Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo único

El autocontrol no es algo que yo aparentemente conozca, así que les vengo con el primer día (elegantemente tarde) de 12 días de navidad, actividad organizada por el blog de tumblr 12daysofchristmas

Prompt: Empapándose/''Tus manos están muy frías''

Advertencias: No beteado (todavía), lenguaje moderado, relación establecida

PSD: si logro terminar el día 2 y 3 hoy, será un logro, pero no voy a celebrar antes de tiempo porque no he empezado el día 2. Crucemos nuestros dedos

------------------------------

Manos frías

Kyle estaba teniendo un muy placido sueño cuando, de la nada, es traído de regreso a la conciencia de forma abrupta por algo húmedo golpeando su mejilla. Desorientado y aún medio dormido, se gira en la cama en un intento de escapar de la sensación de humedad que resulta ser fútil cuando dicha sensación le sigue. Gruñe bajo, abriendo lento los ojos para averiguar que está perturbando su sueño, a fin de solucionarlo y regresar a dormir. Se había planteado la noche anterior que nada iba a arruinar su día libre y tiene toda la intención de cumplir con ello.

Sin embargo, con lo que parece no haber contado, siendo su primer error, es que su insufrible esposo también tenía el día libre y, por supuesto, seguro su misión del día era arruinar el suyo desde temprano. Es la única explicación, honestamente, que le encuentra al hecho de que Cartman está actualmente arrodillado junto a él en la cama, sus manos ahuecadas sosteniendo algo que desde su posición no puede ver, pero que debe ser el origen de las gotas de agua que gotean contra su rostro. Por un momento considera con que facilidad podría cubrir un asesinato. Llega a la rápida conclusión de que está demasiado cansado para ello y la ruta más sencilla, que le ahorrará muchos dolores de cabeza en el futuro, es solucionar las cosas de forma pacífica: sostiene el borde de la corcha con la que está arropado, le da la espalda a Cartman y la alza hasta cubrir su cabeza, ignorando el sonido indignado que hace el hombre.

-¡Khaaaaal! -protesta el castaño hablando más alto de lo que debería para ser tan temprano en la mañana.

Kyle no tiene ni la más mínima idea de que hora es, pero debe ser jodidamente temprano si su alarma no ha sonado todavía. ¿Cómo podía tener tanta energía tan temprano? Especialmente luego de haberse pasado la noche anterior quejándose hasta el hartazgo de cuan cansado estaba y de cómo lo estaba explotando en su trabajo. Como si el bastardo no pudiera alivianar su horario a placer, no como otros que están intentando dormir.

-Khal, tengo que decirte algo importante y no puedo hacerlo de esta forma -intenta nuevamente el castaño. Puede sentirlo arrastrarse un poco sobre la cama hasta que logra tocar su espalda con sus rodillas.

Tal vez, piensa el pelirrojo cerrando fuertemente los ojos, si lo ignora lo suficiente decidiría volver a dormir. O dejarlo en paz por un par de horas más. Y cree que lo ha conseguido cuando los minutos se alargan y la voz de su esposo no vuelve a resonar. Aliviado, suspira aflojando un poco el agarre que tiene sobre la colcha, respira hondo y se relaja empezando a quedarse dormido.

-¡Khal! -grita Cartman contra su oído, provocando que se levante de golpe, casi golpeándolo en el proceso, ahogando un grito por el susto que le ha provocado.

Lleva una mano a su pecho, mirando con incredulidad como el castaño se carcajea sin reparos, sus manos aún ahuecadas y, ahora que está sentado, Kyle puede ver que lo que sostiene es algo blanco y brillante. Toma una bocanada de aire. El mariticidio se ve como una solución muy tentadora para su problema en este momento.

-¿Cuál es tu maldito problema Cartman? -cuestiona con voz airada. Es obvio que no va a obtener ni un solo segundo de paz hasta que no le preste la atención que tan desesperadamente busca el hombre.

Fue tu decisión darle el sí, no te queda de otra más que soportarlo murmura en su oído una vocecita que suena sospechosamente como una mezcla de la voz de Stan y su madre. Nunca se había arrepentido tanto de no hacerles caso.

Igual que las veces anteriores que ha pensado eso, es una gran mentira, porque por muy fastidioso que sea Cartman jamás se ha arrepentido realmente de haberse casado con él. Sabía en lo que se estaba metiendo cuando dijo 'acepto', pero con un demonio que tiene derecho a quejarse de ello, así sea en la privacidad de su propia mente.

