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16

Bajé las escaleras a toda prisa, mis zapatos golpeteaban rítmicamente en los escalones que pasaban debajo de ellos y salí al aire exterior llenado mis pulmones de éste. Estaba asustado, no sabía qué pensar o qué pensamiento en mi cabeza obedecer.

Necesitaba huir al menos por un rato, sacar a Hoseok de mi cabeza al menos por una fracción de segundo. Saqué mi móvil y tecleé el número de Jungkook.

-¿Aló?

-Jungkook, soy yo, Taehyung. ¿Podrías hacerme un favor?-pregunté, con la voz que me salía temblorosa de mi garganta.

-Claro, dime.

-¿Podrías ir por Sohyun a su trabajo?

-Pero... ya salió, ¿no?

-Sí, pero encuéntrala en el camino, antes de que tome un taxi o algo parecido. Y ofrécete a traerla a casa todos los días, por favor-farfullé, mientras caminaba calle abajo.

-Puedo preguntar ¿por qué?

-Sólo tráela a casa, ¿quieres? Luego te explico.

-Está bien.

-Date prisa, adiós.

-Hasta pronto.

-Gracias-musité.

-No, gracias a ti.

Trunqué la llamada y devolví el celular a mi bolsillo. Me abrace debido al frío y seguí caminando sin dirección. Mi plan era que Sohyun estuviera más pronto en casa de lo que suele llegar. Todos y cada uno de los días que me restaran aquí. Así, no ignoraría a Hoseok de forma tan obvia, pero sería menos tiempo estando con él y eso ayudaría bastante a que de una vez por todas controlara mis sentimientos.

Decidí parar a mitad de una calle, no sabía a dónde me dirigía y si seguía sin rumbo, seguro me perdería. No podía ir donde Jimin debido a que allí no había nadie, él seguro estaría en su cita con Yoongi. La gente me esquivaba y pasaba a mi lado, totalmente indiferente, mientras yo me quedé inmóvil allí. Había caminado apenas dos calles lejos del edificio, y sabía que si caminaba más terminaría perdiéndome.

Recordé un pequeño parque a unas cuantas cuadras más, un fácil camino para seguir, así que fui hasta allá, a desperdiciar el tiempo y que se hiciera tarde solamente para no verle el rostro a él.

Cuando llegué, me apoderé de una de las bancas de metal negro que adornaban los caminos del parque y me senté a observar cómo el cielo oscurecía totalmente.

No pude evitar pensar en Hoseok, lo amaba, ni siquiera sabía cómo y con tanta rapidez. Me era absurdo, ilógico. Era casi ridículo cómo quería escapar de esos sentimientos que no debían de estar en mi corazón. Ridículo, sí. Porque en realidad estar a su lado era lo único que en este momento quería hacer.

Apreté el sobre en mis manos, haciéndolo crujir. El viento me movió los cabellos y me despejó un poco la mente, haciéndome pensar en algo que hasta el momento le faltaba atención de mi parte.

Algún día tendría que irme.

¿Y qué pasaría? ¿Qué me llevaría? La agobiante presión en el pecho apareció apretujando mi corazón y sacudiéndolo de forma violenta. El solo hecho de pensar en eso, me dolía. Me iría y tendría que dejar aquí mi corazón, pero sabía que era la mejor opción que podía hacer. Me burlé de mi mismo, yo no era tan distinto a Sohyun, huir también era mi opción fácil.

Pero al pensar en Sohyun, el corazón se me encogió aun más, adolorido. La historia podría repetirse de nuevo y ella ¿a dónde huiría esta vez? Su antiguo novio, Namjoon, la había lastimado tanto con aquella actitud que había tomado. La había cambiado de un día a otro y el frágil corazón de Sohyun no pudo resistir aquello, la dejó destruida por que ella lo amaba; al punto de que decidió mejor mudarse de país, de continente.

Ahora, yo no quería ser la bruja malvada que le arrebataría de nuevo algo que ella ama, preferiría morir atropellado por un autobús, eso sería más digno.

