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03

Los golpes en la puerta me despertaron y entonces me percaté de la voz de Sohyun del otro lado.

-¡Taehyung, levántate ya!-gritó.

Me removí entre las sábanas y no hice intento alguno por abrir los ojos.

-¡Bestia!-volvió a golpear la puerta-Hoseok vendrá en cualquier momento.

¿Hoseok? Abrí los ojos, completamente despierto y aventé la sábanas hacía un lado. Salí de la cama en un santiamén y abrí la puerta. Sohyun corría de un lugar a otro en busca de algo.

-Yo creí que no te levantarías nunca-farfulló.

-¿Qué buscas?-pregunté.

-Mi bolsa, puedo jurar que la dejé aquí-apuntó al sofá.

Miré el reloj, faltaban veinte minutos para las seis de la mañana. ¿Cuánto se tardaría Hoseok en llegar?......¿Por qué me pregunto eso?

-Busca en tu cuarto, Sohyun-musité. Ella me miró y salió corriendo a su habitación. Dos segundos después llamaron a la puerta.

-Taehyung, por favor abre-me gritó Sohyun desde su cuarto.

Caminé perezosamente hasta la puerta y la abrí. Lo que vi me deslumbró por completo.

-Buenos días-me sonrió y aquella fierecilla enjaulada saltó de un lado a otro en su pequeña cárcel.

-Buenos días, Hoseok-le devolví la sonrisa-. Pasa.

Le abrí camino y me le quedé mirando mientras pasaba a mi lado, llevaba puesta una chaqueta negra al igual que los apretados pantalones que traía, por dentro de la chaqueta se alcanzaba a ver una camisa en tono rojo. Usaba unas gafas de sol que le daba un aspecto más comercial a su rostro, parecía de esos modelos que sólo ves en televisión.

-Bonita pijama-musitó mirando mi atuendo.

Enrojecí hasta los huesos y me mordí el labio inferior, completamente apenado. Nadie, exceptuando a Sohyun, me había visto en pijama.

-Gracias-murmuré.

-¿Dónde está Sohyun?

-En...

-¡Aquí!-la interpelada salió de su habitación con la bolsa en la mano y me interrumpió.

-Hola, preciosa-dijo él y luego se acercó para besarla.

Desvié mi mirada, dándoles privacidad y me escabullí hasta mi cuarto. Privacidad, ¿eso quería darles? O sólo quería calmar a la fierecilla que de pronto se sintió incómoda.

Me vestí rápidamente y me acomode los mechones que tenia levantados poniéndome una boina.

-¡Taehyung! Debo irme-gritó Sohyun , desde algún lugar cercano a la puerta.

Salí del cuarto no sin antes tomar mi cámara fotográfica.

-Te veo más tarde, espero se diviertan-dijo-. Los amo, a los dos.

-¡Suerte!-dije, pero ella ya había cerrado la puerta.

Miré entonces a Hoseok, quien se encontraba parado mirándome a mí.

-Creí que íbamos a desayunar en pijama-musitó, divertido al notar mi cambio de ropa.

El rubor corrió de nuevo por mis mejillas y bajé la cabeza.

-Es muy temprano para desayunar-musité.

El rió.

-¿Entonces... quieres que nos vayamos ya? El camino no es muy corto.

-Claro-sonreí y él me hizo seña de que saliera del departamento.

Tomé mi pequeña mochila y me la situe en el hombro, echando allí mí cámara; luego él me abrió la puerta y me dejó pasar primero. Se deslizó después hacía mi lado y caminó junto a mí, su perfume, mezcla de miel y frutas tropicales se introdujo en mi nariz.

-¿Escaleras o ascensor?-preguntó.

-Escaleras, es el tercer piso-decidí.

Sonrió como si le hubiera gustado mi elección. Esperó a que yo me adelantara y luego me siguió muy cerca.

Cuando salimos del edificio, caminé hacia la derecha, muy decidido.

-¿A dónde vas?-preguntó Hoseok y me giré a mirarle, entonces me di cuenta de que ya no me seguía sino que estaba parado y reía.

-Pues, a tomar un taxi o un autobús-me encogí de hombros, confundido.

El rió con ganas y sus carcajadas atronaron en mis oídos como la entonación de una cascada al caer al lago. No comprendí qué le resultaba tan gracioso y fruncí el ceño.

-No pensarás que tomaremos un taxi hasta allá, ¿verdad?-dijo, medio serenado-. Porque si es así, no creo que tengas el dinero suficiente como para pagar el viaje, recuerda que no está muy cerca el lugar-río de nuevo-. Y no hay autobuses hasta ese lugar, a menos de que tomes tres o cuatro.

Me quedé en silencio y relacioné sus palabras con sus acciones.

-¿Te estás burlando?- volví a fruncir el ceño.

La carcajada melodiosa que aun salía de su garganta enmudeció, y su rostro se volvió serio y cauteloso.

-No-dijo.

-¿Entonces por qué te ríes?-enarqué una ceja.

-Porque me pareció un poco... gracioso-aun bajo las gafas de sol, su expresión era como la de un niño que es regañado por su madre.

-Para mí no es gracioso-dije, severo pareciendo enojado.

-Lo siento yo...

Estallé en fuertes risotadas interrumpiendo su disculpa y se me quedó mirando extrañado.

-¡Caíste! Creíste que me había disgustado-alcancé a soltar entre risas.

Su rostro dejó la seriedad y precaución y se dibujó en él una bella sonrisa.

-Eres malo-musitó y luego río.

-Sólo a veces-reí-. Pero bueno, ya hablando en serio, ¿en qué nos vamos a ir?-inquirí.

-En mi auto-dijo, como si fuera obvio y luego apuntó hacía el vehículo que tenía a un lado.
Era un Chevrolet Tahoe Hybrid en color negro.

-En tu auto...-musité- claro, debí imaginarlo-reí, sintiéndome un poco tonto.

El me sonrió y luego abrió la puerta del copiloto.

-Sube-me indicó.

Me acerqué y me ayudó a subir, tomando mi mano para servir como un apoyo. Algo en mi estómago se movió y estaba seguro de que no era la fierecilla; porque ahora permanecía muy quieta.

-Gracias-musité, ruborizado.

-De nada-me sonrió de nuevo, haciendo que el color se profundizara más. Ya hasta estaba pensando que lo hacía a propósito.

Puse el estuche de la cámara sobre mis piernas.

El subió a su asiento, y encendió el motor de la camioneta para ponerla en marcha.

-Bonito vehículo-dije.

-Gracias, pero me gusta más el de mi hermano-rió con franqueza-. ¡Oh! Ahora que recuerdo, dice que le encantaría salir para conocerte.

-¿Qué?

-La idea de Sohyun-aclaró.

-Oh, claro, pues... en ese caso, genial-musité.

-Te va a agradar, es muy buena persona-me dijo, mientras manobriaba con el volante del auto para dar vuelta en una calle.

-¿Tratas de hacer lo mismo que Sohyun?-inquirí, entrecerrando los ojos y mirándole.

-¿Qué?-la nota de confusión en su voz no me pareció falsa.

-Buscarme pareja-dije.

El rió y se quitó las gafas de sol, dándole paso libre a la vista de sus bellos ojos.

-¿Sohyun hace eso?

-Lo está haciendo, estoy seguro-musité y luego me crucé de brazos, acomodándome en el asiento.

El volvió a reír.

-Pues juro que no lo hago con esa intención-sonrió y se detuvo en una luz roja.

-¿Y cómo puedo creerte?-inquirí, enarcando una ceja.

Rió de nuevo, divertido por mi juicio.

-¿No basta con que lo haya jurado?-preguntó, escandalizado y divertido.

-No tanto-negué con la cabeza.

Seguimos avanzando cuando la luz se puso en verde.

-Bueno, creí que a lo mejor tenías pareja ya-dijo.

-¿Y qué te hizo pensar eso?

-Pues, eres muy lindo-se encogió de hombros-; no veo porqué no.

Me quedé helado y me fue imposible formular algún pensamiento en ese instante. Yo le parecía lindo a él.
El rubor corrió de nuevo por mis mejillas, pintándolas de rojo.

-Gracias...-musité.

-¿Ya me crees?-sonrió.

-Quizá.

Su risa estalló de nuevo y puso los ojos en blanco.

-Si que eres terco ¿no?

-No, sólo un poquito duro de convencer.

-Está bien, está bien. Esa es una cosa por la que no se me ocurrió emparejarte con mi hermano, otra es que Jungkook está enamorado de una persona misteriosa.

-¿Una persona misteriosa?

Se encogió de hombros.

-Lo conozco muy bien como para saber que está enamorado, el problema es que no me quiere decir de quién.

-Bueno, todos tenemos derecho a la privacidad-me encogí de hombros y él me miró-. Una amiga me lo dijo una vez.

-Bueno, creo que tienes razón-sonrió resignado-. Aunque me gustaría saber.

-Eres curioso-adiviné.

-Mucho-admitió.

Dio la vuelta a una calle y siguió derecho. Miré por la ventana polarizada, maravillándome con el encanto de Venecia, sus edificios, sus calles, todo me parecía fantástico.

-Qué bonito-susurré.

-¿Qué es bonito?-preguntó y mi atención volvió a él.

-La ciudad, la gente, todo...

Él volvió a reír.

-Sí, la primera vez que visitas Venecia sueles enamorarte del lugar.

-¿Cuánto tiempo llevas viviendo aquí?-pregunté.

-Casi dos años.

-¿Dos años?-abrí los ojos como platos.

-Casi. Bueno, a decir verdad... año y medio.

-Wow, ¿por qué...?-me quedé a la mitad de mi interrogante, recordando las palabras de Sohyun: "Me contó que era de Gwangju, que allí había nacido y que había venido a Venecia por lo mismo que yo: olvidar amores del pasado, sin embargo hasta la fecha no me ha dicho qué fue lo que le pasó....

-Por qué, ¿qué?

-¿Así que vienes de Gwangju?-dije, tratando de evadir mi pregunta anterior, borrarla de la conversación o algo por el estilo.

-Sí, allí nací-respondió-. Pero, por qué ¿qué?-volvió a insistir.

-Nada, sólo me equivoqué de palabras, es todo-reí, nervioso.

Me miró con los ojos entrecerrados, no del todo convencido y luego posó su atención en el objeto que tenía sobre mis piernas.

-¿Qué es eso?-preguntó.

-Oh, mi cámara.

-¿Eres fotógrafo?-se asombró.

-Sí, y adoro serlo.

-Te gusta el arte entonces-concluyó.

-Por supuesto.

-¿Sabes? A mi gusta la música.

-¿Tocas algún instrumento?

-Sí, la guitarra, el pandero, el teclado y la batería, un poco.

-¡Wow! Eres talentoso entonces.

El sonrió, halagado por mi comentario.

-Gracias.

Siguió conduciendo y cada movimiento que él hacía me provocaba una sensación rara de encanto, en ese momento la respuesta de la pregunta que Sohyun me había hecho se escuchó en mi cabeza: sí, él era perfecto.

Luego de unos minutos más, su voz interrumpió el silencio.

-Llegamos-avisó, entusiasmado.

Miré hacía el frente, a la izquierda y me maravillé con lo que vi.

Bajé del auto al igual que él y sentí cuando el frío me rozó los brazos. Los cabellos que se salían de la boina se movieron.

-Ven, vamos. Tenemos que ir a una de las góndolas-hizo un movimiento de cabeza indicándome que le siguiera.

Nos acercamos más y pude ver el agua del canal y otras tres personas que querían subir al negro trasporte de madera. Me paré justo antes de subir. Hoseok me miró.

-¿Qué pasa?-preguntó.

-He oído que las aguas de los canales de Venecia son profundas-dije, con temor.

El río.

-¿Tienes miedo?...

-N-no-mentía, pero tampoco quería que él pensara que soy un cobarde, aunque lo era.

El volvió a reír.

-Ven, no tengas miedo, estas cosas son muy seguras-me extendió la mano para que yo la tomara y su cálido tacto era algo que no podía rechazar jamás.

Me tomó de la mano, sujetándome fuertemente y haciéndome sentir completamente seguro, era como si el infantil miedo de antes se hubiera evaporado como el aliento frío que sale de la boca y no tarda más de tres segundos en desaparecer.

Subí a la góndola y él se sentó a mi lado, mientras que las otras tres personas se situaban delante de nosotros. El gondolero comenzó a remar y el bote a moverse, me estremecí un poco. Hoseok me miró, y en su mirada había una ternura que brillaba, ese par de ojos almendrados me brindaban una auténtica protección con el resplandor que soltaban.

-¿Estás bien?-preguntó y su voz se llenó de dulzura.

-Perfectamente-musité, atontado.

Me sonrió, y aquella sonrisa hizo que miles de burbujas se inflaran en mi estómago y flotaran en él.

Miré hacia arriba, sintiéndome más seguro que hace unos segundos y me topé con cielo grisáceo. Luego miré hacía mis lados, los ladrillos se elevaban formando un edificio barroco y arcaico de color beige. Oía el murmullo de las personas delante de nosotros, un murmullo ininteligible para mí, puesto que su idioma era diferente al mío; mientras que el gondolero pasaba el remo por el agua y hacía mover la góndola provocando que la brisa me acariciara el rostro bajo la boina.

-¿Sabes por qué se llama El puente de los suspiros?-preguntó Hoseok, interrumpiendo mi análisis del paisaje.

-¿Por qué?

-Bueno, este puente une al Palacio del Duque con la antigua prisión de la Inquisición. Da acceso a los calabozos del palacio y los prisioneros veían desde aquí el cielo y el mar por última vez, y suspiraban.

-Nada romántico-me reí.

-No, pero la gente le ha dado tanta fama que el nombre les sirvió a unos poetas para inspirarse en ese género literario.Me reí, encantado por su brillante explicación.

-¿Por qué te ríes?-preguntó, divertido.

-Porque pareces de esos maestros de colegio y me haces sentir como un alumno.

-Perché in questo caso sono felice di essere il vostro insegnante-rió.

No sabía qué había dicho, pero sea lo que sea me hizo ruborizar, el acento italiano adornaba su melodiosa voz de terciopelo y hacía que las burbujas en mi estómago se agrandaran más.

-Tendré que aprender italiano-mascullé.

El soplo cálido de su risa me acarició el rostro, apartando la brisa de la gélida mañana.

-Lo que dije fue: Que en ese caso, yo estoy encantado de ser tu profesor-dijo-. Y si quieres, puedo enseñarte italiano también.

-Me gustaría-mi sonrisa se volvió tímida y oculté el rubor debajo de la sombra de la boina.

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