Capítulo 3
Era como estar sumergidos en un mundo mágico, como Atlantis o cualquiera de esas ciudades antiguas, así como las ficticias que yacían bajo el mar.
Si bien habían muchas familias, padres solteros o solos con sus hijos, el número de parejas que escogieron ese lugar como destino para su cita, era elevado.
Yoongi miraba a su alrededor maravillado con cada especie marina que observaba, hizo muchas preguntas, aunque no tantas como para volver loco a Jimin. Era bastante callado pero cuando algo le impresionaba o gustaba era demasiado transparente.
Las horas comenzaron a pasar rápido y ante de lo esperado, ya era mediodía y las tripas de ambos estaban rugiendo.
— ¿Cómo es posible que tengas hambre? No eres humano. — Susurró a su oído para evitar ser escuchado por alguien más.
— En este preciso instante gracias a ti, lo soy. Tengo las mismas necesidades que tú o cualquier otro ser vivo.
Jimin se mostraba un tanto escéptico pero asintió observando sus manos entrelazadas, desde el momento en que la tomó en el bus, el pelinegro no lo había dejado ir y él también había olvidado aquello.
— Entonces creo que es mejor que vayamos a comer algo. ¿Te parece? Ahí podremos ver a dónde más iremos hoy. — Asintió elevando las comisuras y el corazón de Jimin se saltó uno o quizás dos latidos.
Algo comenzaba a volverse extraño a medida que pasaban los minutos. Para Park, más que estar en compañía de alguien, sentía que ese alguien estaba en él.
No era una persona intratable: pero, sin ningún ápice de duda, optaba por la soledad y tranquilidad antes que una compañía estúpida e innecesaria. Una vez su madre le dijo que el ser humano amaba estar en acompañamiento de algo, así fuera de una vela encendida y él prefería la de sus ropas y maniquíes, la estantería y todos los accesorios que en su estudio se encontraban.
Él no confundía su soledad con la falta de una persona a su lado, amaba estar solo pero no se sentía de esa manera aunque, en ocasiones, deseara abrazar a alguien, besar o simplemente mirarle. Sin embargo, en ese momento una sensación que había dado por olvidada amenazaba con florecer de la nada y temía que aquello ocurriera.
Todo eso que estaba pasando era raro, no tenía sentido entregarse a algo que desaparecería a las doce de la noche como la magia del hada madrina de cenicienta. No quería espejismos ni falsas ilusiones que desordenaran su pacífica vida. Suficiente tenía con su trabajo y el mundo en el que se desenvolvía.
— ¿En qué piensas? ¿No te gusta la comida? — Apretó un poco más su mano observándolo con ligera y sincera preocupación.
— No es eso, simplemente me perdí en mi cavilaciones momentáneamente pero, ya estoy de regreso.
— ¿Puedo preguntarte en qué pensabas? — La suave servilleta limpió sus labios pero también los de Jimin.
El castaño se tensó por un segundo frente a las miradas que podían recibir, mandando mentalmente todo al demonio y disfrutando ese corto momento de esparcimiento antes de regresar a su cruda realidad.
— Digamos que todo y nada. Siempre he sido un hombre que ha preferido abstenerse de codearse íntimamente con varias personas y la vida a afianzado ese pensamiento en mi cabeza.
Bebió de su copa de vino evitando su mirada, no estaba acostumbrado a que sus compañeros le prestaran tanta atención como lo había estado haciendo todo el día, quien hasta hacía varias horas creyó que era un simple y común maniquí.
— Este es un mundo tóxico y ficticio donde reina la mentira, tan nefasto que cuando vemos algo bueno parece fantasía. Cuando vemos a una persona feliz lo primero que pensamos es, "está fingiendo" en vez de creer que realmente puede estarlo. Porque inconscientemente somos envidiosos y egoístas con los desconocidos, incrédulos ante la felicidad y desaprovechamos los momentos felices. Estamos tan acostumbrados a los desamores que le huimos al amor que siempre pedimos en silencio cuando se cruzan en nuestros caminos.
— ¿Sufriste de desamor?
— Tarde o temprano todos lo hacemos. Algunos comenzamos a experimentarlo con nuestras familias y ya luego con las parejas o personas que el destino cruza en nuestro camino. A veces deseo no haber pasado por tantas cosas en mi vida, grito en silencio por un cariño sincero.
