25
Había visto su fotografía en Internet, pero sin duda de eso ya había pasado algún tiempo. Era un sujeto con escaso pelo, ahora ya gris; su rostro robusto estaba cubierto de una piel expuesta bastante al sol. Me sonrió.
-Kim Taehyung –se levantó-. Qué placer me da conocerte –me extendió la mano y la tomé, receloso, con mi ceño ligeramente fruncido-. Siéntate, por favor.
La silla rechinó en el suelo cuando así lo hice.
-Señor Shin... –empecé.
-Hyesung, por favor –me interrumpió, afable.
-Bien, Hyesung. Esa fotografía no debió llegar a usted, es que...
-¿Cómo que no? –se echó para atrás, como sorprendido.
-Es que esa foto era... –luché con mi fuero interno para no decir "prohibida" y buscar la palabra adecuada- era...
-¿Fenomenal? ¿Excelente? ¿Maravillosa? ¿Cautivadora? –me interrumpió, de nuevo.
Y a pesar de todo lo que dijo, aquello no se acercaba ni un poco al significado que yo le daba.
Me reí.
-No, es que... –resoplé, frustrándome- Esa foto es personal.
-Piénsalo, sería una bellísima exposición fotográfica –gesticuló, como imaginándose la escena, ignorando mi comentario. Luego de un segundo, me miró-. Y sin duda sería una gran oportunidad para ti. No me digas que no es lo que quieres. Todo fotógrafo lo quiere –presionó, y tenía razón.
-¿Qué fotografía le dio Jin? –inquirí, quería saber cuál era la imagen que le había fascinado tanto.
Suspiró al verme renuente, luego se levantó de su silla de cuero y fue por una carpeta azul de su archivero. Volvió a sentarse y me dio el folder. Lo tomé y luego lo abrí. El corazón se me expandió por todo el pecho y el estómago se me encogió. Entre mis manos tenía una de mis fotografías, una de tantas imágenes que no había visto hace tiempo. El hermoso rostro de Hoseok exponía su perfil izquierdo, y las luces de fondo de aquella feria proyectaban un centelleo en sus ojos. Era hermoso.
-No sé si vea lo mismo que yo veo en esa foto –me dijo el señor Shin-. Yo veo una frase de alguna canción romántica, un cuento corto para contarles a mis hijas en las noches. No sé si me doy a entender –juntó sus manos sobre el escritorio y se inclinó un poco sobre él-. Me gustaría ver todas, por favor.
Entonces lo miré. Luego saqué de mi morral el sobre que contenía las demás, y aun medio vacilante, lo deslicé sobre la madera del escritorio hasta las manos de Hyesung.
Él me sonrió y luego abrió el sobre, sacando todas las fotografías. Cerré los ojos por un momento, bajando la cabeza. No sabía qué estaba haciendo, o mejor dicho, sí sabía pero no estaba seguro de hacerlo. Sohyun y Hoseok vinieron a mi cabeza. Si de alguna manera se dieran cuenta, ¿cuál sería su reacción? ¿lo creerían un abuso o quizá una burla? Sobre todo Hoseok, él es quien aparece en las fotos y... ¡Hoseok! Por un momento pude ver una cara de la moneda que no había visto.
Si Hoseok llegase a saber, ¿vendría a buscarme? Al menos para reclamarme, enfadarse o cualquier cosa, y yo... lo volvería a ver. No que eso cambiara las cosas, quizá me odiaba por destruir su relación con Sohyun y más aun por publicarlo sin derecho alguno pero... era tanto el anhelo de saber de él que de cierta manera se había convertido en una necesidad. ¿Llegaría la noticia hasta Japón o donde sea que Hoseok se encontrara? Miré a Hyesung y de pronto lo vi como una esperanza.
Él había terminado de ver todas mis fotografías y la sonrisa en su rostro me decía que le habían gustado. Repentinamente la idea de exponerlas no me resultaba tan descabellada. No si eso, de alguna forma, me acercaba a Hoseok.
-Vaya –dijo Hyesung, admirando la última imagen-. Son fantásticas –confesó-. Es como si te contaran una historia.
Me reí.
-Tienen una historia, no hay fotografía que no la tenga –admití.
-Me gusta, estoy encantado con su trabajo, señor Kim. Sería un honor para nosotros exponer estas fotografías –me dijo, con los ojos rebosando de excitación-. ¿Qué dice usted?
Y entonces mi mente había cambiado por completo, mi perspectiva ya no era la misma que hace unas horas.
-Hagámoslo –acepté, llenando mi cabeza de la imagen de Hoseok, ignorando si estaba bien o mal.
