08/09
-¿Quién eres?-pregunté, ya que su rostro me era conocido, sin embargo, también me parecía una persona extraña.
-Tu otro yo-me dijo.
Me solté a reír.
-Sí, claro. No puedes ser mi 'otro yo'; ¡yo no me pondría jamás esa ropa!-señalé su atuendo.
-Sí, bueno; pero resulta que yo hago cosas que tu normalmente no harías. Como por ejemplo, aceptar que me gusta Hoseok.
-¿Jung Hoseok?-vociferé, echándome hacía atrás.
-¿Lo ves?-dijo de lo más tranquilo- Tú no lo aceptas, yo sí.
-Hoseok no me gusta, ¿estás loco? ¡Es el novio de Sohyun!
-Deja la histeria que sabes que tengo razón.
-Demente-farfullé.
-Bueno, ¿y qué si no fuera novio de Sohyun? ¿Aceptarías que te gusta?
-No.
Él rió y su risa burlona me incomodó.
-Claro, por que si no fuera novio de Sohyun, quizá no lo hubieras conocido-pensó.
-No me gusta Hoseok-dije, tajante.
-Repítelo hasta que te lo creas, por que a mí no me engañas-me sonrió-.
-¡Guarda silencio!
-¿Por qué? Nadie puede oírnos, sólo estamos tú y yo. Si aceptas que Hoseok te gusta, dejaré de molestarte.
-No-me crucé de brazos.
-Como quieras-se encogió de hombros-. A fin de cuentas para eso estoy yo.
-No sé de quién seas la otra parte, porque de mí no.
-Como digas-manoteó restándole importancia a mi comentario-. Pero ten en cuenta que yo, sí acepto que Hoseok me gusta y no olvides que sí soy parte de ti.
El sudor me perlaba el rostro cuando me desperté jadeante entre las sábanas. Eso sí que había sido una pesadilla. Un extraño y loco sueño, nada más. Miré el reloj, eran las ocho de la mañana. Recordé los planes que tenía con Yoongi y salí disparado de la cama para bañarme y vestirme.
Salí entonces a buscar a Yoongi pasadas de las nueve treinta, y como siempre, esa bonita sonrisa en su rostro de ángel me alegró la mañana.
-Hola-me saludó.
-Hola.
-¿Listo para irnos?
-Claro.
Enredé mi brazo al suyo y nos encaminamos a su mustang antiguo, color negro. Me abrió la puerta y luego puso el auto en marcha. El motor rugió bajó nosotros y las llantas comenzaron a rodar.
-¿Por qué ayer hablabas tan bajito? ¿Quién no querías que te oyera?-me preguntó.
Solté una delicada risita tonta, y sentí que enrojecí un poco.
-Sohyun y Ho... Hoseok.
-¿Por qué? Déjame adivinar, las especulaciones de Sohyun-rió.
-Eemm... sí, eso.
Me miró, aunque no parecía muy convencido debido a mí vacilar a la hora de responder.
Llegamos a la plaza de San Marcos y bajamos a caminar. Saqué un par de fotografías de cada monumento mientras que la gente andaba de aquí para allá bajo el tenue y apenas visible sol de la ciudad de Venecia.
-Yoongi-musité, como quien no quiere la cosa.
-Dime.
-¿Te ha gustado alguna vez alguien... prohibido?-me miré los pies al caminar, entre tanto que esperaba la respuesta de Yoongi.
-¿Prohibido?
-Sí, alguien que no te debe de gustar-vacilé.
-Mmm...-pensó-. A los cuatro años me enamoré de mi tía-rió.
Me reí también.
-Es enserio, Yoongi.
-¿De quién pudiste haberte enamorado, Taehyung? ¿De un padre?
-Enamoramiento no, Yoongi. Y de un padre tampoco-lo fulminé con la mirada.
-Bueno, está bien. ¿En quién te pudiste haber fijado?
-Pues...
-¿Hoseok?
-¿Qué?-se me bajó la sangre de la cabeza hasta los pies y sentí como si fuera a tocar el piso ¿Cómo sabía? ¿Cómo pudo haber adivinado tan fácil? ¿Era yo tan obvio?
Miré a Yoongi, temeroso y con labios trémulos; pero entonces me percaté de que Yoongi no me miraba a mí, sino que su mirada se posaba lejos, observando un punto fijo.
