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Sentimiento y dacryfilia.

¡Hola mis bonitos lectores! Muchas gracias por haberse tomado el tiempo para leer esta pequeña historia, perdón porque el capítulo quedó más largo, esta en mi naturaleza no saber resumir las cosas. 

¡Espero que les guste!

—¡Ash, despierta! —Un violento golpe retumbó por la habitación—. ¡He dicho que despiertes! —Jade asomó su cabeza para contemplar la escena, si algo le enternecía el corazón era la amorosa manera en que su futura madre despertaba a su progenitor.

—Hoy es mi día libre, no me quiero levantar temprano. —Que el japonés empezase a tirar de las sábanas lo hizo reír, él se frotó los párpados, un bostezo perezoso retumbó bajo los reclamos de la pareja.

—¡Ash! —Anoche lo habían descubierto espiando detrás de la puerta para presenciar los aplausos, por eso lo habían invitado a su cuarto, poder dormir entre ellos dos lo hacía profesarse seguro, era casi como un nido construido a base de ternura—. ¡Aslan! —Otro golpe hizo eco por el lugar.

—No quiero. —Aprovechando un descuido, su padre metió al japonés entre las sábanas, él se restregó contra su pecho antes de volverse a recostar.

—Hoy es la reunión de padres de Jade, ya vamos tarde. —La lucha de Eiji pereció vergonzosamente ante el peso de la realidad—. Vamos a dejar una pésima primera impresión sino nos apuramos.

—Deberías ser una esposa más cariñosa para despertarme. —La escena le recordó a un lince feroz aplastando a un conejito.

—¿Qué quiere el americano delicado para levantarse?

—¡Besitos! —Aquellos profundos ojos cafés rebosaron cariño cuando se posaron sobre Jade, él se inclinó para presionar sus labios contra esa dorada matita.

—¿Mejor? —El más joven apretó sus párpados antes de asentir energéticamente, el rubor se le había expandido desde la nariz hacia las pecas, le encantaba ser consentido.

—A él lo despiertas con mimos. —Las palmas del rubio se deslizaron por la espalda del moreno, cada fibra se le erizó ante el terciopelo de los toques—. ¿Tienes favoritismos, onii-chan?

—¡Sí los tiene! —El infante exigió afecto al tirarse encima de su padre—. ¿Preparaste natto para el desayuno, Eiji? —El aludido apenas podía respirar, sus huesos crujieron al tener a esos dos arriba, la cama se había hundido como si fuese un abismo, lo matarían si lo seguían aplastando.

—Claro que sí. —Ash chasqueó la lengua, ofendido.

—Eres cruel con tu adorable esposo. —Él rodó los ojos, sus dedos se deslizaron sobre aquellas sedosas hebras doradas antes de suspirar, si lo seguía tocando de esta manera él no sería capaz de disimular lo mucho que le gustaba.

—¿Por fin van a aplaudir? —Una sonrisa coqueta le arrebató el aliento, era injusto que él fuese tan guapo.

—¿Qué dices? ¿Deberíamos darle el gusto a nuestro preciado hijo? —De las orejas le podría haber salido humo por lo apenado que se profesaba, la garganta se le cerró, las piernas le tiritaron.

—Tenemos una reunión a la cual asistir. —Él se logró liberar en un descuido—. ¡Yo me encargaré de arreglar a Jade! ¡Tú vístete!

—¿No hay besito para mí? —Como si pudiese entender la petición Buddy saltó hacia la cama para llenarle el rostro de baba.

—Deseo cumplido. —Las quejas perecieron en la habitación.

Él arrastró a Jade hacia el baño para que se pudiese asear, sus párpados aún tiritaban por culpa del sueño, su cabello era un desastre, un hilo seco de saliva pendía alrededor de su mejilla. Él extendió los brazos para que su pijama fuese reemplazado por su remera favorita de Nori Nori. Claro que el poderosísimo Jade Callenreese se podía vestir solo. ¿Por quién lo tomaban? Sin embargo, su futura madre parecía tan complacida cuando lo regaloneaba, él no tenía corazón para decirle que era capaz de hacerlo sin ayuda, además le gustaba recibir esa atención extra, él era la persona más especial del universo, adoraba sacarle en cara ese título a su padre.

—No te apresures en desayunar o te dolerá la pancita. —El cepillo de dientes colgó inerte en su boca junto a un charco de espuma, el japonés le estaba acomodando el cabello con una impresionante suavidad.

