Capitulo 7 : No confies
•Primero que nada quisiera agradecer a la gran Ma-Chan95 por ayudarme con el título del capítulo. Muchísimas gracias amiga! 😊🎉✨
•Lo que me lleva al segundo punto: Hermosos lectores, vengo hasta aquí para preguntarles por ideas para nuevas reglas. Ya tengo ciertos capítulos previstos y la historia en borrador, pero no logro encontrar buenas reglas que vayan bien en los títulos. Así que cualquier sugerencia es bienvenida 🙌🏽
•Y por último quisiera mandar enormes besos y abrazos a todos los países desde donde leen esta historia😘 Gracias a:
- México.
- Colombia.
- Chile.
- Argentina.
- España.
- Costa Rica.
- Italia.
- Guatemala.
- Perú.
- Ecuador.
- Venezuela.
- El Salvador.
- República Dominicana.
¡Os adoro a todos!😍🎉✨
(Si olvide tu hermoso país, por favor házmelo saber para ponerlo a la lista🙌🏽)
•Así que sin nada más que decirles los dejo continuar con la lectura del capítulo.
Disfruten de la lectura📚 y no olviden sus estrellas ✨ y comentarios 👁🗨.
Los amo❤️
POV Marinnette
Aún el sol no salía cuando un sonido me despertó de golpe.
Era un celular.
No era el mío así que sin abrir los ojos lo ignoré intentando reconciliar el sueño. Pero solo pude sonreír recordando la noche anterior.
Mi corazón latió con más fuerza.
A mi lado sentí que Felix se movía.
- ¿Hola?-contestó con voz adormilada.
No escuché la respuesta del otro lado de la línea.
Se alejó de mi costado y se levantó de la cama.
- ¿Cómo estás? -Saludó en voz baja.
Comenzó a caminar hacia la puerta.
Sus pasos eran lentos y suaves para evitar despertarme.
- No, estaba durmiendo. - hubo un corto silencio- Si, el trabajo fue duro, la reunión con los accionistas estuvo algo tensa... -La puerta chirrió al abrirla y cerrarla.- pero logramos convencerlos de tomar riesgos.-su voz se alejaba.- Si, por eso no fue posible contestarte hace unas horas, no pude salir de la reunión hasta la madrugada.
Mis instintos se activaron.
Felix hablaba con la persona que nos interrumpió en la noche, y acababa de mentirle.
«No puedes esperar a que le diga a todo el mundo que estaba teniendo relaciones...» pensé.
Me volví a acomodar entre las sábanas para disponerme a dormir de nuevo pero no podía dejar de escuchar la conversación atenuada por la puerta que nos separaba. Cada vez su voz era más imperceptible.
- Si, lo sé...-escuché como si fuera un susurro- Yo también te extraño.
«Click»
Abrí mis ojos de golpe.
«¿Qué?»
Me incorporé apoyando mis brazos en la cama mientras Felix seguía hablando.
«Posiblemente fuera su padre, o Adrien» intenté convencerme.
«Pero Felix nunca es expresivo» argumentó otra vocecita.
La curiosidad picaba y no podía oír bien, así que me levanté y caminé con pasos lentos hasta la puerta.
Apoyé mi oreja sobre la madera fría.
-Si, si...-continuó - Fueron unos meses largos...-silencio- Claro que me emociona que llegues...No, ninguna chica.-fingió una risa. Fruncí el ceño-...Sabes que eres la única...
Mi mandíbula cayó y sentí un pinchazo en mi estomago.
Algo comenzó a pesar dentro mío; pero me negué a llegar a cualquier conclusión.
Debía existir alguna respuesta lógica, alguna explicación a esa conversación, algo que demuestre que el malestar que comenzaba a crecer en mí era injustificado.
-No te preocupes, iré a buscarte al aeropuerto...
Mi respiración comenzaba a intensificarse.
-Si, en mi apartamento...
«Calma, Marinette, calma» me pedí.
-Bueno, te llamaré más tarde, Bridgette...
Los ojos comenzaron a picar.
-...Yo también te quiero.
¡PAM!
