21
-Sólo quiero hablar con Taehyung -era su voz, sin duda, la que se oía a través del pasillo con eco propio.
Me quedé helado, mis pies no se movieron más y mi cuerpo quedó escondido tras la pared continua.
-Pero él no quiere hablar contigo, pervertido -esa otra voz era la de Yoongi, aireada.
¿Qué estaba sucediendo?-pensé yo-
-¿Pervertido? -repitió Hoseok, escandalizado.
-¿Lo llevas a tu casa sabiendo que no está en sus cinco sentidos? No te hagas el santo -alegó Yoongi.
-Lo llevé a mi casa por eso mismo -explicó-. No iba a dejarlo aquí solo en ese estado, además, yo no tenía llave de este departamento, ¿qué querías? ¿Qué lo dejara en el pasillo? -replicó.
-Como sea, Taehyung no quiere verte.
-Tú no decidas, no tienes derecho -decía Hoseok.
-No decido, sólo te estoy repitiendo lo que él me dijo esta tarde -refutó Yoongi.
-Necesito hablar con él, y tú no me lo vas a impedir -advirtió Hoseok.
-Pues, ojala lo encuentres -la voz de Yoongi parecía ocultar una sonrisa malévola.
Hubo un silencio y me eché a correr al captar que la conversación entre ellos había terminado y que Hoseok pasaría por donde yo estaba escuchando todo.
Corrí hacía el ascensor, Hoseok no lo tomaría, de eso estaba seguro. Las puertas se abrieron a tiempo y me escondí antes de que sus ojos me vieran. Apreté el botón para el cuarto piso, sólo por si acaso y el estómago se me encogió, evidentemente más sensible, cuando el ascensor subió un piso arriba.
Cuando las puertas se abrieron de nuevo y me dejaron salir, bajé rápidamente las escaleras hasta mi piso y llamé a la puerta del departamento trecientos ocho. Alguien dentro refunfuñó palabras ininteligibles y luego la tía de Yoongi me abrió la puerta y me puso mala cara, deformando su rostro con más arrugas de las que ya tenía. Su cabello blanco estaba atado en una desecha coleta y algunos cuántos pelos se salían de su lugar.
-Disculpe que la moleste, ¿está Yoongi? -pregunté.
-¡Yoongi! -lo llamó, luego sin decir nada más, se dio media vuelta y volvió al sofá en el que seguro estaba antes.
Yoongi salió de una de las habitaciones y después de que miró a su tía me captó en la puerta de entrada, esperando.
-Oh -musitó y se acercó a toda velocidad-. ¿Qué pasa, Taehyung? -dijo, saliendo un poco y cerrando la puerta tras de sí.
-Escuché la discusión que tuviste con Hoseok, ¿por qué? ¿A qué vino? -inquirí, desesperado.
Él exhaló.
-Venía a hablar contigo, pero le dije que tú no querías hablar con él -musitó.
-Eso lo escuché, pero ¿por qué le dijiste que yo no quería hablar con él?
-Pues, ¿no es obvio? Taehyung, yo sé que te lastimaría más de lo que ya lo ha hecho. No quiero que te sientas culpable de nada, Hoseok es el que tiene la culpa aquí y quiero que lo acepte. Además ya has llorado bastante.
-Pero...
-A menos de que quieras despedirte de él, yo no puedo impedirlo -se encogió de hombros.
-No -negué rotundamente-. Ni siquiera le diré que me voy.
-No digas que te vas, se siente horrible -musitó, bajando la mirada.
-Gracias por todo ,Yoongi. Por esto y por... todo -reí sintiendo de nuevo esas ganas de llorar.
-No te preocupes por mañana, yo te llevaré al aeropuerto y...
-No -me negué, amablemente -. Lo mismo que le dije a Jimin te digo a ti, no me gustan las despedidas y mucho menos si son largas. Gracias por ofrecerte pero... no.
Se me quedó mirando por unos segundos.
-Mañana imaginaré que sigues viviendo justo enfrente de mí -sonrió y el corazón se me oprimió, entristecido. Extrañaría a Yoongi mucho más de lo que había imaginado. Me dio un último abrazo y luego me besó la mejilla-. Ya sé que van como tres veces que hacemos esto pero, no cuenta como una despedida, nos volveremos a ver algún día -aseguró y algo en su voz me hizo creerlo.
Sonreí.
-Entonces hasta pronto -dije, separándome de él.
-Hasta pronto -sonrió.
Entré al departamento y me esforcé por no dormir al principio. Tenía que volver a mi ritmo de vida de un día a otro; en Corea era de día cuando aquí era de noche. Antes de que viniera a Venecia, me había preparado con la diferencia de horas, hasta que logré controlar muy bien mi sueño y ajustarlo perfectamente al horario en Venecia. Pero para eso había tomado semanas, y ahora, tenía que hacerlo de un día a otro, aunque ese era el menor de mis problemas.