Suspiré y me llevé las manos a la cabeza, dejando el sobre amarillo sobre mis piernas. Cerré los ojos por un minuto, anhelando que el viento susurrara la respuesta a mi oído de mi gran dilema.

Por allí oí decir que el amor ensuciaba, yo parecía estar manchado de todos lados. Pero huir era mi mejor opción hasta el momento, sólo que no sabía cuándo.

• • •

Mi plan había funcionado.

Sohyun había llegado a las siete treinta jueves y viernes, gracias a Jungkook; por lo tanto, los minutos se me reducían a la mitad para estar con Hoseok. Algo que aunque no me gustaba mucho hacía menos difícil la resistencia. Sin embargo no dejaba de ser dura.

Miré la hora cuando el timbre sonó, sólo dos minutos tarde había llegado Jimin. Apagué el televisor y me encaminé hasta la puerta.

-Lindo departamento-musitó paseando su mirada por todo alrededor-. Aunque el edificio es... un poco melancólico.

Sonreí.

-Gracias por venir-le dije.

-Para mi es un honor que me hayas invitado a tu casa... bueno, departamento-rió.

-Gracias, eres el único con el que puedo hablar de esto-fui hasta mi habitación e hice que me siguiera.

-Sabes que siempre podrás contar conmigo, Taehyung-me sonrió, demostrándome confianza.

-Soy un caso perdido-me puse en cuclillas y rebusqué entre los cajones de mi buró, del inferior saqué mi gran tesoro. Un sobre amarillo en tamaño carta y de un grosor considerable que aventé luego sobre la cama, haciéndolo rebotar sólo un par de veces.

Le hice una seña a Jimin para que abriera aquel sobre y al instante que comprendió, se acercó y lo tomó entre sus manos.

-Vaya, sí que pesa-bromeó, alzando las delicadas cejas.

Deshizo el pequeño hilo rojo y abrió el sobre. Sacó el montón de fotografías que estuvieron apunto de caérsele.

-¡Wow!-dijo, sorprendido cuando notó cuántas fotos eran y sobre todo, de quién eran-. Este tipo podría trabajar de modelo-musitó y aunque aquello era para hacerme reír, no pude hacerlo-. Esto es como un libro-hizo referencia al grosor-, o como una exposición de algún museo.

-O un manual de lo prohibido-musité

  -Eso suena interesante-rió.

El timbre apagó la risa de las dos, eran las seis con quince minutos apenas, ¿quién sería? Ambos nos miramos extrañados.

-¿Esperas a alguien?-me preguntó Jimin.

-No que yo sepa-negué con la cabeza y luego salí de mi habitación para abrir la puerta.

Jimin fue detrás de mí y cuando abrí la armazón de madera me llevé una gran sorpresa al ver a Hoseok allí. Los ojos casi se me salían de las órbitas.

-¿Jung?-articulé, claramente sorprendido.

-Ay, yo pensé que ya habíamos dejado las formalidades-bromeó y luego miró por encima de mi hombro a Jimin, quien lo miraba embobado.

Se pasó sin que le dijera que lo hiciera y le sonrió a Jimin.

-Hola-le dijo-. Soy Hoseok-le extendió la mano.

-El novio de Sohyun-dije, cerrando la puerta de mala gana. ¿Por qué nunca dejaba bien claro quién era?

-Hola-musitó JImin, tendiéndole la mano también-, Jimin.

-No, yo soy Hoseok-dijo éste.

Jimin rió.

-No, no, digo que yo soy Jimin.

-¡Oh! ¡Jimin, claro! He oído hablar tanto de ti-dijo-. Me da mucho gusto conocerte al fin.

Me aclaré la garganta, haciéndome notar.

-Jimin, amm... el manual en mi habitación, amm... podrías guardarlo, ¿por favor?-farfullé, recordando que habíamos dejado las fotografías al descubierto y regadas en la cama.

