24-. Prueba de lealtad.
[Parte 24]
Daia sólo me dedicó una mirada de profunda decepción y subió de inmediato a su habitación, fui tras ella y sólo la veía meter ropa en una pequeña, maleta, pero al meter la ropa con desesperación no cabían todas y las volvió a vaciar encima de la cama, botando todo lo que había a su alcance y proliferando maldiciones.
— Déjalo así, está bien — me acerco a ella para abrazarla pero me empuja con fuerza.
— No Ian, por mi culpa Matt está en un maldito hospital al borde de la muerte — solloza estresada.
— Puedo ir a buscarlo y pagaré a los mejores doctores — trato de calmarla.
— Pagar, pagar — repite ella con ironía — es que su familia lo arregla todo así, con dinero.
— Estoy tratando de ayudarte Daia — suelto estresado—, pero no me dejas hacerlo.
— Llamaré a un taxi, en una hora me iré de aquí.
Una hora es más de lo que necesito para mover a mis contactos y sacar a su hermano de esa ciudad tan podrida ahora en manos de mi padre, salí de la habitación, lo último que quería era dejarla sola, pero por ahora la situación lo requería.
Contacté a algunos de mis hombres, de esos que sabes que no son fieles a ti, sino a tu dinero, y por él harían cualquier cosa. Usé la mitad del dinero de la cuenta para pagar médicos fuera del país, papá no podría hallar a Matt estando tan lejos.
En ese momento llamaron a mi celular.
— Gracias — suspira desde el otro lado de la linea.
— Oficial Johnson — me apresuro a decir, reconocería esa voz chillona donde sea que vaya.
— Nunca pensé que dos policías estén saliendo del país gracias a una banda de delincuentes — bromea.
— No eres tan basura, Ian — se escucha una voz cansada al otro lado del celular.
— ¿Matt?, ¿estás consciente? — abro los ojos como platos.
— Aún no me muero maldito — musita agotado.
— Sólo fue un golpe que lo dejó inconsciente, perdió bastante sangre pero él es fuerte, en el helicóptero lo están asistiendo.
— Le diré a Daia, pero ¿qué era lo que le querías entregar a ella?
— La razón por la que él esté postrado en esta cama. La dejamos en un lugar seguro, no te preocupes, todo a su tiempo.
Colgaron y de inmediato fui donde Daia.
— Daia, ¿podemos hablar?.
— No tengo tiempo, el taxi pasará por mi en un rato.
— Tu hermano está camino a Suiza con la oficial Johnson, él está estable, los saqué de aquí porque no es seguro.
— Si es una broma, es de muy mal gusto, Ian — pone sus manos en la cintura para observarme.
— No estoy bromeando, puedes llamar a la oficial Johnson.
— Tienes mi voto de confianza, pero no me pidas que sea plena si tu padre se está encargando de hacernos la vida pedazos.
— Escapa conmigo.
— Estás loco — sonríe — Nina aún no aparece y Anne peor, y ya sabemos que tu padre es capaz de hacer cualquier cosa.
— Saqué todo mi dinero del banco, podemos construir una casa muy lejos de aquí, nos llevaremos a la abuela y a Cleo. Buscaré trabajo y...
— Ian — da un corto beso sobre mis labios —, ya no hables.
— ¿Es un sí?
Ella asintió.
— Pasaré por las oficinas en esa maldita ciudad para recoger mis cosas y otra parte de dinero que dejé en la bóveda de la antigua oficina de papá.
— ¿Pero él no estará ahí?, recuerda que ya se posicionó como alcalde
— Lo ultimo que él quisiera es volver a su antigua oficina.
— Si voy en una de las motos del garage donde Logan llegaré más rápido que en coche.
— Si vas rápido podría pasarte algo. Aunque sea prometeme que volverás.
— Volveré — sonrío burlón.
— Creo que iré contigo — agarra un casco.
— Ni de coña.
— Si, o vamos los dos juntos o no va nadie. No pienso quedarme sola en esta jodida casa. Y tampoco pienso dejarte ir solo.
