Regalo e aguja e hilo.
¡Hola mis bonitos lectores!
Yo no iba a existir durante este desafío pero cuando me dan cuerda jalo, así que acá estamos. Me da mucha risa porque esta idea no se parece en nada a la trama que iba a sacar, iba a estar llena de sangre y drama, pero mientras le hacía la portada me fije que jamás he tenido un AU Family decente, así que acá estamos.
Este fic constara de 7 capítulos cortos, esta hecho para la actividad del 14 de febrero de MotinFanficker, yo estoy trabajando con la lista Evil-Good así que no se asusten con los nombres de los capítulos, siguiendo las costumbres que ya he tomado de ao3 y del fictober el hijo de Ash se llama Jade. Muchas gracias a quienes se toman el tiempo para leer.
¡Espero que les guste!
—¡Se mi mamá, Eiji! —El sonrojo se le extendió desde la nariz hacia las orejas, la mandíbula le tembló, el filtro de la cámara se estrelló contra el suelo.
—¿A-Ah? —Jade apretó los ojitos con fuerza antes de asentir frenéticamente.
—¡Se mi mamá! —Para él tener que estar haciendo esto y dando la cara por su padre era absolutamente ridículo.
¿Por qué?
Bueno...
Él creía que Eiji Okumura era su madre.
Aunque el pequeño Jade Callenreese sabía que el japonés no era una mujer como las demás madres eso jamás le importó, él cumplía con el papel de una, cada vez que se enfermaba él le daba la manito y le hacía mimos hasta que sintiese mejor, él le preparaba el natto que tanto adoraba desayunar mientras su padre se limitaba a refunfuñar, era él quien iba a cada reunión de maestros durante el estrés escolar. Pasó más de ocho años asumiendo que el moreno era esa figura idónea, la indignación cuando le hicieron burlas por carecer de una fue indescriptible. ¿Quiénes se creían esos tontos para decirle que el fotógrafo no era su progenitora? ¡Si hasta le hizo tarjeta para el día de las mamás! Además, su papá siempre se burlaba llamándolo ama de casa u onii-chan, esos apodos empalagosos eran de las parejas casadas.
—Entiendo que debes querer una pero...
—¡No! ¡No quiero una! ¡Mi mamá eres tú! —Él ni siquiera lo dejó terminar, digno sucesor del lince de Nueva York.
—¿Alguien te dijo algo? —Apenas le acarició la cabeza aquella tosca expresión se suavizó como un bizcocho. Por donde lo mirase ese infante era una copia perfecta del ex-pandillero, fiero por el exterior, frágil como un crisantemo.
—Pero se supone que eres tú... —Él infló las mejillas, cerró los puños y se tragó la humillación—. No entiendo a los adultos, ustedes actúan como una pareja de papás. ¿Por qué no lo aceptan? —Griffin no pudo contener su carcajada frente a tan hilarante situación, sabía que su adorado sobrino haría esa pregunta pero no esperaba que tan pronto.
—Nosotros somos muy buenos amigos.
—Los amigos no duermen en la misma cama. —El japonés trató de desaparecer entre sus palmas, él estaba editando algunas fotografías para Ibe cuando este jovencito le comenzó a reclamar, la vergüenza fue garrafal—. Ni tampoco se dan besitos.
—¡Nosotros no nos damos besitos!
—¡Sí lo hacen! ¡Los he visto! —Como si hubiese sido convocado, la puerta del apartamento crujió para darle pie al centro del problema. Aquel galante rostro se vio matizado por la perplejidad frente a lo bizarro de la situación, él dejó los víveres en el suelo antes de incorporarse.
—¿Qué está pasando? —Su hermano mayor se estaba apretando el vientre con violencia mientras el japonés parecía a punto de desfallecer por el carmesí en sus mejillas, Ash alzó una ceja, dejándose caer contra la puerta del estudio—. ¿Qué les hiciste, Jade? —No fue difícil encontrar al culpable, él conocía esas pataletas a la perfección.
