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[07]

Namjoon se miró en el espejo detenidamente. Era su último día en libertad; mañana iba a ejecutar a las personas que le habían arrebatado la vida a su hermano.

El chico cogió las llaves y se acercó a la cocina.

—¿Estás seguro de eso?

La voz de su padre sonó muy agitada.

—¿Cuándo?

Namjoon se asomó y lo vio caminando de un lado hacia otro.

—No, no, saldré ahora mismo.

—¿Sucede algo, papá?— preguntó en cuanto terminó la llamada —¿Quién era?

—Voy a salir— Namkyu trató de disimular su inquietud —Tardaré unas horas en volver. Quiero que dejes el móvil encendido y que estés accesible en todo momento, ¿me has entendido?

—Sí, claro— la actitud de su padre le pareció inusual, pero probablemente se debía a un contratiempo en el trabajo —Conduce con cuidado.

El hombre abandonó la vivienda a paso ligero. Namjoon se preguntó qué problema podría haber surgido esta vez. No era raro que lo llamaran un viernes por la noche para hacer otro turno o cubrir una baja. Aunque podía ser un incordio, especialmente cuando habían hecho planes, ya estaba acostumbrado a la flexibilidad que requería el empleo de su padre.

Namjoon salió del apartamento y caminó hacia el garaje. Namkyu le había regalado recientemente un coche de segunda mano; no era un vehículo espectacular pero era suyo y eso lo convertía en el mejor transporte del mundo.

El chico se dirigió hacia el domicilio de los Jung con sentimientos encontrados. Cuando pensaba en Hoseok dudaba, pero luego lo imaginaba junto a Mark y entendía que sus caminos estaban destinados a separarse.

Namjoon aparcó el coche a unos metros de la casa. Desde el vehículo podía ver a Hoseok en su dormitorio. Tenía el escritorio pegado a la ventana y parecía estar concentrado en su lectura.

El menor se quedó observándole durante media hora, como si quisiera guardar aquella imagen en su memoria para poder revivirla el resto de su vida.

Hoseok se levantó agotado. Llevaba horas allí metido y los huesos comenzaban a resentirse de tanto sedentarismo. El joven se asomó por la ventana y vio el Audi de Namjoon justo enfrente.

—¡Eh, Joonie!— vociferó tras abrir la ventana de par en par —¿No vas a entrar? ¡Tengo pastitas de las buenas! ¡Están muy ricas!

Namjoon sonrió avergonzado. ¿Por qué tenía que ser tan ruidoso? Si seguía gritando de esa manera se iba a enterar todo el vecindario. El chico salió del coche y cruzó la calle ignorando a un hombre de avanzada edad que le gruñó por el escándalo.

Justo cuando pretendía golpear la madera se abrió la puerta y apareció Hoseok.

—¿De qué son las pastitas?

—De nueces, como a ti te gustan— aseguró emocionado —Pasa, pasa.

—¿Estabas leyendo?— Namjoon se descalzó en la entrada —Parecías muy concentrado.

—¿Me estabas espiando?— bromeó entre risas —Estoy leyendo un libro de medicina. Voy por el capítulo de los venenos de serpiente. Es bastante interesante, la verdad.

—Eres un prodigio.

—¿Qué dices?— Hoseok arqueó una ceja —No lo soy.

—Terminaste la carrera un año antes que los demás— Namjoon le miró detenidamente —Eres la persona más inteligente que conozco, Hobi. Eres impresionante.

El pelirrojo no supo qué contestar. La mirada de su amigo parecía diferente, lo que le confundió un poco.

—Pensaba ver una película para desconectar de los reptiles— Hoseok sintió la necesidad de cambiar de tema —¿Te apetece verla conmigo?

—¿Tus padres no están?

—Han ido a cenar, ya sabes, como hacen cada semana— el chico caminó hacia la cocina —Voy a preparar té.

Namjoon le siguió.

—¿Qué tal te va con tu novio?

Hoseok bajó las tazas del armario.

—Bien, bien— mintió muy avergonzado —Todo bien.

—Me cae bien. Parece simpático.

Hoseok calentó el agua odiándose a sí mismo por semejante pantomima. Quería ponerle celoso y lo único que había conseguido era llevarse su aprobación.

—Menuda mierda de vida— farfulló para sí mismo.

—¿Qué has dicho?

