
Capítulo 11: El huevo dorado.
Fue criado como todo noble su hogar siempre fue en el palacio; su educación fue de la mejor; su ropas de las más finas; se le enseñaron modales de la alta sociedad; fue criado al lado de un príncipe y soñó un día llegar a ser un rey. Sin embargo, existía un minúsculo detalle que lo diferenciaba del resto; su linaje.
Era primo de segunda rama con Sonic. O como él decía su amado Sonic. Secretamente siempre estuvo enamorado del príncipe azul. Desde pequeños le parecía tierno e inocente, carismático y coqueto, su sonrisa era cálida, no como la de él que daba miedo.
Siempre andaba alegrando a todos en el palacio, el pequeño Sonic siempre encontraba la manera de divertirse pese a que su padre lo reprendía por ello. Scourge se unía a sus juegos solo porque le gustaba sentirse contagiado de esa alegría que le brindaba. Más existía alguien que siempre arruinaba su diversión, el guardia personal que fue consignado para Sonic, un erizo azabache que siempre le protegía.
Shadow desde muy joven tuvo la tarea de cuidar al príncipe heredero, de llevar a cabo la agenda real que se le asignaba al príncipe y de permanecer todo el tiempo a su lado. Muy pocas veces el príncipe lograba escabullirse de Shadow y se iba a jugar con su primo; pero Shadow le conocía tan bien que daba con él sin importar el lugar en donde estuviera.
Y así comenzó un resentimiento por el azabache que aumentó por los años.
Scourge con el tiempo demostró ser un chico noble y respetuoso, siempre fue correcto en sus actividades. Estudiaba mucho sobre cosas de los reinos y políticas; cosa muy distinta a lo que hacía Sonic; el príncipe odiaba todo lo relacionado a los reinos, le gustaban más otras cosas; detestaba tener que saber de política. Durante muchos años Scourge ayudó a Sonic con sus estudios, debido a que éste era el que seguía en el linaje del reinado.
Sin embargo, Scourge deseaba con fervor poder romper esa ley y ser rey. Por eso se preparaba, quería demostrarle al rey que el reinado debía pasar por aptitud y no por linaje. Por muchos años ese fue su deseo, pero, al mismo tiempo, escondía el gran amor secreto que le tenía a Sonic. Aunque en el reino era muy común que entre familia se casasen, tenían una especial elección con el linaje primario, lo que lo volvía inalcanzable de Sonic.
Scourge mantuvo por mucho tiempo su amor secreto al erizo. Incluso en muchos intentos fallidos trató de olvidarlo y alejarse, pero era imposible, algo le hacía pensar en él. Un día decidió por fin hablar con el rey y decirle que quería tener la oportunidad de romper aquella absurda ley del linaje. Pero, esto le pareció el mejor chiste al rey y aunque Scourge le demostró su preparación, simplemente se burló y le dijo que alguien como él no iba a cambiar la ley.
Esto golpeó profundamente al verdoso, tenía tanta esperanza. Pero como si fuera poco, cayó en una profunda tristeza y su única salida fue Sonic. Sin embargo, todo eso cambió en una noche. Cuando lo siguió. Tantas noches que se escapaba de su habitación solo para espiar a Sonic pero en una de esas noches, le siguió lejos del palacio.
Se iba a encontrar con Shadow, lo supo porque ese día el rey le había pedido estar alerta en la entrada del bosque. Ese día fue el peor de toda su vida; su Sonic se había confesado con Shadow y éste le correspondió. Su corazón se rompió, se quebró, se volvió trizas. No podía soportar el dolor, salió corriendo de allí de vuelta al palacio. No podía creerlo, simplemente no podía.
Todo se había jodido en su patética vida.
[…]
—No lo necesito… —el verdoso había enfermado sin darse cuenta, el rey había ordenado cuidarlo, extrañamente se había encerrado en su habitación desde hacía muchos días. El rey pidió que le realizaran exámenes para cerciorarse que nada malo le pasase. El ojos de zafiro se negaba a recibir el medicamento pues estaba deshidratado y debía tomarlo.