—¡Tú! —Los ojitos se le aguaron por culpa de la frustración, el cuerpo le pesó, el pecho le presionó como cuando estaba enfermo y el moreno lo acompañaba viendo plaza sésamo—. ¡Apestas ligando, papá! ¡Te detesto!
—¿Q-Qué? —Nada de esto pasaría si Ash Lynx usara esos 200 puntos de IQ que tanto amaba presumir para hacer al azabache su mamá.
—¡Los adultos son idiotas! —El infante se frotó el entrecejo, decidido, si su progenitor era incapaz de coquetearle a quien obviamente era su mamá, él se encargaría de ayudarlo.
La tarea no sería fácil, él lo sabía, el americano ponía cara de menso cuando se le quedaba viendo al japonés, una tenue capa de escarlata se le encendía en los mofletes con el roce de dedos en el desayuno o suspiraba melancólico mientras lo vislumbraba editar fotografías. Para el más joven era obvio lo que pasaba entre ellos dos. ¿Entonces, por qué? ¿Por qué sus padres eran los únicos seres humanos que no parecían aceptar que estaban casados? Era frustrante, él los amaba, quería verlos felices. ¡¿Por qué tenían que complicarlo todo?! Tenían suerte de que él fuese brillante.
El más joven se encerró en su habitación, tomó uno de sus cuadernos, una crayola y se puso a trabajar en su cometido: El manual de seducción para el papá soltero. Luego de una ardua labor mental él concluyó que siete pasos serían suficientes para juntar a esos dos. Pero a él no le cabía en la cabeza que ellos aún no supiesen lo mucho que se querían «meter la lengua hasta la garganta» como diría su tío Shorter Wong. Los adultos eran tontos. Una sonrisa sagaz se coloreó contra las páginas antes de que su obra maestra estuviese lista. Esto sería infalible.
Primero paso: Aguja e hilo.
—¿Mis papás cogen cuando se encierran en el cuarto? —Griffin se atragantó tras escuchar semejante pregunta.
—¡¿Quién te enseñó eso?! —El infante se encogió de hombros mientras le apretaba la mano.
—Shorter...
—Por supuesto fue él. —El castaño tomó una profunda bocanada de paciencia mientras se adentraban en el centro comercial, el pequeño le había suplicado para que lo trajese a vitrinear manualidades y le era imposible decirle que no a su sobrino cuando tenía esos grandes ojos verdes. No haber podido proteger a su hermano era su ancla desteñida.
Por eso se aseguraría de ser un pilar incondicional con este nuevo amanecer.
—Él dijo que eso deben hacer los papás.
—Bueno...
—Y que mi papá le traía muchas ganas a Eiji. —Él se frotó el entrecejo, su adorado Jade estaba insistiendo demasiado con ese tema, la relación entre esos dos era un campo minado, no era buena idea hacer presión.
—Eiji te ama aunque no sea tu mamá, lo sabes ¿verdad? —Él bajó el mentón para esconder un puchero.
—Sí... —Esa no era la respuesta que quería, él se aferró a los bordes de su jardinera, profesándose pequeño.
—Él escogió tu nombre con mucho cariño, Aslan no podría haberte criado sin su apoyo. —¿Cómo eso no lo convertía en su mamá? ¡Es que no lo entendía! ¡Estúpidas reglas de adultos!
—¡Pero ellos se gustan! Me enfada que no se den cuenta. —Sus hombros se relajaron bajo lo tenue de una risa, aunque el centro comercial estaba acribillado él solo se pudo enfocar en el mohín de su tío. Él era tan diferente a su papá, mucho más amable.
—Se conocieron en circunstancias un tanto extrañas.
—Siempre dices eso pero nunca me lo explicas. —Él frunció la boca, sabiendo que no podía contarle a un niño de ocho años sobre aquella guerra entre pandillas y mafias, su tráquea se cerró.
—Pero independiente de su relación amorosa, ellos son almas gemelas.