— No fueras la persona que eres hoy, no tuvieras la fortaleza y coraza para enfrentarte a la vida de la forma en que lo haces. No sé qué problema viviste con tu familia, los desengaños que sufriste por tus parejas o traiciones de amistades pero ellos ayudaron a crear a la persona que hoy eres. — Acercó sutilmente sus manos a la boca y depositó un caso beso en ellas. — No grites en silencio, desahógate como quieres pero vive con el cariño y el amor que tienes por ti mismo. Sé que ese amor que anhelas puede tocar a tu puerta pero si no te amas, no estarás preparado para amar o dejarte amar por nadie más.
— Me haces creer que eres humano con esas palabras. — Se burló tímidamente sintiendo la calidez que aquellas palabras sembraron en su interior.
— Ojalá pudiera serlo, creo que podría ser un hombre feliz acompañando en el transcurso de mi vida a alguien como tú, sería feliz contigo.
Jimin calló, buscando de forma ansiosa su mirada, paralizándose en su sitio cuando el contacto visual se tornó tan intenso que lo hizo tartamudear sin estar hablando.
— ¿Comemos? — El pelinegro le sonrió tras realizar la pregunta y él no pudo hacer más que asentir y llevarse a la boca un trozo de carne que no podía digerir correctamente. — Come despacio, deseo poder terminar nuestra cita ya que posiblemente nunca la vuelva a experimentar aunque viva consciente en el cuerpo de un maniquí que te observa mientras continúas con tu vida y, eso no será posible si te atragantas y tengo que llevarte al hospital. Tampoco tengo identificación para ello.
Le guiñó un ojo y Jimin maldijo en su interior. A ver, le estaban poniendo difícil el hecho de poder comer con tranquilidad.
La tarde continuó de forma divertida, aún con frío montaron bicicleta por todo el río Han como Yoongi quiso hacer luego de ver un anuncio sobre esto en una de las pantallas de la ciudad. Comieron helado y el frió no hizo nada más que aumentar para ambos pero cuando se refugiaron en los brazos del otro, todo pareció haber valido la pena.
— ¿Qué es eso que están haciendo todos con sus celulares? — Jimin miró a su alrededor y sonrió mostrándole. — ¿Nos vemos nosotros mismo?
— Sí, ellos están tomando fotos para guardar el momento, para hacerlo perdurar.
— Creo que es algo absurdo, los móviles se pierden, cambian y las fotos se borran. Lo único que puede hacer perdurar un momento es la voluntad de esa persona por recordarlo, guardándolo en su corazón y mente, no en un teléfono donde a veces incluso olvidan las fotos que se tomaron. — Chasqueó su lengua y encogió de hombros.
— Tienes razón, sin embargo a veces, esa es la única prueba que queda de que algo realmente pasó y no fue como un sueño efímero e inexistente. En ocasiones como hoy donde quizás en pocas horas no te vuelva a ver de esta forma, una foto captaría este bello momento. Así, al despertar mañana, dentro de varias semanas, meses e incluso años puedo tener la constancia de que sucedió y no fue más que una imaginación que se evaporó con el tiempo.
Su voz se iba apagando a medida que caminaba dejando a Yoongi atrás. No quería que ese día terminara, no deseaba que él regresara a ser un maniquí como otro cualquiera en su estudio. El cuento de hadas de veinticuatro horas quería extenderlo de forma indefinida. Quizás era extraño que se sintiera tan apegado a algo que desde un comienzo sabía que no tenía futuro y era una falsa inexplicable, pero lo hacía.
— Perdón — Se disculpó al chocar con un desconocido.
— ¿Jimin? — Sus miradas se cruzaron y el aludido maldijo su suerte. ¿Por qué de todas las personas en el mundo debía encontrarse a su antigua pareja y amigo de secundaria juntos? — Cuánto tiempo sin vernos.
— Jimin...
— Kai, Taemin, ¡qué espléndida sorpresa verlos juntos! — Sonrió a modo de saludo.
Realmente ya no le importaba que Kai lo hubiese engañado con él, un supuesto amigo que no solamente se fue con su pareja sino también con todos los diseños que había hecho hasta ese momento y que le dieron cierta fama, dejándolo solo en un apartamento que no se podía permitir sin la ayuda de ambos. No obstante, le incomodaba lo relajados que lucían y actuaban frente a él como si nada hubiese sucedido.
— He escuchado que estaremos participando en el mismo desfile. ¿Cómo te va con la nueva colección? Me imagino que teniendo a Taehyung como modelo deberás esmerarte, es tu amigo pero sigue siendo un modelo y ese es su trabajo.
— Mi colección va genial y espero que la tuya vaya del mismo modo. — La mano de Kai lo rodeó por el hombro.