—Nada.

Namjoon colocó varias pastitas sobre un plato y luego acompañó a su amigo al salón. Ambos se acomodaron en el sofá antes de encender la televisión y buscar una película en la plataforma en línea.

—Siento haberme pasado sin avisar...

—¿Por qué te disculpas por algo sin sentido?— frunció el ceño —Sabes de sobra que tú no necesitas avisar.

—Ya— se rascó la sien —Pero interrumpí tu lectura.

—Estar contigo es mucho mejor que hacer cualquier otra cosa— Hoseok comenzó a buscar una película sin ser consciente de que le estaba mirando.

¿Podría estar realmente sin Hoseok? Namjoon se había acostumbrado tanto a su presencia que ahora dudaba de si podría vivir sin él.

«Dicen que la cárcel es dura, que la soledad puede ser devastadora, pero lo que más miedo me da no es eso, sino perderme el resto de su vida y que llegue el día, en el que no recuerde el sonido de su voz»

Hoseok sugirió una comedia y Namjoon aceptó sin prestar atención a la sinopsis. Le daba igual de qué tratara la trama, solo quería pasar las últimas horas que le quedaban con él.

El día en el hospital había sido tan intenso que Hoseok no logró mantenerse despierto los noventa minutos que duraba la película. El pelirrojo se quedó dormido en una posición que a su amigo le resultó muy cómica.

Namjoon apagó la televisión y lo cargó hasta su dormitorio. Allí lo tumbó sobre la cama y luego lo tapó cuidadosamente con una manta. Aunque estaban en primavera, las noches seguían siendo bastante frías.

El menor se sentó a su lado en silencio. Hoseok llevaba un año tiñéndose el cabello de rojo y en ese instante le vino a la mente el día en que lo vio por primera vez con ese tono de pelo.

—¿Qué te parece?— había preguntado emocionado —¿Te gusta?

—Siempre he pensado que eres como el sol y con esto me lo confirmas— fueron sus palabras nada más verle —No podías haber elegido un color más adecuado.

La sonrisa que se dibujó en el rostro de Hoseok fue deslumbrante; tan deslumbrante como toda su existencia.

—Gracias por ser parte de mi vida, Hobi. No habría llegado tan lejos sin ti.

El pelirrojo no reaccionó, tenía el sueño muy profundo.

—Espero que seas feliz.

Namjoon desvió la mirada hacia la fotografía que habían tomado el día de la acampada. Hoseok había estado presente en cada etapa de su vida. Aparecía en sus recuerdos más preciados y también en los más dolorosos.

—Te quiero— murmuró contemplando su rostro —No... En realidad te amo— el chico se inclinó y le dio un beso en los labios —Lo siento... Y gracias.

Namjoon abandonó el domicilio de los Jung con los ojos bañados en lágrimas. No quería dejarle, no quería hacerlo de esa manera pero debía seguir su destino.

El joven volvió a casa donde pasó la noche en vela, esperando a que su padre regresara de su misteriosa salida. Sin embargo, lo único que recibió fue un mensaje de texto avisando de que no llegaría antes del mediodía.

Por desgracia, Namjoon iba a ejecutar su plan a primera hora de la mañana, por lo que no podría despedirse de su padre como quería.

«Lo siento, papá. Espero que puedas perdonarme»

A las ocho en punto salió de su apartamento y se dirigió a la casa de Im Jaegeun. Las semanas que pasó estudiando las rutinas del joven le dieron la certeza, de que ese día se reuniría con sus amigos desde primera hora de la mañana.

Namjoon aguardó en el coche, vigilando con la mayor precaución posible. En la radio estaban hablando sobre algunos incidentes en Incheon, pero no le prestó ni la más mínima atención.

Sobre las diez de la mañana, Jaegeun salió al exterior y caminó hasta el césped de la entrada. Namjoon se fijó en que había dejado la puerta principal abierta y que se disponía a hacer una llamada.

«¡Es ahora o nunca!»

Namjoon agarró su bate de sóftbol del asiento trasero y salió del vehículo con la intención de reventarlo a golpes. Cada paso que dio en dirección a la propiedad de los Im le resultó muy pesado.

«No lo hagas, Joonie. Minjun no querría esto»

Namjoon titubeó una vez más al escuchar la voz de Hoseok en su mente.

—Tengo que hacerlo— respondió ante sus propias dudas —Debo hacerlo.

En ese mismo instante, un hombre vestido con una gabardina verde se echó sobre Jaegeun. El grito que abandonó la boca del joven fue desgarrador. El desconocido le arrancó la carne de la mejilla a bocados, provocando un chorro de sangre que impactó mucho a Namjoon.

Los amigos de Jaegeun salieron del domicilio al oír sus gritos.

—¡Eh! ¡Hijo de puta! ¡Suéltalo!— vociferó Eunsang, el mayor de los cuatro abusadores.

La respuesta que recibió fue en parte la deseada, porque se desentendió de su víctima para apresurarse hacia ellos. El hombre se abalanzó sobre Junsu, un chico bajito de aspecto débil. Sus amigos trataron de detener al agresor a base de golpes, pero los puñetazos y las patadas no evitaron que le arrancara la oreja de cuajo.

Namjoon vio cómo mordía a Eunsang en el cuello y a Cheolmin en el brazo. Los cuatro violadores estaban siendo atacados por aquel misterioso hombre.

—Esto tiene que ser justicia divina— murmuró impactado.

Jaegeun se levantó del suelo mostrando el mismo aspecto grotesco que el desconocido de la gabardina. El joven se puso delante de una bicicleta, provocando la caída de una ciclista que pasaba por la zona.

La muchacha no llegó ni siquiera a levantarse del asfalto; Jaegeun la atacó de la misma forma que habían hecho con él.

—¿Qué demonios está pasando?— Namjoon no daba crédito ante la escena.

Una mujer salió de su domicilio para ayudar a su vecino que estaba gritando por ayuda. La joven reunió el valor suficiente para clavarle unas tijeras en el pecho al agresor, pero la herida no impidió que el hombre se echara sobre ella.

De un minuto a otro, la calle se había convertido en un campo de batalla.

Namjoon retrocedió hacia su vehículo al notar que Jaegeun le estaba mirando con ojos ensangrentados. Sin pensárselo dos veces echó a correr y se metió en el coche a toda prisa. A continuación cerró la ventanilla con el corazón latiendo a mil por hora.

El hombre de la gabardina se apoyó contra el cristal del conductor, tratando de acceder al interior. Su rostro tenía un color de piel más propio de un cadáver en estado de descomposición. A Namjoon le chocó mucho su aspecto, especialmente los ojos y la boca llena de sangre.

El chico arrancó el motor y se llevó a dos personas por delante; aunque personas quizá no era el término adecuado para hablar de esos monstruos come-humanos.

Su ansiedad se disparó aún más al ser consciente de que lo que había presenciado, no era un hecho aislado. La gente corría despavorida por la calle, algunos caían al suelo y eran abordados inmediatamente por individuos con ansias de sangre.

—¡Joder, justicia divina mis cojones! ¿Qué coño está pasando?— Namjoon no iba a quedarse a comprobarlo y pisó a fondo para llegar cuanto antes al domicilio de Hoseok.

Su móvil sonó en medio del trayecto.

—¿Namjoon, dónde estás?

—¡Papá! ¡Papá! ¡Hay monstruos come-humanos por Seúl! ¡Sé que suena de locos pero están por todas partes!

—Son personas infectadas, hijo. Tienes que volver inmediatamente a casa, ¿me oyes?

—No, yo... Yo voy a casa de Hobi.

—No, vuelve aquí. Luego iremos a por él...

—¡No, papá, ni de coña!— le cortó bruscamente —Hobi estará muy asustado. Tengo que ir a por él, ¿entiendes? Me necesita. No pienso dejarlo solo.

Namkyu cedió a regañadientes.

—Ocúpate de Hoseok, yo iré a por Haeun y Eunha. Ten muchísimo cuidado, hijo. Lo que provoca esto es un virus. Convierte a las personas en cuestión de minutos y no hay forma de pararlas, a menos que les revientes el cerebro con un objeto contundente. Si alguien se infecta no tiene salvación. No tengas compasión con los que muestran heridas de mordeduras o arañazos, ¿entendido?

—¿Cómo sabes todo eso, papá?

—Ahora no hay tiempo para explicaciones. Quédate con los Jung hasta que llegue. Después nos iremos a Busan. Sé de un lugar seguro. No te muevas de allí.

Namjoon no supo cómo reaccionar ante la información de su padre. El joven se quedó escuchando el sonido del teléfono con sentimientos encontrados.

«Hobi»

Pensar en su amigo le sacó de su pequeño trance. Namjoon trató de llamarle varias veces pero el pelirrojo no respondió.

«Por favor, que esté bien»

Por algunas zonas todavía reinaba la paz pero en otras áreas había cada vez más infectados. Namjoon cruzó un puente desde donde pudo ver cómo la policía antidisturbios trataba de contener a una veintena de esos seres.

El chico cambió de carril y se detuvo en el próximo semáforo. Una joven de cabello multicolor golpeó la ventanilla mostrando una expresión de puro terror.

—¡Por favor, por favor, déjame entrar!— gritó sin parar de aporrear el cristal —¡Ayúdame!

Namjoon se fijó en la herida que tenía en la muñeca. La sangre le corría por todo el brazo de la profundidad que alcanzaba.

—¡Por favor, te lo suplico! ¡Me van a matar!

Namjoon pisó el acelerador a fondo. Aunque su conciencia le exigió que abriera la puerta y socorriera a aquella muchacha, su parte más razonable le recordó inmediatamente la advertencia de su padre.

Namjoon trató de contactar con Hoseok una vez más pero sin éxito.

—¡Por favor, Hobi! ¡Por favor, tienes que estar bien!— suplicó nervioso. La sola idea de que uno de esos seres pudiera atacar a su mejor amigo le aterraba.

Al llegar a su destino, salió del vehículo y cruzó la calle a toda prisa. Aunque la zona parecía tranquila sabía que eso podía cambiar de un momento a otro. El chico golpeó la puerta con tanta fuerza que oyó a alguien en el interior molestarse por su insistencia.

Hosung lo recibió con cara de pocos amigos, pero su expresión cambió en cuanto vio que se trataba de Namjoon.

—Namie, ¿qué es tan urgente?

—¿Y Hobi?

—En la cocina— Hosung se sorprendió por su brusquedad al entrar en el domicilio —Oye, Namie...

Namjoon se quitó las botas a toda prisa y corrió hacia la cocina, donde encontró a Yewon pelando una manzana y a Hoseok tratando la herida de una vecina. La pequeña, de unos nueve o diez años de edad, tenía el cuerpo apoyado sobre la mesa y una larga melena negra tapándole la cara.

—Oh, Joonie— Hoseok le estaba desinfectando una herida en la mano —¿Qué...?

—¡Apártate de ella!

Hoseok y Yewon se quedaron estupefactos ante su reacción. El pelirrojo iba a reprocharle su mala conducta justo cuando la niña soltó un extraño gruñido. Hosung se unió a ellos y presenció cómo se erguía lentamente, desvelando un aspecto completamente distinto al que había lucido al entrar en la casa.

Sus facciones delicadas se habían convertido en algo tosco y grotesco. Sus ojos inyectados en sangre se movían de un lado a otro, como si estuviera debatiendo a quién de los cuatro se iba a comer primero.

—P-P-Pero... Q-Q-Qué....

La voz de Hoseok fue el detonante para que la niña fijara su mirada hambrienta sobre él. Namjoon supo inmediatamente que lo había designado como su primera presa. El joven agarró un cuchillo de la tacoma y se lo insertó en la cabeza antes de que pudiera lanzarse sobre su mejor amigo.

Aquella acción provocó varios gritos.

Namjoon sintió un dolor punzante en el pecho al ver cómo se desplomaba ante sus ojos. En su fuero interno tuvo que repetirse una y otra vez que ya no era humana y que esa niña no tenía salvación, como le había dicho su padre.

El chico se giró hacia los demás; Hoseok estaba pegado contra la pared, muy impactado por lo sucedido mientras Hosung trataba de calmar a su esposa.

—Ya no era una niña— expresó con la voz rota —Se ha infectado de un virus, como muchas otras personas de la ciudad. Se ha convertido en un ser que... Que ataca a la gente, la devora y la convierte en uno de ellos.

—¿Qué estás diciendo, Namie?— Hosung no podía creerlo —A esa niña la mordió un perro.

—No, fue un humano. Mi padre viene hacia aquí, él mismo os lo explicará todo... Yo... Él me dijo que debíamos esperarle, que nos llevaría a Busan, a un lugar seguro. Creo que la situación está a punto de descontrolarse y necesito que mantengáis la calma.

—Oh, cariño— Yewon se limpió las lágrimas —¿Qué está pasando? ¿Cómo ha podido suceder esto?

—No lo sé, cielo— respondió sin apartar la vista de la niña —Namkyu sabrá algo que a nosotros se nos escapa— el olor que desprendía el cuerpo le revolvió las tripas —Vamos a hacer la maleta. Necesitaremos ropa para el viaje.

Namjoon no sabía si la ropa era necesaria o solo lo decía para calmar a su esposa, pero en realidad le dio igual. El chico era consciente de que había mucho que procesar y la reacción de los Jung había sido desde luego mejor de lo esperado.

—Lo siento, Hobi— Namjoon se acercó a su amigo, que seguía apretado contra la pared, mirando el cadáver de la niña —No he tenido otra opción.

—Me has salvado. Nos has salvado a todos, Joonie— Hoseok le dio un abrazo —Menos mal que estás aquí.

Namjoon deslizó las manos por su espalda e inhaló el olor de su cabello. Si no hubiera sido por el infectado de la gabardina, habría cometido el peor error de su vida.

—Tranquilo— Hoseok notó que estaba temblando —Ya ha pasado.

—No dejaré que te suceda nada. Te protegeré de cualquier peligro. Te lo juro— el menor lo agarró de la mano y lo llevó lejos del cadáver de la niña.

La pareja encontró a Hosung delante del televisor.

—Nos llega información de múltiples altercados en la capital del país. Desde anoche hemos reportado disturbios en Incheon, que al parecer se están extendiendo por otras zonas de Corea. De momento no sabemos quién los está provocando, por lo que les rogamos que si se encuentran en dichas ciudades, no salgan a la calle hasta que la policía controle la situación.

—No dicen nada de un virus pero sí hablan de altercados. ¿Cómo sabe tu padre sobre esto?

—No lo sé, tío... Creo que tiene algo que ver con su trabajo.

Hosung se fijó en que ambos iban tomados de la mano.

—Hijo, ¿puedes subir a ayudar a tu madre?

Hoseok despegó la vista de la televisión, que ahora estaba pasando el parte meteorológico como si fuera importante saber qué tiempo haría mañana. El chico soltó a Namjoon y subió al piso de arriba con el estómago revuelto.

Hosung se acercó a la ventana y vio a dos personas corriendo hacia un vehículo.

—No sé qué está pasando pero conozco a tu padre lo suficientemente bien como para saber que esto es grave.

—No me pudo dar mucha información por teléfono... Pero sé que vendrá.

—Eso ni lo dudes— el hombre echó las cortinas para crear un poco más de intimidad —¿Puedo pedirte un favor?

—Por supuesto.

—Si nos llega a pasar algo a mi esposa y a mí, por favor, cuida de nuestro hijo. El miedo puede cegar a las personas y ya sabes cómo es Hoseokie. Por favor, mantenlo a salvo.

A Namjoon le dolió en el alma pensar que les podría suceder algo a los Jung. Para él eran como sus tíos y los quería muchísimo.

—No te preocupes, cuidaré de Hobi— respondió con firmeza —Nunca dejaré que le pase nada malo.

Hosung sonrió. No necesitaba oírlo de su boca para saber que Namjoon sentía por Hoseok lo mismo que Hoseok sentía por Namjoon.

Las horas pasaron a cuentagotas y la televisión no transmitió nuevas noticias. Solo las redes sociales mostraron lo que estaba sucediendo en el país. Los vídeos de gente devorando a otras personas aumentaron sin cesar e Incheon y Seúl dejaron de ser las únicas ciudades que estaban bajo el dominio de esos seres.

Un fuerte golpe sobresaltó a todos.

—¡Soy Kim Namkyu!

Hosung le dejó entrar de inmediato y ambos se fundieron en un profundo abrazo.

—¡Papá!— Namjoon corrió hacia él —¿Estás bien?— se apretó contra su pecho —¿Dónde están?

—Haeun y Eunha están esperando en el coche— le acarició el cabello —Hay que salir ahora mismo.

—¿Qué está pasando, tío?