—Te ves nervioso. —El movimiento de las cerdas le hizo cosquillas.

—Claro que lo estoy, es tu profesora después de todo. —Jade escupió la pasta en el lavamanos antes de enjuagarse la boca—. Además, me veo como un desastre.

—Eres la mamá más bonita del mundo. —Sus mejillas fueron coloreadas por un tenue carmesí ante tan inocente confesión—. También el papá más bonito. —Él bajó su cabeza, apenado.

—¿Qué hay de mí? —Aprovechando que se encontraba inclinado acicalando a su hijo, Ash se dejó caer sobre la espalda del moreno—. ¿Yo no soy lindo?

—¡Sí lo eres! —El sueño se le quitó frente a tan adorables palabras—. Casi tanto como yo. —Una risa contenida retumbó bajo el vapor del baño, él suspiró, aquellos esponjados mechones abenuz le hormiguearon bajo la nariz, le encantaba ese aroma, era delicado pero floral y le sentaba de maravilla.

—Espero que no nos interroguen por nuestro matrimonio, ayer tus amigas amas de casa me emboscaron para preguntarme por tu sortija. —La suavidad en esa risita le acarició el alma, no existía sonido más majestuoso que ese.

—¿Qué les dijiste? —Él se restregó con recelo.

—Que éramos demasiado jóvenes cuando nos casamos, así que no pude pagar ni una baratija. —Jade alzó una ceja, indignado. Sí, la mirada que esos dos estaban compartiendo era la definición de heterosexualidad. ¡Jotos reprimidos!

—Los amigos no se abrazan desnudos. —Su padre se estiró con pereza.

—Estoy vestido. —Su hijo arrugó el ceño, ¿acaso lo creía estúpido? Un bóxer negro no era un pijama—. Cuando eras pequeño, Eiji me cocinaba el desayuno solo con un delantal.

—¡No es cierto! —Él le cubrió las orejas al más joven—. ¡No le metas ideas raras en la cabeza!

—Hieres mi corazón negando nuestro romance, onii-chan. —El aludido bufó, ofendido—. Y aún no le he hablado sobre tu uniforme de pertiguista.

—¡Ash! —Esos dos definitivamente se tenían ganas.

La reunión con la maestra Coleman salió tal como él lo planeó, Jade Callenreese no solo era conocido por la superioridad de su desempeño académico, sino que también era alabado por su increíble carisma, apenas tenía ocho años pero ya se había autoproclamado como el justiciero del salón, las pandillas que atormentaban robando almuerzos o rompiendo bicicletas no tenían oportunidad contra su infame galantería. Pero claro, no los podía culpar, él era la encarnación de la belleza en un overol y ya tenía una carrera como novelista a medio construir. Era obvio que solo recibiría felicitaciones.

—Si Jade sigue de esta manera va a ganar el premio por excelencia académica. —El nombrado infló el pecho y alzó el mentón, por fin esa anciana decía algo coherente, tal vez los maestros eran aburridos a propósito.

—¿Entonces no ha tenido ningún problema con él? —Ash lo observó de reojo, perplejo.

—No. —La señora Coleman se mantuvo indiferente mientras hojeaba los documentos en su escritorio—. Él es un angelito. —El ceño le tembló, no sabía si le llenaba de orgullo saber que su hijo era un buen embustero o de terror.

—Te lo dije papá, me porto bien. —Esa mueca petulante lo fastidió, el más joven se hallaba abrazado con recelo al japonés, los mechones se le alzaron con rebeldía por la fricción.

—¿No es mucha presión competir a su edad? —Porque Eiji provenía de un país sumamente exigente sabía lo destructivos que podían ser los méritos en tan inocente faceta, la maestra contuvo un grito al contemplar cómo el temible Ash Lynx desbordaba ternura en ese mohín.

—Es pan comido ganarlos porque mis compañeros son lentos. —La familia le parecía extraña, sin embargo, su alumno estaba creciendo en un entorno repleto de cariño, eso era lo importante.

—Lo único que podría pedirles es que controlasen a su tío, la primera vez que lo vino a buscar los niños lo escucharon maldecir.

—¿Griffin? —Él negó de inmediato.