Los dos lo miraban con autosuficiencia mezclada de pena y quería salir huyendo de ahí, mas en el instante que dio un paso atrás, una mano sostuvo su cintura y lo mantuvo en su sitio. La mirada de sus antiguos conocidos pasaron a centrarse en un Yoongi serio que los dejó con la mano estirada cuando la extendieron para saludarlo preguntando quién era.
— Lamento la interrupción, realmente me gustaría decir que es un gusto conocerlos pero en este momento no tenemos tiempo para charlar y llegar a ese punto. De parte de mi pareja y yo, les deseamos un feliz día de San Valentín. — Sonrió aumentando el agarre cuando el castaño intentó moverse. — ¡Cuídense! Hermoso, ¿nos vamos?
Jimin asintió sonriente y agitó sus manos para despedirse. — Adiós.
No hablaron del incidente pero el diseñador agradecía por haber tenido a Yoongi a su lado y este lo hacía por poder haber estado presente para ayudarlo. Sinceramente deseaba poder permanecer a su lado, protegerlo, cuidarlo y acompañarlo pero era imposible porque, la única forma en la que eso podía ocurrir era muy poco probable.
— ¿Qué sucede con esas flores?
— Son para ti. — Un hermoso ramo de rosas rojas y blancas azucenas le fue entregado.
Un acto que siempre consideró cursi e innecesario. Algo tan cliché y simple e incluso cruel como lo era cortar plantas que nacieron para brillar en un hermoso jardín, le resultaba lo más hermoso, al punto de volverlo a tener al borde de las lágrimas, dejándolas salir por primera vez sin poderlas detener.
— Ya no luces tan hermoso, creo que buscaré un nuevo novio para terminar San Valentín. — Comentó con una sonrisa secando sus lágrimas. — ¿Sabías que tus cachetes se hinchan cuando contienes las ganas de llorar y se enrojecen cuando lloras?
— ¿En serio? — Yoongi asintió tomándolo de la mano. — Siento haber dañado tu cita.
— No lo has hecho, solamente me has dado la oportunidad para demostrar que soy material de novio. — Bromeaba mientras tiraba de él para abrazarlo. — ¿Mejor?
— Sí, mucho mejor. — Besó sus mejillas como muestra de agradecimiento pero fue el pelinegro quien esta vez no pudo ocultar su rubor. — Gracias por las flores, son hermosas.
— No tanto como tú, bueno al menos al tú que no es llorón. — Estiró la mano en espera de que fuera tomada y una vez que esto sucedió, echaron a andar.
El resto de la noche transcurrió sin sentimentalismo o al menos sin lágrimas derramadas, no había espacio para ellas cuando reinaban las raras bromas y risas. Ya no eran desconocidos y aunque en realidad solamente llevaban unas horas de haberse conocido, se sentían como personas enamoradas en una primera cita que parecía ser una de muchas que habían tenido con anterioridad.
La comida supo mejor que nunca y la caminata hacia donde estacionaron el auto en la mañana fue mucho más corta de lo imaginado. Incluso el frío viento que batió contra sus rostros se sintió tibio mientras anduvieron prácticamente abrazados.
¿Se podían alargar las horas un poco más?
— Gracias. — Esa simple palabra cargada de algo que no podía descifrar resonó al oído de Jiimin, sintiendo como la mano que abriría la puerta de su vehículo era sostenida por otra mucho más tibia. Su cuerpo quedó aprisionado entre el auto y el pelinegro, siendo abrazado. — Este abrazo no es para ti, es para mí. Creo que es algo que he necesitado todo el día, lo necesité desde que sentí tus brazos por primera vez sin poder moverme.
— ¿Lo sentiste?
— Tanto como el beso que me despertó, ese que he estado esperando para darte.
— Cierto, la cuarta tarea. — Yoongi lo volteó, obligándolo a mirarlo fijamente. — ¿Qué?
— ¿Piensas que todo lo que hemos hecho y experimentado hoy ha sido debido a las tareas? Desde el comienzo nada de lo que hecho ha sido parte de un estúpido manual de uso. Cuando te llevé a la cama no fue porque tenía que dormir a tu lado sino porque me apeteció hacerlo.
— Yo...
— La primera tarea incluía desayunar juntos pero no que yo te hiciera el desayuno, lo hice porque quería causarte buena impresión y que me regalaras una de esas sonrisas que me dabas mientras probabas tus ropas. Porque aunque mis ojos permanecían cerrados, podía sentirte y verte de alguna forma que no comprendo pero así fue. No escogiste un novio, no me exigiste u ordenaste ser de una forma me diste la libertad de ser yo y eso he sido a cada minuto a tu lado. Realmente te traté como mi novio porque desde el momento en que abrí los ojos e incluso desde antes, me gustaste. Tu forma de cantar, tus caricias...