La sonrisa de Hyesung se volvió aun más intensa, acentuándose en su moreno y arrugado rostro, luego me extendió la mano.
-Hagámoslo –repitió.
Estaba loco, severamente loco. Había aceptado la propuesta de Hyesung y ahora no podía echarme para atrás. Y es que alguna parte de mi cabeza, quizá la más destornillada, tenía la ridícula esperanza de que aquella exposición, de alguna manera me acercara a Hoseok.
Tenía que llamar a Hyesung para darle el nombre de la exposición, me había dado sólo un día para pensarlo, ya que todo se llevaría acabo en un mes, a finales de enero.
Me había pasado casi toda la noche en vela, ideando algún buen nombre para mi trabajo, algo que fuera como el título de una historia, pero nada era lo suficientemente bueno. Luego recordé una de las conversaciones que había tenido con Jimin, aquella en donde le mostré la cantidad de fotografías que había tomado de Hoseok. Había usado un término para referirme a ellas: Manual de lo prohibido, porque para mi eso eran. Entonces tuve la idea y el nombre para mi exposición, Manuale del proibito, en italiano, porque había sucedido en Venecia.
Luego de que llamé a Hyesung y que encantado aceptó el título, tecleé el número de Jin, él aun me debía ciertas explicaciones. Le pedí que viniera a mi casa y a los pocos minutos apareció tocando mi puerta. Lo hice entrar y lo senté frente a mí en la sala.
-¿Recibiste la noticia, no? –me sonrió, no sabiendo qué esperar.
-Justo ayer. ¿Por qué no me dijiste?
-Porque pensé que ibas a decir que no y no estoy equivocado, ¿verdad? –enarcó una ceja.
-Pues no, pero... acepté –exhalé.
-¿Aceptaste? ¿En serio? –la expresión de viva alegría le volvió al rostro.
-En contra de mi mismo, incluso –admití.
-¿Por qué dices eso? –preguntó, confundido.
-Porque al exponer esas fotografías, terminarán por odiarme, Jin. Fui y destruí su perfecta relación, le mentí a Hoseok al decirle que no lo amaba y ahora, vengo aquí a exponerle mi vida a medio mundo.
-No estás exponiendo tu vida –me contradijo-. Cada persona interpretará las fotografías a su manera, allí no dice "le robé el novio a mi mejor amiga" ¿o sí? –volvió a levantar la ceja.
-Ya lo sé, pero soy tan egoísta que no importa tanto que Hoseok se enoje y me odie por completo, me duele muchísimo pero... sólo quiero verlo de nuevo. Por eso acepté, Jin, esto me da la esperanza de volver a contemplar su rostro.
-¿Egoísta? Taehyung, eres la persona menos egoísta que conozco, pero te diré lo que sí eres: masoquista –fruncí el ceño pero el continuó hablando-. Por una vez en tu vida, Taehyung, date gusto a ti mismo. Vives preocupándote de la vida de los demás, de sus opiniones y te dejas de lado –me sacudió ligeramente de los hombros-; piensa por una vez en ti. Si esto puede que te acerque a ese tal Hoseok, pues no te detengas. Por una vez en la vida, lucha por lo que quieres.
No me había detenido a pensar, que aunque Jin fuese un bruto de sentimientos, podría llegar a ser también el amo y señor de la razón. Y justo ahora la tenía, no me iba a echar para atrás pensando en la gente a mi alrededor, o la que alguna vez estuvo allí; aun por más ridícula que fuera la idea y burda la esperanza, debía seguir adelante.
-Supongo que tienes razón, Jin –le sonreí y él también.
-No supongas, la tengo –rió y luego me abrazó-. Sé que va a ser la exposición fotográfica más popular en Corea –me animó.
-O más allá.
Después de aquella tarde y de muchas más, mientras el tiempo seguía su trascurso y con el se llevaba mis suspiros; la fecha de la exposición fotográfica se acercaba. Hyesung había hecho su reconocido trabajo al darle la suficiente publicidad al mío; mandando a imprimir folletos, volantes e incluso un espectacular en la ciudad. Hyesung era un viejo chiflado, pero me daba esperanza. Inclusive se utilizó el diseño de una página web en la Internet, anunciando la exposición fotográfica "Manuale del proibito" por Kim Taehyung y a lado, una fotografía de Hoseok, la que Jin había llevado a Hyesung. Ver mi nombre bajo el título y a lado de la fotografía era para mí como una llamada de auxilio para que Hoseok la pudiera ver. Algo que esperaba lo trajera hasta mí al reconocer aquel nombre, del cual anhelaba no se hubiera olvidado tan pronto.