—Mi hermano jamás diría algo así. —Su mejor amigo carecía de tacto con los niños, aunque llevaba años ayudándolo con la crianza sus malos hábitos se extendían como maleza. Jade le regaló una sonrisa inocente antes de encogerse de hombros, claro que fingiría demencia, cachorro astuto.

—No sé de qué habla. —Que le tuviese tanta admiración era un problema, él no dejaría que su adoración creciese para convertirse en Shorter Wong.

—Pero eso sería todo. —Las palabras de la maestra se agolparon en su boca, ella repasó los documentos con curiosidad, ambos palidecieron, huir del pasado era caminar sobre una fina capa de hielo.

—¿Algo le molesta? —Ella se acomodó los lentes.

—Señor Callenreese no he podido evitar notar la extensión de su currículo, pero... —Ella bajó los papeles—. ¿Usted no trabaja como apicultor?

—¿Q-Qué? —La boca le tembló, el calor se le acribilló en las mejillas.

—Jade habla con mucho orgullo sobre la pasión que le tiene a la polinización, se ve que realmente adora a las abejas. —Él se golpeó la frente, sabía que era demasiado bueno para ser verdad.

—¡Lo es! ¡Papá quiere polinizar la florcita de mamá! ¡Lo intenta cada mañana! —La mujer le arrojó una mirada curiosa al aludido.

—¿Usted atiende una florería?

—No es así. —Jade se frotó el entrecejo, tenía que explicarlo todo en este lugar—. Cuando una abejita está enamorada de una florcita, estás quieren coger... —Su boca fue cubierta antes de que pudiese seguir balbuceando, la risa nerviosa de su padre retumbó por el salón en un eco vacío.

—Ya sabe lo imaginativos que son los niños, no sé de dónde lo sacó.

—¡Lo aprendí jugando GTA con la pandilla! —Oh sí, él le arrancaría esa cresta de gallina púrpura a su mejor amigo.

Luego de que la maestra los interrogase incesantemente acerca de su supuesto trabajo como apicultor lograron salir con vida de la escuela, Jade caminaba dando saltitos mientras una sonrisa orgullosa pendía en su rostro. El americano suspiró, deseaba estar enfadado por semejante humillación, sin embargo, si él lucía tan contento por sus méritos no podía. Además le resultó hilarante contemplar al japonés tartamudear con el rostro rojo dando un sinfín de explicaciones acerca de por qué se quería dejar polinizar sino era florista.

—¿Puedo pedir un premio por mis notas? —El rubio se mordió la boca, odiaba que lo chantajease con esos ojos verdes repletos de fulgor.

—¿Qué te gustaría? —Eiji le quitó las palabras antes de que pudiese articular un pensamiento coherente.

—¡Una fiesta con mis amigos! —Ambos suspiraron aliviados, les preocupaba que pasase demasiado tiempo con adultos en lugar de niños, las infancias debían ser de algodón no de vidrio.

—Claro que sí. —Jade frenó sus pasos en busca de ser alzado—. Podemos comprar invitaciones para todo tu salón y bolsas con dulces. —Cuando su padre lo acomodó sobre sus hombros él se profesó poderoso, él extendió su cuello antes de saborear el sol.

—Ellos no. —El desagrado fue inminente—. Quiero invitar a la pandilla. —Aunque Jade Callenreese era increíblemente popular en la escuela le fastidiaba compartir con mocosos, él era un intelectual que hackeaba en su tiempo libre. ¿Por qué lo reducían a un come mocos?

—Si quieres invitar niños hay suficientes dentro de tu escuela. —Además tenía un novio adulto, ¡él no era como esos bárbaros! Bueno, Yut-Lung Lee no parecía muy consciente acerca de la relación pero por favor, nadie se resistiría a su carita. Él iba al baño solo y casi no se le olvidaba alimentar a Buddy, todo un galán.

—Dijiste que podía pedir lo que quisiera. —Por la dulce sonrisa que esbozó el moreno él supo que no tenía oportunidad, esos dos eran una combinación mortífera.

—Bien pero si se portan mal se irán a dormir con Buddy. —Él presionó sus párpados con fuerza antes de asentir.

—¡Eres el mejor! —Ash chasqueó la lengua para disimular la pena, si pudiese él tomaría el mundo entero para ponerlo en esas manos—. Quiero que sea una fiesta temática.

—¿Qué tienes en mente?

—¡Calabazas!

¡Esto sería un éxito!

