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22-. Lascivia


[Parte 22]

Subimos cautelosamente a las habitaciones pero notamos que Nina no estaba, lo más seguro es que estaría con Logan en el granero haciendo tonterías. Así que podríamos decir que si teníamos casa sola, entramos a mi habitación y ella se impulsó para quedar abrazada a mí rodeando sus muslos en mi cadera, tenía libre acceso a su espalda y quité el cierre de su vestido, mientras ella tiraba de mi camiseta hasta dejarme totalmente sin ella. La puse encima de la cama quedando encima de ella y ayudándole a bajar su vestido completamente, entonces me di cuenta de algo, tenía un tatuaje reciente en un lado de su costilla, se había tatuado las mismas fases lunares de mi espalda sólo que en pequeñito.

— Te dije que tenía algo importante que hacer mientras Logan compraba el vestido de Nina — pone mi mano para que pueda palpar mejor sus tatuajes.

— ¿Te dolió? — pregunto curioso.

— No tanto — sonríe ladina.

— Esta noche habrán cosas que duelan más — susurro en su oído.

Ella ya no traía brasier porque lo había dejado en mi auto, y dejaba a la vista un perfecto paisaje de sus pechos, la tomé por la cintura para bajarla un poco más y ella con desespero trataba de quitar el cinturón de mi pantalón.

— No lo arrojes muy lejos, lo necesitaré en un momento — le dije entre besos.

Ella dejó mi cinturón a un costado de nosotros y quitó el botón de mi pantalón, mi pelvis se veía a flor de piel y sus bragas se empezaban a humedecer más, finalmente terminé por quitarme el pantalón y dejarlo tirado en el piso. La levanté bruscamente para empotrarla contra la pared y agarrar su trasero pegandolo a mi erección.

— ¿Cuál es tu tipo de chica, Ian? — pregunta con la voz agitada y su cara contra la pared.

Entonces la tomé del cuello hacia atrás para hacer su cabeza más hacía mí y besarla intensamente.

— Vuélvete loca por mí,  ese es mi tipo.

Ella se da vuelta y queda justo al frente de mí, sus pezones ya estaban muy erectos así que la llevé contra la pared y llevé uno de sus pechos a mi boca mientras que con mi mano jugueteaba en su húmeda entrada. En el vaso que estaba en mi mesita de noche habían un par de cubos de hielo, con mi mano disponible saqué uno y lo empecé a pasar por sus aureolas, dichos movimientos circulares sólo hacían que sus pezones se erectaran más, fui descendiendo el cubo de hielo por todo su cuerpo hasta también llegar a su entrada, empecé a dar leves masajes con él en mi mano, pero empezó a derretirse de inmediato

— ¿Tan caliente está? — pregunto mientras ahora meto el pequeño cubito de hielo en su orificio.

Ella sólo tira la cabeza hacia atrás y cruza sus piernas mientras el hielo derritiéndose dentro de ella empieza a liberar gotitas.

— ¿Duele? — pregunto palpando con mis dos dedos dentro de ella.

— Pon otro hielo dentro de mí, por favor — cierra sus ojos con fuerza.

— Sabes que el hielo no es lo único que estará dentro de ti para darte placer — gruño.

Ella se arrodilla frente a mí y quita mi ropa interior por completo observando detalladamente mi duro miembro.

— Es muy grande y grueso — traga saliva.

Sonreí ladino y enredé mi mano en su cabello, teniendo todo poder sobre ella, con sus suaves manos empezó a subir y bajar mi prepucio para luego detenerse y lamer mi glande, dejo escapar un enorme chorro de saliva de su boca para dejarlo caer encima de mi miembro y poder masajearlo mejor,  ¡diablos!, cómo se podía sentir tan bien, mi respiración era agitada y echaba mi cabeza hacia atrás con desesperación, quería tener mi miembro dentro de su boca ya. El que siguiera masajeandolo sólo lo volvía más desesperante, una bocanada de su cálido aliento salió y por fin introdujo mi duro miembro en su boca, daba pequeñas succiones pero aún no lo ingresaba por completo.

– Cubito, ahora — suspiro fuertemente— te follaré la boca — gruño.