-¿Es ese Hoseok?-preguntó, aun mirando a lo lejos.
Seguí el trascurso de su mirada y pude visualizar a unos tantos metros, entre la gente que pasaba de un lado para otro, un cuerpo que me quitaba el aliento. Caí en la cuenta de que mis pensamientos habían funcionado mal y que Yoongi no se refería a lo que yo había creído; sino que musitó el nombre de Hoseok porque a lo lejos lo vio.
-Creo que sí-musité- ¿Qué hace acá?-pregunté.
-A lo mejor salió a pasear, como nosotros. Hablémosle-sugirió.
Me tomó de la mano y me arrastró varios metros entre la gente hasta llegar a las espaldas de Hoseok, la perfecta y bien trabajada espalda de Hoseok, que no dejaba de lucir aun con la camisa que traía encima. Hoseok parecía como si buscase a alguien, ya que asomaba su cabeza sobre la de los demás.
-Hoseok-musitó Yoongi, haciendo que el interpelado pegara un brinco.
Se giró a mirarnos y abrió los ojos como platos.
-Perdón, no quería asustarte-dijo el bello ángel.
-No... no hay problema-tartamudeó y luego colocó su mirada en el entrelazado de dedos entre Yoongi y yo; su rostro dejó la expresión de nerviosismo y pasó a una con un ceño fruncido.
-¿Estás con alguien? Porque se nos ocurrió que sería buena idea que anduvieras con nosotros, digo, si quieres-dijo Yoongi.
-¿Eh?-subió la mirada-. Ah, sí, claro.
-Bien-sonrió Yoongi-. Vayamos para allá-señaló hacia la izquierda-. Hay lugares que seguro te gustarán-me dijo.
Seguí a Yoongi, aun atado a su mano y Hoseok a mi lado. El corazón cantaba emocionado y palpitaba extraño, con alguna clase de latidos que yo desconocía, pero que sin embargo me llenaban de placer.
-Qué casualidad haberte encontrado, Hoseok-musitó Yoongi.
-Ah, sí, vine porque...-se quedó en silencio de nuevo, repentinamente nervioso-porque... quería... salir un rato-dijo.
-Nosotros igual, además de que Taehyung aprovecha para sacar estupendas fotografías, ¿verdad?-me sonrió.
Le devolví la sonrisa, por que la voz se me había ido y sólo podía escuchar los escandalosos latidos de mi corazón producidos por el perfume tan varonil que Hoseok desprendía en cada paso que daba.
-Por cierto, Taehyung, no entiendo aun qué quieres decirme-me dijo Yoongi-. No contestaste mi pregunta.
-¿Qué pregunta?-dije, con voz medio baja.
-¿En quién te fijaste y por qué dices que es prohibido?-inquirió.
Abrí los ojos de par en par, casi se me salían de las órbitas. Y Hoseok, quien estaba a mi lado, encaminando su paso con el mío, nos miró rápidamente. Íntegramente atento.
-Eemm... en... el... amm...-tartamudeé. Las miradas de ambos se posaban en mí y la de Hoseok ni siquiera parpadeaba.
-¿En quién?-volvió a preguntar Yoongi.
Lo fulminé con la mirada queriendo taparle la boca en ese instante, las manos comenzaron a sudarme ante la posibilidad de quedar en evidencia.
-En... mi... amigo... que dejé en Corea-inventé.
-¿Qué clase de amigo? Cualquiera podría enamorarse de un amigo-inquirió.
-Enamoramiento no, Yoongi-especifiqué de nuevo, Hoseok sólo se mantenía en silencio pero atento-. Y es... un amigo, amm... cercano y...-me estrujaba los sesos para poder seguir poniéndole palabras a mi mentira-y... a una amiga también le gusta, entonces...
-Tienes miedo de perder la amistad de tu amiga por haberte fijado en el mismo chico que ella-completó Yoongi.
-¡Exacto!
-Bueno y, ¿quién se fijó primero en el chico?
-Ella-musité, con pesar.
-Pero tú ya te fuiste de Corea, ya no importa o ¿sí?-dijo Hoseok, quien había estado como una estatua hasta ahora.
-Eemm...-murmuré.
-Igual yo creo que lo hubieras hablado con tu amiga, en vez de especular tú solo las cosas y castigarte a ti mismo-interrumpió Yoongi-. Digo, no era su novio y ella no era tu mejor amiga-se encogió de hombros.