Sonic le había ido a ver que le ocurría y tratar de ayudarlo ya que le quería mucho y se preocupaba por él.
—Scourge por favor toma tu medicamento —le pedía con dulzura—. El doctor dijo que con esto estarás mejor en unos días, te prometo que iremos al reino de Amy y jugaremos en las nubes de azúcar —Sonic como buen compañero, quería que los ánimos del otro estuvieran de nuevo bien.
Más Scourge le veía con odio, dolor y confusión, cómo pudo elegir a un sirviente antes que a él. Tanto que hizo y no lo vio, acaso no era obvio lo que sentía por él.
—Quiero estar solo —pidió tapándose completamente y olvidando que había más sirvientes allí—; vete por favor, no quiero hablar con nadie.
Sonic le vio aun más preocupado, dio media vuelta y salió de allí.
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No existía ningún remedio que curara su corazón; a duras penas había logrado seguir con su vida, pero eso no quitaba el hecho de lo que le había pasado.
Sonic había roto muchas reglas, si tan sólo su padre lo supiese pero ese era otro problema, si Sonic perdía el privilegio de ser rey, él tampoco ascendería. Quería ser el primero en tener un puesto alto en el reino. No era justo siempre estar detrás del rey y ser de la misma familia. Comenzaba a perder la bondad que conoció con Sonic, se convirtió en alguien un poco más interesado y egoísta; necesitaba actuar con estrategia y pensar con la cabeza fría. En su mente se cruzaron miles de ideas pero, hubo una que sobresalió.
—Ese libro... esa magia —susurró. Había leído uno de los tan prohibidos libros que tenía el padre de Sonic. Y menos mal, lo conservaba. Lo tomó y empezó a leer, sonrió al encontrar la página deseada—. La magia más poderosa de toda Candy World. Una clase de magia que ni el oráculo no podría entender.
Creyó por un momento que esa era la respuesta a su oscura existencia. Y sería lo más riesgoso que haría puesto que debía viajar a la parte más remota y lejana de todos los reinos. Pero eso no lo frenaría. No tenía nada que perder, y lo que creyó tener alguna vez, se le escapó de las manos.
[…]
Un día a escondidas de todos los sirvientes dejó el palacio y emprendió la búsqueda de esa magia que había leído. Se contaba que en el pasado, existió un ser tan poderoso que podía romper cualquier decisión, ley, cosas conforme fuese su voluntad pero, hubo una clase de magia pura y blanca que le detuvo y redujo su poder al tamaño de un huevo.
Claramente esa magia no pudo extinguirse y se dice que la ocultaron para evitar que volviese a atacar al reino. Lamentablemente para todos eso era un mito y tal cosa no existió, eso pero, tomando en cuenta el estado actual del verdoso, ya no creía ni en sus propios deseos y solo quería dejar ese sufrimiento a como diese lugar.
Pasaron días antes de llegar a su destino, tuvo que atravesar muchos obstáculos pero era inteligente, hábil y sobretodo con una voluntad inquebrantable. No cedería ante nada. Pero entre más cerca estaba del lugar, sentía que sus fuerzas flaqueaban.
Dentro de unas ruinas logró encontrar el huevo que era de color dorado y brillaba. Misteriosamente parecía ser de chocolate y aunque el libro no le decía exactamente como debía usarlo, prefirió guardarlo hasta llegar al palacio y así descubrir cómo usarlo.
Otros días pasaron, estaba de regreso, el rey muy molesto le exigió una explicación de su desaparición y su estado físico —debido a que por todo lo que había atravesado su ropa estaba rota y en mal estado—. Scourge le explicó que necesitaba estar solo y que ahora que estaba de vuelta en el palacio ya se sentía mejor y le serviría como era debido, claramente mintió para salvarse de la ira de éste. El rey pareció convencido y como ya faltaba poco para la coronación de su hijo no le tomó mucha importancia al asunto.
[…]
No tenía idea de cómo liberar el poder de ese huevo, era tonto. ¿Tanto poder reducido al tamaño de un huevo? En los últimos días se había sentido extraño, con muchos sentimientos negativos. Peor que antes.
Incluso a Sonic no podía verlo, tenía tantas ganas de decirle todo lo que sabía. Y no tuvo que esperar mucho, ya que una semana antes de la coronación la situación se presentara.
—¡¿Scourge?!
Sonic fue sorprendido mientras salía a escondidas del palacio. El verdoso lucía extraño, sus ojos daban miedo y parecían perdidos. Había decidido enfrentar a Sonic de una vez por todas.
—Todas las noches, exactamente a esta hora, te escapas del palacio —comenzó a hablarle mientras sus labios temblaban a causa del dolor que resguardaba.
Sonic tragó saliva nervioso, ¿Acaso le seguía su primo?
—¿Qué tienes con Shadow? —preguntó con voz tétrica—. ¿Qué ocultan los dos?
—No tengo nada con nadie —se excusó—, qué crees que podría yo...
Scourge le pegó un puñetazo a la pared más cercana de donde estaba.
—¡Mientes! —gritó viéndole—. ¡¿Crees que no me he dado cuenta de lo que haces a escondidas del rey?! —sonrió de una manera extraña, algo le causaba risa y no sabía que era—. ¿Cómo puedes ser rey teniendo un amorío secreto? es obvio que no tienes el talle para serlo, sin embargo, eres el elegido por el linaje —se detuvo mientras elevaba la voz—; yo... ¡Yo que me he preparado y pedido una oportunidad fui lanzado por no ser como tú! —le gritó y el otro se asustó y retrocedió—. Destruir mis sueños no fue suficiente... sino que también yo que he estado para ti, te he ayudado, apoyado y hasta dado mis mejores ideas. ¡¿No te diste cuenta de lo que siento por ti?! ¡Y preferiste a un don nadie!
El azulado quedó anonadado y sin palabras. ¿De qué rayos hablaba Scourge? ¿Sueños, elegirlo a él?
—No entiendo nada de lo que dices, creo que estas confundiendo las cosas —le respondió Sonic nervioso—. Scourge debes calmarte, vamos te llevaré a tu habitación —Sonic iba acercando su mano para tomar el brazo del verdoso.
Scourge no podía más, sentía que iba a explotar sino liberaba sus emociones en ese momento.
—¡Yo te amo Sonic! —le gritó cansado de ocultarlo—. ¡¿No es obvio para ti?!
La mano del azulado se detuvo; sintió como un balde de agua fría caía por su espalda y como todo se detenía. Su mente a penas y podía procesar lo que acababa de escuchar, era su primo, no podía ser ser cierto.
—N-No —se negaba a creer lo que había escuchado—. No bromees con ese tema Scourge —le pidió creyendo que quizás el erizo sólo le estaba tomando el pelo.
Pero era demasiado tarde, Scourge sentía tanto dolor.
—Era mejor opción que él. Yo era el más apto... no ese erizo —susurró esbozando una sonrisa, ahora su plan comenzaría—. Pero qué pasaría si el rey se enterase de todo esto... ¿Quién perdería más? —preguntó con una pizca de ironía en su voz.
A Sonic le cayó el peso de la consciencia sobre el actuar de su padre; claramente Shadow era el que perdería mucho más. Un posible exilio si es que erradicarlo del mapa no era suficiente para su padre.
—¡No puedes decirle nada! —expresó con horror de sólo imaginar que su padre se enterase—. Shadow no...
Y cayó justo donde quería tenerlo.
—No le diré nada, eso si haces lo que te pido —rápidamente le interrumpió—; si me eliges a mí, el rey no sabrá nada. Hasta podría ayudarte a reinar, podríamos ser felices Sonic —Scourge parecía delirar y sin previo aviso se acercó a Sonic y le arrinconó a la pared—. Deja a Shadow y seamos los dos como siempre hemos sido ¡incluso podemos deshacernos de ese erizo!
El eco de una fuerte cachetada se escuchó por todo el lugar. Scourge había liberado al azulado y este se encontraba indignado ¿Cómo se atrevía a decir todo eso?
—¡No pienso hacer lo que me digas, ni tú ni mi padre! —respondió ofendido por su propuesta—. ¡¿Quién te crees para tratar de chantajearme?!
Scourge sonrió con perversión, empujó a Sonic hasta dejarlo debajo de si en el suelo. Se había preparado, llevaba siempre con él una daga. Lo inmovilizó y con la daga delineó el contorno del rostro petrificado del horror de Sonic que se preguntó: ¿Desde cuándo Scourge era tan agresivo?
—Si no lo haces, no tengo otra opción ¡No dejaré que arruines todo por lo que he trabajado! —le amenazó— te estoy dando la oportunidad de poseer tu libertad, solo debes amarme Sonic —le hablaba mientras alzaba la daga para amenazarlo.
Un golpe y el sonido de espadas desenfundandose acompañaron a la noche mientras las lágrimas del azulado caían. Shadow había alejado al verdoso de encima y de paso lo había derribado, lo acompañaban los demás guardias y el rey que había sido alertado que el príncipe estaba afuera discutiendo con Scourge. Por la situación el rey solo pensó en su hijo.
Ordenó el exilio del verdoso debido a su comportamiento inapropiado y su actitud efímera hacía el príncipe. Esa noche lo encarcelaron en prisión. El verdoso no tuvo como defenderse y como si fuera poco, había olvidado el huevo en la habitación, que ya no era suya.
Su último recurso fue un rotundo fracaso. Pero, alguien más tenía planes para él. El huevo en su habitación se había roto y de éste una extraña luz dorada se liberó y desapareció.
Scourge estaba peor que antes, no pensaba racionalmente, entre sus pensamientos vio a un ser dorado que extendía su mano y éste con mucho miedo acercó su mano hasta que...
Desapareció de la prisión sin dejar rastro.
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Su cuerpo pesaba pero, extrañamente se sentía bien. Algo le acariciaba de manera suave y relajada. Algo tibio resbalaba por su cuello hasta su pecho.
Abrió los ojos y lo vio a él.
Scourge.
Se encontraba montado encima suyo, sin camisa y con una mirada encendida en deseo. Manic trató de liberarse, pero el otro lo acorraló contra la cama.
—No tan rápido mi Manic, apenas estamos empezando —dijo con voz sensual el rey agrio.
El verdoso menor, le vio enojado. Lo curioso era que Scourge tenía los ojos en forma de espiral azul. Manic se removió y buscaba noquear al erizo. Pero, su cuerpo era dominado por una energía que desconocía.
—Quédate conmigo —susurró con voz tétrica—, Manic... ¡Quédate a mí lado! —le gritó con una sonrisa psicópata.
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—¡No! —grito el verdoso incorporándose de su cama y cayendo al piso.
Los gritos y el sonido que provocó al caer alertó al príncipe que dormía a su lado.
—¡¿Estás bien?! —Sonic se despertó al escuchar el golpe seco en el suelo. Se incorporó para ayudar al caballero.
El verdoso se acomodó rápidamente mientras sudaba a causa de los nervios.
—Y-Yo... —Manic temblaba y apenas podía pronunciar alguna palabra.
Sonic sacó una pequeña rosa de su bolsillo.
—Huele —le ordenó poniéndola cerca de su nariz.
Manic aspiró el aroma. Olía a vainilla con canela. Su cuerpo dejó de temblar y se relajo.
—¿Mejor? —le preguntó el príncipe mientras le veía más relajado.
—Gracias —pronunció agradecido y retirando la flor de su nariz.
Sonic le vio con ternura.
—Esta florecilla me la dio alguien muy especial, cuando me siento acorralado, aspiró su aroma y mis miedos desaparecen —le explicó con una sonrisa.
Manic se incorporó y le devolvió la sonrisa.
—Te lo agradezco Sonic. Creo que la última batalla me dejo secuelas —le explicó un poco apenado.
Tener una especie de sueño húmedo con el Scourge de ese mundo se volvió quizás en lo menos quería volver a soñar.
—No hay de que, además te debía el favor por salvar a mi Shadow —dijo agradecido el príncipe—. Te debo mucho caballero gomita, me ayudaste y salvaste a mi caballero —susurró mientras sonreía como alguien profundamente enamorado.
—¡Así que es verdad! —dijo señalando al príncipe—. ¡Tú amas a Shadow!
Sonic se sonrojó y se tapó el rostro a causa de la vergüenza.
—No... —se negó— oh bueno, si pero no lo digas así... —su rostro cambió bruscamente—. Le fallé a mi padre y a Candy World —dijo triste entre suspiros—. Soy la peor deshonra que ha existido.
Manic no entendía nada, al menos no tenía tanto conocimiento en los temas de reyes.
—Se supone que debía ascender a rey, debía ser el líder de los demás reinos. Nací para ello y... no fui capaz de hacer nada bien —con cada palabra que mencionaba Sonic apretaba los puños con impotencia.
—Sonic... —Manic se sentía mal por él.
—Solo me queda tratar de ayudar a salvar a Candy World de la locura de Scourge. Después de eso, dudo que los demás reyes me quieran a su lado es mejor renunciar antes que perder a mi caballero; no podría vivir sin Shadow. No creo que papá fuese capaz de perdonarme o comprender mi amor por él.
Manic le puso una mano en el hombro.
—No exageres Sonic —pidió— estoy seguro que en algún momento le hubiese importado mas que nada tu felicidad.
Sonic negó mientras suspiraba.
—Ya no importa; papá ya no esta conmigo y fallé a su propósito. Solo me queda Shadow —se consoló con un agudo dolor en su corazón.
Sonic se incorporó mientras observaba la florecilla en su mano.
—Pero estoy un poco feliz, al fin podre amarlo libremente —sonrió con tristeza—. Claro si derrotamos al rey agrio...
Manic sonrió enternecido de sus palabras. El Sonic de ese mundo se parecía mucho a su verdadero hermano.
Unos toques se escucharon en la puerta, a lo que ambos voltearon a ver. Sonic fue a abrirla y...
—¿Qué es esto? —preguntó Sonic viendo unas rosas rojas frente suyo.
Chappie salió entre esas rosas y dio un ladrido tierno.
—¡Buenos días príncipe Sonic, te hemos traído un regalo muy especial! —dijo sonriendo.
Sonic abrió los ojos con sorpresa, tomó el regalo y sus manos tocaron las de Shadow.
—Buenos días su majestad —le saludo Shadow escondido detrás de las rosas—. Después de tanta conmoción, Chappie propuso darle un pequeño detalle para calmar sus nervios —le explicó un poco apenado— espero que sea de su agrado.
—No ha sido mi idea, pero di la sugerencia —corrigió el perrito engreído.
Las mejillas de Sonic se tiñeron de rosa.
—G-gracias por las rosas, bonito detalle —dijo nervioso—. No debieron molestarse.
Chappie saltó del ramo para caer al suelo, se acercó a Manic y le ladró para llamar su atención.
—Hola Chappie —le cargó—, veo que Shadow no quiere perder el tiempo con Sonic —le susurró.
El azabache tomó la mano del príncipe, en su mirada se podía observar el amor puro que sentía por ese erizo azul, tan claro y tan genuino.
—Desde anoche se ha mostrado muy animado por tener a Sonic a salvo. No paraba de preguntar qué podría darle como regalo —Chappie sonrió mientras se reía levemente.
Manic no podía estar más que feliz al ver a un nuevo Shadow.
—¿En serio fue tu idea lo del ramo? —le preguntó al perrito.
—No pero, Shadow también es tímido y tengo que ayudarlo.
—Eres una monada —dijo Manic enternecido y acariciando su cabeza.
El perrito asintió y movió su cola. Sonic se sonrojaba al hablar con Shadow, era obvio que aquel amor era bilateral, era como un encantamiento que enternecía al que lo viese.
Manic sintió una ligera nostalgia al verlos; tantas veces a querido sentirse de ese modo, que lo vean de la misma manera.
—"Claramente eso nunca sucederá" —pensó desviando la mirada.
—Amy ha conseguido información sobre la última pieza y sabe en donde se encuentra —Shadow e dirigió a Manic—. Me ha pedido que los lleve con ella.
Manic volvió la vista hasta él.
—Pues no hay tiempo que perder, ya quiero acabar con esto y volver a casa —dijo Manic extrañando su hogar.
—Debes extrañar a tu familia —respondió Shadow.
—No tienes idea de cuánto...
—Y ellos seguramente te extrañan a ti —se unió Sonic— eres como un pequeño hermanito, seguramente tu familia esta preocupada.
—Eso creo —dijo inseguro Manic—. "Quizás solo Sonic y... Sonia —pensó en sus hermanos—. ¿A quién más podría hacerle falta en Sega?"
[...]
—La ultima pieza es una llave y no cualquiera. Es más conocida como el arma definitiva, el amor que vencerá al odio —leía Amy—, está representado en una llave dorada con un corazón en el centro.
Manic, Sonic y Shadow le escuchaban atentos.
—La llave la porta aquel de sentimientos verdaderos y que han sido heridos sin piedad... —Amy se detuvo analizando el párrafo—, realmente no sé en donde puede estar esa llave.
—¡Vamos, ya tenemos los tres elementos, por qué apareció otro! —gritó Shadow enojado—, eso quiere decir que aunque tengamos los elementos, Scourge va ganando.
—Shadow —Sonic le abrazó para tranquilizarlo.
—De seguro la llave está en su palacio —pronunció Manic tocándose el mentón.
—Es probable... —respondió Amy.
—Pero, ¿Cómo llegaremos hasta allá sin ser detectados por los soldados? —bufó Manic—, la magia de Scourge es mas poderosa.
—¡Mephiles! —dijo de repente Sonic—. Su poder puede llevarnos al palacio.
—¡Es verdad! —ladró Chappie—. ¡El mejor caballero mago que ha existido!
—¿Y en dónde está? —preguntó Manic—. No lo he visto desde que llegamos.
—En el bosque, después de todo aun no recuperaba su forma —ladró Chappie.
A lo que Manic no comprendió en su totalidad.
—Ya verás a lo que se refiere —se aproximó Sonic—. Un gran poder requiere de sacrificios que van más allá de nuestra comprensión. Vayamos a buscarlo.
-----❪🍭❫–----
...En otro lugar cerca de allí...
Silver se encontraba sentado en el regazo del monstruo que le sujetaba con sus tentáculos para que no escapase. Mephiles se había dormido fuera del palacio. Y Silver a pensar de rogarle que durmieran dentro tuvo que buscar refugio en su pecho.
Silver había despertado desde hacía mucho pero, Mephiles al aparecer tenía el sueño pesado.
—¿Por qué me paso esto? —dijo mientras halaba la cara del monstruo—. ¡Hey despierta, tengo hambre! —exigía cansado.
Mephiles emitía muecas, sentía como unas tibias manos le tocaba el rostro; sus ojos se abrieron en par para toparse con la mirada que quizás, consideró la más bella que nunca conoció.
—Hola estrellita, ¿Cómo estás? —dijo cariñoso y tratando de besarle la mejilla—. ¿Dormiste bien?
Silver evadió aquel besó, en cambio le vio aun más enojado.
—Tengo hambre y ¡no me digas estrellita! —Silver puso sus manos en la cara del monstruo—. ¡Soy un destripador!
Mephiles suspiró desganado, apenas estaba comenzando el día y ese erizo se ponía intenso con él.
—Pero eres mi prisionero... —le recordó—. Ni ese título te ha permitido liberarte de mí —comentó con burla. Ahora deja que te busque algo quizás así me trates mejor.
Silver ya estaba cansando, no le agradaba para nada ese monstruo.
—¿No lo entiendes? ¡No me gustas! ¡No quiero tenerte cerca! ¡Es más, quisiera que me dejarás solo en este preciso momento, odio el aroma a dulces podridos! —dijo con odio.
El corazón de Mephiles se resintió con todo lo que Silver le dijo, en especial con el aroma. Él solo trataba de agradarle.
—Así que quieres que te deje; ¡pues bien! —le empujó para alejarlo de él—. Ya eres libre —espetó ofendido; terminó de incorporarse.
—¡Por fin soy libre! —al sentirse liberado se incorporó y gritó feliz.
Mephiles se volteó para no verle.
—No mides el daño que haces, crees que solo por ser el malo puedes tener a quien desees, te equívocas —el cuerpo de Mephiles se moldeaba y formó una armadura negra. Al fin la magia en su ser logró equilibrarse y permitirle volver a tener la forma de un erizo—, pues espero que encuentres a alguien que te ame aun siendo un ser egocéntrico y manipulador —Mephiles volvió la vista a su cuerpo, se asombró al verse nuevamente "normal".
Un Silver ofendido se volteo para encarar a ese monstruo y gritarle todas sus verdades pero, se sonrojó al verle. Mephiles tenía una armadura negra y se notaba más como caballero que monstruo.
—Gracias a la santa magia... odiaba tener esos pegajosos tentáculos —espetó Mephiles moviendo sus manos y dejando en el olvido al erizo dorado.
¿A dónde de había ido el monstruo?
Silver guardó silencio sin saber que hacer. Pero la ira era mayor en su mente, elevó la mirada enardecida para gritarle al mago.
Mientras el pequeño Chappie olfateaba el aroma, el olor a dulces podridos. Los chicos seguían al perrito hasta que se toparon con una escena dramática.
—Claro que tendré a alguien conmigo, ese será Shadow. Por años he aprendido el perfecto arte de actuar y sabes lo puedo engañar para que este a mi lado —le aseguró— Sonic solo es un capricho, un pasatiempo. Ambos no podrán estar juntos —sentenció con una sonrisa.
—Aun así su corazón es de Sonic —escupió Mephiles observando su cuerpo—. "Mi magia se ha estabilizado pero aún muestra algunos defectos gracias al rey agrio".
Silver le lanzó una mirada fulminante al erizo. Cómo se atrevía, lo odiaba. Todo el ambiente de tensión fue interrumpido por un pequeño cachorro que ladraba.
—¡Hola, por fin los encontramos! —ladraba el cachorro dando vueltas entre ellos.
Manic corría hasta llegar a ellos, estando cerca les sonrió y Shadow se acercó junto con Sonic.
—Sir Mephiles —dijo Sonic con una sonrisa—. Es bueno volverte a ver ya recuperado. Quiero pedirte algo.
El susodicho se volteó y como todo un caballero hizo una reverencia además de lucir su armadura. Que dejó a todos con la boca abierta. Sonic solo se encogió de hombros, de antaño conocía al caballero mago, después de todo también fue su maestro en años pasados.
—¿Esto es a lo qué Chappie se refería? —preguntó Manic un poco apenado—. Diablos, Mephiles se ve tan... galán —susurró para si mismo—. "¡Ahora este juego quiere confundir mi sexualidad, gracias Sega, muchas gracias!" —se quejó internamente.
El cachorro ladró en afirmación.
—Me hace sentir satisfecho verlo a salvo mi príncipe, es bueno saber que el heredero se encuentra en óptimas condiciones. Gracias Shadow por tu excelente labor al cuidar a nuestro rey —le agradeció Mephiles.
—Conoces mi deber —le contestó el azabache.
Mephiles asintió.
—Dígame majestad, qué necesita —dijo aun arrodillado.
—Necesito de tus servicios de mago.
Mephiles se levantó y se encaminó hasta él.
—¿Qué servicios? —le cuestionó cruzándose de brazos.
—¿Podrías llevarnos al palacio de Scourge? —pidió Sonic con nobleza.
Mephiles sintió un tic en la cabeza, volver a pelear con ese erizo le provocaba estrés.
—Me temo que no es posible. No a todos —rascó su mentón—. Mi magia aun no esta del todo bien, se vio afectada por esa rata verde.
—¿A qué te refieres? —preguntó Manic.
—Solo puedo llevar a tres más conmigo —le explicó— la magia es caprichosa y menos cuando otro tipo de magia la ha influenciado.
Sonic le vio preocupado, tenían que elegir solo a tres acompañantes.
—Bueno habrá que elegir —espetó Shadow suspirando—, Manic, Silver y yo —señaló a los nombrados.
—¡Pero Shadow quiero ayudar! —protestó Sonic enojado.
—Sonic me ayudas más estando aquí, te prometo que nada malo nos pasará —le dio un beso en la mejilla—. Ya te perdí una vez y no estoy dispuesto a hacerlo por una segunda ocasión.
Silver estaba que se moría de los celos al ver a esos dos tórtolos. Apretaba los puños con frustración.
—¡¿Qué te hace creer que yo iré con ustedes?! —mencionó Silver retrocediendo—. ¡Ya te dije que me vale lo que hagan!
Pero el azabache se acercó al albino.
—Silver no es momento para esto —le enfrentó Shadow mientras sacaba su espada—. No creo que estés al lado de ese rey por puro gusto.
—Y que sabes tú si estoy al lado de él por libre albedrío —restregó acercando su mano hasta una daga que portaba en la cintura.
Mephiles se colocó frente a Shadow. Evitando que ambos fueran a pelear.
—Déjalo, el odio y el desamor hacen a un hombre la bestia más odiada —vio los ojos dorados de Silver—. No necesitas perder el tiempo en tratar de hacerlo bueno, él sabrá lo que le conviene.
—Cállate idiota. Mejor me marcho de aquí antes que me encierren —Silver salió corriendo lejos de la mirada de los presentes.
Mephiles solo le vio irse.
—Lamento eso, a veces es testarudo ¿Estás bien Mephiles? —se disculpó Shadow por su estudiante.
—Si no importa, hay que irnos —le afirmó sin darle importancia a las palabras del veteado.
—"Otra cosa más que debo evitar, triángulos amorosos" —pensó Manic algo aturdido de la situación.
Regresaron al palacio de la princesa Amy y decidieron quienes se quedarían. Los únicos que se quedarían serían Sonic y Chappie.
—Suerte chicos, los esperaremos junto con Amy —Sonic se despedía de ellos—. ¡Por favor tengan cuidado!
Chappie movía sus patitas en señal de despedida.
Mephiles se mantenía con los ojos cerrados y de brazos cruzados. Estaba fijando su magia en algún punto específico dentro del palacio de Scourge.
—Bien, será mejor apresurarnos —abrió con la mirada brillando—. ¡Aksekulia retorne nyo situos! —dijo Mephiles en un idioma extraño y un aura negra cubrió a los tres caballeros que desaparecieron de allí.
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En medio de una habitación obscura un brillo apareció. Los chicos salieron disparados del suelo. Y cayeron de espaldas, el único que aterrizo de pie y con elegancia fue el mago Mephiles.
—Lamento el aterrizaje, a esto me refiero que mi magia se encuentra inestable —se disculpó el mago.
—No importa —Shadow se incorporó y ayudó a Manic—. Antes de seguir, tenemos que ser precavidos. Ahora que el reino de la dulce crema esta en manos del rey agrio, el terreno es desconocido para todos —les recordó.
Los tres caballeros comenzaron a buscar en esa habitación cualquier rastro de la llave. Lo que no sabían era que el rey ya se había enterado de su presencia.
Desde otra sala del castillo, Scourge sonreía mientras de sus manos se desprendía una energía dorada.
—¿Así qué volvieron? —susurró sonriendo y luego soltó una carcajada que resonó por el palacio. Era extraño, sus púas tenían dos colores, entre dorado y verde—; ya no tiene caso seguir aparentando, ya no te necesito.
Como si de un fantasma se tratase Scourge desprendía un aura dorado que le fue abandonando de poco, hasta formarse un extraño ser de ojos locos. Scourge cayó al suelo sin ningún cuidado y quedando inconsciente. Ese ser se materializo y solo le dedicó una sonrisa sádica al erizo.
—Tengo otros planes, en los cuales no podrás participar. Fue lindo usar tu cuerpo todo este tiempo, ¡gracias por la comida!
Ese ser le arrebató una cadena que ocultaba en el pecho del erizo. Y a continuación desapareció como humo.
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