Retos
Capítulo 7
Los días han pasado con bastante rapidez, he estado tan ocupada que no he tenido tiempo ni de respirar. A veces en las noches cuando alcanzó trepar las piernas en mi cómodo sofá, me pregunto por qué me metí en todo esto, ya que no había ningún tipo de necesidad. Pero cuando llega la mañana y veo a Adrián con el café de Starbucks listo en el escritorio, me digo a mi misma que no todo es tan malo.
Decidí continuar con mi trabajo usual sólo los fines de semana, con domingos libres y si no estoy de humor tampoco los trabajo los sábados, si total con un día que me haga fácil me llevo par de miles al banco.
En el contrato nunca estuvo estipulado, que durante estos seis meses no pudiera ejercer la profesión. Muy a mi pesar Adrián lo sospechaba o al menos estoy casi segura, pero el jamás me ha dicho nada es como si ignorara ese detalle a propósito.
Hubo mucho trabajo desde el primer día que oficialmente comencé mi trabajo como asistente. Adrián Lucas Duque puede ser el hombre más organizado del mundo, no se le escapa ni una. Yo tengo el control total de su agenda y prácticamente de siete días, seis se la pasaba entre reuniones, viajes relámpagos, citas, ir a su restaurante que está en el hotel donde nos vimos luego de tantos años, ejercicios (no podía faltar sus casi dos horas de ejércitos prácticamente todos los días) y más citas.
Cuando por fin nos sentamos a charlar sobre todo dejando nuestro Fatal Attraction a un lado, pude entender y comprender a lo que él se dedicaba. Su padre fue el primero que inició el negocio de un restaurante en la isla de Puerto Rico llamado Tres Culturas donde se dedicaban hacer comida criolla de dicho país , teniendo tanto éxito decidió abrir una segunda franquicia en Miami Beach un pequeño pedazo de tierra donde viven tantos puertorriqueños como miles de latinoamericanos, viendo eso decidió agrandar su menú añadiendo platos típicos de otros países caribeños.
Cuando su padre falleció sin dar más detalle del asunto, él tomó las riendas del negocio a la edad de 22 años cuando a penas estaba saliendo de la universidad. Decidió vender franquicia de su restaurante en el cual las ganancias ganadas de dichos establecimientos lo invertía en otros negocios o en la bolsa de valores. De ahí nació una mini fortuna que por su talento en los negocios se fue agrandado hasta hacerse un joven con bastante caudal.
Así me enteré que junto a su mejor amigo y ahora socio Rodrigo Salazar comenzaron juntos a soñar con dar clases de cocinas criollas e internacionales, sería cursos básicos de cocina bastante sencillas,
comenzaron con un solo piso con unos cuatro salones y una pequeña cocina.
Adrián se empapó del tema, busco ayuda de hombres y mujeres de negocios que lo pudieran ayudar y lo pusieran al tanto de lo que tenía que hacer para lograr hacer de sus cursos un negocio más concreto. De a poco lograron acreditarse y lograron hacer de sus tutoriales un instituto de cocina y a la vez añadir clases de turismo y cosas relacionadas.
Adrián donde pone el ojo pone la bala, en estas semanas, había cerrado par de negocios donde lograba encantarlos con su retórica a tal punto que lograba cerrar los tratos con una jugosa y cuantiosa fortunilla de par de miles. Se le nota que disfruta lo que hace pero me he dado cuenta que siempre está en automático, no le da cabida a la espontaneidad.
Durante esos días que transcurrieron no volvimos a tener un acercamiento, ni siquiera había tiempo. Estaban preparando una actividad para Noche Buena en donde el Instituto estaría donando una cena para los deambulantes,mietras el se encargaba de los papeleos de oficina , Rodrigo y yo buscábamos pequeñas empresas, como cafeterías, restaurantes, tiendas de pequeños comercios para donar para la actividad, ya sea ropa, artículos de primera necesidad y esas cosas básicas.