Me solté a reír y ambos me miraron. Si Yoongi supiera a quién me refería ni siquiera haya dicho lo último.
-¿Qué es gracioso?-preguntó Hoseok.
-Nada, sólo que... nada-manoteé con la mano restándole importancia.
-¡Mira, Taehyung!-me dijo Yoongi- ¿Ese lugar no te parece ideal para una fotografía?-apuntó hacía un edificio a lado de un canal que se extendía magnífico por el este.
-Qué buen gusto tienes Yoongi-concordé-. Creo que le tomaré una.
Saqué con la mano libre la cámara de mi bolso y luego me quedé en silencio y sin actuar, tímido porque Yoongi aun mantenía su mano atada a la mía.
-Yoongi, creo que Taehyung necesita sus dos manos-farfulló Hoseok.
-Oh, cierto. Discúlpame-enrojeció un poco y soltó mi mano a la que inmediatamente le pegó el aire gélido del medio día.
Le sonreí y apunté el lente de la cámara hacía el monumento y saqué la fotografía.
-Un fiore per il ragazzo?(= ¿Una flor para el muchacho?)-musitó alguien detrás de mí.
Me giré y obtuve la imagen de una señora con un canasto de rosas rojas que le hablaba a Hoseok, mientras que Yoongi estaba distraído mirando las palomas.
Hoseok me miró y luego me sonrió. Entonces miró de nuevo a la señora.
-Quanto costa una?(= ¿¿Cuánto cuesta una?)-preguntó.
-Un euro-dijo la señora.
-Dammi uno (= Dame una).
Ella le acercó la canasta y Hoseok escogió una rosa entre el puño y luego, sacó del bolsillo de su pantalón una pequeña moneda.
-Ecco (Aquí esta)-le dio la moneda y le sonrió.
-Grazie bel giovane (= Gracias bello joven)-dijo la señora y luego me sonrió a mí para después alejarse e ir a ofrecerle sus flores a la demás gente.
No había aprendido aun italiano, pero al menos, ya estaba un poco más familiarizado con las palabras y pude entender la conversación entre Hoseok y la señora. Ella le había ofrecido una rosa, él le había comprado una. Simple. Seguro se la llevaría a Sohyun.
-Ten-pero me la ofreció a mí y me dejó en blanco.
-¿Qué?-musité, torpe.
-Es para ti-dijo, como si hubiera adivinado mi pensamiento anterior.
-Gracias-tomé la flor entre mis manos y sentí que el rubor corrió por mis mejillas pintándolas, así que desvié mi rostro y miré a Yoongi, quien aún seguía entretenido observando el centenar de palomas que volaban en el cielo y otras que caminaban por el suelo de la plaza.
Alcé mi cámara y tomé una fotografía de su perfil justo en el momento exacto en que las palomas volaron. Una fotografía maravillosa. Yoongi me miró.
-Hey, pudiste haberme avisado-me dijo y yo reí.
-No, creo que saliste más lindo así.
El se sonrojó de nuevo, y luego bajó la mirada percibiendo así la flor en mi mano.
-¿Y esa flor?-preguntó.
-Se la dí yo-dijo Hoseok, con más orgullo del necesario.
-Rayos, entonces yo tengo que comprarte un ramo completo-bromeó.
-Lo haces parecer una competencia, Yoongi-dije, queriendo seguirle la broma, pero lo cierto era que dos hermosos ángeles estaban cortejándome y el tono casual en mi voz no era muy espléndido.
-Claro que no es una competencia-dijo él-, yo no estoy compitiendo con nadie; Hoseok no es un jugador, él ya tiene dueña-bromeó Yoongi, palmeándole la espalda a Hoseok.
Hoseok sólo sonrió, pero a esa sonrisa le hacía falta... ¿alegría?
-Me haces sentir como un trofeo-dije, haciendo un mohín.
-Non un trofeo. Tu sei un principe bel e mi piace essere il vostro principe (= No eres un trofeo. Tu eres un hermoso principe y me gusta ser tu principe) -musitó.
El rostro de Hoseok se endureció y su ceño se frunció ante las palabras que Yoongi había pronunciado. ¿Pero qué había dicho?
-Tell in coreano (= Dicelo en Coreano)-le farfulló Hoseok.