Un beso repentino interrumpió su nada planificado discurso pero no estaba molesto, en lo absoluto. La forma en las que esos carnosos labios se emparejaban con los suyos era única. Bueno, no tenía forma de comparar muchos besos ya que solamente lo había besado a él pero no necesitaba hacerlo, lo sentía. Todo era exquisito, no obstante, no era suficiente.
Mordió el labio inferior de Jimin labrándose un camino hacia el interior de su boca sin reverencia. Apoderándose de su lengua, invitándola a una danza que no pudo rechazar. Todo comenzó de forma lenta, armoniosa y dulce pero en algún momento del camino el ritmo cambió y el fuego apaciguado en sus interiores cobró vida, queriendo arrasar con todo a su paso.
— Ya son pasada las diez de la noche... — Gimió sobre sus labios. — En menos de dos horas ya no podré decirte esto por eso necesito que lo escuches ahora por muy loco que esto pueda parecer para un humano como tú. — Presionó su nuca para unirse nuevamente en un beso, uno lánguido pero profundo. — Te amo.
Que alguien le dijera esas palabras se sentía tan bien pero a la vez tan triste que oprimía su corazón. No quería escucharlo, quería olvidar que marcharía y que al amanecer su cama estaría vacía. Ese hombre volvería a ser un maniquí inerte al que podría contemplar como una maravillosa escultura pero a la cual sería incapaz de abrazar de la misma forma en que lo hacía ahora.
Sus palabras quedarían grabadas en su pecho, en su memoria pero, en algún momento olvidaría el sonido de su voz, la forma de tocarlo y desnudarle el alma solamente utilizando su mirada, esos gatunos e intensos ojos negros.
No caminaría con él nuevamente por toda la ciudad, no compartirían una comida y mucho menos gratas sonrisas. Ahora creía en magia y también en milagros porque para él todo lo que estaba viviendo era justo eso, un milagro, algo mágico.
— Te amo y quiero agradecerte porque me hayas tratado en todo momento como un igual, como un humano al que querías o del que gustabas. Por permitirme experimentar todo esto, por la maravillosa experiencia de besarte, quererte y conocerte, por comprarme y cuidarme, muchas gracias.
— ¿Vamos a casa?
— Vamos, ya quiero estar contigo en el estudio. — Asintió acariciando el rostro escondido en su cuello.
— No de dicho el estudio sino a casa, mi casa. — Se apartó mostrándole una amplia sonrisa y se montó en su auto, calmando el hipido de su llanto no exteriorizado.
La cuenta regresiva iba mucho más veloz que horas atrás o al menos así lo sentían mientras se trasladaban en el automóvil por toda la ciudad, sin querer separar sus manos siquiera un momento.
Para Yoongi que no había conocido a nadie más, que era como un polluelo que seguía a su madre por todas partes para orientarse, todo eso pudo ser fuerte e intenso, incluso lindo. En cambio para él era como haber estado asfixiándose todos esos años sin saber y recibir una bocanada de aire puro. Tantos sin sabores y decepciones, que aún sabiendo que todo al principio era color de rosa, podía sentir casi calando en sus huesos que ese hombre era diferente, alguien que podría complementar su vida perfectamente.
Sí, quizás fue y volvería a ser un maniquí pero era más hombre que muchos que conocía, incluyéndolo a él quien con el tiempo se fue perdiendo, olvidando.
Una multa llegaría a su casa a final de mes, una cámara de tráfico lo había cogido por andar con exceso de velocidad pero no podía importarle menos. Lo único que ocupaba su mente y campo de visión eran los minutos que seguían pasando, el tiempo que iban perdiendo.
— No tienes que ir tan rápido, — murmuró sosteniendo la mano sobre la palanca de cambio, notando las lágrimas que Jimin derramaba mientras trituraba sus labios. — No necesito estar en un lugar específico contigo. Con pasar cada minuto restante a tu lado tengo más que suficiente.
—Ya estamos llegando, no te preocupes. — Jadeó lloroso.
— De hecho, no tienes que llevarme a tu casa. Si lo pensamos con detenimiento te sería trabajoso trasladarme por tu cuenta para el estudio. Es mejor si vamos ahora y esperamos la medianoche allá porque desde el primer momento, ese fue mi hogar, donde viví contigo. Ese es el sitio en donde te escuché y sentí por primera vez, donde te vi y dormimos juntos. ¿Podríamos ir allí?
— ¿Quieres ir al estudio? — Asintió. — Por la forma en que miraste mi casa pensé que esta te gustaba más, además que es un lugar al que nunca nadie entra, excepto Taehyung quien en ocasiones va a molestar.
