Luna se estaba rehusando a levantarse de la cama y sus padres estaban preocupados por ella. Miranda con angustia buscó a Israel en su casa y él la dejó entrar para hablar.

—Ella está muy mal, a medianoche se puso a llorar entre suspiros decía tu nombre y lo mucho que le dolía haberte traicionado.

—Me preocupa que se esté deprimiendo de esta manera.

—Debes de ir a verla para sacarla de este error yo sé que la amas y ella te ama a ti descongela sus manos para que pueda soltar esos miedos.

—Le prometo que haré todo lo posible para que ella se reponga.

Miranda llevó a Israel a su casa para que viera a Luna.

Ella estaba acostada en la cama con los ojos hinchados de tanto llorar, él acarició su cabello y ella lo miró al instante.

—Vamos levántate yo necesito que estés bien—ella se levantó de la cama para abrazarlo y lloró desconsoladamente en su hombro—tranquila, todo está en orden.

Ella lloró por largos minutos sobre su hombro y él no hacía nada más que consolarla.

Cuando ella por fin decidió salir a comer Israel se sentó con ella en la mesa.

—Necesito decirte algo. —Le dijo ella con la mirada baja.

—Te escucho. —Respondió él con inseguridad.

—Quiero iniciar el proceso de separación.

—Estás muy estresada con este tema debes de relajarte y procesar que te amo sin importar nada.

—Deja atrás tus sentimientos por mí, encuentra a la mujer adecuada para rehacer tu vida no mereces a una que se embriague hasta el punto de olvidarse de ti.

—Ya tengo a la mujer adecuada en mi vida y eres tú.

—Ya dejé de ser adecuada para ti entiéndelo—especto en llanto—quiero que me dejes de buscar y que cuando estés listo me cites para firmar nuestro divorcio.

—No te puedo prometer eso ¿Me crees capaz de dejar a mi felicidad a estas alturas?

—Es justo por eso que te pido esta separación para que encuentres a alguien que pueda reemplazarme.

Él se quedó sin qué responderle y en ese momento llegaron los padres de ella.

Sin lugar a dudas se sentía destrozado al estar viviendo esa situación con su amada.