Cap. 2
Luna e Israel fueron a la casa de Miranda y Miguel los padres de ella para hablar sobre el embarazo más solo le dijeron a él que quería hablar con ellos un asunto importante.
Estaban reunidos en la sala y ella miraba a los presentes con nervios que pronto se convertirían en miedo.
—Debo decirles algo importante que espero y me puedan perdonar. —Informó Luna con la mirada apagada.
—Ya me tienes preocupada lo que sea dilo ahora. —Dijo Miranda con los nervios de punta.
Luna volteó a mirar a Israel y tomó las fuerzas necesarias para poder confesar su error.
—Estoy embarazada desde hace dos semanas.
A Israel en ese momento un mundo entero de pensamientos se formó en su mente por otro lado, los padres de Luna se pusieron felices.
—Israel, alégrate con esta noticia serás papá. —Exclamó Miguel con entusiasmo.
—El problema es que el bebé no es de él. —Miranda y Miguel cambiaron su expresión facial a una muy seria.
—Dime ¿Algún bastardo se aprovechó de ti y no me lo contaste? —Preguntó Israel analizando la situación.
—Nada de eso pasó, yo me emborraché y no supe lo que pasó durante la fiesta de Jenni. —Confesó Luna aguantándose las ganas de llorar.
—No te preocupes por ella nosotros buscaremos la forma de ayudarla. —Dijo Miguel creyendo que Israel pediría el divorcio.
—No, yo seguiré viendo por ella y me aseguraré que esa criatura tenga un buen hogar.
—Tal vez debemos de hablar eso solo tú y yo en la noche, además ya es hora de que te vayas a trabajar.
—Si eso quieres lo hablaremos en la noche, te veo para ese entonces. —Él le dio un pequeño beso en los labios y se levantó del sillón.
A ella se le escapó una lágrima.
—Yo te llevo al trabajo. —Le dijo Miguel para que no se fuera solo después de recibir esa noticia.
—Gracias, pero estaré bien, nos vemos.
—Cuídate. —Le dijo Miranda.
—Igualmente. —Dijo eso y se fue.
Luna se quebró en llanto delante de sus padres y ellos la abrazaron para consolarla.
Cuando Luna fue a su trabajo la dueña del salón de belleza le prohibió trabajar porque según ella tener a una embarazada trabajando le traería mala suerte en el negocio y eso la entristeció un poco.
Cuando Israel llegó a su casa Luna ya estaba dormida en la cama y se acostó a un lado de ella para abrazarla.
—Yo voy a estar para ti siempre, te aseguro que esa criatura tendrá un hogar ejemplar y nunca los voy a subestimar.
Luna lo escuchó en silencio e hizo lo posible por ahogar el llanto. Sintió que no se merecía el amor que él le brindaba y eso la deprimió un poco.
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