— Oh, el amigo que quería que tuvieras sexo conmigo. — Soltó entre risas logrando poner a Jimin nervioso por algunos segundos antes de unírsele a la sonora risa. — Escuché todas las perversidades que hablaron, como me estudiaste con la mirada. Incluso sé la única parte de mi cuerpo que no tocaste.
— ¡Yah! Basta... — Espetó ocultando el sonrojo entre sus manos una vez que aparcó. — Te odio.
Con suavidad, Yoongi buscó sus labios, sintiéndolos, degustándolos con mayor ahínco. Comprobó de soslayo el reloj del vehículo y cerró los ojos con fuerza. Una hora, todo se acabaría en una hora. Él volvería a ser un maniquí mientras Jimin seguiría con su vida, olvidándolo con el transcurso de los meses. Quizás incluso lograra conocer a quien sería su verdadero novio y no uno ficticio como él.
— Entremos... — Indicó el castaño con su voz quebrada. — Nos quedan cincuenta y cinco minutos que debemos aprovechar.
Se adentraron al estudio tomados de las manos. El suelo aún seguía cubierto de rosas, la única iluminación eran las luces de la ciudad que traspasaban los cristales y reflejaban en las paredes. Jimin fue a encender la luz pero fue detenido por un brazo que lo atrajo para fundirlo en un nuevo beso, lánguido y duradero.
— Quiero dormir a tu lado, que duermas esta noche sabiendo que estaré a tu lado, poder abrazarte conscientemente y escucharte despertar pegado a mí aunque ya no pueda verte. — Lo guió con cuidado hacia la cama que ya conocía, quitándole una vez que estuvo frente a ella su abrigo. — ¿Seré un maniquí cursi por volver a decirte te amo? Quiero decírtelo por todas las veces que no podré hacerlo.
— Y yo quiero que lo hagas, las veces que desees. Quiero grabarlo en mi mente, también en mi corazón. — Imitó al pelinegro, desatando con cuidado su abrigo, desabrochando cada botón con parsimonia sin romper el contacto visual. — Me encanta como la luz se refleja en tus ojos.
— Compartimos otra gusto mutuo, también amo como se refleja en ti. — Musitó acariciando el pequeño reflejo de luz sobre le lado derecho de su rostro. — ¿Cantarías para mí?
— ¿Cantar?
— Te escuchaba mientras lo hacías y ahora quiero verte haciéndolo. Deseo llevarme esa memoria. — Lo ayudó acomodarse en la cama, siguiéndolo, acomodándose justo frente a él para abrazarlo.
La melodía entonada era hermosa, tanto que su corazones se estremecían. Para el momento que terminó la segunda canción, Jimin se apresuró a besarlo. Si bien inició calmando su llanto, se permitió aumentar la intensidad de sus besos.
Sin pedir permiso comenzó a desnudarse, parándose sobre la cama totalmente desnudo mientras que aquellos ojos que tan fijamente lo miraban comenzaban a devorarlo.
— No tienes que hacer esto si no deseas.
— ¿Crees que me hubiese quitado la ropa si no quisiese? ¡Desvístete! — Ordenó arrodillándose para brindarle su apoyo y desnudarlo a mayor velocidad. — ¿Qué haces?
— ¿No querías tocarlo? Dime cómo se siente ahora que lo estás palpando. — Cuestionó Yoongi colocando sus manos entrelazadas alrededor de su miembro, retirando suavemente la suya una vez que Jimin dejó de dudar.
Era gracioso porque ambos se deseaban, bromeaban y se provocaban pero a la vez, estaban embargados por una timidez que hacía todo aún más intenso, si es que esto era posible.
— Increíble, es perfecto. — Lo celebró haciéndose hacia atrás para permitir que la tenue luz filtrada le dejara ver aquello que tocaba. — Es hermoso.
— ¿Más que yo?
— Eso es imposible. — Sentenció gateando sobre el cuerpo que yacía acostado.
Sus brazos se atrajeron con fuerza y sus besos no se quedaron atrás. Las caricias llegaban lentamente pero eran precisas, tanto que parecían planificadas. Jimin ni siquiera entendía cómo un maniquí que había cobrado vida hacía casi un día pudiera ser tan experto, haciéndolo vibrar con su toque, quizás era todo parte de su creación y no se quejaba de ello.
Su lengua fue succionada con lascivia, su trasero era apretado y al calor del otro cuerpo lo enloquecía sin hacer nada. Contaban con veinte minutos, lo estaba viendo en el despertador de su mesita pero quería ignorarlo. Harían que esos minutos contaran como días e incluso meses.