-Primero que nada, también eres un Cartman... -empieza a decir el castaño una vez controla su risa.

-Puedo dejar de serlo en un par de horas si no me dejas... -masculla entre dientes, cruzándose de brazos.

-... y, en segundo lugar -continua como si no lo hubiera escuchado. El brillo pícaro en sus ojos le hace saber que escucho perfectamente bien lo que dijo-, esto es importante Khal, no vas a hacerte más guapo por más que duermas, así que escúchame.

No importa cuantos años pasen, ni cuan acostumbrado crea estar, aún le sorprende la capacidad que tiene Cartman de hacerlo sentir caliente por dentro y querer ahorcarlo al mismo tiempo, todo en una simple oración.

-Dios -pasa una mano por su rostro, más para ocultar el sonrojo que se extiende por sus mejillas, ignorando la risita que esto causa en su esposo que delata que es demasiado tarde y se ha dado cuenta-. Bien, tienes mi atención. ¿Qué puede ser tan jodidamente importante a las...? -mira el reloj en su mesita de noche, -¿siete de la mañana?

-Me alegras que hayas preguntado, mi querido judío -una enorme sonrisa, que no puede significar nada bueno, se extiende por el rostro de Cartman cuando el hombre extiende sus manos hacia él, alzando hasta su rostro lo que sostiene. -¡Esto!

El pelirrojo debe retroceder un poco porque, ok, gracias, completamente innecesario. Parpadea observando por un largo minuto la cosa blanca que su esposo sostiene, tratando de entender de qué se trata, hasta que algo hace click en su mente y lo reconoce.

-¿Eso es nieve? -pregunta alargando una mano para tocarla con un dedo.

Y sip, es nieve, confirma cuando su dedo entra en contacto con la superficie helada del montoncito de nieve en manso de su esposo. Manos que, por cierto, están desprovista de cualquier cosa que pudiera protegerla.

-Yup, es nieve -confirma el castaño, su sonrisa de alguna forma volviéndose más brillante. No que Kyle pueda prestarle atención a ello con alarmas sonando en su mente.

-¡Cartman! -grita y sostiene sus muñecas tratando de forzarlo a que separe sus manos y deje caer la nieve, al diablo que se moje la cama, esto es más importante.

-¡Khal! ¿Sabes cuanto me costó subir hasta aquí con ella? -protesta el hombre cuando finalmente separa sus manos.

El pelirrojo no le presta atención, revisando las palmas de sus manos con atención, haciendo una mueca al encontrarlas completamente enrojecidas. Para su alivio no hay señales de quemadura, todavía, pero el alivio le dura poco porque cuando las alarmas se apagan se convierte en una oleada de enojo.

-¡¿En qué estabas pensando?! -vocifera tomando el primer objeto que encuentra a mano, resultando ser su almohada, y lo golpea con ella tan fuerte como le es posible, ignorando sus protestas y quejas. -¿Cómo se te ocurre tomar nieve con las manos desnudas? ¡¿saliste también descalzo?! ¡¿acaso quieres morirte?!

-Kyle, Kyle ok, basta, ¡basta! -Cartman cubre su rostro lo mejor que puede con sus brazos, aunque internamente agradece que la oleada de agresión de su esposo se haya manifestado con un par de almohadazos y que no lo haya golpeado con sus puños... o intentado ahorcar como obviamente quería hacer minutos antes-. Lo siento, ¿ok? Sólo quería mostrarte lo genial que es que por fin haya empezado a nevar.

-¡¿No podías despertarme y decirme como una persona normal?! -Kyle lo golpea una última vez con la almohada, conteniéndose de asfixiarlo con ella, antes de desecharla a un lado y proceder a golpear su brazo. Una vez, solo para sacar las últimas gotas de agresión en su cuerpo.

-Ya me disculpé, Dios, ¿qué más quieres de mí? -Cartman gruñe rodando lejos de él, aun cubriendo su rostro con sus brazos.

Kyle lo observa como si fuera estúpido. Bueno, siempre lo mira así, pero ahora lo mira como si fuera más estúpido de lo normal, pero no responde nada ante la idiotez que acaba de salir de su boca. Permanecen en sus posiciones por unos minutos más, Cartman medio hecho bola en su lado de la cama, mirando de vez en cuando a su esposo por encima de sus brazos convertidos en escudo; Kyle medio arrodillado en el otro lado, una mano fuertemente apretada contra la colcha, su respiración agitada por el repentino ejercicio el único sonido que los acompaña en la habitación.

