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Parte catorce: 19. Infidelidad

¡Ya llegué!

Perdón por la tardanza, no soy yo... es el trabajo.

Pero es sólo hasta diciembre, lo juro. <3

Parte catorce: 19. Infidelidad

–La próxima vez que te encuentre en mi camino, te juro que me voy a asegurar que desaparezcas.

Kyungsoo está sentado en una de sus cafeterías favoritas. Es un lugar bastante sobrio y que a ciertas horas del día está casi vacía, algo poco frecuente que realmente le place.

Así que es un dolor de cabeza para él saber que su acosador personal lo había descubierto, y no podría tomar ni su dosis diaria de cafeína necesaria en paz. Totalmente odioso y desagradable.

Ravi se sienta sin modales algunos muy cerca de él. El empresario no disimula su desagrado, eso parece no afectarle al muchacho en lo más mínimo y tal vez es una de las cosas que más le irritan.

–Soy el chico al que salvaste la vida cuando Kris llegó donde estaba la pandilla, me dijiste que me esconda y te llevaste la peor parte. Yo quiero ser agradecido, eso es todo– explica el pandillero, Kyungsoo rueda los ojos.

–Sí, sí. He escuchado demasiadas veces ya esa historia. Hice lo que me pediste. Te ayudé a salir de la pandilla, de la que sé que aún eres miembro, te di trabajo y tolero que me estés siguiendo a pesar que debería golpearte, porque odio que hagan eso y aprecio mucho mi privacidad. ¿Qué más quieres de mí?

–Que me escuches...– insiste, como si tuviera un gran secreto guardado.

–Bien, ya que me seguiste en el poco tiempo que tengo libre, ya que te encanta invadir mi privacidad y darme tantos problemas con mi pareja... ¡Suéltalo! Soy todo oídos.

–Me costó reconocerlo, es extraño que se deje ver. Pero cuando lo vi fumar, yo supe de inmediato que era él.

Kyungsoo odió a Ravi por segunda vez ese día. La caliente bebida pasó por su garganta y llegó a su estómago como normalmente hacía, pero el vacío que sintió al escuchar esas palabras y el mal presentimiento, evitaron que logre disfrutar su consumo.

–¿A quién reconociste?

–Hace unos años– empieza la narración como si se tratara de una leyenda. –Un hombre extraño se apareció en la casa de la pandilla. Yo soy... era el líder, pero ni me lo preguntó, sólo se apareció ante mí con esa actitud tan creída que tiene. Había tanto humo y estaba tan oscuro, que juro que parecía un demonio– la respiración de el CEO estaba cada vez más alterada, sabía que conocía el desenlace de esa historia, pero esperaba estar muy equivocado. –Me ofreció ayudarme con el grupo y hacer que crezcamos, a cambio de hacer algo por él en el futuro.

–Al grano. ¿Quién es esta persona?

–Kris.

Los ojos de Kyungsoo se cerraron y dejó salir el aire que había estado conteniendo sin darse cuenta. Era el nombre que sabía que escucharía, pero que rogaba a sus adentros no hacerlo. Entonces lo que había visto hace tanto tiempo no era su imaginación, todavía estaba vivo.

–Si te salvé de él, si tan agradecido estás conmigo por haberme sacrificado y caer en sus horribles garras... ¿Por qué demonios estás bajo sus órdenes?

El rostro de Ravi se transformó al escuchar las duras palabras de su interlocutor, tan seguro de lo que decía. Negó con la cabeza varias veces, preocupado de ser visto como un mentiroso traidor, esa jamás había sido su intención.

–No, no, no. No entiendes, las cosas no son así– se justifica. –Admito que ayudó mucho al grupo y sus consejos, su manejo de la pandilla nos llevó a lo que somos ahora– al darse cuenta de que seguía cayendo en su mentira de haber abandonado la delincuencia, el muchacho se maldijo mentalmente, pero continuó. –Kris ha estado silenciosamente haciéndose poderoso a mi costa, escondido, esperando ser lo suficientemente fuerte para aparecer de nuevo. Pero el muy idiota dejó pasar el tiempo, no tuvo mucho contacto con el mundo y ahora que sabe que Suho se fue, que ustedes se fueron, que la pandilla no es nada ha hecho otros planes.

–¿Qué tipo de planes?

–Quiere destruirte a ti– asegura el muchacho con toda la seriedad del mundo.

–¿Y por qué me dices todas estas cosas? No me inspiras la confianza suficiente para creer en ti.

–No entiendes, en serio– Ravi pierde la paciencia. –Es mi oportunidad perfecta para vengarme, para sentirme mejor por los amigos que perdí ese día, para ayudarte a ti que me salvaste.