-Claro-captó rápidamente el hilo de mis palabras y salió disparado a mi habitación.

Miré a Hoseok, aunque no quería admitir que estaba encantado de que estuviera allí traté de permanecer serio.

-¿No es muy temprano para que vengas?-traté de sonar lo más normal posible, pero el pánico no se podía ocultar muy bien detrás de mi voz.

-Sí, pero ya que mañana será la fiesta del señor Vittore, quiero saber qué vamos a hacer mañana o a qué hora nos iremos-su mirada gacha bailó fugaz.

-Pero...

-¡Listo!-Jimin me interrumpió, saliendo de mi habitación con su sonrisa brillante en el bello rostro.

En ese momento agradecí al cielo de que él se encontrara allí; así al menos no me vería tan obvio, no sería tan torpe al hablar con él. Y mi razón mantendría calmado a mi corazón.
Jimin y Hoseok conectaron enseguida, ambos eran muy sociables y la plática entre ellos fluyó de manera rápida, aquello me alegró.

Cuando Sohyun llegó junto con Jungkook sonreí de manera significativa, aunque me doliera en lo más profundo de mi alma ver juntos a Hoseok y a Sohyun sabía que aquello me servía para ponerle un freno a mis absurdos sentimientos.

Luego de que Jungkook y Jimin se fueran, me encerré en mi habitación como de costumbre, pero no pasó mucho tiempo cuando oí que llamaban a mi puerta, el murmullo de voces había desparecido del exterior y sólo los golpeteos en la puerta, algo apagados, se oían en aquel silencio sepulcral.

Salté de la cama y abrí la puerta, la cara de Sohyun no era la misma, estaba bastante triste, podía notarlo.

-Sohyunie, ¿qué pasa?-pregunté, preocupado.

-Necesito hablar contigo-me dijo y se sentó en mi cama.

No sólo su rostro estaba triste, su voz parecía haber dejado la alegría también.

-¿Sobre qué?-inquirí, ahora nervioso, ¿sospecharía acaso que yo estaba enamorado de su novio?

Me quedé de pie, mordiéndome el labio inferior y esperé a que hablara.

-Es Hoseok-musitó.

El corazón se me paró por un segundo.

-¿Qué... qué pasa... con Hoseok?-farfullé, torpe.

-Ya no es el mismo de antes-bajó su cabeza y las hebras de cabello se amoldaron a la posición, cayendo finas en dirección al suelo.

-¿Qué quieres decir?-me senté a su lado.

-Casi no está conmigo, ya no me llama todos los días y cuando vengo del trabajo, se va rápidamente. Lo notó distraído cada vez que hablamos, como si su mente estuviera en otro lugar-confesó.

Abrí los ojos de par en par, aquello sí que no lo esperaba. Es decir, desde que conocí a Hoseok como la pareja de Sohyun, se veía claro que la quería muchísimo, estaba siempre al pendiente de ella y yo era a veces testigo de sus demostraciones de amor. Pero junto al desconcierto, la culpa comenzó a aflorar.

-Hablé con Jungkook sobre esto-continuó, ahora mirándome, sus grandes y oscuros ojos no tenían mucha luz.

-¿Con Jungkook?-casi no podía creerlo.

-Sí, es su hermano, digo, ¿quién podría conocerlo mejor? Pero sólo me dijo que Hoseok es así de raro, que me quería y que dejara de preocuparme.

-Eso es cierto, Sohyunie. Mira, Hoseok y tú son la pareja perfecta-dije, aunque me costara aceptarlo-, Hoseok te quiere, créeme. Eso se nota-pasé mi brazo por su hombro.

-No tanto-resopló.

¿Qué podía decirle? Yo me sentía culpable, no es que tuviera el ego muy grande ni nada de eso, pero sabía a lo mejor el por qué del comportamiento de Hoseok.