-No, mi vergogno (No, es vergonzoso)-musitó Yoongi.
-Qual è il tempo a flirtare con lei? Non capisce (= ¿Cuál es el momento de coquetear con el? Él no entiende) -el rostro de Hoseok se volvía serio y su voz no tenía ese tono amable.
-Perché so che gli piace l'accento italiano (= Porque sé que le gusta el acento italiano) - Yoongi se encogió de hombros.
-Non vedo il punto (= No veo el punto)-Hoseok se cruzó de brazos y luego me miró.
No sabía cuál era mi expresión, pero hasta sentía un signo de interrogación dibujado por encima de mi cabeza. Odiaba no entender nada.
-Yoongi dice que eres un hermoso principe y que a él le gustaría ser tu príncipe-me dijo, pero parecía molesto.
-Stai zitto!(= Cállate!)-protestó Yoongi a Hoseok, enrojeciendo por completo.
Miré a Yoongi, enternecido.
-Qué lindo eres, Yoongi. Gracias-dije, y él enrojeció más. Sin embargo, Hoseok permanecía de brazos cruzados y con rostro duro.
La fierecilla apareció de pronto, bailando de alegría por que creía que lo que Hoseok tenía eran celos y aunque no quisiera aceptarlo, a mí también me gustaba la idea.
La tarde había llegado y el sol se había ocultado ya en algún punto del cielo cuando volvimos al departamento. Había sido increíble haber pasado todo un día con Hoseok cuando no estaba en mis planes. Me sentía mal a veces de haber utilizado a Yoongi en varias ocasiones para sacarle ese rostro adusto y un ceño fruncido a Hoseok. Pero más allá de la remota culpa, se sentía bien.
-¡Uff! Fue un día magnífico el de hoy-dijo Yoongi, riendo complacido.
-Lo fue-concordé-. Gracias, Yoongi.
Besé su mejilla ligeramente coloreada por un rubor rosa que aparecio en su piel palida y crucé los dedos por que el ceño fruncido de Hoseok apareciera de nuevo en su bello rostro. Le miré por la colilla del ojo cuando me alejé de Yoongi y lo vi con las manos en sus bolsillos y la mirada baja, como si quisiera evitar ver. La fierecilla se decepcionó.
-Hasta luego, Yoongi-le dije.
-Hasta luego, principe-rió, tímido, luego dio la vuelta y se introdujo al departamento de su tía.
Miré a Hoseok quien ahora esbozaba una linda sonrisa, ¿no le había afectado en nada mi patético intento por ponerlo celoso?
-Qué grosero es Yoongi, no se despidió de mí-dijo, pero mantenía aun esa sonrisa.
-Es un poco despistado, no te lo tomes a mal-sonreí.
Abrí la puerta y él me siguió.
-Son las seis treinta de la tarde, ¿qué quieres hacer?-me preguntó.
-Estuve caminando casi todo el día por la plaza, no creo que me queden ánimos de hacer algo más-musité, aventándome al sofá y dejando la rosa roja sobre la mesa de centro.
-¿Quieres jugar cartas?-sugirió, sentándose a mi lado.
-No, siempre me ganas-hice mohín y el rió por lo bajo.
-Bueno, que tal... ¿ver una película?
-Ya vi todas las que Sohyun tiene, y me da pereza ir hasta el video club a rentar una. Lo siento-musité, negando.
-Está bien, ¿por qué no jugamos a las diez preguntas?-insistió.
-Bueno creo que eso puedo hacerlo sentado aquí-reí y me crucé las piernas sobre el sillón, acomodándome para quedar cara a cara con Hoseok.
-Está bien, comienza tú-me dijo.
-Me dijiste que te gustaba la música. ¿Alguna vez has escrito una canción?
-Sí, tengo algunas letras, pero no son tan buenas-sonrió y bajó la mirada.
-Estoy seguro de que son geniales-animé.
-Siguiente pregunta-rió.
-¿Algún día me ensañarás una?
Me miró y rió de nuevo por mi insistencia.
-Está bien, algún día-prometió.
-Bien. Veamos...-pensé- ¿tu punto más cosquilloso?
-Emm... el cuello-dijo, como quien no quiere la cosa.
-¿Qué hay de tu futuro?-pregunté, meramente curioso.
Se encogió de hombros, elegante.