— Llegaremos tarde, por ti no podré ir a velocidad — niego sonriendo.
— Estoy contigo, sé que no dejarías que nada me suceda.
Ambos nos subimos a una de las motos, soy un experto en conducir pero tenía miedo por Daia, así que nos llevó casi todo el día viajar. Llegamos al límite de las afueras de la ciudad donde Daia vivía y pasamos por la gasolinera abandonada donde la conocí.
— ¿Cómo le explicarás a nuestros hijos dónde me conociste? — se abraza a mi cintura.
— Si lo dices así, siento que tenemos un futuro juntos — saco una de mis manos del timón de la moto para tocar sus manos abrazándome.
— Hoy es el inicio de él.
— Si te volviera a encontrar atada en ese casillero, te volvería a desatar mil veces más.
— ¿Para engañarme y fingir ser mi amigo? — pone su mentón sobre mi espalda.
— Y para apuntarte con un arma sin balas por intentar escapar.
— Espera...¿No tenía balas? — pregunta ella confundida.
— Ahora conoces mi secreto mejor guardado.
— pude haber escapado ese día — emite un puchero.
— Pero si lo hacías no estuviéramos aq...
— Dándonos tanto problemas — suspira.
— Se va a solucionar, en serio quiero que sea contigo — atraigo su mano hasta mi pecho.
— ¿Te acelera el corazón conducir rápido?
— No, estar contigo — acaricio levemente su mano.
Ella sólo me abraza fuertemente por la espalda hasta llegar a la ciudad.
— Subamos rápido — le digo tomándola de la mano.
— ¿Seguro que no hay nadie?
— Papá abandonó esa oficina hace años.
Subimos las escaleras a toda velocidad, habían pocas personas y las que estuvieran por ahí sólo se dedicaban a su trabajo, no a observarnos. Llegamos hasta el último piso donde se encontraba la oficina, en mi bolsillo estaban las llaves de la bóveda que debía abrir, así que las llevaba a mano. Al abrir la puerta de golpe ahí estaba él, él y su elegante terno negro sentado luego de muchos años en frente de su escritorio, pero al vernos se puso de pie.
— Que gusto volver a verte Ian — sonríe ampliamente —, y veo que vienes acompañado.
De inmediato tomé la mano de Daia poniéndola detrás de mí.
— Sí, pero ya nos íbamos — digo a la defensiva.
— ¿Tan rápido?, pero si acaban de llegar — cuatro hombres armados estaban a nuestras espaldas obligándonos a entrar— así que venías por tu dinero en la bóveda.
Él como sabía eso, los únicos que sabíamos sobre él éramos Jasper y yo. Pero mi hermano tan manipulable debió contárselo hace tiempo.
— Puedes quedártelo, se nos está haciendo tarde — me doy media vuelta con Daia pero él se pone de pie golpeando la mesa.
— Ibas a dejar de trabajar para mí para largarte con ella — grita enojado.
— Sí padre, eso iba a hacer — sostengo mi mirada impasible frente a él.
— Ven — llama con el dedo a Daia.
Daia me observa con miedo y no hace nada. Sólo permanece agarrada a mi mano.
— Que soy tu maldito alcalde, ven acá — ordena él.
Daia se acerca temerosa pero yo no suelto su mano.
Mi padre la toma por el mentón y la observa detalladamente para luego soltarla y devolverla a mí.
— No puedes dejar de trabajar para mí — sirve un trago —, tu abuelo te sigue atando a mí, lamentablemente él escapó hace unos meses, no sabemos donde está. Pero le ordené a mis hombres que si lo encuentran lo maten, fuera de la pensión en la que lo metieron esos idiotas ya no tengo porqué mantenerlo con vida. Y la verdad me conviene mucho, así que o sigues trabajando para mí y vemos que hacemos con el tonto de tu abuelo, o te vas dejándolo a su suerte.