Aun contra las quejas del americano él logró decorar el apartamento con calabazas modeladas de Nori Noris, la pandilla aceptó más que encantada la invitación a su fiesta, incluso se ofrecieron a cocinar, sin embargo, cuando el nuevo microondas acabó quebrado tras hervir huevos en su interior, pedir comida a domicilio fue la mejor opción. El pequeño Jade se profesó satisfecho con los resultados, no obstante, al haber demasiada gente sus padres lucían distantes, ni siquiera estaban sentados en el mismo sofá, él infló las mejillas y contuvo una pataleta. ¡¿Por qué su papá era tan lerdo seduciendo?! Como el rompecorazones que era, él tomó una caja de su juguito favorito para atender a su novio, los adultos eran estúpidos porque querían, era una suerte que no hubiese heredado ese fastidioso gen.

My lady. —Yut-Lung Lee parpadeó atónito cuando el infante se le acercó, una caja aplastada de zumo le fue extendida.

—Gracias. —Como si hubiese recibido invitación el rubio escaló hacia sus piernas para acomodarse sobre su regazo.

—No hay de qué, sweetie. —La mueca de desagrado fue dolorosa, ese mocoso tenía las mismas frases cursis que su némesis, moriría antes de salir con él, aunque le halagaba ser su primer amor, no podía culparlo siendo una belleza.

—¿Estás ciego para no haberlo notado? —La pandilla estaba devorando una tanda de sushi sin piedad al costado, algunas latas de cerveza se encontraban en el piso junto a Buddy—. ¡Sing se la quiere enterrar al camaroncito! —El jugo le escurrió por las fosas nasales hacia la jardinera tras escuchar semejante grosería.

—¿Q-Qué? —Yut-Lung Lee le limpió la cara con un cariño casi maternal.

—¿Cómo te lo explicó Shorter? —Kong jugueteó con una pieza de salmón mientras divagaba.

—¿Polinizar?

—¡Sí! —Los tres vitorearon borrachos—. ¡Sing quiere polinizar al camaroncito! —Él buscó frenético por la habitación, un grito de horror fue contenido cuando encontró a ese rompehogares riendo con el aludido—. Además acaba de practicar boxeo, ya lo debe haber sudado. —No. No. No. ¡Su futura mamá solo podía apestar a su papá!

—Amigo, él es hetero. —Las palabras de Bones no lo hicieron sentir mejor, de repente las pupilas le ardieron y las piernas le temblaron, él se trató de esconder en el regazo del azabache pero no lo logró.

—Pues no se ve muy hetero al lado de Eiji o Shorter. —Yut-Lung Lee les golpeó la nuca con una revista.

—¿No ven que lo asustan? —Demasiado tarde, Jade ya era una bolita tiritona en el sillón—. ¿No se supone que ayudaron con la crianza? —El azabache lo trató de consolar con mimos en la espalda, aunque era terrible desenvolviéndose en lo social, las espinas perecían bajo el filo de la inocencia.

—Tú mejor que nadie deberías entender esto, ¿no te gusta la dacryfilia? —El más joven alzó su cabeza, curioso.

—¿Qué es eso ? —Bones sonrió agradecido del diccionario que el japonés le había obsequiado, los clientes de la galería lo encontrarían irresistible con su elegante vocablo, hola a su aumento.

—Cuando alguien disfruta de torcer las emociones de los demás, es una manera de sentir placer. —Él parpadeó, procesando con lentitud esa nueva información. Los adultos eran raros.

—¿Funciona? —Su padre se encontraba en una esquina charlando con Max Lobo mientras su mamá era seducida por la copia barata de Jackie Chan. ¡Esto no podía ser verdad! Además le estaba pegando su aroma feo.

—Debe ser excitante que tu pareja te trate mal... —Alex le cubrió la boca, sin embargo, el daño ya estaba hecho.

¡Brillante!

Quinto paso del manual de seducción para un papá soltero: dacryfilia.