No esperaba que me tendiera los brazos y me abrigara en ellos; sólo quería verlo de nuevo, tenerlo frente a mí era el deseo más ferviente de mi corazón, y aunque me odiara con toda su alma, le explicaría que lo amaba y porqué le había mentido; pero sólo si él atendía ami llamado.
-Es espectacular, ¿no crees? –el eco de la voz de Jin resonó en el salón vacío, trayéndome al presente.
-¿Cómo dices? –pregunté, haciendo demasiado evidente mi falta de atención.
-El lugar, es grandioso –dijo, fingiendo no darse cuenta-. Ya me imagino todo, ¡no puedo esperar a que llegue el martes!
Miré a mi alrededor curioso por las palabras de Jin, aunque la mayoría de las veces resultaba ser un exagerado, esta vez tenía razón. Era un salón grande, con piso de mármol en color negro, las paredes blancas se expandían extensas dándole un espacio realmente grande y una ventilación y luminosidad al lugar. Aquello era el sitio perfecto que Hyesung había conseguido para que se llevara a cabo mi exposición y aunque quedaba casi fuera de la ciudad, al norte de Seul, Jin se había ofrecido en llevarme y traerme las veces que fuera necesario.
Él siguió andando por las habitaciones del lugar, mientras que otras de las palabras que él había dicho, captaron mi atención. Faltaba casi menos de una semana para que se llevara a cabo la exposición y el mes se había pasado lento a pesar de todo, o mejor dicho, lento para mí, ya que cada día la agonía de desconocer el resultado de mi atrevimiento, me arrastraba en una incertidumbre desconocida que me obligaba a ignorar el paso de las horas en el reloj.
Cuando hubimos terminado de ver el lugar, Jin me llevó a casa y me hizo prometer que no pensaría en otra cosa más que en la exposición fotográfica. Y aunque traté de hacerlo, me resultó completamente imposible, Hoseok se había convertido en mi pensamiento constante y además, la razón de mi exposición, ¿cómo no iba a pensar en él? Eso, ni aunque me borraran la memoria.
Por la tarde charlé con Jimin y le conté las buenas nuevas, evitando por supuesto, el plan debajo de ellas. Además Jimin me lo ponía bastante fácil, ya que procuraba no hablar de Hoseok tampoco. Me contó sobre lo bien que iba su relación con Yoongi y que él me mandaba saludos, luego algunas cosas triviales que ocuparon el lugar de la conversación.
Yo debía de mantener la farsa, hacerle creer a las personas a mi alrededor que esto no era para mí más que el placer del trabajo bien recompensado y no una esperanza a mi locura.
El martes llegó con prontitud, a pesar de mi desvarío por el tiempo. Veía cómo acomodaban las fotografías en la pared, tratando de encontrar la manera de que se vieran elegantes y perfectas. Pero para mí ya lo eran. Me mordí el labio inferior con nerviosismo y luego divisé a Jin hablando con Hyesung en la otra esquina, mientras le mostraba unos papeles y el viejo asentía.
Faltaba menos de un par de horas para que las puertas se abrieran y la gente pasara. Puse mi atención hacía el lado izquierdo de donde me encontraba parado y miré a los meseros acomodar los aperitivos en distintas bandejas para poder servirlos. A pesar de que todo era una situación distinta a otra, mi mente no dejaba de volar en torno a una sola cosa con nombre propio.
No es que tuviera precisamente la esperanza de que él apareciera, justo aquí. Pero al menos que me buscara luego, que supiera que estaba cerca de aquí, que supiera que lo necesitaba. Vi a Jin acercarse a mí y le sonreí nervioso.
-En un momento empezará todo, ¿estás listo? –me preguntó y sin dejarme contestar añadió-: Hay mucha gente que desea entrar.
-Estoy nervioso, es la cosa que más quería cuando comencé a trabajar en esto y ahora ya está aquí.
-Los sueños se cumplen –me sonrió-. ¿O lo dudas?
-Te lo contesto luego. ¿Qué te dijo Hyesung? –pregunté, cuando lo vi salir por la puerta giratoria, además de querer cambiar de tema.
-Oh, tiene que irse, pero me dijo que le pasara un reporte de cómo había resultado todo. Él también está emocionado y ansioso. Oh, y quiere que pruebes los bocadillos.
-¿Hyesung quiere eso? –dije, extrañado.
-No, en realidad el que quiere eso soy yo, relájate, Taehyung. Vamos –me tomó del brazo y me llevó hasta donde los mozos acomodaban las charolas.