En ese instante no sabía que hacer, viviría siendo su esclavo de por vida, pero necesitaba tener bien a mi abuelo para que mi abuela estuviese feliz este último mes de vida, aunque ella no supiera donde estaba, supongo que una corazonada le indicaba que él seguía bien y la mantenía fuerte. Pero mis ojos recabaron en un retrato que tenía en su mesa, no era mamá, era Daia. Mi padre tenía un retrato de Daia en su mesa.
— ¿Por qué tienes ese retrato allí? — protesto enojado y los ojos de Daia bajan hacia el retrato que parece haber visto recién al igual que yo.
— ¿Te gusta?, lo acabo de traer — comenta con cinismo.
— Tienes un jodido retrato de Daia — expreso con furia.
— ¿Daia? ¿De qué hablas? — pregunta confundido.
— Es mamá — los ojos de Daia se cristalizaron de inmediato.
— Así es, era mi amada Ava — acaricia la foto —, eres tan idéntica a ella.
— Me pueden explicar que e...
Pero entonces alguien interrumpe abriendo de golpe la puerta.
— Hay reunión familiar, no lo sabía — dice la abuela quien viene con Jasper y Gregor.
— ¿Ustedes qué hacen aquí?, váyanse... Abuela — me acerco a ella — no ves que es peligroso que papá te vea — tomo sus manos.
— Ya me cansé de fingir que me importa — se suelta de mi agarre —. Y tú — observando a papá — quita el maldito retrato de esa zorra, me era suficiente con ver el idéntico rostro de su hija durante estos meses.
Mi mente no estaba procesando absolutamente nada, necesitaba respuestas, pero me sentía asfixiado entre tantas mentiras. Gregor nos observaba victoriosos, mientras Jasper desprendía una mirada perdida y cansada, no era el Jasper que había sido alguna vez.
— Creo que es parte del destino que lo sepan todo — comenta burlón Gregor.
— Ya no es necesario seguir teniéndolos aquí — comenta la abuela.
— Pero...abuela...tu salud — trato de acercarme a ella confundido pero me aleja.
— Era falso Ian, no me voy a morir — pone los ojos en blanco.
— Ya nos vemos hasta bien malvados revelando el plan — se burla Gregor y se sienta a un lado de Jasper.
— Solo debes pedirle al bastardo de Ian que firme los papeles de Maximiliano y todo el dinero pasará a nuestras manos — explica la abuela —, él escapó y no está en facultades de reclamar nada, y dudo mucho que sepa como llegar a casa o tomar un avión.
— Papá puede firmarte lo que quieres, sólo — suspiro — déjenla ir a ella, no tiene nada que ver aquí...
— No tenía nada que ver aquí —aclara— pero mi consentido quería asesinarla — papá acaricia el cabello de Gregor —, me opuse, sabes, no podía dejar que lastimen al vivo retrato de Ava...pero, tú Ian, quiero trapear el maldito piso con tu cabeza.
Sé que no le caía bien desde pequeño, pero no imaginé que el odio fuera profundo.
— ¿Por qué querían?... ¿Por qué impidieron que me vaya a buscar la herencia?.
— Hasta que habla la muda — Gregor se acerca a ella, pero de inmediato me paro al frente para que no la lastime —. Tu padre tenía evidencia que incrimina directamente al mío, no puedo dejar que su imagen tan pulcra se arruine por un policía de cuarta, al cual silenciamos hace algún tiempo.
— Gregor no hables mucho — advierte la abuela detrás de él.
— Tampoco nadie los va a escuchar abuela, deja que lo sepan todo — su mirada es casi maligna —, pero tu hermanito sabía de la evidencia, por eso quería marcharse contigo desde un principio, pero no podía poner las necesidades de papá por encima de las mías, si te ibas lejos de aquí no podría asesinarte con mis propias manos, y por eso inventé lo de la supuesta boda contigo, porque estaba seguro que caerías en ese preciso momento, pero nadie sabe donde tu padre había escondido la evidencia, a excepción de tu hermano, claro. Pero si te secuestrabamos, tu hermano pospondría todo por buscarte. Pero el muy maldito obtuvo las evidencias, aunque lo más seguro es que esté por reunirse con sus padres en estos momentos.