-Pues sólo estoy seguro de una cosa. No seré administrador como Jungkook- rió-. A lo mejor, quizá, compositor.
-¿Compositor? ¡Dios, eso sería fenomenal!
-Gracias.
¿De qué hablan las canciones que escribes?
-De la vida, de mí, del amor...-se encogió de hombros de nuevo.
La fierecilla se removió y me animó a preguntar:
-¿Alguna vez le escribiste alguna a Sohyun?-inquirí, temeroso por la respuesta, porque la fierecilla no sólo era terca, también era sensible.
Se quedó serio por un segundo, con un semblante duro e inexpresivo. La fierecilla se removió curiosa inquieta e impaciente.
-Me da pena admitirlo-bajó la mirada-. Pero no-musitó.
-¿Por qué no?-mi ceño se frunció pero la fierecilla sonreía alegremente.
-Es que...-elevó una de sus manos hasta su cabeza y la rascó despeinando su corto cabello- lo intenté, de verás, pero las palabras que salían y las frases que se formaban... simplemente no me gustaban. No eran buenas.
-Pero al menos lo intentaste, y ya sabes lo que dicen 'La intención es lo que cuenta'-le sonreí, aliviado y feliz.
-Supongo-asintió riendo-. Siguiente pregunta.
-Está bien, veamos... ¿Qué pensaste de mí la primera vez que me viste?
Sonrió, dejándome ver todos esos hermosos y perlados dientes.
-Que eras Taehyung, el amigo de Sohyun-dijo.
-No eso, eso ya lo sabías. Me refiero a la primera impresión.
-Oh, bueno. Recuerdo que me reí porque peleabas con la puerta-sonrió- y pensé que eras divertido; luego me seguiste la plática, entonces supe que eras sociable; para después deducir que eras agradable porque era fácil reír contigo.
-Oh, vaya. Gracias-musité, ligeramente ruborizado.
-Siguiente pregunta.
-¿Qué extrañas más de Corea?
-Diría que mi familia, pero ellos viven aquí así que...-pensó- tal vez mi antigua universidad: me gustaban las fiestas-rió-. Siguiente y última pregunta.
-¿Me las estás contando?
-¡Claro! El juego se llama 'diez' preguntas, ¿no?
-Está bien, está bien-manoteé.
Pensé muy bien mi última pregunta, y sólo se me vino a la mente la que había estado pensando desde el inicio del juego, incluso mucho antes. Pero no sabía si hacerla era buena idea, sin embargo la fierecilla insistió hasta que las palabras salieron de mi boca con sumo cuidado.
-¿Por qué te fuiste de Corea?-musité, tímido y con la voz apenas audible.
Él se quedó en silencio de nuevo y luego bajó la mira. ¡Tonto, tonto, tonto! Me decía una voz interna; si no se lo contó a Sohyun, no sé por qué tenía la esperanza de que me lo contara a mí.
-Es que no quería estar más en ese lugar-comenzó, con un tono de voz que se fue haciendo agrio conforme hablaba.
Iba a conformarme con aquella respuesta, creyendo que él ya no seguiría hablando; pero su boca se abrió de nuevo... ¿estaba dispuesto a contarme a mí... todo?
-La razón fue una chica, Sunmin-su mirada estaba gacha, puesta atenta en el verde cojín del sillón-. Ella fue mi novia durante un año; estábamos bien, ó eso creía yo, hasta que un día llegué a casa y mamá me dijo que Sunmin había ido y me había dejado una nota, una especia de carta o algo así...-se quedó en silencio y respiró de forma notable varias veces, mientras que yo sólo observaba cómo su perfecto abdomen se inflaba y desinflaba bajo la camisa azul que vestía; luego continuó-. Subí a mi habitación y me senté a leer la nota; decía que se iba, que no la buscara y que era el fin de nuestra relación. Que lamentaba que eso tomara tanto tiempo y que se iba simplemente porque se merecía algo mejor que... yo-su semblante de ángel ahora parecía como si estuviese tallado en piedra, con una expresión hostil y entristecida a la vez-. Terminé el año que me faltaba para graduarme y salí corriendo de ese lugar tan pronto pude; lo primero que se me ocurrió fue ir hasta Japón, pero llegué primero a Italia, aquí, me gustó y descubrí que era lo suficientemente lejos de ese lugar, así que decidí quedarme. Mi familia se mudó al año siguiente, cerca de mi apartamento. Mientras me iba esforzando en no recordar aquello ni nada de ese lugar. No te voy a negar, que sí me dolió. Yo la quería bastante y para ella simplemente no fue suficiente...-su voz se perdió y luego el silencio apareció de nuevo, y supe que ya no hablaría.