Luego de unos minutos más, cuando la respiración de Kyle se calma y este no parece querer matarlo en los próximos treinta segundos, Cartman deja caer sus brazos despacio. Con mucha cautela se sienta, espera unos segundos y se desliza por la cama hasta estar más cerca del pelirrojo. Espera unos segundos más y, al no recibir reacción, alarga una mano y toma una de las suyas, la que aún sostiene la colcha, aflojando sus dedos con lentitud para proceder a enlazar sus manos juntas.

-Tienes las manos frías -comenta Kyle en voz baja, pero el hecho de que no aparte sus manos es una victoria para Cartman.

-Tengo una idea o dos de cómo podrías calentarlas -responde en automático, moviendo sus cejas de forma sugerente.

Kyle resopla con algo que podría ser fastidio, pero Cartman lo conoce lo suficiente como para reconocer el brillo de entretenimiento en sus ojos.

Permanecen en silencio unos minutos más, antes de que Cartman alce sus manos entrelazadas, llamando la atención de Kyle, quién lo mira alzando una ceja. El castaño sonrie, dejando un pequeño beso en sus dedos, y, si no lo conociera mejor, el pelirrojo pensaría que el gesto es dulce; la realidad es que sabe que su esposo quiere algo y si su arriesgado intento de conseguir una quemadura de hielo es alguna señal, no va a aceptar un no como respuesta.

-Te reto a una guerra de bolas de nieve -anuncia el castaño en un tono de voz dulce y meloso, como si le estuviera declarando amor eterno.

Considerando que la primera vez que le dijo te amo fue durante una discusión y a gritos, el contraste no lo toma por sorpresa en lo absoluto.

Resignado a que no podrá disfrutar de su único día libre en meses, y que claramente no va a poder descansar como planeó, no le queda de otra más que suspirar y aceptar.

Kyle no puede creer cuanto tiempo le tomó convencer a Cartman de que no saldrían a construir un fuerte ni tener una guerra de bolas de nieve hasta que desayunaran como es debido. Convencer es una palabra muy fuerte, en verdad. La realidad es que el pelirrojo tuvo que recurrir a forcejar con él hasta hacerlo sentarse en el comedor, confiscar su abrigo y guantes mientras el desayuno estaba listo y amenazarlo con suspender la parte más 'divertida' de su vida marital, en palabras del castaño, no suyas, por una semana si no lo dejaba disfrutar al menos quince minutos de silencio y paz con su café.

Para ser un jodido adulto con responsabilidades y que paga impuestos, y que para el colmo creció en uno de los pueblos que es más nieve que pueblo la mayor parte del año, Cartman estaba demasiado emocionado por la primera nevada del año. Aunque, bueno, debe admitir que hay algo de adorable en la pura alegría que ilumina el rostro de su esposo cuando, por fin, le deja salir de nuevo de la casa y este se lanza de cabeza a preparar 'el mejor fuerte que has visto en tu puta vida Khal'. Todos los años es lo mismo, y todos los años vuelve a enamorarse del imbécil que le hizo gran parte de la infancia imposible.

Todos los años se siente cálido y suave por dentro, hasta que la primera bola de nieve golpea su rostro sin advertencia. Entonces es la guerra.

Pasan el siguiente par de horas lanzándose bolas de nieve sin piedad, vociferando una plétora de amenazas e insultos que preocuparía a sus vecinos, que, como cada año, se asoman de vez en cuando a mirarlos con cierto reproche desde la seguridad de sus casas, de no ser porque están acostumbrados ya al caos que es el matrimonio Cartman-Broflovski. Francamente, más de uno agradece que sean una pareja de hombres, porque no quieren ni imaginar si uno de ellos fuera una mujer y trajeran a un niño al mundo que resultara ser una mezcla perfecta de su caos. Agradecen también que a ninguno se le haya ocurrido, todavía, la idea de que bien podrían adoptar y convertir futuros ciudadanos de bien en pequeñas copias desquiciadas de ellos.

En algún punto, cuando su pelea de bolas de nieve de alguna forma se convierte en una competencia de quién puede lanzar más bolas a los transeúntes antes de que alguien llame a la policía, uno de los dos propone hacer un muñeco de nieve. Probablemente Cartman, citando que es una tradición sagrada de las fechas decembrinas; no pueden simplemente no ser la primera casa en armar uno. No es como que el pelirrojo realmente necesitara mucho convencimiento, considerando que, así sea por mantener la paz, la mayor parte del tiempo cede a las demandas de su marido, en especial cuando eran demandas razonables.