-Mira, tranquila, ¿sí?-la animé- Mañana iremos a la fiesta esa de tu jefe, relájate, trata de no pensar en eso. Verás que tarde o temprano, Hoseok volverá a ser el mismo-dije, mientras en mi cabeza ya pensaba en la fecha en la que partiría.

Esa noche, traté de dormir, pero lo cierto es que no pude pegar los párpados durante un par de horas. Sohyun ya había comenzado a notar que Hoseok estaba extraño, por supuesto, ella no era para nada tonta y tarde o temprano se daría cuenta de la razón de su comportamiento. Tenía que irme, tenía que irme pronto. Antes de que esto se complicara más, me iría y dejaría que Hoseok y Sohyun volvieran a sus vidas antes de que yo llegara a Venecia. Por mi parte, yo intentaría olvidarme de él, seguiría mi vida como había sido antes, llamaría a Sohyun todos los días y si acaso, sólo pediría que saludara a Hoseok de parte mía.

Huir era lo mejor. Lo mejor hasta ahora.

No sé porqué me encontraba nervioso desde que desperté, Sohyun estaba muy entusiasmada con la fiesta, pero detrás de su entusiasmo seguía habiendo aquella preocupación que me había dejado ver anoche.

-¡Te espero abajo junto con Hoseok!-me gritó Sohyun desde el exterior de mi habitación y luego se paró en mi puerta-. No tardes-me sonrió.

Lucía hermosa con ese vestido púrpura que había comprado para esta ocasión especial. Aquel hermoso satín se le entallaba a su esbelto cuerpo con precisión en el pecho, y caía hermoso tapando sus largas piernas. Llevaba su cabello liso, más de lo que ya lo tenía y suelto cayendo libremente por sus hombros desnudos.

-Ya voy-musité-. Sólo me pongo el traje.

Me sonrió y oí cuando salió del apartamento.

Suspiré, combinando mi dióxido de carbono con el oxígeno de mí alrededor. Tomé el traje que Hoseok me había elegido y comence por abotonarme la camisa y ponerme el pantalon con ciudado para no arrugarlo.

Traté de hacerme el nudo de la cobarta, pero me costaba un poco de trabajo poder hacer que qudara bien.

-Demonios-farfullé.

Salí de mi habitación, Sohyun había apagado las luces del departamento y sólo era iluminado por el atardecer del exterior que se filtraba por la ventana y la luz amarillenta que salía de mi cuarto entre abierto. Intenté hacer el nudo de nuevo, pero fracasé en la maniobra.

De pronto, la puerta se abrió, Sohyun podría llegar a ser muy desesperada.

-¿Tienes problemas?-pero esa no era la voz de Sohyun.

Me quedé inmóvil al reconocer a Hoseok, luego me giré avergonzado. Aun en la oscuridad, podía verle. Llevaba puesto un esmoquin negro, ajustado a su perfecto cuerpo; su camisa blanca era del mismo color que el moño. Su figura me quitó el aliento.

-Emm... no puedo hacerme-musité, atolondrado-.

¿Podrías...?-manoteé en la oscuridad, señalando la corbata aún deshecha.

-Claro-se acercó hasta mí, su perfume bailoteó por mi nariz.

Sentí sus manos por mi cuello, tratando de hacer el nudo de la cobarta; el tacto hizo que la piel de todo el cuerpo se me erizara.

No se oía nada, excepto nuestras respiraciones y los sonidos apenas audibles provenientes del exterior. El acabo de hacer el nudo por completo, pero no me moví. Él aun sujetaba con sus manos la cobarta.

Y de pronto, sentí cómo acurrucó su nariz entre mi cuello y cómo su respiración golpeaba con delicadeza mis cabellos.

El corazón se me aceleró, tanto que me pregunté si él podía oírlo.

-Hoseok...-murmuré, ¿qué estaba haciendo?

Pero el silencio persistió y su respiración acariciaba la piel de mi cuello con más intensidad, haciendo que el estómago se me encogiera, que la piel se me erizara y que toda cordura huyera.

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