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12

-Perdón-dijo Yoongi, ya que yo me había quedado sin voz.

-Oh, no te preocupes, Yoongi-se levantó Sohyun del sofá y se acercó-. ¿Ya te vas?-preguntó, medio consternada.

-Sí-dijo él.

Me empujó discretamente por la cintura, mientras que yo me esforzaba por borrar mi rostro afligido. Medio reaccioné. Seguí a Yoongi hasta la puerta y él notó mi reacción.

-Nos vemos luego, chicos-dijo Yoongi y dijo adiós con la mano a Hoseok y a Sohyun. Entonces se acercó a mí y me plantó un beso tierno cerca, muy cerca de los labios, rozando sólo la orilla y antes de que se despegara demasiado de mi rostro me guiñó el ojo.

Me quedé parado allí, analizando lo que Yoongi acababa de hacer, o mejor dicho, el porqué lo había hecho.

-Adiós-musité por fin y luego cerré la puerta tras ver la sonrisa de Yoongi.

Me giré y los ojos inquisidores de Sohyun me acusaron mientras que los de Hoseok me miraban como si estuviesen furiosos. Pero eso era imposible, ¿no? No puede enojarse tanto por una estúpida rosa. Porque... esa era la razón, ¿no?

Se limitó a intimidarme y cuando lo notó dejó de hacerlo y bajó la mirada.

-¿De qué tanto hablaron tú y Yoongi?-preguntó Sohyun, la curiosidad que siempre había existido en ella ahora me resultaba extrañamente fastidiosa.

-De nada importante, ya sabes-me encogí de hombros-, su tía, la cena-dije, divagando un poco- ¿Sabes? Voy a ver si tenemos correspondencia-inventé, para poder escapar un rato de aquel incómodo momento.

-Pero...

No dejé que Sohyun terminara e interrumpí el sonido de su aguda voz cuando la puerta me colocó del otro lado, suspiré y bajé con lentitud las escaleras, necesitaba un poco de aire fresco.

Llegué hasta el último piso y revisé en el cajón marcado con el 312 para ver si teníamos correspondencia, no había nada más que unos cuantos folletos de publicidad sobre cuentas de banco, a lo poco que pude entender. Arrugué los papeles y los hice una bolita mal hecha, luego salí del edificio y me senté en las escaleras de la entrada en donde deposité las bolitas de papel a un lado, me llevé ambas manos a mis ante brazos, esta noche había decidido teñirse de un azul oscuro y gélido aire. Suspiré, haciendo que el vapor saliera de mi nariz y chocara con el frío.

La puerta se abrió a mis espaldas y antes de que pudiera articular algún pensamiento, su voz me distrajo.

-Necesitamos hablar-me dijo Hoseok haciéndome pegar un brinco, su tono era un poco áspero y cuando me giré a mirarlo, se esforzaba en ocultar un rostro medio colérico, pero la máscara no resistía muy bien.

De pronto me asusté. ¿Tan mal se había tomado que yo le haya dado la rosa a Sohyun? Le miré con ojos angustiados.

Se sentó a mi lado, allí en el frío cemento de las escaleras desgastadas de la entrada y el contacto con su piel me produjo un tierno calor cuando pegó su brazo y hombro al mío.

-¿Qué sucede?-pregunté.

-¿Qué fue eso?-me dijo, con el mismo tono de voz.

-¿Que fue qué?-esto parecía un juego de palabras.

-Eso, con Yoongi, ¿por qué te besó?

Me solté a reír de puro nerviosismo, yo pensando que él me daría una buena amonestación por lo de la rosa y, ¿me sale con eso?

-No me besó-dije.

-¿Entonces cómo le llamas al hecho de que él haya pegado sus labios a los tuyos?

-¿Qué?-reí aun más y al parecer a Hoseok no le hacía mucha gracia- Yoongi no me besó, no en los labios, al menos. Fue sólo un beso de amigos.

-Pues no parecían amigos-farfulló.

-Jung, pareces mi padre-dije, medio molesto por tener que darle explicaciones y la risa se volvió una línea tensa en mis labios.

Hoseok suspiró y decidió mejor cambiar de tema, aunque no de tono de voz.

-¿Por qué le diste la rosa a Sohyun?-preguntó.

-Porque ella es tu novia, Hoseok-dije, aunque me haya dolido rectificar aquello-. A ella es a quien debes de darle rosas, osos de peluche o lo que sea.

-Pero yo te la quise dar a ti-insistió.

-Y yo no iba a decirle a Sohyun eso, ¿o sí?-suspiré-. Hoseok, ¿por qué te molestas tanto con las cosas que hago? ¿Por qué te importa que le haya dado la rosa a Sohyun e inventado una excusa para salvarnos el pellejo? ¿Por qué te molesta si Yoongi me besa o me lleva un ramo de flores?

Se quedó en silencio un rato, mirando hacia delante con el ceño fruncido y sus labios formando una línea.