No importaba lo rápido que corriera el tiempo porque ellos irían despacio. Más que placer, deseo y pasión, se trataba de conocerse y llegar a conocer sus lados más íntimos aunque fuera una única vez. Se trataba del tatuaje que hacer el amor dejaría en sus pieles en un día tan único y especial como ese.
— Eres precioso, magnífico. — Musitó Yoongi cautivado por el sensual movimiento de Jimin.
Sus caderas oscilaban rítmica y lentamente sobre su erección, con cada movimiento ambas chocaban y se rozaban gustosas. La fricción podía ser cegadora pero no lo suficiente como para hacerles romper el contacto visual.
Las manos del pelinegro se ciñeron en su cintura, intercambiando hábilmente sus posiciones. Quería probar cada centímetro de Jimin y aquella posición se lo estaba impidiendo. Era una obra de arte que se dedicó admirar, cada poro, cada lugar. Los besos fueron descendiendo, su boca creó un caminó hasta los pies, regresando hasta su entrepierna.
— El tuyo también es hermoso. — Musitó dándole una mirada pícara al castaño que mordía sus labios mientras lo observaba. — ¿Sabrá tan bien como se ve?
— Creo que deberías probarlo para saber. — Su mano se enredó en la cabellera azabache y con suavidad lo instó a degustar lo que bien sabía que sería como un manjar, el más delicioso para sus papilas degustativas.
Sin embargo, Yoongi no siguió su tácita orden. Abrió más sus piernas, dejando besos y mordidas en el interior de sus muslos hasta llegar a su periné. Solamente con un leve roce de su lengua el diseñador se aferró a las sábanas con fuerza. Sus testículos fueron igual de dulces pero la guinda en el pastel fue aquella carne sublevada que engulló suavemente sin detenerse.
Una nueva melodía conoció en ese instante, la de los gemidos que comenzaron a resonar en toda la habitación. Las expresiones de Jimin eran únicas, perversas y provocadoras, tanto, que tuvo que abandonar lo que hacía para besarlo, aunque no por mucho tiempo. Sin necesidad de hablar fue obligado a regresar a su tarea anterior.
Las intercaladas lamidas entre su miembro y aquella bella flor escondida en la oscuridad de su cuerpo se hicieron cada vez más seguidas, a ella se le unió un atrevido dedo y antes de darse cuenta otros dos invadieron la zona.
La digitada en su interior no se detuvo ni siquiera cuando el castaño exigió probarlo. Yoongi embestía su boca pero su mano seguía trabajando con esmero.
No era el deseo de la lujuria lo que los consumía, sino el deseo del corazón inquieto que pleiteaba por poseer interminablemente al ser que amaban. No importaba si su amor era un idilio, no dejaba de ser amor. La intensidad y ferocidad con la que lo vivían no se podía medir en tiempo, era simplemente imposible.
Cada vez que se acariciaban, incrementaban el deseo del otro, encendían el motor que tenía en marcha el mundo donde solamente habitaban ellos dos, se desataba una energía que ninguno hubiera podido resistir.
— Quiero sentirte en mi interior... — Gimió casi en súplica. — No quiero acabar hasta que no estés dentro de mí, no hasta que no lo hagas conmigo.
— ¿Estás listo?
— Simplemente entra, el tiempo apremia. — Jadeó resistiéndose a la dulce guerra sin cuartel a la que tenía sometida a su próstata.
Fue lento a tal punto que el tiempo parecía detenido pero, cuando finalmente entró, ambos se abrazaron con fuerza. Apretaban sus cuerpos con la intención de convertirlos en uno y lo estaban logrando. Cada beso, cada caricia, embestida y palabras sueltas que expresaban aparentemente sin sentido, los volvía uno. Jimin estaba viviendo lo que era hacer el amor con los corazones y usar su cuerpo solamente para traducir lo que estos decían.
Nunca lo había sentido de esa forma y posiblemente jamás lo haría de nuevo pero esa experiencia, valía por mucho.
Tres minutos quedaban.
Fue entonces que Yoongi no pudo contenerse más, penetraba ese hermoso cuerpo con la misma fuerza con la que deseaba permanecer humano, con la misma rapidez en la que sus lágrimas corrían cual cascadas al igual que las de su compañero. Tan profundo como el amor que sentía por ese castaño que lo abrazaba con fuerza.
— M-Me voy a venir..
— Mírame y bésame, Jimin, vente conmigo.
Sus cuerpos vibraron al llegar a la cúspide y los gemidos fueron tan fuertes como su llanto u orgasmo.
