Esto es lo mejor que he hecho en mi vida, no joda! —exclamó, dando un gran salto en el aire con el puño alzado en señal de victoria.
Sin embargo, a lo lejos, dos figuras lo observaban con detenimiento, uno de ellos era un hombre con ropas de sacerdote y la otra, era una mujer con traje de oficina.
—Ese niño... no tiene ni idea de con quién se acaba de meter —dijo la mujer vestida de oficinista, cruzada de brazos y frunciendo el ceño.
—Tiene el Arte Arcano Canserbero, hace un siglo que no nacía nadie con ese don —señaló el sacerdote con las manos detrás de la espalda.
—¿Qué deberíamos hacer ahora, padre?
—Me encargaré de él, no podemos dejar que siga rompiendo el velo del secretismo así como así. Como hombre de Dios, es mi deber lidiar con jóvenes problemáticos.
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