Capítulo 5
Golpeó repetidas veces el acolchado muro, ¿Cómo era posible que él lo volviera a atormentar? ¿Por qué lo buscaba? ¿Qué quería de él? Estas preguntas carcomían la poca lucidez de Sonic, pero, negando rotundamente comprendió que nuevamente todo había sido una alucinación y estaba rodeado únicamente por la obscuridad cuando vio pasar al lobo de pelaje gris.
— ¡Hey! —susurró el erizo, tocando levemente el cristal— ¿Sabes la hora?
El lobo solo lo vio con curiosidad, de su bolsa con una cruz roja sacó un par de medicamentos correspondientes al azulado seguido de una serie de señas, puesto que desde afuera no se podía oír nada. Le dejó las pastillas junto a un vaso de plástico esperando a que terminara y le dejara las cápsulas vacías en el recipiente cilíndrico, adentro envuelto en plástico tenía una nota con la hora: "Diez y cincuenta y cinco de la noche".
Sonrió de lado como costumbre, el lobo batió su cola entusiasmado por la progresiva recuperación de Sonic. Y una vez culminada su labor se marchó despidiéndose agitando repetidas veces la mano derecha.
- No hay nada perdido después de todo -se dijo para sí mismo.-
Amy reaccionó buscando el kit de primeros auxilios y proceder a limpiar las heridas, por otro lado el de pelaje cobre palidecía por la prolongada deshidratación (aunque según la perspectiva de ella) eran diversos factores que involucraban su estado actual.
Cuidadosamente procedió a dejar a un lado la máscara del erizo, tenía los ojos cerrados sudaba frío aun cuando su temperatura era mayor a 40 °C.
- Estoy muerto ahora... Ya nunca podré escapar de aquí... -balbuceó, frunciendo el ceño-
Buscó en el pequeño baño un cubo de agua junto a una toalla nueva pasándola por la cabeza del erizo, no tenía implementos suficientes para tratarlo; sin embargo hurgando en su mini alacena encontró lo que necesitaba. O al menos hasta que llegara a un lugar donde le puedan brindar ayuda médica especializada. Era muy de noche, por lo que dejando al erizo descansando en su cama desplegó una parte de esta derrumbándose por el cansancio.
- Me pregunto si mañana vas a amanecer mejor -comentó ella, acariciando sus mechones-
Quizás no lo conocía lo suficiente, pero, en el poco tiempo que convivió con Mayard veía una escasa diferencia entre Sonic y él. ¿Sería por la forma curva de las púas? Imposible, no lo había notado hasta ahora. Talvez si sus ojos fuesen de otro color podía descartar el hecho del parentesco entre ellos (pese a los seis años que le llevaba Sonic a él) pero era tan incierto que la duda dejo de acecharle y, en su lugar Morfeo la acompañó a un dulce descanso.
Un largo rato después, el de pelaje cobrizo despertó levemente, observando desde la ventana el paisaje externo. Ambos brazos estaban curados con el mayor cuidado, extrañamente le recordaba a alguien en particular, pero no lograba dar con el sujeto; en cambio decidió buscar agua fresca quebrando al instante un florero de la chica.
- ¿Sonic estás ahí? -preguntó ella, medio dormida por el repentino ruido-
- Se nota que se aman -murmuró Mayard entre dientes, volviéndose a la cama sin éxito de completar su misión-
Se le ocurrió una idea, tanteando nuevamente logró encontrar la mesita de noche y consiguió la jarra, probablemente con agua fría aunque está ya se encontraba a temperatura ambiente.
En un movimiento brusco, la eriza abrió de par en par sus ojos, observando desde la oscuridad un punto fijo del techo, alarmada por la ausencia del pelaje cobre, invocó su gran martillo golpeándolo al instante y haciendo quebrar la jarra. Encendió las luces asustada ante lo ocurrido, sin embargo antes de levantarlo se incorporó este alzando los brazos y bajando la cabeza sin dejar que viera sus ojos.
- Tienes una brecha en la parte cranial-frontal de la cabeza, no es grave pero podría infectarse. -informó ella, dejando en blanco al joven.-
- ¿Por qué hiciste eso? -preguntó alterado, por instinto sus manos fueron clavadas en las púas, cayendo de rodillas por el dolor.
Amy aclaró no haberla encendido, pero, tomando en cuenta las advertencias de su hermano, vio cerrar la puerta rápidamente.
Era seguro que podía ser él.