-Qué estupida-farfullé, incrédulo y él me miró.
-¿Disculpa?
-Sunmin, es una estupida-dije-. Me disculparás, pero, ¿que no eras suficiente? ¿Que se merecía algo más? ¿Acaso existe algo mejor que tú?-¡cállate! Me gritó la voz y capté la última pregunta que había salido de mi boca, el rubor corrió traicionero y sentí vergüenza; pero Hoseok me miraba enternecido, y mi corazón se conmovió dentro de mí, así que seguí hablando pero ahora consciente de lo que decía-. Qué tonta fue-musité-, porque no vio que eres un chico increíble, talentoso, atento, divertido, además de muy apuesto.
Él esbozó una sonrisa de medio lado.
-Estoy seguro que jamás encontró ese "algo mejor" porque simplemente no lo hay-continué-. Qué lástima que te haya dejado ir, porque no supo que lo que dejó escapar fue como un tesoro, que ya no recuperará; por eso digo que Sohyun es muy afortunada-en lo último de mi frase, la voz se me entristeció, pero él sonrió y aquella sonrisa le dio motivo a mi corazón para palpitar fuertemente.
-Qué lindo eres-musitó y el corazón comenzó a latirme más y más rápido, expandiéndose por todo mi pecho-. Gracias.
Sonreí apenas pude, porque aun estaba un poco atolondrado intentando calmar a mi bombeador de sangre.
-¿Sabes?-me dijo- Eres a la primera persona a la que se lo digo.
Cuando creí que el corazón había vuelto a su tamaño normal, volvió a inflarse completamente conmovido.
-Gracias por tenerme la confianza-murmuré.
-Gracias por escucharme.
Le sonreí de nuevo, aun sin comprender cómo es que aquella chica lo había dejado ir.
-Pero basta de mí, te toca-la sonrisa alegre apareció de nuevo en su rostro y esperé a que dijera la primer pregunta-. ¿Qué te inspiró a ser fotógrafo?
-Mi papá-dije-. Le gustaba mucho tomarnos fotos, a mí y a mi mamá y me gustaba cuando me sentaba en sus piernas y me las mostraba una por una, decía "Mis amores" y luego me daba un abrazo. Me hacía sentir protegido-el recuerdo llegó hasta mi garganta, quebrándome la voz.
-Seguro tu padre está muy orgulloso de ti, donde sea que él esté-me acarició la rodilla con cariño y me sonrió.
-Gracias.
-Dime, ¿Qué hay con el chico de Corea?-inquirió y me reí por el cambio de tema tan repentino.
-¿Cuál chico?-dije, un poco confundido.
-Del que le hablaste a Yoongi hoy, sobre tu amiga...
-¡Oh! Eso, amm...-recordé mi pequeña mentira y rebusqué algunas palabras para formar la respuesta que él me pedía-. Bueno, como tú dijiste, ya no importa, ya se quedó allá-me preguntaba si había notado mi nerviosismo.
-¿Te has enamorado alguna vez?-su mirada almendrada se clavaba en mi rostro con intensidad, haciendo que mi corazón se trabara en sus latidos.
-Existió un chico, MinJae-expliqué-. Pero, no funcionó-me encogí de hombros.
-¿Por qué no funcionó?
-Bueno, éramos muy distintos. Yo amaba la fotografía y el arte y él... no era muy trabajador que digamos-reí-. Pero era un buen chico.
-¿Entonces buscas a alguien con quien puedas congeniar?
-No lo busco, Hoseok. Tengo algo así como una creencia de que él sólo llegará.
-El destino.
-Quizá-me encogí de hombros.
-Dime, Yoongi es...-parecía como si luchara con las palabras para encontrar las adecuadas-, amm... bueno, se nota que te llevas muy... bien, con él. ¿Te gusta?-sin embargo, parecía también apenado por su pregunta.
La fierecilla se emocionó al oír la pregunta que esperaba. "Dile que sí, dile que sí" me decía, pero la ignoré mandándola al rincón de donde había salido.
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