CAPITULO 55
CAPITULO 55:
-¡Madison! –me levante, desconcertada-. Yo no... -intente explicar.
-¿Tu no qué? Te acabo de escuchar, Karol –las lágrimas salían de sus ojos como si fueran caballos de carrera, desatrampados por ganar-. Oí cuando lo dijiste a Alexis, ¡Eres una traidora! –grito al instante, sentí el sonoro golpe de la palma de su mano contra mi mejilla, produciendo un ardor instantáneo y el seguro enrojecimiento de mi piel.
Tan duro fue el golpe que, la cara se me desvió hacia un lado y Alexis tuvo que detener a Madison.
-¡Mad, tranquila! –le ordeno, asustado.
-¿Cómo quieres que esté tranquila? Si mi supuesta mejor amiga me traiciono, claro, ahora entiendo todo –no dejaba de llorar y el coraje era legible en su rostro.
Los nudos se habían quedado atascados en mi garganta, y el corazón, hecho pedazos en mi pecho, latía angustiado. Mis lágrimas eran de amargura, deseaba fervientemente que todo fuera una pesadilla.
-¿Cómo no me di cuenta antes? ¡¿Y tú no pensabas decírmelo?! –me empujo y Alexis volvió a sujetarla.
-Madison...
-¡Te abrí la puerta de mi casa! ¿Y me pagas robándote a mi novio? –Seguía farfullando ella llena de furia e hizo caso omiso a la voz de Alexis-. ¡Que estúpida! No puedo creer que tu... -se quedó a la mitad de la frase, le dolía bastante. La conocía y sabía que estaba hecha pedazos, cosa que solo sirvió para hundirme más en la miseria. Seguía sin poder hablar, solo lloraba y miraba a Madison-. Hace algunos minutos estaba llorando porque te ibas –farfullo-. Ahora entiendo la razón, que cobarde –siseo-. Pero ¿sabes? Me da gusto que te largues, hipócrita –me dio una última mirada despectiva, dolida, y se dio media vuelta para salir de la habitación.
Me quede inmóvil, dejando que mis lágrimas se suicidaran sin piedad; respirar me era difícil y sentía que me faltaba el aire.
Alexis me miro, decepcionado.
-Ve –alcance a susurrar, con el hilo de voz que salió de mi garganta-. No la dejes sola.
Se me quedo mirando, era una mirada extraña, estaba entre la frustración y la angustia. Pero enseguida salió detrás de Madison.
Entonces me quede sola.
Las lágrimas no se cansaban de salir y parecía como si nunca se acabaran, esto no debió de haber terminado así, ni siquiera debió tener comienzo.
Me quede inmóvil durante un par de minutos y luego, mire a mi alrededor, ya no volvería a ver a Alexis y no había tenido la oportunidad de decirle adiós. Busque con la mirada algún cuadernillo y divise una hoja encima de su escritorio; tome un bolígrafo y garabatee sobre el papel en trazos largos:
"Me lo dijiste, lose.
Disculpa todo el daño que hice, que le hice a ella. Era lo que menos hubiera querido que pasara. Agradezco todo lo que hiciste por mí, gracias por entenderme.
Fuiste mi mejor amigo y nunca voy a olvidarte.
Perdóname.
Te quiero. "
Lo deje sobre su cama y luego, con un nuevo dolor en el pecho, Salí de aquella habitación. Me deslice como anima en pena escaleras abajo y cuando baje a la sala para cruzarla y llegar a la puerta, a mirada de la madre de Alexis me detuvo.
-¿Estas bien? .me pregunto.
Mantuve mi mirada baja, avergonzada y negué con la cabeza.
-¿Quieres una taza de té? –me ofreció, afable.
-Tengo que irme, se me hace tarde. Gracias de todos modos –musite e intente dar el primer paso hacia la puerta.
-Antes de que te vayas –dijo-. Quisiera decirte algo –me detuve y gire sobre mis talones, despacio, la mire.
Su rostro, dulce como el de toda madre, tenía un tono rosado en las mejillas, como un durazno. Su cabello era igual de rizado que el de Alexis y del mismo color castaño que el de Cameron. Me sonrió.
-La traición es algo muy fuerte –musito, acercándose y la mire con ojos asustados. Ella rio-. Aquí las paredes no son muy sólidas –explico-. Además uno intuye cosas cuando las ve salir por la puerta llorando.
Me sentí más avergonzado que antes y baje la mirada.
-Lo que quiero decirte –me levanto el mentón, con delicadeza-. Es que la traición puede llegar a ser muy dura, muy profunda, viniendo de una persona a la que se quiere. Pero, más allá, el amor es más profundo y fuerte.
Me le quede mirando, confundida, ¿Qué era lo que me estaba diciendo? Solloce.
-Cariño –ella vio la confusión en mi rostro, tan palpable como mis lágrimas-. ¿Tú amas a mi hijo Cameron? –se me paro el corazón, pero antes de que pudiera contestarle, ella sigue hablando-. Madison es una muy buena chica, trabajadora, educada, bonita; me guata que Cameron salga con ella. Pero no se trata de que me guste a mi o al resto de la sociedad, se trata de la felicidad de mi hijo. Todos cometemos errores, cariño. Pero siempre recuerda que el amor tiene mucha más fuerza que cualquier otro poder en el mundo y al final de cuentas, aquellos errores, son los peldaños de una escalera que nos lleva a nuestro destino.
El silencio me rozo con el aire, quise asimilar y comprender, una por una sus palabras. Ella me sonrió.
-Buen viaje –me acaricio la mejilla.
-Gracias –musite, mas confundida que antes.
Salí por la puerta y el corazón se me encogió de angustia, una vez más. ¿Cómo iría de nuevo hasta el departamento? Alexis se había ido con Madison y yo, difícilmente recordaba el camino. A pie haría más de treinta minutos, si es que llegaba.
Era el colmo de mis desgracias.
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