— ¡Te amo, Min Yoongi! ¡Feliz día de San Valentín! — Exclamó abrazado a él, aún sintiéndolo en su interior cuando faltaban escasos segundos para que el despertador marcara las doce. — Yoongi. Yoongi...
No hubo respuesta, tampoco movimiento alguno departe del cuerpo contrario. Volvía a estar inerte, carente de toda vida. Aún así, con la esperanza de que este pudiera escucharlo de la misma forma que lo hizo antes de despertarlo, volvió a repetir las últimas frases.
— Este día siempre me pareció tan patético y absurdo que no le encontré sentido a la celebración, sin embargo, ahora tiene un significado completamente nuevo para mí. El día de San Valentín a partir de ahora significas tú, significamos nosotros. — Musitó abrazándose con fuerza a su cuerpo.
Lo separó de él largos minutos después en los que fue a limpiarse pero aún así no tomó una ducha. Aún no quería quitarse su esencia, necesitaba sentirlo un poco más. Lo limpió con sumo cuidado, acariciándolo y arropándolo una vez terminado. Con la manta cubrió ambos cuerpos entrelazados en un abrazo que Jimin se rehusaba a romper.
Lloró, lloró toda la noche, conversó con él e incluso le mostró las fotos que tomaron durante el día hasta que finalmente cayó rendido.
Cuando abrió los ojos y contempló al maniquí que estaba a su lado se molestó, llorando nuevamente por la impotencia. Ya no podía verlo como un simple maniquí. Necesitaba a Min Yoongi, su pareja. Tenía tantas cosas que hacer, tanto que adelantar y aún así no pudo levantarse de su cama hasta volverse a dormir en la noche luego de llantos y súplicas que hizo a todo lo que pudiese existir para que regresara.
Su alarma sonó, mucho más ruidosa que de costumbre y esta vez ni siquiera se molestó, no tenía fuerza para ello. Extendió su mano para apagarlo y volvió a cubrirse, girándose para abrazar el cuerpo de Yoongi.
— ¿Dónde está? — Preguntó sobresaltado. — ¿Dónde demonios está? — Se levantó asustado, llorando y tembloroso. No podía perderlo, todo no podía haber sido un sueño. — Yoongi... ¡Min Yoongi! — Gritó con fuerza secando sus lágrimas.
— ¡Buenos días! — La voz a su espalda lo sobresaltó pero esta vez se giró de prisa, necesitaba ver al dueño porque era tan conocida que ni siquiera en mil años lograría olvidarla. — Ya no es San Valentín pero yo sigo siendo un milagro creado en ese día tan especial.
El pelinegro abrió sus brazos recibiendo a un Jimin que corrió y brincó sobre él abrazándolo como un koala. Se sentía increíble poder verlo, tocarlo como quería. Aún sin poderle decir nada estuvo llorando y sufriendo esas horas en las que volvió a ser un artefacto inerte sintiendo el dolor ajeno tan latente como el suyo.
— ¿C-Cómo es que estás aquí? ¿Cómo es posible? — Preguntó alejando su cabeza pare contemplarlo, tocarlo y besarlo como si eso lo ayudara a confirmar que no estaba viviendo un sueño. — Pensé que cobrarías vida solamente para San Valentín y que nunca más iba a poder verte como un humano.
— ¿Magia? ¿Milagro? ¿Ambas cosas fusionadas? — Sonrió girando con el castaño entre sus brazos. — ¿El poder del día del amor y la amistad? ¿Tu amor?
— ¡No me importa qué fue pero gracias a lo que sea que haya sido! — Gritó entre besos derramando lágrimas de alegría. — Estás aquí...
— Gracias a ti, a que sinceramente te enamoraste de mí poniendo a un lado tus creencias. Creí que sería algo imposible, que un ser humano como tú no se enamoraría de alguien como yo en tan escasas horas pero, sucedió. — Caminaba con su gigante koala entre los brazos hasta llegar a la cama. — Cuando pude verte frente a mí, cuando mis brazos respondieron a mis órdenes y pudieron acariciarte, fui el ser más feliz de este planeta.
— ¿Existía esa posibilidad?
— ¿Jamás terminaste de leer todo lo que vino con la cartulina rosa, cierto? — Jimin lo admitió avergonzado pero feliz de poderlo ver. — Eso ya no importa, esta vez estoy de regreso para quedarme y no hay contrato que pueda impedirlo. ¡Vamos a desayunar!
Se levantó de un salto y se encaminó a la pequeña cocina del estudio pero unos tibios brazos lo apresaron nuevamente antes de llegar a su destino.
— ¿Cocinaste para mí?
— Para los dos.
