Regla 3: No los escuches!
Al día siguiente de la hermosa y tierna confesión de Lupin, Severus Snape era un manojo de nervios, durante el resto de la tarde no se lo volvió a ver, ni siquiera en la cena, cosa que preocupó a cierto grupo de chicos y una chica.
Remus le había mencionado el incidente de la biblioteca a Lily y ésta había saltado de alegría al oír sus palabras, ya que según la pelirroja el licántropo era el mejor partido para el joven pelinegro.
En la sala común de Slytherin podía observarse a un joven de cabello largo y nariz ganchuda caminando en círculos frente a la chimenea.
-Severus si sigues caminado en círculos harás un hoyo en el piso- dijo un rubio de largos cabellos mirándolo divertido, el mestizo lo ignoró olímpicamente.
-Es que tiene miedo de ver a Lupin- la aguda voz de una hermosa chica de cabellos enrulados se escuchó, su nombre? Bellatrix Black .
-Calla Bella, no eres tú la que está siendo perseguida y acosada por cuatro chicos- decía con un gesto de desesperación el joven muchacho, las risas de sus dos acompañantes se escuchó en la sala.
-Ya vamos a desayunar Severus, tengo hambre- volvió a hablar el rubio, Snape no pudo hacer nada mas que suspirar cansado.
-De acuerdo Lucius, pero luego nos vamos derecho para la salón de pociones- el rubio asintió sonriente y se dirigió hacia la salida con sus dos acompañantes.
De camino al gran comedor tuvo la suerte de no encontrarse con los merodeadores, pero al entrar al comedor los vio, cada uno con sus ojos clavados en él, Lucius con una sonrisa gatuna envolvió a Severus en un abrazo por los hombros y los ceños de cuatro muchachos se fruncieron mientras que un rubio aguantaba la risa.
-Genial, ahora están celosos, bien hecho Lucius- decía Bella sonriendo, Severus se servía un poco de jugo de calabaza con manos temblorosas, no quería ni imaginarse que harían esos idiotas ahora que Lucius lo había abrazado, oh! Pobre Severus Snape.
Un pequeño pájaro de pergamino voló hasta el pelinegro, él con algo de miedo lo abrió, descubriendo una horrible caligrafía en cursiva.
"Esta tarde después de pociones en la torre de astronomía, espero verte.
J. P."
Con mirada inquisitiva miró la mesa de los leones deteniéndose en dos pares de ojos color avellanas escondido tras unos horribles lentes, James Potter lo miraba serio, bastante serio y si no fuera por su orgullo tragaría grueso, pero en vez de ello, solo levantó una de sus cejas en ese gesto tan característico suyo.
James Potter no cambio su expresión, pero su mirada vagó hasta quedar para en cierto rubio, solo allí frunció el ceño con ira contenida.
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Severus Snape se encontraba aún más nervioso que en la mañana, se encontraba saliendo del aula de pociones, que impartían con Gryffindor.
-En diez minutos Quejicus- escuchó un susurro y sintió el cálido aliento de alguien, tragó grueso y esperó unos minutos mientras se tranquilizaba.
Caminó con paso seguro hasta la torre y al abrir la puerta vio a Potter sentado en el marco de la gran ventana, mirando pacíficamente los terrenos de Hogwarts.
-Potter que es lo que quieres?- preguntó cansinamente, James se giro a mirarlo por un momento antes de volver su vista a los inmensos jardines.
-No quiero que te acerques a Malfoy, evita todo contacto con él, con cualquier otro hombre, mujer, niño, maldita sea!! Tú solo pertenecerás a uno de nosotros, al que gane tu corazón- gritó lo último, el rostro de Snape eran un poema, pero totalmente furioso fue y agarró de la túnica a James.
-Acaso es una jodida apuesta!!? Están jugando conmigo como siempre?!- preguntó la serpiente, Potter parpadeó un par de veces para luego negar con la cabeza.
-Hace unos meses descubrimos que todos estamos enamorados de ti Severus- dijo suspirando y desviando la mirada con lo que parecía un sonrojo, merlín!! James Potter sonrojado.
-Entonces Canuto, Lunático, Colagusaño y yo hicimos un acuerdo en el que no dejaríamos que nadie se te acercara, solo uno de nosotros debe ser tu pareja- continuó jugando ahora con el dobladillo de su túnica.
-Y tuvimos bastante trabajo, sabes cuantos idiotas están tras ti en Hogwarts? Ni siquiera te conocen y quieren ser tu pareja!!- decía James exasperado.
-Y ustedes me conocen demasiado bien? No Potter?- dijo mordazmente mientras trataba de procesar toda la información.
-Si, bueno, no, pero si por lo menos nos dejaras entonces seria mucho mas fácil- decía el castaño, Severus rió sin gracia.
-Y crees que dejaré atrás cinco años de burla, eres mas idiota de lo que pensé Potter, por que sabes... Te odio- dijo recalcando la última palabra, si vio la decepción y la tristeza en los ojos de James, no dijo nada, Severus sólo dio media vuelta y regresó a su sala común.
'......Regla 3: No los escuches!
Aunque ellos te digan la verdad, la distorsionarán tanto como sea posible para que le tengas lástima.
No escuches ninguna palabra de los merodeadores, solo buscan derrumbar esa barrera que con tanto esfuerzo has alzado.
Sólo buscan poder acercarse a ti y poder abusar de tu inocencia, no dejes que sus palabras dejen el gusanito de la duda en tu mente.
Si cumples las reglas uno y dos te será mucho mas fácil seguir esta, con este manual sólo busco hacer mas llevadera mi deprimente vida llena de acosadores y posibles violadores.
Busca a tu Lily Evans y cuéntale tus dudas, aunque después vaya a contárselo a los merodeadores cuéntale, tal vez un poco de intuición femenina sea la que se necesite.
Ya sabes, no escuches una palabra de lo que dicen, o la duda se apoderará de ti............'
Terminó de escribir mientras suspiraba, con pesar fue a buscar a Lily para contarle lo que sucedió, necesitaba desahogarse y un consejo.
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