-No lo sé-musitó-. Tengo que irme-se levantó rápidamente y caminó hasta su Hybrid negra y subiendo a ella condujo hasta desaparecer calle abajo.

Me quedé sentado allí, sin saber bien qué había ocurrido hace unos minutos; era la clase de desconcierto que hace que te duela la cabeza y sentir cómo si tus pies volaran lejos del planeta Tierra. ¿Por qué Hoseok había actuado así? A no ser que... no, claro que no. Eso sería imposible.

Suspiré agobiado, si Hoseok había malinterpretado todo, seguro Sohyun también y ahora, aunque no tenía ganas de mantener una conversación para mentirle más a Sohyun y sonreírle condescendientemente, tenía que pararme enfrente de ella y darle el mismo sermón que le dí a Hoseok, el de "Yoongi y yo sólo somos amigos".

Me levanté desganado y abrí la puerta del edificio, conduciendo mis pies escaleras arriba hasta llegar al tercer piso y al departamento 312. Suspiré de nuevo antes de entrar, rogándole a Dios tan sólo un poco de ayuda, Sohyun podía llegar a ser realmente persistente.

Abrí la puerta girando la dorada perilla y visualicé a Sohyun mirando TV desde la cocina; mientras intentaba recalentar en el horno un pedazo de pizza del día jueves. Cuando me vio entrar se giró hacia mí y me sonrió de gran manera haciéndome ver sus dientes medianos y blancos, tan fuertes como un roble.

Traté de sonreír.

-¿Por qué la gran sonrisa? ¿La pizza no se te quemó hoy?-bromeé.

-Aay-se quejó como niña pequeña-. Eso sólo fue una vez y hace ya varios años-dijo y rió, dejando escapar el sonido levemente gutural de su risa.

Me tuve que reír también, recordando aquella escena de la pizza quemada en casa de su abuela, cuando teníamos diecisiete años.

-Bueno, pero no es por eso porque sonrío-me dijo-. Tú tienes algo que contarme-levantó las cejas una y otra vez.

-¿Cómo qué?-me hice el que no sabía.

-No sé, tú dime, algo que tenga que ver con un chico lindo, llamado... ¿Yoongi?-tanteó.

Puse los ojos en blanco.

-Sohyun, ¿cuándo vas a entender que entre Yoongi y yo sólo hay una bonita amistad? Ya aclaramos el punto y ambos estamos bien siendo amigos.

-Pero yo vi...

-Un beso, ya sé-la interrumpí, de nuevo poniendo los ojos en blanco-. Sohyunie, pero ese no fue un beso en la boca, fue en la mejilla, cerca, pero fue de amigos, nada más-dije.

Se quedó en silencio como por tres segundos y luego exhaló.

-Eres aburrido-dijo y se giró para ver su pedazo de pizza girar en el plato de vidrio, dentro del horno.

-El hecho de que no me guste Yoongi no quiere decir que sea aburrido-me defendí.

-No, pero desde que llegaste a Venecia, no has salido con ningún chico-me dijo-. A menos que...-se giró de nuevo y me miró, la sonrisa volvió a expandirse por su rostro- ¿Te gusta Jungkook?-preguntó.

-¿Qué?

-Pues, no sales con más chicos, vas de aquí para allá pero no sin las mismas personas: Yoongi, Jungkook, tu amigo la de los Agnelli e incluso Hoseok.

Algo me estrujó el estómago cuando dijo su nombre.

-Bueno, ¿y qué quieres que haga? Jungkook se ha vuelto un amigo excelente y Yoongi es una persona grandiosa. A Jimin lo conozco por que trabaja en el laboratorio de fotografía y es un chico sensacional. Así estoy bien, no ocupo tener tantas personas en una vida que pronto dejaré. No voy a quedarme a vivir en Venecia por siempre-dije.

-Ya lo sé, Taehyung. Lo que trato de decir es que disfruta el tiempo que estés aquí.

-Eso lo hago, créeme.

-Pero...

-¡Tu pizza está lista!-canté al oír el pitido del horno-. Me voy a dormir, te quiero, buenas noches-le lancé un beso y me fui a paso apresurado a mi habitación.

Me sentía culpable, porque la verdad era que no me entusiasmaba tanto la idea de pasar el día con Sohyun, al menos no si lo veía de la perspectiva de que no vería a Hoseok, o mejor dicho, de que no estaría yo solo con él. Me revolqué entre las sábanas de mi cama hasta que la apenas cálida luz del sol me llegó a los ojos.

-Bestia-los golpes en la puerta no fueron tan intensos, pero sí molestos.

-Ya estoy despierto-farfullé.

Salí de mi habitación y miré a Sohyun sonreírme. Me sentí mal de nuevo.

-¿Cuáles son los planes de hoy?-pregunté, totalmente desganado.

-Conseguir un traje elegante-me dijo.

-¿Elegante? ¿Qué celebramos?-inquirí, confundido.

-El próximo domingo es el cumpleaños del señor Vittore y, ya sabes cómo son todas esas personas-puso los ojos en blanco-. Gastan hasta el último centavo para darle lujo al ambiente.