Hacer un muñeco de nieve es razonable, considera Kyle regresando al interior de la casa para buscar la caja dónde guardan las piezas de ropa que le ponen a los muñecos cada año. Ponerles carteles con groserías, no tanto, le recuerda a Cartman cuando lo cacha tratando de sacar de contrabando un pedazo de cartón y algunos marcadores.

La siguiente hora la pasan discutiendo que forma darle este año al muñeco, entreteniéndose mientras tanto en amontonar nieve. No es suficiente para hacer uno tan grande como el del año pasado, pero luego de mucho discutirlo Kyle concede que, si cae más en los próximos días, harían un par más. La emoción en el rostro de Cartman casi hace que valga la pena ser el único encargándose de hacer la parte más tediosa de rodar la nieve hasta hacer la base.

Casi.

Pero ni modo, Kyle accedió y ya no puede echarse para atrás. No que quiera hacerlo, piensa, concentrado en darle una forma tan redonda como puede a la base. Trabajar de esta forma le permite unos minutos de silencio, Cartman concentrado en su tarea de hacer la cabeza a unos pasos.

La verdad es que no importa cuanto se queje, jugar luego de la primera nevada del año se había convertido en algo como una tradición para ambos. En el fondo es algo dulce que no cambiaría por nada en el mundo, una pequeña pausa a sus discusiones usuales o su constante lucha por el control de quién manda en la casa. Podrán tener años casados, y podrán estar todo lo enamorado que quieran, pero seguían siendo ellos y Cartman a veces lo saca de quicio. Por lo tanto, un par de horas revolcándose en la nieve, en armonía, hace que valga totalmente la pena.

Concentrado como está en su tarea y sus pensamientos, no nota que Cartman ha abandonado su propio quehacer, acercándose sigilosamente hasta él. No este sino hasta que siente su presencia a su espalda que Kyle alza la vista, un poco confundido. El castaño lo mira con una pequeña sonrisa inocente, gesto que es traicionado por la malicia en el fondo de sus ojos. El pelirrojo lo mira confundido por unos segundos, intentado descifrar que podría provocar esa expresión tan Cartman en él, cuando de pronto su esposo pasa sus brazos por su cintura.

El gesto es inocente, pero Kyle no es estúpido. Desgraciadamente, es demasiado tarde para actuar y cuando viene a darse cuenta de sus verdaderas intenciones, Cartman ha encontrado la forma de colar sus manos bajo su abrigo, su suéter y su camiseta hasta colocarlas muy deliberadamente contra su pecho y abdomen.

Sus manos, que hasta hace unos minutos habían estado cubiertas por sus característicos mitones, ahora completamente desnudas.

Sus. Jodidamente. Heladas. Manos.

-¡Cartman! -chilla, retorciéndose tanto como puede en un desesperado intento de sacárselo de encima.

¿La respuesta del bastardo? Echarse a reír como desquiciado, afianzar más su 'abrazo' y presionar sus manos con más fuerza contra su cuerpo.

El frío que lo recorre de pies a cabeza es infernal, allí dónde la piel de sus manos toca se siente como si estuviera quemando, y mientras más se retuerce más fuerte presiona Cartman. Para su fortuna, entre la risa y los movimientos violentos del pelirrojo, el castaño pierde el equilibrio y termina cayendo. Para su desgracia, como no lo suelta ni por un segundo, termina arrastrándolo consigo y ambos caen contra la bola más o menos decente que había conseguido, haciendo añicos su arduo trabajo.

La caída hace que el agarre se afloje un poco, lo suficiente para que Kyle se gire en el abrazo, dejando escapar un grito enfurecido que podría competir contra los mejores gritos de guerra. Cartman no puede parar de reír, ni siquiera cuando su esposo consigue separarse lo suficiente para tomar un montón de nieve entre sus manos y la deja caer contra su rostro.

Algo de la blanca escarcha entra en su boca, atragantándolo, pero no puede importarle menos. La expresión de Kyle es épica, con el rostro enrojecido por la rabia y los dientes castañeando por el frío. En represalia por su incapacidad para controlarse, el pelirrojo de alguna forma logra liberarse por completo y girarlo, intentando presionar su cabeza contra la nieve y hacerlo ahogarse con ella. Eso el castaño no puede permitirlo.

Así, ambos terminan rodando por la nieve, forcejando por ver quién ahogaría a quién primero. Y habrían seguido así por un tiempo indefinido, de no ser porque alguien se detiene cerca de ellos y carraspea con fuerza.