Aunque Sing Soo-Ling fuese mucho más joven, alto y agradable que su progenitor él llevaba demasiado tiempo esforzándose para que esos dos aclarasen sus sentimientos, no permitiría que saboteasen sus planes. Siguiendo las costumbres sagradas que los clichés norteamericanos le habían inculcado él organizó un juego de desafíos. No tuvo precio poder obligar a su padre a bailar con una calabaza, ver al ilustre Shorter Wong ganar una competencia de sushi contra su mascota o pintarle la cara a Max con crayones derretidos. Las risas llenaron la habitación, el montículo de latas se convirtió en una montaña, hasta le pudo pedir a su futuro novio un beso en la mejilla, el rostro le quemó mientras decenas de mariposas danzaban en su pancita, las fotografías hicieron ese retazo de felicidad eterno. Finalmente llegó el turno del moreno, él ni siquiera lo tuvo que pensar, sabía que sería incómodo para ellos, sin embargo, los adultos se excitaban con el dolor ¿no?

—¡Te reto a que beses a papá! —Estaban en un círculo en el suelo, los chiflidos no se hicieron de esperar, un estridente escarlata le pintó las mejillas, la respiración se le descompasó.

—N-No puedo hacer eso. —La pandilla se encontraba demasiado borracha para medir la gravedad de la situación, ellos no ayudaban arrojándole más leña al fuego.

—Todos nosotros cumplimos con los retos. —La mitad del mohicano de Shorter era verde, la otra mitad estaba mal rapada—. Es tu turno. —Antes de que pudiese protestar los silbidos lo interrumpieron.

—Eiji. —Él perdió el aliento cuando Ash le acarició la mejilla, un mechón de cabello fue acomodado detrás de su oreja con una impresionante suavidad. El corazón le retumbó en los tímpanos, la sangre le hirvió, las piernas se le redujeron a barcos de papel, él no soportaba que esos ojos verdes lo contemplasen con semejante dulzura.

—Ash. —Porque si lo seguía vislumbrando de esa manera él acabaría más enamorado.

—No te pongas nervioso.

Él apretó los párpados con fuerza, no era justo, sus toques fueron terciopelo contra su mentón, ese masculino perfume había calado hacia lo más profundo de su cordura para embriagarlo. Aslan se inclinó con suavidad antes de presionar un beso sobre sus labios, el toque fue un pétalo de rosa, efímero y delicado, apenas perceptible. Este era el primero que se daban luego del incidente en la prisión, sin embargo, acá no hubieron mensajes secretos ni movimientos descarados.

—¿Camaroncito? —Los presentes perdieron el aliento.

—Por favor no llores. —La expresión que Ash le entregó estuvo repleta de sufrimiento—. ¿Tanto te desagradó? —La voz se le quebró mientras la lluvia los ahogaba.

—¿Eiji? —Pero el nombrado no pudo mirar a Jade, él se levantó con violencia para encerrarse en su cuarto—. ¿Papá? —La realidad le cayó como un balde de agua fría cuando también lo vio llorar, la boca se le secó, la presión en su pecho fue insoportable, él se quiso acercar, sin embargo, estaba tiritando.

Esto no debía ocurrir así.

—Ve a buscarlo, yo me quedaré con el pequeño lince. —Aunque la voz de Max estuvo repleta de comprensión el reproche fue dolorosamente transparente.

—¿Hice algo malo? —Jade se desplomó en el piso, confundido, solo al tocarse la cara entendió que estaba sollozando como un mocoso berrinchudo, él no quería herirlos, solo... —. Lo siento. —La pena en la voz de su hijo lo hizo reaccionar, él se obligó a recomponerse.

—No fue tu culpa. —Esa sonrisa rota lo despedazó—. Iré por él, todo está bien. —No tenían que mentirle para protegerlo.

Lo había arruinado.

El japonés se había visto reducido a un ovillo en el suelo de su cuarto, sus uñas se clavaron a sus brazos, la pena no tuvo final. Era como si sus sentimientos finalmente hubiesen explotado en la superficie de la remembranza, él era una basura, el beso ni siquiera había sido deseado. ¿Cómo podía llamarse amigo si lo había reducido a lo mismo que esos monstruos? Él lo había escuchado quebrarse una infinidad de veces entre las sábanas mientras suplicaba por ayuda, él se juró respetar sus límites, amarlo con paciencia. ¿Qué clase de escoria era para haber disfrutado de un beso sin consentimiento? ¿Sin cariño? La lluvia no tuvo piedad. Él estaba enamorado no solo de esa desmesurada galantería, Ash Lynx era el alma más preciosa que había tenido el honor de vislumbrar. Ahora creería que era un cerdo, un maldito mentiroso, él arrojó su nuca hacia atrás. Pero eso era, ¿verdad? No tuvo la fortaleza para quedarse a su lado de manera desinteresada, él era una farsa.