Estaban sentados en el la cama disfrutando su desayuno entre miradas y tácitas frases cuando el timbre los sobresaltó.
— ¿Esperas a alguien?
— No pero por la intensidad con la que lo tocan estoy seguro de que es Taehyung. Por hoy no le abriré la puerta, quiero estar solamente contigo.
— ¿Por qué no? Quiero conocerlo, además, si sigue tocando así nos será imposible poder hacer algo más.
Añadió frunciendo el ceño frente al insoportable ruido, conteniéndose para no echar al mejor amigo de su pareja y gran benefactor de su relación.
— ¿Dónde está? Necesito verlo...
Taehyung apartó a Jimin de su lado y adentró en el estudio buscando al famoso maniquí, encontrándolo sentado sobre la cama con los pies cruzados y cara de pocos amigos. Tapó su boca ante la sorpresa y lo señaló buscando la mirada de su amigo.
— Ya sé, es algo difícil de explicar pero...
— ¡Funcionó! — El castaño calló al escuchar al rubio gritar y exclamar entusiasmado. — Oh por dios, Jimin, funcionó. No creí que fuera real pero viéndolo de esta forma puedo tener la certeza absoluta. Estás enamorado, le sacaste el zumo al día de San Valentín.
Sus dedos se agitaron en el aire queriendo hacer cosquillas pero el mayor lo detuvo con una mirada inquisitiva que exigía una explicación por lo recién dicho.
— ¿Cómo así que funcionó, día de San Valentín y enamoramiento. ¿Lo sabías todo? — Su amigo asintió acercándose para acariciar el cabello del maniquí pero este serio golpeó su mano y se levantó para situarse al lado de su pareja.
— No deberías tratarme así, gracias a mí es que tienes vida. — Realizó una mueca y rió.
— ¡Taehyung!
— Ya, ya... No me grites que es muy temprano. — Sobó sus oídos y se sentó sobre la cama. — Hace poco más de una semana estaba teniendo una cita con mi novio cuando pasamos por un callejón un tanto folclórico a las afueras de Hongdae donde vendían cosas ya sabes, particulares. Sabes bien que no soy creyente pero fuimos a ver una chamán por diversión y ella terminó mencionándote.
— ¿A mí? — Asintió.
— No sé, me dijo que tenía un amigo que había dejado de creer en el amor. Que podía terminar sus días solo, amargado y sumido en la oscuridad de el arrepentimiento y pues el único que cumplía con esas características eras tú. Comentó que podía ayudarte pero no le creí mucho, aún así aquello me quedó dando vueltas en la cabeza y cuando me dijiste que habías mandado a pedir el nuevo maniquí a la fábrica Min, pues puse manos a la obra. Por lo que veo, deberías estar agradeciéndome porque todo salió según lo planeado. Debiste haber hecho las cinco tareas que pedí que agregara a lo que fuera que iba hacer, te enamoraste y es por eso que el bello maniquí de grandes proporciones está aquí contigo.
Sus cejas se movían con picardía, fascinado con lo que estaba presenciando.
— No entiendo nada. ¿Cómo pudiste cambiarlos?
— No lo cambié, simplemente le pedí un favor a Namjoon, el mejor amigo de Kookie. Él es el dueño de la compañía de transporte que hace los traslados de la compañía Min. Este iba a ser un maniquí cualquiera aunque se iba a ver muy real. Yo simplemente agregué todo lo que la chamán me indicó pero fue muy difícil volverlo a empacar. Digamos que es por eso que tu entrega sufrió un ligera demora.
— ¡Tú!
— Abrázame y dime que me amas, agradéceme. — Jimin negaba confundido pero aún así no pudo evitar sonreír y abrazar a su mejor amigo, quien le había hecho el mejor regalo de su vida. — ¿Comenzamos con la prueba de vestuario?
Todo fue un éxito, el diseñador no solamente logró entregar su colección en el tiempo establecido sino, que brilló en la semana de la moda junto a su mejor amigo. Fue un día mágico en el que estuvo rodeado por las personas que amaba, cumpliendo uno más de sus sueños y metas.
Dejó de odiar el día de los enamorados aunque muchas de sus opiniones se mantuvieron intactas. La única diferencia era que ahora cada año lo pasaba al lado de la persona que amaba, alguien que complementaba su vida y con el que era muy feliz. El maniquí que cobró vida un día de San Valentín, mismo con el que compartió ese día y mucho más por largos años.
💞💞💞
FIN
💞💞💞
Esta historia debería haber sido publicada para San Valentín pero, como la hice especialmente para participar en un concurso, he tenido que publicarla antes.
Espero que haya sido de su agrado y la hayan disfrutado.
LORED
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