Tomé su cabello sin opción de protestas e hice que introdujera todo mi miembro dentro de su boca, empecé a mover su cabeza con fuerza para que mi miembro entrara y saliera repetidamente a mi gusto, no estaba aún satisfecho pero hice que levantara su cabeza y me mire.

— Mira muy bien la hora.

Ella no entendía nada y volvió a sujetar mi miembro para esta vez ponerlo entre sus enormes pechos, los unió perfectamente creando una increíble fricción a mi miembro erecto.

— ¿Por qué palpita tanto? — pregunta ella extasiada.

— Ambos palpitan sólo por ti — gruño acariciando su cabello.

Tomó mi glande húmedo para rozarlo con sus pezones erectos durante unos segundos, esta chica no hacía más que provocarme. Hice que se levantara y la senté en el borde de la cama para poder quitar sus bragas.

— Joder, que mojada estás, Daia.

Paso las yemas de mis dedos sobre la tela de sus bragas y se las quito dejándola completamente desnuda,  su cuerpo era increíble, algo nunca antes visto, ella completa era genial, Daia era magnífica,
estaba de cuclillas frente a ella y eso hacía que sus mejillas se encendieran por completo, con mi mano separo sus labios mayores y doy pequeños golpecitos con mi palma abierta, ella se sobresienta en la cama abriendo sus piernas y yo introduzco mi lengua para poder probar de su exquisita agua siendo liberada por mí, doy varias lengüetadas rápidamente para intentar que llegue al clímax pero ella tomaba de mi cabello para evitar que me desprenda de ella, no me quejo, podría hacer esto todos los días.

— Pásame el cinturón — ordeno.

Ella empieza a tocar por toda la cama hasta que encuentra el cinturón y me lo da.

— Sientate en la cama, de rodillas y pon tus manos hacia atrás — exijo — , baja un poco más tu espalda.

Tomé el cinturón para atar sus manos hacia atrás en conjunto de sus pies y no pudiera moverse, al estar atada así su cuerpo haría más fricción hacia delante y me dejaria una vista perfecta de su trasero, la tomé por las caderas, estaba totalmente puesta para mí y la tumbé en la cama más hacia delante, al caer, sus labios mayores estaban expuestos ante mí y desbordando,  en esa posición volví a meter uno de mis dedos en ella, al estar atada en esa posición hacia que su entrada estuviera cada vez más estrecha por la fuerza que ella misma emitía.

— No seré generoso — tomo mi miembro entre mis manos.

— Tampoco quiero que lo seas — se hace más hacia atrás para que pueda entrar en ella.

Su entrada estaba cada vez más húmeda, que pequeños rastros de sus fluidos caían por sus muslos, tomé mi miembro para pasarlo por su entrada una y otra vez haciendo que ella se estremezca y pida que entre.

— Ian, por favor, te quiero dentro — pide con desespero.

— Aún no — sonrío ladino.

Continúe masturbando mi miembro contra su entrada sin hacer penetración, luego la tomé de su perfecto trasero para masajearlo contra él, haciendo que mi prepucio baje y suba. Apretaba sus manos la una con la otra para liberarse del agarre en el que la tenía porque estaba muy desesperada, pero estaba inmóvil con mi atadura.

— Por favor, Ian — su respiración era ahogada.

— Ves que naturales te salen aún mejor — susurro en su oído.

Me hice paso entre en medio de sus labios y la penetré, dejé mi miembro dentro de ella por algunos segundos, como para rememorar el momento, apretujaba su trasero para embestirla más y más fuerte, mi cadera iba de adelante hacia atrás sin piedad, o lo metía hasta el fondo o desaprovechaba el festín que tenía frente a mis ojos. Mi miembro salía y entraba de ella con fuerza, cuando lo saqué de ella por unos segundos tenia todos sus fluidos en mí, y se sentía demasiado bien.

— Desatame, quiero cabalgarte — exige ella.

Aflojé el nudo que tenía en el cinturón y la dejé libre, sus muñecas estaban marcadas y sus tobillos igual, pero ninguno de los dos le tomó importancia. Ella tiró de mí para dejarme acostado en la cama y subirse encima de mí, con su mano, ahora ella tomó mi miembro aún duro y palpitante y lo insertó en ella, comenzó a menearse en círculos para luego darme sentones muy fuertes, mi respiración, mis expresiones con la cara, la forma en que la tocaba a ella, todo eso lo decía todo. En ese instante ella empezó a gemir mi nombre, eran sonidos de placer puro.