Porque en el fondo deseaba ser correspondido.

Y él se odiaba por eso.

—Eiji... —Él no tuvo el coraje para alzar el mentón, solo se hizo más pequeño en la oscuridad.

—Lo siento mucho. —Las lágrimas le quemaron las mejillas, el terror le caló hacia los huesos cuando lo escuchó acomodarse frente a él—. Perdóname. —No lo miraría o se terminaría de romper.

—Eiji... —Pero la fragilidad en su nombre lo forzó a contemplarlo—. ¿Por qué te estás disculpando tú? —El nombrado coloreó un parpadeo anonado, él estiró sus yemas para limpiarle la pena. ¿Por qué Ash estaba sollozando? ¿Por qué le estaba rompiendo el corazón con una expresión tan cruel?

—Porque te obligué a besarme.

—En teoría ese fue Jade. —La tensión en el ambiente se deslizó con el bamboleo de las cortinas—. ¿Te desagradó tanto para llorar? —Él negó, escuchando como la tempestad se agolpaba en el cuarto, él no era más que una caña de pescar sin un anzuelo, ¿no?

—Me odié porque lo estaba esperando. —Esa confesión pintó una sinfonía en sus latidos.

—¿Qué dijiste? —El moreno se mordió la boca, este sería el final, lo sabía, sin embargo, sus sentimientos explotaron.

—Estoy enamorado de ti. —El ambiente fue una nubla fatídica—. Lo he estado siempre. —Los mofletes le quemaron, sus miradas se volvieron a reclamar para plasmar una infinidad, las chispas se fundieron con los sueños, la confusión pereció en un delicado toque.

—Yo también. —El rubor se le expandió hasta las orejas—. Pensé que tú... —La risita del amanecer le cosquilleó en el alma—. Esto fue tan tonto. —Él se dejó caer sobre el hombro del japonés, aturdido. Se había convencido de que tenía que respetar la línea de la realidad porque no merecía a la libertad, sin embargo, esos grandes ojos cafés...

—Eso no puede ser verdad. —De todas las personas del mundo...

—¿Entonces soy tu primer amor, onii-chan? —¿Por qué se había enamorado de él? Cuando estaba tan podrido.

—Lo eres. —Él lo abrazó con fuerza, dejando atrás esas inseguridades para deleitarse con el momento, la ferocidad del palpitar lo hizo reír.

—Tú también eres el mío. —Porque no le importaba que tantos hubiesen usado su cuerpo al reducirlo a una prostituta, esta era la primera vez que se enamoraba, era a Eiji Okumura a quien anhelaba entregarle cada una de sus piezas magulladas—. No puedo creer lo afortunado que soy. —Por eso eran las únicas caricias que contaban.

—¿Eso me convierte en la mamá de Jade? —La risa de Aslan le cosquilleó contra el cuello, ambos se apartaron para mirarse, el tiempo dejó de existir en tan desmesurada ternura.

—Lo hace. —Él lo sostuvo como si fuese lo más valioso del universo—. ¿Puedo darte un primer beso real? Sin retos o mensajes de por medio.

—Puedes. —Y él le creyó.

Ambos se dejaron intoxicar por ese beso, la voluntad pereció cuando las yemas del americano le acariciaron las mejillas para profundizar el tacto. El sabor fue dulce, adictivo y caliente. Sus cuerpos se estrecharon con necesidad, cada fibra de cordura sucumbió en lo necesitado de los movimientos. Los latidos arremetieron en la pasión, el japonés tembló deseoso cuando la intensidad aumentó. Era como si hubiesen estado destinados a este tacto. Ambos se apartaron agitados, una tonta sonrisa fue compartida antes de suspirar.

—¡Sabía que se querían comer! —La pandilla se encontraba llorando conmovida del otro lado de la puerta—. ¡Tenía razón! —Aunque Max había tratado de cubrirle los ojos, él se las arregló para mirar.

—Lo siento, él estaba preocupado por ustedes. —Jade sonrió satisfecho, sabiendo que había cumplido exitosamente con su misión. 

Estoy muerta porque una profesora me adoptó como su pollito para ayudarla, la vida de responsabilidades no me hace feliz, el siguiente capítulo estará acá mañana o el domingo. Muchas gracias a las personas que se tomaron el tiempo para leer.

¡Cuídense! 

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