Mis dedos se crisparon, mi garganta se secó y el aire faltó en mis pulmones.
Un golpe directo en el pecho.
Me tapé la boca para evitar hacer ruido.
«No, no, no»
Me negaba a creerlo.
Esto no podía estar pasando; no otra vez.
La vieja herida se abrió de golpe haciendo que la sangre brotara y el ardor me consumiera.
Cerré los ojos con fuerza.
«No está pasando, no está pasando...»
-Adiós.- escuché, seguido de pasos que se acercaban a la habitación.
Rápidamente tomé mi ropa del suelo y entré al baño cerrándolo con llave.
Me apoyé sobre la puerta y tomé aire de golpe porque me ahogaba.
Mi vista se nublaba por las lágrimas que amenazaban con salir.
El nudo en mi garganta no me permitió responder cuando escuché a Felix llamarme.
- ¿Mari?- preguntó su voz del otro lado de la puerta -¿Todo bien?
Me deslicé lentamente hasta caer al piso y oculté la cabeza entre mis rodillas.
No, nada estaba bien.
El dolor se apoderaba de mi, me sentía al igual que hace años atrás.
Volvía a ser aquella niña que abrió la puerta y encontró a su novio y a Chloé besándose. Volvía a ser aquella niña que lloraba frente al espejo y se preguntaba qué había echo mal. Volvía a sentirme engañada, impotente, estúpida.
Confié y fui traicionada. Bajé la guardia y me acuchillaron por la espalda. Dejé de jugar y jugaron conmigo...
-Mari, abre la puerta...-pidió Felix intentando forzar la perilla.
Felix, el chico que siempre miré con cariño.
Ni siquiera cuando supe que era un jugador cómo yo, dudé de él...o de sus sentimientos.
Negué con la cabeza.
¡Qué tonta había sido! ¡Una total idiota!
«¿Cómo pude confiar en él? ¿Cómo pude dejar que me engañarán?» me regañé «¿ Cómo dejé que entraran tan profundo en mí corazón y luego me rompieran de esta forma, otra vez? ¿Cómo dejé que se repitiera?»
Volví a subir la mirada a la perilla que se agitaba.
Respiré hondo y profundo; y fruncí el ceño.
«Perdóname Marinette » pensé. «Fui una idiota.»
Me levanté y vestí rápidamente.
Me miré al espejo y en el reflejo la niña de quince años y el corazón partido me devolvió la mirada.
Le había prometido algo simple: No más dolor. Pero fallé.
Fallé por confiar.
Fallé por dejar que me enamoraran.
Pero no dejaría que él lo viera. Así que me obligué a tener una máscara fría. Una que no le dejara descubrir lo que en verdad sentía.
Y abrí la puerta sintiendo que el muro volvía a construirse.
Felix me miraba con nerviosismo, dudoso si había escuchado su conversación.
Lo confirmó cuando vio que estaba con el mismo vestido azul que había comprado sólo por él.
Qué tonta me sentía.
Con calma me abrí pasó y caminé directo hacia la salida ignorándolo completamente.
-Mari...-dijo tomándome el brazo.
Al instante en que sentí sus dedos enrollarse en mi piel, cómo lo hizo unas horas atrás, me solté de su agarre con asco.
-No vuelvas a tocarme, Felix Agreste.-amenacé seria y continúe con mi camino.
-¡No! ¡Mari, espera!-pidió detrás mío.-Puedo explicarlo.
-¿Explicar qué? ¿Que hay otra chica además de mi? ¿Que en realidad nunca cambiaste? ¿Que te atreviste a jugar conmigo de nuevo? - Negué con la cabeza aún mirándolo con disgusto. - No te atrevas a volver a mentirme. -Sentencié apretando los dientes.
Salí de su habitación y caminé por su pequeña sala.
-¡Espera!-pidió detrás mío.- No entiendes. Yo no la quiero...
-No fue lo que escuché.-Interrumpí.
-Mi padre me obliga a estar con ella, por la empresa...
-Creo que estás lo suficiente grande como para tomar tus propias decisiones.
-Pero una palabra tuya, Marinnette...-continuó ignorando lo que dije.- sólo una y yo la dejo. Lo dejo todo porque yo te...