— Ian, se siente muy delicioso, no puedo creer que me haya estado perdiendo de esto por mucho tiempo — muerde su labio inferior.

Se deja caer un poco más sobre la cama para dejar caer sus pechos justo encima de mí y poderse mover mejor, mientras ella me cabalgaba yo tomé uno de sus pechos con mi mano para empezar a chuparlos con fuerza, tal fue la fuerza que  empezaron a enrojecer de inmediato, con mi otra mano estaba dándole nalgadas hasta que ella se puso de espaldas en mí dándome el más increíble paisaje de su redondo trasero, acaricié sus tobillos y ahora con mis dos manos apreté y nalgueé su trasero mientras en cada movimiento que ella hacía este se movía descontroladamente, hice que se sentara erguida sobre mi miembro para con mis manos tomar sus caderas y poder bajarla a mi gusto y penetrarla como quisiera. Los movimientos eran cada vez más bruscos y ella seguía gimiendo.

— Ian, duele — decía con su respiración ahogada.

— ¿Y quieres que me detenga? — doy un fuerte empujón a  mi miembro dentro de ella.

— No. Por favor no te detengas.

Habilidosamente la volteé en la cama quedando encima de ella, sus piernas rodeaban mi cintura y su entrada estaba completamente enrojecida y mojada, al pasar mis dedos para asegurarme de que todo estaba en orden puedo divisar el tamaño de mi miembro que ha dejado un notable orificio en ella, la tomé de las pantorrillas haciendo que se eleve más para tener un perfecto acceso a sus dos entradas.

— ¿Me dolerá? — muerde su labio.

— Si eso pasa me lo dices.

— ¿Y te detendrás?

— No podría asegurartelo.

Sujeté mi miembro para meterlo en su parte trasera pero fue muy complicado, su orificio era muy pequeño, hasta que logré hacerlo, lo metí y lo saqué para volver a insertarlo en su zona íntima y  así ir intercalando, lo sacaba de un lado, y lo metía en el otro, rapidament, ella sólo se retorcía de placer y no protestó, ahora ante mis ojos podía ver el tamaño y grosor de mi miembro que había cabido en ella, dejé caer un chorro de saliva de mi boca haciendo que ingrese por sus dos accesos, para volver a penetrarla, pero ahora no sólo con mi miembro, por cada penetrada metía dos dedos míos en conjunto de mi miembro, eso hacía que ella se retorciera más y gimiera muy fuerte.

— Siento que ... Me...me encanta — aprieta una de las almohadas que está a sus espaldas con fuerza.

de repente un líquido empezó a salir de ella, y de mí también,  ambos nos vinimos juntos, pero al ver mi liquido saliendo de inmediato la halé para poder correrme en su cara, ella sacó la lengua y esperaba que todo cayera encima, mi esperma la cubrió por completo y caía por sus gigantescos pechos.

— ¿Quieres más? — pregunto burlón.

— Así estoy bien...creo — traga grueso y pasa uno de sus dedos por la esperma que tenía encima y la prueba — deliciosa — saborea —, justo como lo pensaba.

— ¿Ya viste la hora?

— Sí, son las dos de la mañana — dice calmada — ¡LAS DOS DE LA MAÑANA! — se exalta.

— Ahora no dirás que duro cinco minutos — bromeo.

— No lo sé — me tumba a su costado y se abraza de mí — tal vez duras dos horas porque no te gusto lo suficiente — da brinquitos con su dedo sobre mi pecho.

— Eres imposible, Daia — bromeo acariciando su espalda.

Estuvimos hablando unos minutos, hasta que me di cuenta que ella se había quedado dormida sobre mi pecho.

— Te amo Daia, te amo desde el jodido día en que te conocí — susurro al saber que está dormida y no podrá oírme.

— No estoy dormida — abre los ojos de golpe —. Yo también te amo, Ian — suelta una carcajada haciendo que enrojezca.

— Duermete, Daia.

— No le diré a nadie, no te preocupes — me abraza fuertemente.

Y entendí el verdadero significado de los grandes momentos de la vida al tenerla abrazada a mí.
Ambos nos fundimos en un profundo y relajante sueño hasta el siguiente día.

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