— Así que tú fuiste el maldito que envió a secuestrar a Daia — me intento abalanzar sobre él pero los hombres de papá me sostienen.
— Que comes que adivinas — golpea mi mejilla levemente varias veces.
— Entonces, si esto tiene que ver conmigo, déjenlo ir a él — se acerca Daia a ellos.
— Ese pez gordo es mío, y con tus encantos de Ava lo seduciste arreglandolo todo — comenta James, el padre de Ian.
— Eso es lo más interesante, no creíamos que fuera cierto, porque te conocemos Ian, sabemos que no tenías ninguna debilidad, ni nada por lo que dieras el brazo a torcer, pero bastó que llegara ella, estábamos pensando en sobornarte con la enfermedad de la abuela, pero Jasper nos dijo que eso sólo le daría un plus a nuestro plan, sentirías la presión de estar con ella. No te negaré que me enojé cuando papá la liberó para poner a prueba tu amor, hermanito, no creí que aparecerías esa noche, pero lo hiciste, dejé un par de papeles en los baños VIP, y sólo bastó del ingenio de Jasper para que llegaras en el momento exacto.
— Gracias a Jasper, ambas partes ganamos, Gregor consigue vengarse de Daia, James de Ian, y yo de ambos — la expresión con la que la abuela repite cada palabra llega a asustar.
— Me cansé de fingir esos años que te amaba, Daia — muerde su labio inferior — pero...— se acerca a mí —, que buena que era nuestra novia en la cama, ¿no?. — suspira — lástima que mi imagen de hombre casado no me permitía acostarme mucho con ella, una verdadera pena.
— Jasper no pudo ser su cómplice todo este tiempo — comenta Daia incrédula.
— La abuela no lo mencionó en la parte de la venganza, así que me niego — me exalto y una vena de mi cuello se hace presente —, Jasper no les creas nada, tú eres leal a nosotros, eres leal a mí, crecimos juntos.
— ¿Leal a ti? — la abuela interviene en la conversación —, él ya nos probó cuán leal puede llegar a ser, a nosotros.
— No Jasper, tú no eres así, no vas a ganar nada con ellos, te conseguí un puesto en el juzgado precisamente por eso, para que te alejaras de ellos — aprieto mis puños con rabia.
— Ian, no gané nada, es cierto, pero si que lo perdí todo — responde Jasper cabizbajo.
— ¿De qué hablas? — fruncí el ceño —, me tienes a mí , tienes a Nina...
Y fue ahí, justo cuando mencioné su nombre que su alma se partió en pedazos, sus ojos enrojecieron y agachó la mirada.
— ¿Dónde está Nina? — pregunto más enojado de lo habitual.
— Pudriendose en el patio de su casa — Gregor sonríe burlón.
— Yo, no estaba de acuerdo — la abuela levanta sus manos en señal de rendición — el trato era asesinarlos a ustedes en el festival, pero de repente Gregor cambió de opinión. Y bueno, cuestionaré sus métodos pero no sus resultados.
— Estuvimos apunto de dejarla tirada entre sus flores, pero sus vecinos se darían cuenta de inmediato. Entonces la abuela tuvo una mejor idea, aunque fue bastante asqueroso mutilarla para que entre en la pequeña cisterna que da paso al agua para sus horrorosas plantas.
— Son unos monstruos — Daia se abalanza sobre Gregor hundiendo sus uñas en su cara dejándome una herida bastante profunda, pero la abuela la quita de encima y le da una bofetada.
Intente safarme pero cuarto hombres me sostenían.
— Jasper, asesinaron a tu novia — digo en una mezcla de enojo y tristeza —, espera... tú ... tú pasaste por ella esa noche, Logan te vio. Tú la llevaste para ellos.
— No sólo eso, querido hermanito — Gregor se acerca a mí —. Él mismo la asesinó.
— No, Jasper no, él la amaba — dice Daia entre lágrimas.
— Fue mi prueba de lealtad — habla Jasper finalmente entre lágrimas.
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