Ash Lynx tuvo a Jade Callenreese cuando apenas era un adolescente tratando de liberarse de Dino Golzine, la mujer con quien lo concibió fue su primer amor, él la atesoró con una fugacidad sublime hasta que ese pederasta se enteró de su traición, su romance terminó con una bala entre los ojos. Esconder a un recién nacido siendo jefe de pandilla fue una tarea monumental, Griffin no le pudo ser de utilidad, en ese entonces él seguía noqueado por una mala droga que consumió en Irak. Eiji Okumura fue un rayo de esperanza en una historia de tormentas.
—¿Para qué querías venir a comprar hilo?
El pequeño Jade se había pegado al escaparate de la tienda para vislumbrar la extensa gama de colores que ellos ofrecían, era impresionante, los carretes suspendían en las paredes como si fuesen joyas preciosas, una imponente máquina de coser deslumbraba bajo las luces, las agujas lucían cuales tesoros en vitrinas. Él jaló la mano de su tío con fuerza. Definitivamente encontraría lo que estaba buscando.
—Lo necesito para una confesión de amor. —Esa respuesta no lo compró, sin embargo, era inútil seguirle insistiendo, el cachorro era tan terco como el lince.
—Asegurémonos de llevar muchos colores para que quede lindo. —El esplendor en esos grandes ojos verdes fue una oda para la melancolía.
—¡Sí! ¡Usemos la tarjeta de crédito de papá para llevar muchos! —El mayor contuvo una risa, a pesar de su corta edad Jade era un niño muy perspicaz e ingenioso, sin duda sería un adulto excepcional.
—Entonces luego vayamos a tomar helado.
Trajeron hilo de cada color existente a casa, apenas llegaron el más joven se encerró en su cuarto para poner su plan en práctica. Con la ayuda de un tutorial que encontró en YouTube él haría un Nori Nori casero para que su padre se pudiese confesar, si algo había aprendido de las comedias románticas era que los clichés jamás fallaban. Pero su papá era un bruto para coquetear, aunque a veces llegaba con gigantescos ramos de girasoles o cámaras de fotografía él era incapaz de apreciar lo obvio, el japonés amaba a ese horrendo pajarraco más que a cualquier cosa existente. Y aunque Jade aborrecía a tan espantoso muñeco estaba dispuesto a lo que sea.
El video partió explicándole cómo hacer un molde con género, gracias a sus magníficos dotes artísticos no le fue difícil recrear tan horripilante silueta, coser los bordes fue pan comido al igual que bosquejarle el rostro, el problema llegó al momento de rellenarlo. Él se golpeó la cara, frustrado, había olvidado por completo comprar algodón, él trató de robarle algún juguete a Buddy para descuartizarlo y así reciclar la felpa, sin embargo, el Golden Retriever detectó sus intenciones y lo intimidó con un gruñido. Papel higiénico fue el reemplazo que eligió, no obstante, si Nori Nori antes le parecía una aberración ahora lucía sacado directamente de una película de terror, el peluche tenía un bulto grotesco en su panza, la cara lucía desproporcionada, el pico era un triste trozo de papel. Las mejillas le ardieron, ¡bien!, daba igual, su papá no era mucho mejor con las manualidades.
Tomando al sucesor de Chucky entre sus manos él encontró a la futura pareja de novios riendo en el sofá mientras veían una película, la indignación fue desmesurada, Ash Lynx estaba contemplando a Eiji Okumura como si todo el amor del universo estuviese pendiendo en esos relucientes ojos verdes, sus yemas se deslizaron con una fragilidad inefable por las mejillas del moreno mientras una sonrisa tan dulce que le pareció irreal se asomaba entre sus labios, por alguna razón su padre lucía completamente diferente cuando se trataba del japonés. Jade se cruzó los brazos contra el vientre, no quería creer que le estuviesen viendo la cara de tonto pero ellos lucían demasiado...¿Gays? Para ser amigos.