—He sabido a través de un amigo que el gobierno pretendía soltar un virus en Corea del Norte, provocando la inmediata aniquilación de su población. El virus no cruzó la frontera y se esparció aquí por accidente. En Busan hay una base militar, debemos llegar hasta ella. El camino no será fácil pero debéis mantener la calma, ¿lo entendéis? El pánico no nos ayuda.

—Sé que tenéis preguntas pero ahora no hay tiempo— añadió Hosung, igual de impactado que todos los demás —Hagamos lo que dice Namkyu. Lo primero es nuestra seguridad.

Hoseok y Namjoon tenían muchas dudas pero las palabras de sus padres fueron tan firmes, que comprendieron que no era el momento para exigir respuestas.

—Varias familias vendrán con nosotros. Iré por delante y quiero que tú te pongas detrás de mí— le dijo a Hosung —La carretera es muy traicionera, si me pierdes de vista avísame de inmediato— el hombre le entregó un walkie talkie —Sé que funcionan los móviles pero es posible que dejen de hacerlo. Debemos adelantarnos a cualquier contratiempo.

—Gracias— Yewon le tocó el brazo —Nos has salvado la vida.

—Vosotros me la habéis salvado mucho antes— Namkyu miró a los padres de Hoseok con mucho cariño —Vámonos. Nos espera un largo camino.

Namjoon no quería separarse de Hoseok pero entendía que cada uno debía ir con su familia. Los dos se dieron un sentido abrazo y se susurraron palabras de ánimo al oído.

—Hijo, ¿por qué no vas con los Kim?— sugirió Yewon —Tu padre y yo estaremos detrás de vosotros.

Hoseok titubeó ante la propuesta.

—Tu madre tiene razón— Hosung le apretó la mejilla —Vete con ellos.

El pelirrojo tuvo sentimientos encontrados al respecto. Por una parte quería estar con sus padres pero por otra parte no deseaba separarse de su mejor amigo. Hoseok accedió y corrió con Namjoon hasta el vehículo de los Kim mientras Namkyu se encargaba de matar a los dos infectados que merodeaban por la zona.

—¡Hoseok oppa!— Eunha le dio un abrazo muy fuerte en cuanto tomó asiento a su lado —¿Estás bien?

Namjoon aprovechó la valentía de Namkyu para coger el bate de sóftbol de su vehículo y llevárselo al coche de su padre. Luego se sentó junto a Hoseok y cerró la puerta de un portazo.

—¿Te encuentras bien?

—Estoy bien— Namjoon apretó la mano de Haeun y después la de Eunha en señal de apoyo —No os preocupéis. Todo irá bien.

La muchacha asintió entre lágrimas. Estaba aterrada de lo que había presenciado por el camino y encima no lograba localizar a sus amigas, lo que creaba aún más ansiedad en ella.

En cuanto el vehículo de los Jung salió del garaje, Namkyu se puso en marcha y Hosung se colocó justo detrás de él.

—Todo saldrá bien— Namjoon tomó la mano de Hoseok y la acarició con cariño —No tengas miedo.

—No tengo miedo si tú estás conmigo, Joonie.

—Siempre estaré contigo— el menor no pudo contenerse y le dio un beso en la mejilla —Siempre.

Por un instante, Hoseok se olvidó de todo; se aisló de la conversación que mantenían Namkyu y Haeun en la parte delantera; se aisló de los continuos intentos de Eunha por contactar con sus amigas y también se aisló de los horribles gritos que provenían del exterior.

Por un instante, solo eran ellos dos, aislados del mundo. Hoseok apretó la mano de Namjoon y ese gesto fue suficiente para saber que, sucediera lo que sucediera, nunca dejarían de estar conectados. 

Espero que estos capítulos os hayan dado otra perspectiva de la relación entre Hoseok y Namjoon. Personalmente me ha gustado mucho escribir sobre ellos, siento que tienen una relación muy íntima, muy especial. Aunque la historia tiene un toque agridulce por el sufrimiento que pasan y por su desenlace en Retrouvailles, espero que os haya hecho pasar un buen rato y que os vayáis de aquí apreciando a ambos personajes un poquito más. 💜

Por curiosidad. ¿Qué os ha parecido la familia Jung y la familia Kim? Nada que ver con el padre de los Park y los abuelos de los Min, ¿verdad? 🥺

Gracias a todos los que habéis mostrado interés por Mangata. Lo aprecio mucho. Nos vemos en Retrouvailles

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