Logré quedarme despierto hasta las tres de la mañana, porque a pesar de que los ojos me ardían de sueño y de haber llorado tanto, estar despierto provocaba que los recuerdos nítidos vagaran en mi mente; así que mejor decidí cerrarle el paso a todo eso y cerrar los ojos para intentar dormir mi última noche.
Los ruidos sonoros del exterior me despertaron. Me revolví entre las sábanas y me estiré antes de bostezar. Hoy era un nuevo día. ¡Hoy era el día!
Me levanté como zombie de una tumba, incluso tenía el aspecto de uno. Miré el reloj, eran siete con treinta y cinco minutos. Los ruidos siguieron escuchándose fuera y lo único que mi mente produjo fue un pensamiento con nombre propio: Sohyun.
La respiración se me entrecortó y el corazón me latía oprimido. No tenía cara siquiera para verla, sostenerle la mirada y tratar de sonreírle, sabía que no podría hacerlo. Respiré hondo varías veces, tratando de calmarme, llevaba puesta la misma ropa del día anterior, arrugada por haber dormido con ella; había dejado sólo un cambio para el viaje.
El viaje. Si Sohyun entrara a mi habitación a despertarme vería las maletas y... esa no era una buena forma de enterarla de que me iría, yo tenía que sacar valor y hablar con ella, aun cuando no quisiera.
Me levanté rápido de la cama y me cambié de ropa, guardando en una de las maletas la que antes me había quitado. Me sorprendí de lo rápido que lo hice y salí de mi habitación, con el corazón latiendo a mil por hora.
-¡Ey, hola! -la sonrisa de Sohyun se expandió al verme, mientras luchaba con su pequeña maleta por que la cremallera no abría.
Corrió hasta mí y me abrazó, ella siempre hacía eso y me recordó al primer día que llegué a Venecia. Le correspondí tímidamente.
-¿Puedes creerlo? El señor Vittore quiere que trabaje hoy, aunque sea medio día. Tendré que irme a las dos -hizo un mohín.
Traté de hacer algo, un gesto o lo que sea, por que hablar no podía; repentinamente la voz se me había ido.
-¿Te pasa algo? -me miró.
-No, no... -tartamudeé- sí.
-¿Qué ocurre? -me preguntó.
Este era el momento, en poco más de tres horas me iría, y si no le decía ahora, quizá ya no encontraría el valor después.
-Regreso a Corea, Sohyun-dije, con el nudo en mi garganta.
Los ojos de Sohyun se abrieron más grandes de lo que ya eran.
-¡¿Qué?! Es broma, ¿no? -farfulló. Cuando me vio en silencio, serío y entristecido a la vez, entonces supo que no lo era- Pero, ¡¿por qué?! Pensé que te irías después de año nuevo, ¡apenas comenzó diciembre! -parloteó y los ojos se le pusieron rojos.
-Tengo que irme, Sohyun -el temblor de mi voz dieron paso a las lágrimas, podía ver llorar a todo mundo, pero nadie movía tanto mi fuero interno como lo hacía Sohyun, verla llorar a ella era distinto, desgarrador.
-¡¿Por qué?! -volvió a repetir.
Estaba consiente de que Sohyun tenía que saberlo, pero de pronto, me volví cobarde y las piernas debajo de mi pantalón deportivo temblaron.
-Sólo... ya... Es que ya no tengo nada que hacer aquí, tengo que volver a Corea -murmuré.
-¿Cómo que no tienes nada que hacer aquí? ¿Yo estoy pintada? ¡Claro que tienes mucho qué hacer aquí! Se supone que viniste a pasar navidad conmigo, a estar juntos en año nuevo, ¿y dices que no tienes nada qué hacer aquí? -explotó, con todas esas lágrimas corriendo por su rostro.
-Sohyun, discúlpame -supliqué-, pero entiéndeme, tengo que irme.
-¡Es que no te entiendo! No logro comprenderte, ¿por qué?
Verla así, derramando lágrimas por mí era devastador, pero aun cuando estuviera enojada y no encontrara explicación a mi huida, era preferible que verla con el corazón roto, sin novio ni mejor amigo.
Pero ella tenía derecho a saber. Las lágrimas se me atoraron en la garganta y la voz no salió del nudo de ella, sólo abrí la boca, pero no hubo sonido alguno.
Llamaron a la puerta y ninguno de los dos nos movimos, sólo mis ojos se dirigieron a la armazón de madera. Los golpes insistieron, Sohyun se giró y fue a abrir dejándome colapsado por la persona que estaba del otro lado.
-Sohyun, ¿por qué lloras? -Hoseok la miró preocupado, el rostro de Sohyun estaba enrojecido y sus ojos no paraban de llorar.