—Nunca habías tenido el cabello tan largo, Eiji. —El aludido perdió el aliento bajo las caricias del americano.
—¿Debería cortarlo?
—Te ves lindo así. —Las yemas de Ash Lynx se profesaron como una inyección de endorfinas contra su piel: aterciopelada, adictiva y mortífera—. Aunque siempre te ves lindo. —El japonés sonrió, bajito.
—Tú igual. —Jade rodó los ojos, no había nada heterosexual entre esos dos. ¿Qué tan ciegos tenían que estar para no saber que eran un matrimonio?
—¿Me estás alabando, onii-chan? ¿Estás admitiendo que soy guapo? —El azabache se derritió bajo tan delicados roces, él suspiró, embriagado por la familiaridad de ese perfume. Adoraba esa esencia.
—Lo hago. —Jade alzó una ceja, ofendido. Tal vez el tío Shorter tenía razón y ellos solo eran unos jotos reprimidos—. Aslan... —El más joven carraspeó, el sonrojo fue inminente cuando se apartaron.
—¿Tú no deberías estar durmiendo ya? Mañana tienes escuela. —Su padre le hizo espacio en el sillón, sin embargo, él lo ignoró para pararse directamente frente al japonés.
—¡Por favor, se mi mamá! —Él apretó con fuerza sus párpados antes de extenderle el engendro demoníaco, un ojo se le cayó al Nori Nori por el movimiento, el relleno le chorreó del cuello, una pata se le deshilachó. No era su mejor trabajo pero la intención era lo que contaba, ¿no?
—Jade... —Al no recibir mayor respuesta él alzó el mentón, asustado, la garganta se le cerró cuando contempló la expresión del rubio, él lucía tan triste, casi a punto de llorar.
—¿Papá? —El pecho le dolió, él no quería hacerle daño a quien más amaba, él...—. Por favor, no llores.
Solo quería que Eiji fuese parte de su familia.
—Jade, ¿puedes traerle un poco de agua a papá? —La gentileza en el mohín del japonés lo tranquilizó—. Parece que la sed lo puso de mal humor. —El nombrado dejó el peluche frente al sillón antes de encaminarse a su misión, de alguna manera el fotógrafo siempre se las arreglaba para sanar a su padre cuando él no podía.
—Eiji... —No tuvo que decirle otra palabra para que lo rodease con fuerza, el aludido sabía lo duro que había sido para Aslan criar solo a un hijo en medio de una tempestad bajo un paraguas quebrado.
—Lo estás haciendo bien. —Él se aferró con fuerza a la espalda del moreno—. Lo estás haciendo bien, Ash. —Él intentó recomponerse, sin embargo, él aún no era un reflejo completo.
—Mi terapeuta dijo que Jade podría hacer esta clase de preguntas, pero... —La boca se le secó, el corazón se le despedazó en la reminiscencia, él se hundió entre los brazos del japonés, deseando arrancarle este instante a la eternidad—. No estaba listo.
—Lo sé. —Él alzó el mentón siendo una oda para la vulnerabilidad.
—Siento que lo estoy haciendo mal. —Ningún niño debería tener que lidiar con los constantes ataques de pánico de su papá o unos traumas tan grotescos que aún le quemaban bajo el agua—. No creo ser suficiente para él. —Hacerse cargo de otra vida cuando él estaba repleto de mierda, sino fuese por la presencia del japonés, él no...
—Deja de ser tan duro contigo mismo, Jade es un niño increíble, hiciste hasta lo imposible para mantenerlo a salvo y lo lograste. —Él se craqueló en una dolorosa infinidad bajo los susurros de la libertad—. Y no estás solo en esto, no cargues con el peso del mundo sobre tus hombros cuando me tienes a mí.
—Eiji... —Siempre había sido de esta manera entre ellos dos, ¿verdad?
—Dije que me quedaría a tu lado por siempre, ¿no es así?
