Querida amiga:

Sé que nunca recibirás estas cartas, pero aun así no me canso de escribirte. He decidido que las recibirás cuando el horror haya terminado y seamos solo el recuerdo de un mal momento.

El dolor me envuelve y no me deja ver las lágrimas caer que me dejan sin aire. ¿Abriré los ojos al día siguiente? ¿Volveré a ser como tú? ¿Seremos nuevamente una sola? Necesito que vuelvas y me abraces. Necesito que me digas lo que hago mal, que me indiques por donde caminar.

Amiga, me he perdido en los bosques de mi propia personalidad y no me puedo encontrar, no te puedo encontrar. Las ramas me golpean y cuando el golpe llega a mi pecho puedo escuchar todo tipo de insultos, regaños o enojos. Hacen eco en mi mente y me impiden pensar. Escucho a mis padres diciéndome todo lo que hago mal, pidiéndome que abra los ojos. Pero ellos no entienden, ellos no pueden comprenderlo. Me preguntan por ti y yo solo puedo decirles que te has ido y nunca volverás.

Quisiera que todo fuera un sueño, que abriré los ojos y te veré frente a mí con esa sonrisa tan tuya, tan mía. Quiero soñar que me abrazaras y me harás sentir en casa, al fin.

Quiero soñar que así seré, que mañana estarás aquí como siempre has estado. Porque no puedo, no puedo ya sin ti y necesito recuperarte. Es todo un desastre y yo solo quiero soñar.

¿Puedes volver por mí?

Por favor, vuelve.

Clara.