- ¡Quédate aquí, vengo dentro de diez minutos! -ordenó, recibió un quejido como afirmación.-
Corrió con todas sus fuerzas, llevándose un susto al encenderse bruscamente las luces. Shadow seguía estático, observando fijamente el suelo.
-¿Por qué lo hiciste? ¡Ese erizo que cuidas es demasiado peligroso!
Sin pensarlo, la fue llevando a la habitación aunque había hablado molesto, su voz seguía baja, ya que las cámaras habían vuelto a encenderse.
-¿Por qué lo hice? -protestó Amy, invocando nuevamente su martillo- Eso mismo preguntaría yo, le dan un trato inhumano... Él no debería...
- Claro que se debería -interrumpió el veteado- Tú no sabes que ha hecho. Si continúas complicando la captura de él ve veo en la obligación de aplicar la fuerza.
El mayor soltó la energía guardada en una patada impactando a la rosada en una de las paredes volviéndolas escombros, sin embargo ella arremetió con un martillazo certero en el piso de hierro, aturdiendo al erizo de ojos carmesí.
- Oblígame, Sombra el erizo -siseo Amy, sonriendo confiada-
Abrió los ojos, el aludido tenía por el cuello al de pelaje cobre retorciéndose de dolor cuál gusano a pleno mediodía.
- Él nunca debió existir Amy...
Tomó una bocanada de aire antes de continuar, arrojó su martillo en dirección a la cara del erizo corriendo en dirección contraria ¿Qué planeaba? O al menos es se podría imaginar Shadow.
- ¿Eres tonto, verdad? -se burló Mayard quien seguía sin abrir los ojos por la sofocante situación-
Molesto por semejante atrevimiento, apretó con más ferocidad el cuello del erizo sorprendido al ver qué solo este reía.
- ¿Por qué te ríes?
El de pelaje cobre levantó lentamente el rostro, sus mechones tapaban gran parte de sus ojos, pero Shadow sabía que le observaba.
- Mi habilidad... Es crear veneno.
Comprobado que las cámaras le seguían no tuvo más remedio que provocar un cortocircuito, ocasionando otro apagón; continúo acelerando hasta llegar a la habitación de la eriza. Rastros de escombros, sangre y polvo había en el ambiente. ¿Dónde estaba ella?
— ¿Qué pasó aquí? —preguntó observando a la nada, únicamente el sonido de la llovizna y el canto de un ave en la lejanía resonaban en la escena.— ¡Ame! ¿Dónde estás?
Una mano tapó su boca al instante, era demasiado fría, pero, al escuchar detrás de sus espaldas que le indicaba hacer silencio frunció el entrecejo, sospechando por la persona que le hacía callar.
— No hay tiempo para dar explicaciones Sonic, toma algunas cosas de Amy y huye; no vuelvan nunca más.
Aunque en un principio protestó a las órdenes, agarró lo primero que encontró y salió por el camino que el sujeto le indicó ya era la segunda vez que lo veía así que no le era extraño después de la broma que le hizo.
— Oye, ¿Sigues molesto conmigo porque te lancé un piropo? Fue sin querer —comentó el azulado riendo entre dientes—
El veteado por otra parte, no hacía más que escucharlo; aunque su expresión serena parecía que tenía dominio de sus emociones, su mente vagaba en una disputa por seguir calmado o darle un puñetazo al erizo que hablaba hasta por los codos.
— Ya llegamos, —indicó, luego sacando de su bata una esmeralda la entregó al erizo— La necesitarán para teletransportarse, es mejor que cualquier auto deportivo ¿Si sabes que es, verdad?
Sonic observó detalladamente la chao esmeralda, hacía un largo tiempo que no veía una, sin embargo al volverse al veteado; este había desaparecido. Se encogió de hombros, talvez buscando con la mirada podía hallar a Amy y a Mayard.
El sonido de un dardo lo hizo ponerse en alerta, por instinto llevó la palma de su mano abierta para minimizar el daño, sin embargo, el objetivo traía un mensaje. Intrigado, el erizo decidió desenrollarlo para ver con claridad: “Estamos aquí”. Quizás estaban a solo unos pocos metros de distancia, aprovechando la niebla y la confusión.
Avanzó por el lugar hasta tropezar con alguien, retrocedió haciendo un gran esfuerzo para no tropezar con cualquier cosa que obstruyera el camino y para su sorpresa; unas enguantadas manos lo guiaron.
— ¡Estás aquí! —exclamó emocionado—
Sin embargo, un fuerte golpe en su cuello lo hizo caer en brazos de ella; todo se volvió oscuro para él o al menos eso fue lo que pudo recordar. ¿Qué había pasado?
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