Parte seis.
Chan había pasado a buscar a un muy nervioso, Felix. Había salido de su edificio con la cara más pálida que de costumbre, y esto naturalmente preocupó al otro.
一¿Te sientes bien? ¿Estás seguro de que podrás hacerlo hoy?
Felix se echó el cabello para atrás con una mano y soltó una importante bocanada de aire.
一Estaré bien. Quiero ir.
Chan sonrió cálidamente ante la determinación del más bajo. Sabía que le estaba costando muchísimo salir de sus adicciones, pero ya estaba recibiendo el asesoramiento médico necesario. Chan se encargaba de llevarlo a sus citas con la doctora que estaba siguiendo su caso, principalmente para darle su apoyo, aunque también para quedarse tranquilo él mismo de que el chico llegara a su destino y no se escapara en plena recaída.
Felix había estado internado unas dos semanas, las cuales habían sido infernales. Chan lo visitaba apenas salía de trabajar y se encargaba de que nada le faltara. Había respetado la decisión de no contarle nada a la familia de Felix, ya que entendía la razón de esto; él no quería cargarlos con un problema que él mismo se había provocado. Chan comprendía que, si el chico no podía perdonarse a sí mismo primero, no soportaría meter en todo eso a sus seres queridos. Sólo había confiado en Chan porque había sido con quien había entrado en ese hoyo negro y nadie lo sostendría mejor que él.
Las mejoras había llegado con mucha lentitud, pero al menos habían llegado. Felix había comenzado a ganar peso y sus reflejos eran muchísimo más estables. Incluso, luego de haberse presentado juntos para conversar francamente con el jefe de Felix, éste último recuperó su empleo, con lo cual consiguió salvarse de perder su departamento por falta de pago. Gracias a la ayuda profesional, Chan sabía cómo ayudar a Felix cada vez que la abstinencia lo golpeaba con fuerza; incluso, había dejado que se quedara en su casa varias ocasiones para tenerlo bajo su supervisión y para mantenerlo alejado de cualquier cosa que lo pudiera dañar.
Caminaron a paso lento y tranquilo, esquivando las hojas secas que habían caído de los árboles por el inminente otoño. Chan espiaba a Felix de vez en vez y notaba que su vista apenas se despegaba del suelo. En cierto momento, tomó la mano del menor de los dos y le dio un cariñoso apretón.
一Todo saldrá bien. Estoy contigo, ¿Mhm?
Felix levantó por fin la mirada y esbozó una media sonrisa. Asintió justo antes de que se detuvieran ante la enorme puerta de mármol.
Se presentaron en la entrada y fueron guiados a la sala correspondiente, el cual se encontraba a sólo unos cuantos pasos de ahí. El espacio se encontraba lleno de sillas colocadas en forma circular, las que poco a poco se iban ocupando con los recién llegados. Felix y Chan se sentaron en silencio mientras estudiaban el ambiente meticulosamente. Cada que Felix sacudía la rodilla ansiosamente, Chan presionaba los dedos alrededor de su mano, la que en ningún momento había soltado.
Aguardaron pacientemente a que todo diera inicio. Escucharon las palabras ajenas con suma atención y cuando llegó su turno, Felix se colocó de pie torpemente, también sin romper el agarre de la cálida mano de Chan. Carraspeó imperceptiblemente para aclarar la voz.
一Hola, soy Lee Felix y soy adicto a las drogas.
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