-Caballeros -ambos alzan la vista encontrándose con uno de sus vecinos, el señor... no están muy seguros, algo con J-, me veo en la forzosa tarea de recordarles que esto es un vecindario familiar.

Kyle es el primero en entrar en sus sentidos. Su rostro enrojece por la vergüenza y se apresura a ponerse en pie, limpiando lo mejor que puede la nieve de su abrigo. Cartman se queda unos segundos más en el suelo, mirando con fastidio al viejo metiche por arruinar su diversión; aunque es lo mejor, piensa decidiendo sentarse, ignorando las disculpas que expresa su esposo una y otra vez, porque el hambre está empezando a picarlo.

Es hora de almorzar, o de cenar tal vez, y ahora que han sido interrumpidos no puede seguir ignorando el llamado de su estómago.

-Lo que sea, gracias por meter sus narices dónde no lo llaman -interrumpe la conversación, poniéndose en pie finalmente y pasando por alto la mirada alarmada que Kyle lanza en su dirección.

No entiende porque se altera tanto. Siempre es lo mismo con el viejo chismoso, considerando que es el único con los cojones para interrumpirlos cuando están siendo 'demasiado escandalosos'. Bueno, puede respetarlo un poco por esa muestra de valentía, eso no significa que le agrade o que tenga que ser amable con él.

-Mil disculpas de nuevo señor... -empieza Kyle, pero no lo deja terminar.

Toma su brazo y lo arrastra de regreso a la casa, aferrándose a la última onza de euforia que le queda y tratando de no dejar que la interacción amargue lo que queda de su día.

-¿Cuál es tu maldito problema? -el buen humor, por otro lado, parece no durarle demasiado al pelirrojo porque una vez que cierran la puerta su rostro se frunce, esa expresión fastidiada que hace años no ve, dirigida a él al menos, de regreso.

Nope. Eso es inaceptable. Cartman no ha pasado las últimas horas comportándose como un imbécil con la intención de alegrar su día como para que un intercambio de unos minutos con una persona insignificante arruine su trabajo.

-¿Quieres salir a cenar? -pregunta de regreso llevando sus manos al rostro de Kyle, sosteniéndolo. El pelirrojo se estremece, sus mejillas enrojeciendo por el frío de su tacto y el castaño debe luchar por no sonreir cuando en lugar de profundizar su ceño, la expresión de su esposo se relaja.

-Tus manos están jodidamente heladas, Eric -ahí está, la ligereza que tiene semanas sin ver. Su pobre judío, tan estresado en el trabajo que se había olvidado de relajarse, -¿podrías dejar de tocarme con tus manos frías?

-Na-ah -sonríe soltando su rostro para volver a meter sus manos bajo su ropa, riendo entre dientes cuando vuelve a chillar y tratar de apartarse de él-. No me ves a mi quejándome de que por tu culpa estoy empapado.

-¡Es tu culpa! -protesta, pero luego de un segundo, deja escapar un suspiro resignado pasando sus brazos por su cintura, respondiendo al abrazo.

Cartman emite un sonido satisfecho, deleitándose en la piel de gallina que puede sentir bajos sus dedos al acariciar suavemente la espalda de Kyle.

-Entonces -dice lento, dejando un pequeño beso en su mejilla, -¿cenamos fuera?

-Bien -concede, mucho menos reluctante de lo que el castaño esperaba.

-Genial, te espero en el auto, ve decidiendo donde iremos -sonrie ampliamente besando la punta de su nariz antes de soltarlo.

-Eh, no. No iremos a ningún lado empapados, nos resfriaremos -Kyle niega, chasqueando la lengua de esa forma que hace cuando está por regañarlo como la mama gallina que es.

Dios, ¿qué haría sin este imbécil en su vida?

-Sólo si entras conmigo a la ducha -dice coquetamente, tomando su mano y halándolo suavemente en dirección a la habitación, sabiendo que no se negará.

-Eres imposible -la alegría regresa a su rostro y Cartman se siente jodidamente orgulloso de eso.

Esa expresión, de pura felicidad, hace que valga la pena todos los años comportarse como si la nieve fuera su cosa favorita luego de la comida. Eso es Kyle, por cierto, su cosa favorita luego de la comida. A veces mucho más que la comida.

No que se lo vaya a decir. Dios no, lo último que necesita es alimentar su ego judío.

-Te amo -dice en su lugar, apretando suave su mano, disfrutando de la risita que el pelirrojo no puede controlar. Eso debería ser suficiente, ¿no?

-También te amo, culón -responde el pelirrojo, regresándole el apretón de manos.

Sí, eso es suficiente.



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro