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4._Reflejo


Noir acabó por dormirse entre los brazos de Jerez que terminó levantandola entre ellos como si Noir fuera un bebe.

-Seria una pena destruirla ahora ¿no lo crees, Sour querido?- la diosa miró a su asistente buscando una respuesta, pero el estaba tan impasible como siempre.

La actitud de ese ángel a ratos resultaba odiosa a Jerez que por un momento tuvo la esperanza de que él reaccionara de manera un poco menos fría. Incluso formó un pequeño hakai en una de sus manos y lo acercó a la chica que dejó colgando de uno de sus brazos, pero nada. Sour no movió una ceja. Aunque en realidad aquello fue una amenaza vacía. Jerez no tenía intenciones de destruir a la chica y posiblemente su maestro lo sabía por eso no reaccionaba. Pocas veces la diosa fue capaz de tomar a Sour por sorpresa o conseguir de él una reacción inesperada.

-Encargate de ella- le ordenó Jerez poniendo a la chica en los brazos del ángel- Parece tener un fuerte apego a tu persona y lo que pase con este pequeño capullo no es mi problema.

Sour sostuvo a Noir y se le quedó mirando un momento. Parecía que la muchacha había sido víctima de un hechizo. Estaba tan profundamente dormida que hizo pensar al ángel que no iba a despertar así la arrojará al agua.

-Lamentable sería perder este hermoso planeta, pero los mundos nacen y mueren todo el tiempo- manifestó las diosa abriendo los brazos a los costados y encogiéndose de hombros- Lo que suceda en los próximos trescientos años depende de ella ahora...

Sour miró a la diosa con extrañeza. Ella miró hacia el cielo poniendo las manos en sus caderas.

-La luna llena es hermosa en todos los mundos. Me preguntó por qué será...

Sour miró a la luna. Él había visto miles de miles de lunas a lo largo de su vida y sí, la diosa tenía razón. Sin importar el planeta la luna o las lunas (en muchos mundos había más de una) siempre eran bellas. Con una expresión paciente bajo su mirada a la muchacha entre sus brazos y pensando en algo que Jerez ni siquiera pudo imaginar, Sour se sonrió.

Esa noche la diosa se quedó en un palacio cercano. Sour acompaño a Noir en el teatro bajo la luz de la luna que brillaba con fuerza. Él no necesitaba dormir. El tiempo se estiraba ante sus ojos como una cinta torcida y atada en los extremos. Una continuidad sin salida y muchas veces monótona. Poco era digno de su interés porque para él todo era cosa de dioses o de mortales y él no era ninguno de los dos, pero Noir estaba en un punto medio. Esa criatura era parecida a él, aunque a diferencia suya ella tenía libre albedrío.

Paciente fue Sour para esperar que la muchacha, que dormía a su lado, despertara por la mañana. Noir abrió los ojos cuando el sol se había alzado por encima de la línea de los árboles. Descubrir descansaba la cabeza en el muslo del ángel la hizo ponerse de pie tan rápido que fue víctima de un mareo que por poco la hizo caer. Sour se quedó sentado viéndola llevarse las manos a la cabeza como si  le doliera.

-¿Estás bien?- le preguntó el ángel.

-No... tengo sed- le contestó y corrió hacia el escenario para deslizarse por la inundada superficie y comenzar a hacer angeles de agua.

Sour la vio jugar allí por varios minutos. Era como mirar un pececito saltar fuera del estanque o algo así. Después de un rato de estar lanzando el agua al aire, patearla y casi bailar en medio de ese espejo, Noir pareció recordar la presencia del ángel y volteó a verlo sin decirle una palabra. Pareció asustarse un poco, pues se abrazó a si misma y se quedó parada allí con los ojos puestos en su recuerdo.

-¿Qué sucede?- le preguntó Sour que apareció a un costado de la chica como de la nada.

-¿Me voy a morir?- fue la interrogante que Noir soltó bruscamente- Si me convierto en la luna ¿voy a morir? Mi madre ¿murió cuando ascendió a los cielos?

Era un válido temor para el que Sour no tenía una respuesta. Fue honesto al decirle que desconocía que pasaba después de que las descendientes de Loona tomaban su forma original. Noir lo miró un tanto asustada y se dejó caer sentada sobre el agua para esconder el rostro entre sus rodillas.

-No quiero ser la luna...

Sour cerró los ojos un momento. Su diosa lo llamó unos minutos después viéndose obligado a dejar a la muchacha a quien no pareció importarle mucho quedarse sola.

El ángel regreso al lado de su ama que quería se ocupará de unas cosas, sin embargo, la diosa le preguntó por Noir y aunque no indagó demasiado en el asunto parecía ser algo de su auténtico interés. Prueba de esto fue que advirtió de inmediato que la muchacha no estuvo en el teatro ese día. Tampoco al siguiente y al final de esa jornada le recordó al ángel que le había pedido se ocupará de la chica cuya desapareción tenía a los actores un tanto preocupados.

Para Sour ubicar a Noir fue extremadamente facil. Esa noche la encontró sentada en una roca en medio del bosque, con los ojos fijos en la luna. Estaba tan quieta como pálida que casi parecía una piedra tallada abandonada ahí. Como Noir no notó su presencia, él decidió subir al cielo. Ir a la luna. Tan pronto puso los pies en esa arida superficie sintió que estaba viva. Había algo que palpitaba en el interior de esa corteza gris. Al hincarse para acariciar el suelo percibió otras cosas. Sin duda ese no era un satélite natural como los demás, pero tampoco lo hubiera llamado un ser conciente. Estaba vivo, pero como en un letargo profundo esperando su extinción.

Noir dejó la roca para volver al teatro. Cuando se adentro entre las butacas de piedra vio la figura de una mujer blanca entre las columnas. Al principio se asustó, pero después de observar con atención una palabra escapó de su boca: mamá. Y sin meditar se echó a correr hacia ella quedando inmóvil al alcanzar el borde del escenario. Ahí estaba su madre. Tan hermosa como Noir la recordaba, pero transparente como un espejismo. Su imágen de ensueño nacía del reflejo de la luz de la luna sobre el agua tan blanca como lirio, tan ligera como un suspiro, tan tenue como la pluma del ala de una joven paloma que sobre un manantial fue a caer. Detrás de la fantasmagórica visión estaba la luna enorme y blanca que parecía fundirse con la imagen de la mujer que abría sus brazos, como invitando a la niña   aproximarse a su pecho cálido donde no había un corazón, pero sí el amor rebosante de una madre.

El sendero de luz sobre el agua de pronto pareció tan concreto que Noir creyó que de pisarlo no se le hundiría los pies, pero se equivocó. Su calzado se empapó, mas no le importó. Ella solo quería alcanzar a su madre y fue hacia ella separando los brazos como las alas de una joven ave que no pudo sujetar lo que no quería soltar. El cuerpo de la muchacha atravesó a la mujer.  Al voltear hacia ella de nuevo, Noir descubrió que solo era una ilusión. El fantasma de un anhelo inocente que cruelmente moría ante la verdad.

-Noir- la llama la pálida criatura y los ojos tristes de la muchacha brillaron un poco. Se vieron enormes con el reflejo de la luna en ellos- Mi amor. Soy yo...

Era la voz de su madre. En su memoria revuelta la voz de su madre era una de las pocas cosas nítidas que le quedaban a Noir.

En la luna Sour miraba a aquel planeta al que apuntaba con su cetro. De la negra esfera brotaba un rayo de luz, como el de un proyector que bajaba hacia aquel mundo. Permaneció así por más de media hora antes de extinguir aquella huella luminosa y mirando el suelo bajo sus pies cerrar los ojos como si aquello hubiera sido una reverencia.

Jerez se quedaría en aquel planeta hasta que la obra fuera estrenada. Aquello le permitió al ángel poder pasear con Noir mientras su ama ensayaba con los actores. El día posterior a la aparición de su madre la muchacha estaba de un ánimo dulce y vivaz. Corría por el teatro llevando todo tipo de artículos de un lado a otro, riendo y cantando, como si se hubiera olvidado de todos sus deseos, preocupaciones y miedos. Pese a que Sour se aproximó a ella aquel día, Noir no le contó nada de lo que había sucedido durante la noche. Esa experiencia fue algo demasiado especial para ella y no deseaba compartirla. Sin embargo, le provocó un profundo cambio. No solo su ánimo mejoró, sino que también poco a poco pareció ir madurando. Como si de un día para otro hubiera crecido. Como si hubiera dado un salto de la adolescencia a la adultez en un instante. Y es que en realidad Noir era muy vieja. Jerez le calculaba casi seis mil años, aunque todos ellos probablemente fueron perdidos producto de la conmoción con la que la muchacha estuvo viviendo.

Después de dos semanas en ese planeta el ángel anunció su partida a Noir. Ellos habían estado compartiendo bastante, pese a que no hablaban mucho. Gran parte de sus diálogos eran preguntas de ella a él con un ánimo curioso respecto de lo que había más allá de ese planeta y de todo lo que implicaba ser un ángel. Noir había crecido con una idea muy equivocada respecto a ellos, sin embargo, en realidad nunca le fueron relevantes. Ella pensaba que por medio de uno de esos seres podría alcanzar a su madre, pero una vez descubrió que no era así los angeles dejaron de cautivar el interés de la muchacha, sin embargo, saber que Sour se iba la angustió bastante.

-¿No lo veré ya más?- le preguntó la chica aquella tarde en las ruinas en el bosque.

-Tal vez no- respondió Sour haciendo que los ojos de Noir se humedecieran- Estoy sujeto a la voluntad de la señora Jerez...

-Sí, me ha explicado eso antes- lo interrumpió Noir- Usted no tiene libre albedrío y si rompe las reglas se desvanecera como lo hace la sal en el agua.

-Así es...

-Para mantener su ecuánime postura estaba atados a reglas muy estrictas. Como yo lo estoy atada a mi destino- reflexionó Noir- Todavía me quedan trescientos años antes de que mi madre se apague para siempre y yo deba tomar su lugar. Pero antes de eso debo tener una hija para que ella tenga otra y así en seis mil años más...ella haga lo mismo que yo. Pero...¿Sería cruel de mi parte decidir acabar con ese sino? ¿Usted que piensa?

-Las decisiones conllevan responsabilidad y consecuencias. Si estás dispuesta a lidiar con estas, cual sea tu decisión estará bien- le contestó Sour dándole la espalda- Pero yo no sé de eso más que lo que he visto. No tomo decisiones, no soy responsable, ni sufro consecuencias- agregó esbozando una sonrisa de desprecio hacia si mismo.

Esas últimas palabras entristecieron aún más a Noir que se dio la vuelta para decir en voz baja:

-Entonces...¿es por voluntad de la señora Jerez que usted esté aquí conmigo ahora?- hizo una pausa- Adiós señor Sour- exclamó antes de que él pudiera responderle y echándose a correr desapareció entre los árboles.

La diosa no estaba lejos de allí.  No pudo oír la conversación, pero la actitud con la que la muchacha se alejó del ángel y la tenue tristeza en los siempre helados y callados ojos de este, le dijeron mucho. Sonríendo ladina le cuestionó su falta de sensibilidad a Sour que la miró un tanto confundido.

-Le gustas a esa criatura- le aclaró Jerez- Como hombre ¿entiendes?

-Eso es imposible...

-Imposible para ti, no para ella- le respondió la diosa- Pero bueno, eso no importa. Dime una cosa querido ¿Sabes que tiene pensado esa chica hacer respecto a su destino?

-Aún no lo sabe- contestó Sour intentando digerir lo que antes le había dicho la diosa.

-Cual quiera sea su decisión no puede huir de su fin. Las descendientes de Loona tienen un ciclo de vida muy especial. Mientras se perciben como mujeres humanas envejecen y mueren como un mortal, pero si no quieren aceptar esa naturaleza pueden extender sus vidas hasta unos seis mil años. Claro que sí la luna está por colapsar su vida acabará en ese preciso momento. En pocas palabras ella se convertirá en la luna sea que lo quiera o no, sin embargo, al no dar un fruto...puede sentenciar a este mundo.

-Ella lo entiende- le dijo Sour.

-Es un destino triste para la chica que nace en el momento del colapso. Pero tú debes entenderlo mejor que yo ¿no Sour?

-Todos pueden entender el dilema de un sacrificio- le respondió el ángel.

-Hmm... cierto, pero he estado pensando en que perder este planeta seria lamentable...así que he decidido obligar a esa criatura a tener una hija- le dijo la diosa y en esa oportunidad hablo en serio.

-Es su decisión- le recordó Sour- Pero creo que se estaría involucrando en un área ajena a la suya. Nada se asemeja más a crear que procrear...

Jerez se encogió de hombros.

-Solo di que quieres seguir viendo a la chica y puede que te permita hacerlo- le dijo la diosa y miró a Sour que la veía sin expresar nada. Aquello la hizo soltar un largo suspiro- Te ordenó que visites a la chica de vez en cuando- agregó llevándose la mano a la cabeza con dramatismo.

-Asi será- le respondió el ángel cerrando los ojos.

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