Me di cuenta que estar en esos quehaceres era muy agotador pero gratificante, en serio me divertí al poder ser parte de aquella actividad y por primera vez tras bastidores.
Sólo faltaba una semana para la cena y justo cuando todo estaba casi en orden. Adrián no se aparece por la oficina. Sólo llevaba tres semanas trabajando allí y es la primera vez que se ausenta dos días corridos. Rodrigo no le daba importancia por lo tanto por que tenía que preocuparme, hasta que pasaron tres días más y pues como Rodrigo se hacía cargo de casi todo no me había alarmado... Todavía.
Estaba acomodando una pila de papeles que faltaban por firmar por parte de Adrián, me hubiera encantado poder llevarlo a su casa, así en parte conozco donde vive y de paso lo visito. Pero por más indirectas discretas que le echaba a Rodrigo como echando maíz haber si caía, nunca me dijo nada.
Ya para mañana sábado sería la actividad aquí mismo en el salón de actividades del Instituto y no saber de la persona que fue capaz llevarme hasta aquí era un poco desesperante.
Me senté en su silla, la que da justo al gran ventanal de cristal que me muestra parte del paisaje echo de cemento y autos por doquier, era una vista espectacular pero también muy sombría, muy solitaria a pesar del tráfico y la gente caminando como si no hubiera un mañana. Mordí mis labios por acto reflejo y sentí algo de frío, era de esperarse ya que estaba nevando afuera, así mi memoria viajó a aquel día en que conocí por casualidad a la ex de mi jefe y lo que pasó después no me lo hubiera esperado ni en mis mejores sueños.
De repente sus manos buscaban soporte en mi cintura, un movimiento torpe nos hizo tropezar caí sentada en el escritorio, pero eso no hizo que Adrián se apartara de mí, todo lo contrario, me besó con más fuerza, con más premura, con la desesperación dibujadas a pincel en su piel. De repente me escuché gimiendo mientras mordisqueba mi
cuello, la falda estaba echa girones y mi blusa ya estaba a punto de desaparecer.
— Tu ex mujer tiene ese poder de desequilibrante en ti. — Me escuché a mi misma susurrarle, quise morderme la lengua, no era el momento para tal comentario, ni si quiera tenía que haberlo mencionado. Cerré mis ojos y me aparte, no quería verlo sentí vergüenza. ¿De cuándo acá una puta tiene el derecho de reclamar algo?
Pero en vez de ver rechazó por su parte al ver que me detuve y me iba alejando, me agarró con más fuerza y me llevó hacia él, nuestras miradas chocaron como por accidente. Adrián respiraba afanoso y mojaba sus labios buscando al parecer las palabras correctas que decir.
— Por favor, no creas que para esto te traje, no pienses ni por un segundo que te uso. Melissa es parte de mi pasado, inclusive no se ni porque te estoy haciendo esto.
Sus ojos se notaba realmente angustiado, como si de verdad le importará lo que pensara. No dije nada de momento porque todavía tenía cosas por decir.
— Honestamente quiero mostrarte mi mundo, quiero que conozcas otras cosas, además del ambiente en el que estas acostumbrada.
— ¿Entonces no soy tu puta personal?
— Le dije a son de broma y logré hacerle reír.
— No eres eso, por lo menos no durante 6 meses, o por lo menos aquí conmigo. Tú eres mucho más que eso.
Mordí mis labios. ¿Qué yo soy mucho más que eso? Agudicé mis ojos para ver si en ellos hallaba respuesta a mi duda. ¿A qué se refería?
— Me subestimas, no se hacer otra cosa. Hasta yo misma me pregunto que hago aquí. Mirame ahora estoy besado al que se supone es mi jefe. Esto ya es parte de mi.
Me escuchaba y no daba crédito a lo que decía, miraba al suelo porque sentía mucho más vergüenza de lo que alguna vez creí sentir. Tras mis manos podía sentir el calor de su pecho, y su corazón latía muy rápido. Sus dedos acariciaron m mentón y me obligaron a alzar la cabeza.