Cuando se conocieron por primera vez el japonés sabía el tipo de persona a la que se estaba enfrentando. Pero no le temía ni era cauteloso. Le hablaba con ese horrible inglés. El rubio pensaba que era raro, imaginó que sería porque era extranjero, pero con el tiempo se dio cuenta de que se equivocaba. Cuando estaba a su lado, su amabilidad, sinceridad y calidez le atravesaban el cuerpo entero. Lo completaba. De pronto quiso llorar, sin embargo, se hundió aún más en la ternura de ese abrazo. Eiji Okumura jamás le pidió nada a cambio durante esos ocho años de incondicionalidad.
Absolutamente nada.
A veces él no lo entendía. Sí, estaba yendo a terapia para poder sobrellevar el pasado porque superarlo cuando era más heridas que persona era imposible, sin embargo, la inseguridad era un tifón contra el barquito de papel al que se redujo su confianza. Con el apoyo de Max y Griffin él pudo acabar con esas asquerosas redes de pedofilia, sabía que su trabajo era crucial, él había cambiado, él era un amanecer en pleno apogeo, no obstante, cuando contemplaba esos sublimes ojos cafés él no podía creerlo. ¿Por qué un hombre tan maravilloso había permanecido a su lado? Cuando él estaba usado.
Ni siquiera se había atrevido a cruzar la línea de la amistad por terror a corromperlo.
¿Con qué derecho lo amaba?
No le podía ofrecer nada.
—Puedes apoyarte en mí, pero tienes que hablar seriamente con Jade para que me deje de llamar mamá, es humillante. —La risa de Ash le erizó el cuello, él lo acunó como si se tratase de un niño pequeño, sin embargo, eso seguía siendo.
—¿Prefieres que te diga ama de casa? —Maldición, el moreno lució hermoso con ese puchero, las luces de la película iluminaron desde la punta de sus cabellos hasta la infinidad suspendida en sus pestañas, los nervios le rebalsaron el alma.
—Prefiero algo que no lastime mi orgullo.
—¿Qué tal papá? —Las mejillas le quemaron—. Es lo que prácticamente eres, me ayudaste a criarlo. —Se golpearon las frentes cuando se apartaron, la risa frenética del lince de Nueva York no ayudó a disimular los nervios.
—Supongo que sí. —El corazón le golpeó con demasiada violencia la cordura, él tragó, si lo seguía mirando con semejante intensidad se terminaría desmayando, Nori Nori fue su escape—. Y mira lo talentoso que salió con nuestra crianza. —Ambos enfocaron su atención en el peluche frente a la televisión, un escalofrío le recorrió la columna vertebral.
—No conservaremos a la mascota de Annabelle, esa cosa necesita de un exorcismo.
—¡Ash! ¡No puedes decir eso de algo que hizo Jade! —El otro ojo de Nori Nori pendió en un hilo de silicona hacia el pico de papel.
—Porque lo amo debo prepararlo para el mundo real. —Buddy se acercó para olfatear al animal de felpa antes de arrojar un estruendoso gruñido—. Ni siquiera él lo quiere, los perros tienen un sexto sentido para lo maligno. —El moreno se inclinó para acunarlo entre sus brazos.
—A mí me parece lindo, lo pondré justo al frente de tu cama. —Jade ni siquiera estaba prestándole atención a lo ridículo de esa discusión, él estaba demasiado orgulloso vislumbrando la ternura de la escena para pensar en algo más.
Él apretó el vaso de agua contra su pecho, sabiendo que el primer paso había sido todo un éxito.
Sí, esos dos definitivamente se terminarían casando.
Nada podía salir mal con el manual de seducción para el papá soltero.
¿Verdad?
Es una trama chiquita y simple, pero quería sacar algo así como un canon divergence medio deforme. Este fic se actualizará cada dos días hasta acabarlo el 14 de febrero, morirá sin gloria ni pena en mi perfil, pero espero que sea una bocanada de fluff para tanto sufrimiento.
Muchas gracias a quienes se tomaron el tiempo para leer.
¡Cuídense!
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