Mi corazón se estrujó de dolor.
Me giré hacia él.
- No te atrevas a decirlo. - gruñí mirándolo a los ojos. - ¿Tienes alguna idea de lo utilizada que me siento? Nunca, en mi vida, estuve con un chico que tuviera novia. Nunca dejé que otra chica sufriera lo mismo que yo, y no dejaré que esa chica...-señalé el celular que estaba en la mesa.-...sufra por mi culpa.
Tomé la perilla de la puerta y la abrí dispuesta a irme, pero cuando iba a salir Félix apoyó una mano en la madera y la cerró de golpe frente a mis narices.
- Necesito que me escuches, Marinnette. - Pidió.
Volví a negar con la cabeza y abrí la puerta.
Pero entonces Félix me tomó de las mejillas y plantó un beso en mi boca.
«Click»
Conocía esa táctica. Era el recurso más desesperado de los jugadores.
Él esperaba que primero cayera en mis sentimientos para que luego lo perdonara. Él esperaba que comprendiera su situación. Que sea la otra, que me quede con él, a escuchar su versión de la historia.
Pero no iba a funcionar. No con Ate.
Así que, molesta, empujé en su pecho para alejarlo de mí y levanté mi mano para darle un golpe en su rostro.
-No te atrevas a volver a tocarme.-le grité .-No quiero volver a saber de ti.-Terminé y salí azotando la puerta detrás mío.
Corrí hasta que a mis pulmones les faltó aire.
Estaba huyendo como si mi vida dependiera de ello. Y lo hacía; o por lo menos así me sentía.
Llegué a mi edificio y cuando cerré la puerta de la calle detrás mío todo el enojo desapareció, dejando en su lugar mucho dolor.
Con una mano abracé mi estómago sintiendo nauseas por culpa de las mariposas que caían muertas; y con la otra me apoyé en la baranda.
Estaba débil, sin fuerzas y con un dolor de cabeza que comenzaba a sacarme lágrimas.
Subí las escaleras.
Cuando de pronto, la puerta de la señora Nihla se abrió de golpe y ella salió molesta.
- Señorita Dupain. - Gruñó - ¿Tiene idea de la hora que es?
Cerré los ojos con fuerza intentando que las lágrimas no salieran.
Me sentí estupida por volver a llorar, después de tanto tiempo.
- Señorita Dupain, le estoy hablando. - dijo acercándose peligrosamente hacia mi.
Pero no me importaba. El malestar que había nacido en mi pecho se extendía hasta mis costillas.
Bajé la cabeza indispuesta.
La casera llegó furiosa hasta mi, pero en cuanto vio mi estado su rostro cambió a uno de preocupación.
- Señorita Dupain. -susurró dulcemente, sorprendiéndome. - Se encuentra bien.
No pude seguir subiendo las escaleras.
Mis piernas flaquearon y caí de rodillas.
Me abracé a mí misma y negué con la cabeza.
La señora Nihla se acuclilló a mi lado.
- Señorita Dupain, ¿Qué le pasó?
«-Te quiero» dijo Félix.
«-Te quiero» se repetía en mi cabeza, como un eco.
Él no me amaba.
«Te quiero»
Él solo me usó.
«Te quiero»
Y pensar que yo estaba dispuesta a declararle algo mas profundo que esas palabras unas horas atrás.
«Pobre imbécil.» me criticó una voz en mi cabeza.
No pude evitarlo y comencé a sollozar.
- Señorita Dupain. -pidió desesperada. - ¿Necesita algo?
Mi llanto comenzaba a aumentar. Y yo ya no controlaba mi cuerpo.
Todo ardía dentro mío.
- Por favor señorita Dupain, ¿Quiere que llame a alguien?
Mi cuerpo se sacudía botando toda la tristeza con lágrimas que caían al piso.
Asentí con la cabeza.
- ¿A quién debo llamar?
Intenté calmarme para poder responder, pero fue casi imposible.
- Ni-ni-Nino La-Lahi-hiffe . -Logré murmurar entre mis llantos e hipidos.
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