-¿El señor Vittore?-traté de pronunciar el apellido con el acento que Sohyun había utilizado.

-Sí, el dueño del Hospital, Roberto Vittore-explicó.

-Oh... ¿y...?

-Estamos invitados-sonrió ampliamente.

-¿Invitados?-quería saber a quiénes se refería.

-Sí, tú, yo y Hoseok. Quien por cierto ya debería estar aquí-divagó, mirando el reloj de su muñeca.

-¿Hoseok? ¿Nos acompañará?-hice un mohín.

-Claro, ¿y luego quién nos dirá que nos vemos lindos con la ropa?-bromeó.

-Pero Hoseok es... hombre. Sabes que no casi no nos gusta eso-intenté encontrar una excusa creíble para que Hoseok no fuera, yo no debía siquiera estar cerca de él.

-Pero es mi Hoseok-dijo y me dolió-, él está dispuesto a acompañarnos.

Entonces el timbre sonó. El corazón me latió ansioso, presuroso y... angustiado.

Sohyun corrió animosa hasta la puerta, mientras que yo me quedé parado allí, con ganas de correr en dirección opuesta. Después de la pequeña discusión que tuvimos ayer no sabía qué sentir. Pero entonces Sohyun abrió la puerta y la luz apareció en mis ojos, allí estaba él, tan deslumbrante como siempre, usando una camisa en color azul a cuadros, desabotonada, y un jeans del mismo tono, ajustado a sus despampanantes piernas. Hizo que el mundo se me volteara en un segundo cuando me miró.

-¡Amor!-dijo Sohyun, sin duda feliz. Pero esta vez en darle un beso en los labios, se lo dio en la mejilla.

Agradecí aquello, aunque la fierecilla igual se sintió celosa.

-Hola-musitó Hoseok.

La saludé con la mano.

-Ve a cambiarte, Taehyung-me instó Sohyun y sólo entonces caí en la cuenta de que estaba en pijama, de nuevo-. Nos espera un largo día.

Sonreí y sin decir nada me fui a mi habitación, haciendo un mohín mental por el adjetivo que Sohyun acababa de usar para calificar al día... largo.

Me puse un sueter negro combinándolo con un jeans en tono gris y cubri mi cabello con un gorro color negro, luego salí al encuentro con ambos.

-¿Listo?-preguntó Sohyun

.Asentí. Era raro, como si me hubieran quitado la voz, pero lo cierto es que me sentía realmente incómodo al recordar la discusión de ayer. Y al parecer no era el único, Hoseok tampoco hablaba mucho.

Nos fuimos en su Hybrid negra, Sohyun en el asiento del copiloto, claro, y yo acurrucado atrás, mirando a través de la ventana polarizada. Recordé cuando íbamos solos los dos, yo en lugar de Sohyun, y deseé fervientemente que ahora, Sohyun se borrara de la escena y al instante me sentí mal, traicionero. Suspiré, empañando el cristal negro.

-Taehyung, ¿tienes alguna idea para el traje?-me preguntó Sohyun.

-¿Ah?-musité, encerrando mis pensamientos en algún cajón de mi mente.

-Sí, algún color que tengas ya en mente-me miró.

-Oh, bueno... no, en realidad-me encogí de hombros.

-¡Yo sí!-anunció- Creo que escogeré uno en tono tinto-me dijo, pero luego miró a Hoseok- ¿Te gustaría?-le preguntó.

-Te verías hermosa con ese color-respondió.

Algo me picó cerca del pecho, como si una aguja se me enterrara en el corazón: me giré de nuevo a mirar hacía la ventana, tratando de ignorar la situación.

Hoseok condujo hasta una calle que estaba repleta de tiendas de vestidos y trajes de gala, como si fuera alguna calle de Gangnam, así me pareció.

Al bajar, Sohyun me tomó de la mano y me hizo apresurar el paso, emocionada; mientras que Hoseok nos seguía detrás.

Entramos a una tienda que en sus vitrinas exhibía tres preciosos vestidos en maniquís blancos y sin cabeza. Al instante, la calefacción del lugar me abrigó el cuerpo, ya que afuera estaba frío.

-¡Mira esos vestidos, Taehyung!-Sohyun señaló hacía su derecha, mostrándome tres vestidos en tono negro.

-¿Puedo ayudarle?-preguntó una señora amable, que tenía el cabello color caoba acomodado en un peinado de estética, con un acento italiano apenas reconocible.

-Sí, estamos buscando un vestido y un traje para una fiesta elegante-dijo Sohyun y luego le sonrió.

-¿De noche?

-Sí.

-Síganme-dijo ella y caminó más al fondo de la tienda.

Sohyun me hizo seña de que la siguiera y luego volvió a girarse para seguir a la señora. Apenas iba a dar el primer paso, su mano me ató del antebrazo, con fuerza pero sin causarme daño alguno, no hizo falta que me girara para comprobar que era Hoseok, conocía sus manos muy bien.

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