Cap. 12
A Luna le había quedado una marca de la cachetada que le dio Karl, pensó que sus padres no le tomarían importancia, pero a la hora de desayunar Miguel se le quedó mirando.
—¿Qué te pasó en la cara? —Luna se puso nerviosa y respondió.
—Es la marca que siempre te queda del colchón es que anoche dormí sin almohada.
—No mi vida, esa no es marca del colchón. —Ella agachó la cabeza para no ver a sus padres a la cara.
—Dinos lo que pasó. —Le dijo Miranda con delicadeza. —Ayer tuve unas diferencias con Karl y me dio una cachetada, pero ya está arrepentido por haberme hecho esto.
—¿Tú crees que eso es amor? —le preguntó Miguel—el estar con alguien que por la más mínima cosa te va a golpear.
—Solo fue esta vez, me prometió que ya no lo vuelve a hacer.
—Así es como comienza todo te va a golpear una y otra vez para siempre prometerte lo mismo o tratar de disculparse regalándote flores. —Le explicó Miranda.
—Es que él en realidad me ama, ya tenemos nuestros planes para cuando nos casemos.
—Según tú quieres lo mejor para ese bebé, pero ve mirando en el tipo de situación que se están metiendo. —Argumentó Miguel.
—Él me prometió que nos dará la mejor vida y le creo.
—Cualquiera puede darte la mejor vida, pero si no hay amor ni paz en un hogar lo material no sirve para nada. —Trató de explicarle Miranda. Luna se sintió mal por todo ese tema y quería dejar de hablar sobre ello.
—¡Ya! Dejen de decirme esas cosas, yo sé que él en verdad me ama y más que cualquiera.
—Entonces con eso nos estás queriendo decir que nosotros no te amamos lo suficiente. —Dijo Miguel con molestia.
—Es que ustedes están con las normas a la antigua, no aceptan que yo esté con él porque legalmente no estoy divorciada. —Luna se levantó de la mesa y se salió de la casa.
Miranda y Miguel se quedaron preocupados por ella.
Horas después llegó Karl a la cantina muy alegre gritando.
—Cantinero, deme una de sus mejores bebidas que hoy quiero celebrar la dicha de estar con el amor de mi vida. —Israel sin ningún reclamo comenzó a preparar la bebida como buen cantinero.
—Deberías ir a gritar esas cosas en otra cantina. —Reclamó Samanta.
—Ay Samanta, qué no ves que aquí preparan las mejores bebidas.
—Pero en mi opinión se le debería de prohibir la entrada a traidores como tú.
—No es traición, porque Luna me ama a mí. —Respondió diciendo esto último más fuerte.
Israel terminó de preparar la bebida y la puso sobre la barra, pero Samanta la tomó.
—Israel, tú mi cantinero favorito ¿Me perdonarías por desperdiciar una buena bebida?
—Eso no lo considero bueno, pero a ti te perdonaría las veces que fueran necesarias. —Le respondió suponiendo que tiraría la bebida en el baño.
—Eso quería escuchar. —Con la bebida en la mano se giró hacia Karl y le vació toda la bebida encima.
—¡Estúpida! —Gritó Karl y levantó la mano para pegarle, pero Israel lo detuvo.
—Aquí no vas a venir a pegarle a ninguno de mis clientes.
—Claro porque todos son unos perdedores como tú, mejor me voy a mi apartamento con tu mujer, ups lo estaba olvidando ya no es tuya, es mía. —Karl se zafó de la mano de Israel.
—Los perdedores son los que le roban la esposa a su amigo.
—Al contrario, esos son los que llevan todas las de ganar. —Respondió Karl y se marchó.
Israel tomó aire y exhaló deseando que todo fuera una pesadilla.
—¿Te sientes bien? —Preguntó Samanta al ver su reacción.
—Sí, estoy bien—él le tomó un poco a su botella de agua—ya tengo el dinero suficiente para divorciarme de Luna.
—¿Te vas a rendir tan rápido ante ese patán?
—No quiero forzarla a que vuelva conmigo, ella se siente muy enamorada de Karl así que ya no hay nada que la saque de ahí. —Samanta no soportaba verlo de esa manera y pensó una manera rápida para cambiar de tema.
—Te tengo una noticia.
—Te escucho.
—Entré a un programa para dejar de fumar.
—Eso es un gran avance.
—Si me lo permites quiero celebrarlo contigo invitándote una cerveza.
—Bien por hoy te la aceptó.
Él sirvió dos tarros de cerveza y brindo con ella.
En la noche Karl recibió un mensaje de sus padres diciendo que necesitaban que al día siguiente estuviera en Minnesota con ellos ya que su tía no tenía muchas esperanzas de vida. Karl le contó sobre lo sucedido a Luna y ella lo tomó a bien.
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