Ella se dio la vuelta sin contestarle y caminó de nuevo hasta mí, cuando Hoseok me vio, llorando también, abrió sus ojos como platos y pensó lo peor.
-Sohyun...
-¡Dime por qué maldita sea te vas! -el grito de ella lo interrumpió y allí Hoseok pareció caer en la cuenta.
-¿Te vas? -me preguntó y a su rostro asomó una expresión de dolor que lo desencajó por completo.
Ya no podía más, no lo soportaba. Sentía que me derrumbaría allí mismo tras la mirada de dolor de ambos, de dos personas que amaba bastante.
-Sí -obligué a mi garganta a abrirse de nuevo, sólo para contestarle a Hoseok.
-¿Por qué? -inquirió, desconcertado y cínico.
Gemí, incrédulo, ¿él me preguntaba por qué? Moví la cabeza negativamente, lo odiaba.
-Mi vuelo sale a las once. Perdóname, Sohyun -tomé mi mochila y salí corriendo de allí, simplemente ya no podía soportarlo.
Corrí escaleras abajo y salí al exterior, no tenía dinero y la gente me regalaba miradas raras porque mi rostro estaba bañado en lágrimas. Había una persona que aun no había visto, una persona que debía enterarse de que me iba y las razones de por qué me iba. Faltaba despedirme de mi mejor amigo, Jungkook.
Lo llamé y le pedí que me recogiera, ya que yo no sabía dónde vivía y a los pocos minutos apareció en el parque en el que yo estaba sentado.
Me llevó hasta su casa, porque le pedí que lo hiciera, no quería hablar en plena calle sabiendo que me soltaría a llorar más de lo que ya lo hacía.
Ni siquiera me molesté en apreciar la casa o lo que había en ella, todo lo que hice fue seguir a Jungkook hasta su cuarto, luego de saludar a su madre.
-Ahora dime, ¿qué pasa? -me hizo sentar en su cama y él se sentó en la silla de un escritorio que tenía a lado.
-¡Soy un completo estúpido, Jungkook! -farfullé.
-¿Por qué?
-Porque no acaté las reglas, porque le rompí el corazón a mi mejor amiga y porque como un completo cobarde, regreso a Corea.
-¿Cómo? Espera, cuéntamelo por partes, no te entiendo -gesticuló con las manos, haciendo señal de que parara.
Suspiré, tratando de limpiarme las lágrimas que no se cansaban de salir.
-Regreso a mi país -no sabía por qué siempre empezaba diciendo eso.
-¿Por qué?
-Esa... esa es la parte difícil -dije, entre sollozos. Unos ruidos se escucharon afuera de su habitación-. ¿No deberíamos cerrar la puerta? -dije, temiendo que alguien pudiera oírnos.
-Mi madre no se mete en lo que no le incumbe, no te preocupes -me tranquilizó-. Dime, por qué te vas.
-Porque soy malo, Kookie -sollocé más fuerte-. Si supieras, cuánto me duele... en serio.
-Pero dime ¿por qué? -su tono de voz no sólo era preocupado sino también desesperado.
-Porque... no te hice caso, Jungkook. Después de que hablamos por teléfono el otro día yo... me sentí tan mal que cometí una estupidez.
-¿Qué hiciste? -sus ojos se mostraron cautelosos y seguían preocupados.
-Me embriagué y besé a Hoseok.
-¡¿BESASTE A MI NOVIO?! -Sohyun apareció de pronto por la puerta, con los ojos abiertos de incredulidad y la cara desencajada de dolor.
-¡Sohyun! -Me levanté, desconcertado- Yo no... -intenté explicar.
-¿Tú no qué? Te acabo de escuchar, Taehyung-las lágrimas salían de sus ojos como si fueran caballos de carrera, desatrampados por ganar-. Oí cuando se lo dijiste a Jungkook, ¡eres un traidor! -gritó y al instante, sentí el sonoro golpe de la palma de su mano contra mi mejilla, produciendo un ardor instantáneo y el seguro enrojecimiento de mi piel.
(Ya sabemos weee, pero tampoco es para tanto ¿o no? jaja)
Tan duro fue el golpe que, la cara se me desvió hacía un lado y Jungkook tuvo que retener a Sohyun.
-¡Sohyun, tranquila! -le ordenó, asustado.
-¿Cómo quieres que esté tranquila? Si mi supuesto mejor amigo me traicionó, claro, ahora entiendo todo -no dejaba de llorar y el coraje era leíble en su rostro.
Los nudos se habían quedado atascados en mi garganta, y el corazón, hecho pedazos en mi pecho, latía angustiado. Mis lágrimas eran de amargura, deseaba fervientemente que todo esto fuera una pesadilla.
-¿Cómo no me di cuenta antes? ¡¿Y tú no pensabas decírmelo?! -me empujó y Jungkook volvió a sujetarla.
-Sohyun...
-¡Te abrí la puerta de mi casa! ¿Y me pagas robándote a mi novio? -Seguía farfullando llena de furia e hizo caso omiso a la voz de Jungkook- ¡Qué estúpida! No puedo creer que tú... -se quedó a la mitad de la frase, le dolía bastante. La conocía y sabía que estaba hecha pedazos, cosa que sólo sirvió para hundirme más en la miseria. Seguía sin poder hablar, sólo lloraba y miraba a Sohyun-. Hace algunos minutos estaba llorando porque te ibas -farfulló-, ahora entiendo la razón, qué cobarde -siseó-. Pero ¿sabes? Me da gusto que te largues, hipócrita -me dio una última mirada despectiva, dolida, y se dio media vuelta para salir de la habitación.
Me quedé inmóvil, dejando que mis lágrimas se suicidaran sin piedad; respirar me era difícil y sentía que me faltaba el aire.
Jungkook me miró, decepcionado.
-Ve -alcancé a susurrar, con el hilo de voz que salió de mi garganta-. No la dejes sola.
Se me quedó mirando, era una mirada extraña, estaba entre la frustración y la angustia. Pero enseguida salió detrás de Sohyun. Entonces me quedé solo.
Las lágrimas no se cansaban de salir y parecía como si nunca se acabaran, esto no debió de haber terminado así, ni siquiera debió tener comienzo.
Me quedé en inmóvil durante un par de minutos y luego, miré a mi alrededor, ya no volvería a ver a Jungkook y no había tenido la oportunidad de decirle adiós. Busqué con la mirada algún cuadernillo y divisé una hoja encima de su escritorio; tomé un bolígrafo y garabateé sobre el papel en trazos largos:
Me lo dijiste, lo sé.
Disculpa todo el daño que hice, que le hice a ella. Era lo que menos hubiera querido que pasara. Agradezco todo lo que hiciste por mí, gracias por entenderme.
Fuiste mi mejor amigo y nunca voy a olvidarte.
Perdóname.
Te quiero.
Lo dejé sobre su cama y luego, con un nuevo dolor en el pecho, salí de aquella habitación. Me deslicé como ánima en pena escaleras abajo y cuando bajé a la sala para cruzarla y llegar hasta la puerta, la mirada de la madre de Jungkook me detuvo.
-¿Estás bien? -me preguntó.
Mantuve mi mirada baja, avergonzado y negué con la cabeza.
-¿Quieres una taza de té? -me ofreció, afable.
-Tengo que irme, se me hace tarde. Gracias de todos modos -musité e intenté dar el primer paso hacia la puerta.
-Antes de que te vayas -dijo-, quisiera decirte algo -me detuve y giré sobre mis talones, despacio, la miré.
Su rostro, dulce como el de toda madre, tenía un tono rosado en las mejillas, como un durazno. Su cabello era igual de liso que el de Jungkook y del mismo color negro que el de Hoseok. Me sonrió.
-La traición es algo muy fuerte -musitó, acercándose y la miré con ojos asustados. Ella rió-. Aquí las paredes no son muy sólidas -explicó-. Además uno intuye cosas cuando las ve salir por la puerta, llorando.
Me sentí más avergonzado que antes y bajé la mirada.
-Lo que quiero decirte -me levantó el mentón, con delicadeza-, es que la traición puede llegar a ser muy dura, muy profunda, viniendo de una persona a la que se quiere. Pero, más allá, el amor es más profundo y fuerte.
Me le quedé mirando, confundido, ¿qué era lo que me estaba diciendo? Sollocé.
-Cariño -ella vio la confusión en mi rostro, tan palpable como mis lágrimas-. ¿Tú amas a mi hijo, Hoseok? -Se me paró el corazón, pero antes de que pudiera contestarle, ella siguió hablando- Sohyun es una muy buena chica, trabajadora, educada, bonita; me gusta que Hoseok salga con ella. Pero no se trata de lo que me guste a mi o al resto de la sociedad, se trata de la felicidad de mi hijo. Todos cometemos errores, cariño. Pero siempre recuerda que el amor tiene mucho más fuerza que cualquier otro poder en el mundo y al final de cuentas, aquellos errores, son los peldaños de una escalera que nos lleva a nuestro destino.
El silencio me rozó con el aire, quise asimilar y comprender, una por una sus palabras. Ella me sonrió.
-Buen viaje -me acarició la mejilla.
-Gracias -musité, más confundido que antes.
Salí por la puerta y el corazón se me encogió de angustia, una vez más. ¿Cómo iría de nuevo hasta el departamento? Jungkook se había ido con Sohyun y yo, difícilmente recordaba el camino. A pie haría más de treinta minutos, si es que llegaba.
Era el colmo de mis desgracias.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro