[03]
Los meses que siguieron fueron un auténtico infierno para la familia Kim. Minjun fue dado de alta después de una larga pero favorable recuperación física, sin embargo la personalidad del chico sufrió un cambio drástico.
El joven apenas hablaba, no sonreía, no se dejaba tocar y las pesadillas lo acechaban cada noche, despertando a sus seres queridos con gritos estremecedores. Tampoco salía de casa, ni siquiera al jardín que tenía la vivienda. Algunas veces se quedaba horas en la cama, mirando el techo de su dormitorio en completo silencio.
Las sesiones con la psicóloga que acudía dos veces por semana al domicilio de los Kim, no surtieron efecto hasta tiempo después. Y sus amigos dejaron de hablarle por orden de sus padres, que a raíz del circo mediático que se montó alrededor de su caso, llegaron a la conclusión de que Minjun era una mala influencia para sus hijos.
Namkyu denunció a los violadores el mismo día de la agresión. Desde el primer momento luchó arduamente para hacer justicia, dejándose una gran cantidad de dinero por el camino y más de una amistad. Los únicos que estuvieron a su lado durante todo el proceso fueron los Jung, que lo apoyaron tanto económica como emocionalmente.
Pero nada de lo que hizo fue suficiente para hacer justicia. Los adolescentes eran hijos de políticos con una gran influencia, tanto en los medios de comunicación como en la policía. La televisión comenzó a contar una historia muy distinta, dejando a Minjun como un chico con problemas mentales, provocados por la trágica muerte de su madre y que, en su profundo dolor, se dedicaba a contar mentiras y a ensuciar la imagen de chicos que tenían una vida mucho más favorable a la suya.
Otros medios fueron más allá y lo tacharon directamente de indecente y de ser una persona malvada que no aceptó ser rechazado por cuatro estudiantes prometedores.
El hecho de que Minjun tuviera doce años cuando sucedió la agresión no detuvo a los panfletos y tampoco hizo dudar a la opinión pública, que en su mayoría se tragó el cuento como borregos sin pensamiento crítico.
Namkyu también recibió muchas presiones en el trabajo pero el hombre no cedió ante ninguna. Su determinación fue absoluta, incluso después de perder el juicio quiso apelar de inmediato. Solo cuando la familia de uno de los agresores le hizo llegar un mensaje cambió de actitud.
—Si continuas por este camino te dejaremos sin un solo won, pero eso no será lo peor. Nos las ingeniaremos para encerrarte en la cárcel durante los próximos cuarenta años y a tu hijo Namjoon, no lo volverás a ver, porque te aseguro, amigo, que lo meteré yo mismo bajo tierra. ¿Cómo le irá la vida a Minjun sin vuestra protección? ¿De verdad quieres este futuro para tus hijos?
Namkyu supo que no se trataba de una mera amenaza. Aquel día lo abordaron en un garaje y le dieron una tremenda paliza. Las cámaras del lugar dejaron de funcionar convenientemente y tampoco hubo testigos que pudieron corroborar la agresión.
El hombre cedió al regresar a casa y encontrar a sus hijos durmiendo en el sofá. El simple pensamiento de que Namjoon pudiera morir a manos de unos desalmados y que Minjun tuviera que seguir viviendo completamente solo, le rompió por completo.
En ese instante y por el bien de sus hijos, Namkyu se rindió.
Con el paso de los meses, Minjun comenzó a salir de casa y por ende también regresó a la escuela, pero las burlas de sus compañeros, los comentarios maliciosos de los vecinos y el recochineo de la chica que le gustaba, lo volvieron a encerrar en casa.
Uno de sus amigos se saltó la prohibición de sus padres pero terminó cediendo ante la presión de los compañeros por miedo a sufrir acoso escolar.
Al ver que su hijo mostraba la misma conducta que meses atrás, Namkyu decidió mudarse a otra parte de Seúl para comenzar de nuevo.
—Te voy a echar de menos...
—Solo estaré a media hora de tu casa, Hobi— Namjoon sonrió pero en realidad estaba muy dolido —Nos vamos a ver muy seguido. Te lo prometo.
—No es justo que os tengáis que ir. No habéis hecho nada malo— Hoseok no pudo contener las lágrimas de la rabia e impotencia —Deberían irse ellos... Son todos unos desperdicios humanos.
—No llores— el menor lo abrazó —Por favor, no llores...
Pero Hoseok no pudo hacerle ese favor. Había presenciado todas las injusticias, había visto todo el dolor de Minjun, de Namjoon e incluso de Namkyu, y se sentía demasiado indefenso, demasiado pequeño e insignificante en un mundo lleno de maldad y corrupción.
—Puedes venir a casa cuando quieras— Namkyu acarició el cabello de Hoseok en cuanto se apartó de su hijo —Y también puedes quedarte a dormir si te apetece.
—Gracias— se limpió las lágrimas con la manga —Te recordaré estas palabras cuando estés harto de verme, tío.
Minjun fue el último en salir de la vivienda. El menor dio varios pasos hacia su padre pero al oír el tubo de escape de un coche se asustó de tal manera, que regresó corriendo al umbral de la puerta.
Namjoon quiso acercarse pero Hoseok lo detuvo.
—Déjame a mí.
El chico se quedó observando cómo su amigo se aproximaba al menor.
—¿Qué sucede?— Hoseok se inclinó un poco, hasta quedar frente a frente con él —¿Te has asustado?
—No quiero irme de aquí... Siento que no volveré nunca más...
—Puedes volver cuando quieras, Minnie. Solo os vais a mudar a otra parte de la ciudad. Si quieres regresar un día solo tienes que decírmelo y yo mismo te traeré.
Minjun dudó pero la sonrisa de Hoseok le dio confianza.
—¿Vendrás a casa?— preguntó en un susurro —¿Vendrás a visitarme?
—Por supuesto. Tienes mi número, ¿verdad? Cuando quieras verme envíame un mensaje e iré volando.
Namjoon sintió un fuerte nudo en la garganta al contemplar la sonrisa de su hermano. Su mejor amigo era la única persona, a excepción de los Kim, que podía hacerle sentir seguro.
Hoseok tomó la mano de Minjun suavemente y lo acompañó hasta el coche, donde lo ayudó a acomodarse en la parte posterior del vehículo. Luego sacó un paquete de su mochila y se lo entregó al muchacho.
—¿Es para mí?— se sorprendió un poco —Pero... No es mi cumpleaños...
—Es un regalo de nuevo comienzo— le sonrió jovial —Espero que te guste.
El menor se quedó mirando el envoltorio amarillo con dibujos de abejas, libélulas, mariquitas y mariposas. Hoseok se apartó del vehículo para darle espacio mientras Namkyu observaba a su hijo detenidamente a través del espejo retrovisor.
La mirada de Minjun se iluminó cuando se topó con una edición limitada de un libro de insectos. También se emocionó al recibir un llavero de peluche de un escarabajo rinoceronte.
—¡Hoseokie hyung!— vociferó desde el vehículo —¡Muchísimas gracias!
Hoseok sonrió conmovido mientras veía cómo le enseñaba las cosas a su padre. Namjoon lo abrazó por la espalda sin previo aviso, agitando bruscamente el corazón del mayor.
—Gracias, Hobi.
—N-No es nada— esa repentina muestra de afecto le descolocó tanto, que trató de mantener la compostura y evitar sonrojarse por todos los medios —Ya sabes que quiero mucho a tu hermano.
—Lo sé— se apartó y le tocó la mejilla —Él también te quiere mucho.
La profunda mirada del menor le puso los pelos de punta; por un instante se perdió completamente en sus ojos oscuros.
—Hijo, tenemos que irnos.
La voz de Namkyu rompió la magia. Namjoon caminó hacia el vehículo sin ser consciente de los sentimientos que había provocado en su mejor amigo.
Hoseok se despidió de ellos mostrando una enorme sonrisa pero cuando el coche desapareció de su vista, las lágrimas volvieron a adueñarse de su rostro.
La familia Kim se mudó a una urbanización con mucha vegetación y parques infantiles. El inicio fue difícil para todos pero Namkyu trató de hacerles la vida lo más cómoda posible.
Namjoon no cambió de instituto, a pesar de la distancia no quería estudiar lejos de Hoseok. Minjun en cambio recibió educación en el hogar. La tutora que acudía cinco veces por semana siempre ejercía en compañía de Namjoon.
El muchacho no podía estar a solas con otra persona, le daba pánico sobre todo si se trataba de un hombre. Por eso las clases solían ser por la tarde, cuestión que causó algún que otro conflicto en la relación de Namjoon con su novia.
Hoseok se ofreció a quedarse con Minjun en más de una ocasión para facilitarle los encuentros, pero su mejor amigo no se veía capaz de dejarlo solo. La agresión de su hermano también había dejado huella en él y en cierto modo seguía culpándose de lo ocurrido.
Cuando llegó el decimocuarto cumpleaños de Minjun, Namjoon y Hoseok decoraron el salón con globos y pegatinas de insectos y también encargaron un pastel de nueces como le gustaba al menor. Los Jung se pasaron a dejarle un regalo y de paso a tomar una copa con Namkyu, que había pedido el día libre para disfrutarlo con sus hijos.
Durante algunas horas, Minjun logró olvidarse de todo lo malo. Incluso jugó a varios juegos y cantó en el karaoke casero que había montado Namjoon. La casa de los Kim se llenó de risas después de dos años de puro dolor y sufrimiento.
Por la noche, los adultos salieron al jardín mientras los menores se disponían a ver una película acurrucados en el sofá. Namjoon siempre se aseguraba de que las cintas no contuvieran escenas sexuales ni que fueran demasiado violentas. En esta ocasión fue Hoseok el que eligió una película de animación para verla en familia.
Antes de llegar a una escena entrañable, Namjoon se apresuró hacia el baño. Hoseok se le quedó mirando con una expresión tan ensimismada que no pasó desapercibida para el menor.
—¿Te gusta mi hermano?
—¿Qué? No... No, claro que no— soltó atropelladamente —Es mi mejor amigo.
—Le miras como mi papá miraba a mi mamá.
—No, Minnie, yo le quiero mucho pero no es esa clase de amor— mintió mostrando una sonrisa un poco forzada —Además, Joonie tiene novia. Ya lo sabes.
—No me gusta su novia, no es como tú— Minjun torció la boca —Hoseokie hyung, tú cuidas muy bien de mi hermano. Siempre le haces sonreír y se ve feliz cuando está contigo.
—Ya... Pero eso es porque somos amigos— las palabras de Hoseok perdieron fuerza al notar la intensa mirada del menor. Minjun lo sabía, estaba viendo a través de él y de repente no se sintió con fuerzas para seguir fingiendo —No se lo digas, ¿vale? Yo no... No puedo todavía...
—No lo haré— el chico se acurrucó en el sofá y apoyó la cabeza sobre el regazo de Hoseok —Pero tienes que decírselo algún día.
—Gracias por guardarme el secreto, pequeño— Hoseok le acarició la cabeza —Te debo una.
—¿Qué hacéis?— Namjoon regresó y los vio hablando —¿Por qué no seguís con la película?
—Te estábamos esperando— Minjun le hizo un gesto con la mano —Tienes que abrazar a Hoseokie hyung para que tengamos forma de insecto.
Al mayor le comenzó a latir el corazón con mucha fuerza. Minjun decía las cosas con una inocencia que no parecía cargar con segundas intenciones.
—¿Qué clase de insecto?— cuestionó extrañado —¿Hay algún insecto que tenga esa forma?
—Euspinolia militaris— respondió el muchacho sabiendo que su hermano no lo conocía y por lo tanto no sospecharía de su mentira —Es una especie que habita en Chile. Es blanco y negro, tiene pelo y es súper lindo— Minjun notó que se estaba emocionando al hablar del tema —Bueno, vale ya. Veamos la película.
Su actitud les sacó una sonrisa a los mayores. Namjoon se acomodó al lado de su amigo y le pasó el brazo por los hombros.
—Mi hermano se está volviendo muy mandón— le susurró al oído —Es como la reina abeja y nosotros somos los zánganos.