— Jamás te he subestimado, creo que puedes hacer mucho más de lo que tu misma puedes llegar a creer. Y te seré bien honesto sólo he tenido dos secretarias en mi vida, y nunca las he besado en los labios, — comenzó a decir en susurró mientras me besaba lento en la boca — tampoco las tocó y mucho menos deslizó mis manos en sus muslos.— de repente sus manos entraron poco a poco debajo de mi falda y muy despacio llegó a mi tanga el cual sujetaba como si en cualquier momento la fuera a quitar, di un largo suspiro en el cual me obligó a echar mi cabeza hacia atrás.
— Tampoco huelo su aroma ni le beso el cuello, ni mucho menos le muerdo la oreja.
Yo lo escuchaba a lejos porque mi cuerpo estaba muy pero muy adormecido con sus palabras. Cada cosa que decía que no hacía me lo estaba haciendo allí en ese momento. Siempre en mi profesión era yo quien satisfacía, era yo quien besaba, tocaba, hacía. Los papeles se intercambian cuando estoy con este hombre que me vuelve loca.
— Mucho menos mis dedos buscan esto que deseo sentir sólo de ti.
Me mordí los labios, al sentir sus dedos dentro de mi, iba sin prisa como si estuviera conociendo tierras desconocidas, pero según iba viendo mi cambio de respiración iba aumentado el paso, mis manos agarraron su muñeca y lo miré a los ojos con los ojos más abiertos si podía. Quería evitar gemir hacer un
espectáculo allí en su oficina. ¡Dios mio! Una puta puritana, cualquiera diría que soy nueva en esto.
— Te seré más franco aún. Me gustas. Y si hago todo esto es por eso, no porque quiero experimentar, no porque seas mi asistente y quiera aprovechar una fantasía, lo hago sólo por que eres tú.
Diciendo esto me besó en los labios mientras continuaba tocándome en mi sexo, mientras yo acallaba mis gemidos dentro de su boca.
De sólo recordarlo cada uno de los vellos de mi cuerpo se erizaban. Su boca quemaba la mía, y me gustaba ee fuego. Aquel día hicimos el amor con ropa, sin necesidad que penetrara en mi. Estaba experimentando lo que tanto quise justo con el mismo hombre que desde el día uno me dejó un sabor agridulce, desde aquella noche en el que lo conocí por primera vez.
Han pasado semanas y no hemos vuelto a hacer nada más. La verdad es que no importa, mientras recojo su escritorio, sin querer rozan nuestros
dedos, o en las reuniones nuestras miradas se encuentran o simplemente al sentarme en mi escritorio que se haya justo en la oficina siguiente, donde sólo nos separa un cristal, con vernos es suficiente.
Mi ilusión de todas las mañanas es llegar a la oficina, encontrarme con él. Eso me hace feliz, pero tengo que ser franca conmigo misma no verlo se me hacía tan extraño, una persona que estaba tan entusiasmada por la cena y la actividad y que de repente no esté envuelta en su invento, me preocupaba.
— ¿Es normal?
Recuerdo que le pregunté a Rodrigo quien se hallaba en su escritorio en el salón de clases. Sua grandes ojos claros me observaron como si entendiera mi pregunta. Respiraba afanosa como si esperará alguna noticia no tan agradable. Como por ejemplo; me está evitando y ahora no sabe cómo salir de mi, eso es sencillo que me lo diga no es que me haga falta el trabajo, o, y reconozco que está es la idea que más me aterra, volvió con Melissa y tienen una mini luna de miel en los Hamptons, sí porque esa mujer por como se mostraba no la pueden llevar a una cabañita en un monte porque se muere primero.
— Es completamente normal Noelia, tiende a desaparecer algunos días pero vuelve, nunca tarda tanto días. Así que no te preocupes, descansa que mañana será un día largo. De seguro aparece mañana con un desayuno pago para ambos por dejarnos plantados todos estos días.
Suspiré y sonreí, pero el alivio no llegó a alcanzar mis pulmones. Cerré la puerta y me marché.
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