Eso era suficiente, Kyungsoo no tenía por qué seguir escuchando esas tonterías. Se puso de pie y salió del lugar. Como ya había pagado, nada que pudiera detenerlo. Fue caminando por la calle directo al parqueadero donde había dejado su auto, sabía que el muchacho estaría tras él.

–¿No vas a escuchar lo que quiero decirte?

–No me interesa. Yo dejé ese mundo por mi voluntad y me decidí no sólo escapar de él, sino destruirlo. Lo que haga o deje de hacer ese demente no es de mi interés, no va a poder llegar hasta mí y menos a través de ti, así que ni si quiera me voy a preocupar.

–¡Escúchame! Ese hombre está convencido que es él quien me manipula, pero en realidad la única persona que está siendo usada es él mismo.

Furioso, por no ser tomado en cuenta, Ravi lo arrastra de la muñeca hasta un callejón donde la gente que pasa no pudieran verlos y menos escucharlos. Kyungsoo luchó con fiereza, pero no quería armar un escándalo en la calle, tampoco quería pelear.

–Sólo quiero protegerte, para poder estar a tu lado.

–No sé en qué planeta vives, niño, pero creo que se te dijo claramente que Jongin y yo somos pareja. Todo el mundo lo sabe, es un suicido de tu parte decir algo como eso sabiendo que te detesta.

–No me importa, no le temo.

–Al parecer no le tienes miedo a nada– se burla el presidente de la empresa. –Pero deberías.

–Voy a hacer que vengas a mí, vas a ver... terminarás estando a mi lado– asegura muy convencido, Kyungsoo bufa.

–Al parecer aprendiste las mismas mañas de tu tutor, ya decía yo. Kris intentó hacer lo mismo y no lo logró. Llegó al punto de secuestrarme, como tu fuiste fiel testigo, pero aún así, aquí estoy, siendo dueño de una empresa y compartiendo mi cama con Jongin.

–Yo no te voy a secuestrar, no te voy a obligar, tu vas a venir solito a mí.

–Tienes un autoestima y una imaginación muy grandes, mocoso.– Kyungsoo está irritado en este punto de la conversación.

–Tal vez, pero todo eso es porque te amo.

A Kyungsoo le temblaron las rodillas. Eso era algo que no hubiera esperado jamás, y la sorpresa lo dejó sin palabras. Era la segunda vez que escuchaba esas palabras dirigidas hacia él, pero las circunstancias eran totalmente diferentes. Que lo haya dicho con tanta convicción y facilidad lo dejaba vulnerable, pero no era suficiente.

Jongin, a quien tanto le costó darse cuenta, admitirlo y decirlo, era la persona a quien correspondía. Sus "te amo" tenían un significado y un peso mil veces más grande, porque no los decía con frecuencia, pero lo demostraba cada día con pequeños detalles.

Metido en sus propios pensamientos, no fue capaz de prever lo que se avecinaba. Ravi ya lo tenía muy cerca de una pared y fue cuestión de un movimiento rápido para acorralarlo y atacar su boca.

Fue un beso duro, feo, grosero, pero correspondió. Kyungsoo movió también su boca y se dejó manosear, invadir, abusar sin poder poner objeción.

La gran pregunta era: ¿por qué? ¿Por qué dejaba que lo bese? ¿Por qué dejaba que lo toque? ¿Por qué dejaba que lo ataque de esa forma?

Porque por ese instante, Ravi no era Ravi, era Kai.

Kai, el pandillero malvado que lo torturaba. Kai, el bobo que decía cosas hirientes cuando intentaba disimular su interés por él. Kai, el adolescente súper hormonado que no podía aguantar su calentura y terminaba siempre entre sus sábanas. Kai, el niño asustado e inocente a quien le habían robado su juventud de la manera más cruel. Kai, ese tonto que era capaz de dar su vida por él y que se había declarado en el momento que más necesitaba escuchar esas palabras: cuando estaba seguro de que iba a morir.

Ese no era Ravi, era Kai, el chico al que extrañaba y con el que las cosas estaban un poco difíciles. Pero el encanto desapareció y Kyungsoo se dio cuenta que por más que el recuerdo fuera agridulce, ese tipo mordiendo sus labios no era Kai y jamás podría serlo.

Haciendo uso de toda su fuerza, empujó al otro hombre y se limpió la boca con la manga de su camisa, aterrado por lo que acababa de hacer. Estaba temblando, entre asustado y furioso. Le lanzó una mirada asesina a Ravi.

–Esto nunca pasó. No te quiero cerca. Nunca, jamás.

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