Mordisqueé con ansiedad un par de aperitivos que rápido hicieron aparición en mi garganta al pasar por ella. Pronto se llegó la hora, el reloj marcó las diez de la mañana del martes treinta y uno de Enero, las puertas se abrieron y gente comenzó a entrar, girando sus cabezas hacía cuanta foto veían y dirigiéndose a ellas. Me di la media vuelta y cerré los ojos, yéndome a sentar a otro lugar porque no quería ver la cara de las personas al mirar las fotografías, no deseaba saber qué pensaban, qué se les ocurría. En ese momento me arrepentí de haber dicho sí.
Así pasaron cuarenta minutos de las dos horas que se habían predestinado para la exposición. Cuarenta largos y tormentosos minutos de ver –aunque no haya querido y haya hecho casi todo por evitarlo- el rostro de las personas que sonreían y movían sus cabezas en forma de asentimiento y fascinación al contemplar las fotografías que habían sido tomadas por mí. "Manuale del proibito" estaba siendo un éxito que a la gente le gustaba por encontrar inspiración en aquellas imágenes a blanco y negro.
Alguien me tocó el hombro y el corazón se me paró por un segundo. Me giré sobre mis talones y una chica de ojos grises me sonrió. El corazón volvió a su ritmo, decepcionado.
-Disculpa, ¿eres el autor? –me preguntó, mientras en su mano izquierda sostenía una libretita.
-Sí así podría llamársele, sí –le devolví la sonrisa que antes me había dado.
-Hola, soy Jwae Hemin y trabajo para el periódico local –me ofreció la mano en saludo de presentación y yo la tomé-. Debes de sentirte orgulloso de que tus fotografías estén fascinando a todo el que entra por esa puerta y las ve, ¿no es así?
-Vaya, gracias –dije, tímido.
-En lo personal a mi me han encantado, pero ¿podrías decirme, por qué el título? ¿Qué significa? Si no me equivoco es italiano, ¿verdad?
-Así, es. Significa, manual de lo prohibido –dije, sintiéndome repentinamente incómodo, al no haber visualizado esto en el plan.
-Y, ¿por qué? –insistió.
-Bueno... –tartamudeé, no iba a darle una explicación extensa ni platicarle mi vida, sólo dije lo primero que vino a la mente al pensar en Hoseok-. ¿Alguna vez has deseado algo prohibido? Como si esa cosa estuviera en la lista del "No toques, ni codicies" pero que cada momento te incita más y más a... tenerlo.
Ella miró a su alrededor después de lo que yo le había dicho y miró todas la fotografías de forma rápida. Después me sonrió.
-Ya entiendo –dijo-. Todo tu conjunto de fotografías forma un manual de una sola cosa prohibida, ¿verdad?
Abrí los ojos ante la sorpresa de que ella haya realmente comprendido.
-Así es –dije.
-Gracias por responderme –me sonrió y volvió a darme la mano-. Ha sido un placer conocerte.
-Igualmente –respondí y luego la vi alejarse haciendo anotaciones en su libreta.
Me quedé parado en el mismo lugar por un par de minutos, viendo hacía donde la muchacha se había ido y luego le regalé un suspiro al aire.
-Credo di essere quello che ha vietato l'manuale = (Creo ser ese aquello que ha prohibido en el manual) -.
Mi corazón latió con una fuerza devastadora y luego colapsó de repente de forma teatral. Giré desorientado a fin de encontrar al dueño de aquella voz, sin saber si era sólo una fantasía en mi cabeza o una alucinación de mi mente.
Pero allí estaba, incluso más hermoso que una proyección de mi cabeza, sonriéndome nervioso. ¡Era él! Las piernas perdieron su equilibrio y me temblaron, me quedé estático. Me llevé la mano al pecho, sólo para confirmar que mi corazón latía, porque yo sentía que había explotado dentro. No me percaté del momento exacto en que mis lágrimas se desbordaron, ya que la vista se me nubló y todo se volvió sólo siluetas borrosas. ¿Estaba respirando? Me obligué a recordar cómo se hacía, porque verdaderamente el aire había dejado de entrar a mis pulmones; y me limpié las lágrimas, esperando que mi vista se aclarara. Entonces volví a verlo, su hermoso y bello rostro lucía preocupado y el desasosiego pintó cada una de sus facciones.
-¿Jung Hoseok? –la voz femenina de una chica partió la escena pero no retiré la vista empañada de Hoseok, por temor a que desapareciera como si hubiese sido sólo una alucinación.
Hoseok miró a la chica y los ojos se le abrieron de par en par, desprendiendo un fulgor desconocido.
-Sunmin –musitó, sorprendido.
Y eso fue todo, perdí la conciencia porque ya no resistí tener pies de gelatina y no podía ya obligar a mis pulmones a respirar. ¿Caí al suelo? O ¿alguien me sujetó? Qué más daba, ya no contaba con la percepción de nada.
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