Los dos se rieron por lo bajo y sus risas alegres también hicieron sonreír a Minjun. Hoseok apoyó la cabeza sobre el hombro de Namjoon y se centró en la película. Por un instante se sintió tan feliz entre ellos que deseó que ese momento durase toda la vida.
Con el paso del tiempo y la visible mejoría de Minjun, el chico comenzó a ir a una escuela muy cerca de su domicilio. Los primeros días fueron bien e incluso logró hacer algún que otro amigo, hasta que un alumno del recinto lo reconoció de los panfletos que habían filtrado su fotografía y comenzó a extender toda clase de rumores.
Minjun se vio señalado por la gente del colegio, su clase e incluso los amigos que había hecho. También escuchó a profesores cotillear sobre su agresión con una falta de sensibilidad extrema.
Todas las emociones negativas que trató de afrontar en los últimos dos años volvieron a golpearle sin piedad. El chico regresó a casa sintiendo que las personas que se encontraba por la calle le miraban y señalaban entre burlas.
El dolor aumentó durante los días que continuó yendo a clase. Las habladurías tomaron formas muy crueles que no se limitaron únicamente a lo verbal. Unos adolescentes lo encerraron en el baño con la intención de simular una violación grupal, acto que llevó a Minjun a tener una crisis nerviosa que incluso asustó a los chavales.
Como ellos habían sido los culpables de la situación, no avisaron a nadie y dejaron a Minjun llorando en el suelo, sobrepasado por sus emociones.
El dolor que sintió ese día fue insostenible.
Cuando entró en su domicilio se dirigió a las escaleras sin saludar ni detenerse en la cocina.
—¿Ya has vuelto?— Namjoon lo vio pasar de refilón —Estoy haciendo tu comida favorita. ¿Tienes hambre?
Minjun solo se limitó a asentir.
—¿Te encuentras mal?— el mayor notó que estaba muy callado —¿Te ha pasado algo?
—Estoy bien— se obligó a sonreír —No te preocupes, hyung. Me esforzaré.
Namjoon lo dejó subir a su cuarto creyendo que se iría a cambiar de ropa y mientras tanto corrió hacia el supermercado para comprar un té de hierbas que le gustaba tomar a Minjun con ese plato.
El joven no tardó en regresar a casa.
—¡Minjun, baja a comer!— gritó y se dispuso a servir la comida. Los minutos pasaron y no apareció, lo que inquietó un poco a Namjoon —¡Minjun, esto se va a enfriar! ¡Baja ya!
El chico subió a la habitación creyendo que se había dormido. Al abrir la puerta se quedó estático; Minjun colgaba del ventilador del techo, cuya barra de metal sujetaban el pequeño y delgado cuerpo.
—Min... Minjun— Namjoon tardó unos segundos en reaccionar. El joven salió de la habitación a toda prisa y agarró un cuchillo de la cocina, con el que acto seguido regresó a la habitación —¡Aguanta! ¡Ahora mismo te bajo!— con manos temblorosas alzó la silla que estaba tirada en el suelo y se subió para cortar la cuerda que tenía alrededor del cuello.
Las lágrimas no afloraron hasta que el cuerpo cayó al suelo.
—¡Aguanta, Minjun! ¡Por favor! ¡Aguanta hermanito!— Namjoon le quitó la cuerda lo más rápido que pudo y comenzó a hacerle reanimación cardiopulmonar entre terribles llantos —¡Te juro que te pondrás bien! ¡Todo irá bien! ¡Aguanta, Minjun!
Pero Minjun no despertó. El pequeño Kim ya estaba muerto.
Aquel día, Namjoon lloró, gritó y suplicó como no lo había hecho en su vida. El chico no quiso soltar a su hermano, ni siquiera cuando detectó un papel sobre la mesilla se apartó de su lado.
Papá, hyung, lo siento.
Lo intenté. De verdad que lo intenté, pero no puedo pasar otra vez por lo mismo. No puedo. Quiero irme con mamá. Quiero estar con mamá y dejar de sufrir. No os enfadéis conmigo, os quiero mucho, pero no puedo seguir con vosotros. Gracias por ser mi familia. Gracias por quererme.
Minjun.
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