17-. Nunca me fui.
[ Parte 17]
Greg seguía preguntando cosas sobre mí, mi comida favorita, por ejemplo, pero llegó a la solución de que si teníamos ese tipo de problemas al ser indecisa, mejor comeríamos lo mismo que él.
Charlamos toda la noche, parecíamos dos chicuelos enamorados, y bueno, es que lo somos. Esa noche todo transcurrió de maravilla con él. Fuimos a una playa muy cerca de aquí a caminar juntos en la arena, quité mis tacones y los llevé en mi mano para caminar a su lado, mientras él me tomaba por la cintura.
—Te iré a dejar a casa — me dice él.
— ¿No podemos quedarnos así toda la vida? .
Me iba a acercar a él para besarlo y me correspondió con un tierno y corto beso, luego me tomó de la mano y repetidamente volvió a abrir la puerta del auto para que yo pueda entrar. De repente, empezó a hablar sobre nuestra boda, admito que ese detallito me encantó. Y me encantaría invitar a la señora Emily, pero vale, cómo podría ver a la novia de su nieto casándose con otro. Esto era un lío. Hasta que Gregor añadió que tenía calor, y prendió el aire de su auto.
— Apagalo, por favor — pido— no me gusta el frío.
— Pero hace calor — protesta.
Como era de costumbre con él, me quedé callada y no exigí más, hasta que por su cuenta apagó el aire, pero quitó su camisa para soportar el calor que según él sentía. Era extraño ver un torso libre de tatuajes, y aunque no se veía tan definido como Ian... ¡mierda!, ¿Qué hago pensando en Ian?... No me ha llamado mucho menos y eso que le di mi numero de teléfono, quizá está feliz tirándose a la secretaria de su papá.
— Y mañana es la fiesta... ¿Daia? ¿Estás poniendo atención a lo que digo? — pasa una mano por delante de mí para liberarme de mi trance.
— Si, si, perdón...La fiesta de tu amigo, ¿verdad?
— Niega con su cabeza y sonríe — la fiesta de mi mejor amiga.
— No sabía que tenías una mejor amiga — respondo no muy convencida.
— Ahora lo sabes, es mañana por la noche y... Tal vez puedas venir. Pero debes saber algo, mi amiga odia que lleven vestidos más caros que el de ella o mejores, es bastante selectiva y la verdad no quisiera tener problemas con ella.
— Ni deberías preocuparte, mi ropa no creo que cueste ni un cuarto de lo que cuesta la de ella — es lo más humillante que me he dicho.
— Bien, te volví a encontrar. Lo menos que podría hacer es llevarte a todos lados conmigo — agarra mi mano.
Llegamos a casa, se despidió de mí y yo subí a mi residencia. Estaba por acostarme a dormir cuando mi celular comenzó a sonar.
— ¿Estás ahí, cubito?
— ¡Ian!, pensé que no llamarías. pero, ¿cubito por qué?
— Por fría, ¿Extrañabas a tu sexi secuestrador?
— No responderé esa pregunta, ¿cómo está tu abuela?
— Hoy no quiso comer, ya sabes lo dramáticos que pueden ser las personas de la tercera edad — bromea desde el otro lado de la línea. Y, ¿ya viste a tu hermano?— pregunta.
— Sí...
— Y a Gregor también — casi puedo percibir que pone los ojos en blanco desde el otro lado del celular.
— Si, mañana me invitó a una fiesta. Pero no quiere que vaya muy costosa porque su mejor amiga odiaría que alguien se vea mejor que ella.
— No creo que sea la ropa, cualquiera se opacaría ante tu presencia.
— Muy halagador estás, ¿por qué llamas? — sonrío.
— El viaje se adelantó y saldremos pasado mañana, temprano.
— Les deseo mucha suerte.
— Espera...— se oían teclas desde donde él estaba.
— ¿Qué haces?
— Déjame hacer algo por ti — repetía para él mismo — ¡Listo!, mañana pasa por la boutique Chanel que está en el centro.
— ¿Como para qué?
— No gasté cincuenta mil dólares por nada, opaca a la mejor amiga de tu novio.
— No Ian, a Greg le disgustará que haga eso — digo cabizbaja.
— ¡Que se joda Greg!, no debes de minimizarte por lo que él diga. Ponte ese jodido vestido, y sino, él se lo pierde. Buenas noches Daia.
Iba a decirle algo, pero cortó de inmediato.
Ahora me hacía tanta falta Anne. Estaba sola en esta jodida habitación, y mi hermano en casa de su novia lo más seguro, pero ni me había llamado. Tal vez Ian tiene razón, debo ir a esa jodida fiesta y opacar a esa chica.
***************************************
Salí a trotar esa mañana y mi recorrido daba por el centro, me senté en la banqueta al frente de la tienda Chanel y lo medité detenidamente, hasta por fin decidirme. Entré a la tienda y habían vestidos que costaban un riñón mío, no, un riñón era muy poco, costaba mi par de riñones.
— Disculpe, ¿desea algo? — sonríe una chica a mi lado.
— Sí, eh... Venía a retirar un vestido que...
— Usted debe de ser la chica del pedido que nos hicieron a media noche — camina haciendo que la siga hacia un clóset inmenso color rosa que había en la tienda —, debes traer enamorado al tipo, pasó hoy temprano por la mañana para asegurarse que el vestido era el correcto.
— ¿Él hizo eso?
— Así es...Ahora mira, pruebatelo, aunque él dijo que es totalmente tu talla.
Tomé el vestido que era un morado muy elegante y cauteloso, dejaba mis hombros descubiertos y mostraba un lado de mi pierna, en el centro de él tenía varias piedras preciosas que circunvalaban en mi cintura. Adicional de eso, la misma chica me entregó una caja con joyas, eran muchas.
— ¿Por qué tantos pendientes y pulseras? — pregunto.
— Su novio dijo que usted era muy indecisa, y lo más probable es que se las vaya a poner todas, pero que no hay ningún problema. A usted todo se le ve bien.
— Y bien, ¿qué tal se ve? — pongo ambas manos en mi cintura.
— Quedarán boquiabiertos — ella aplaude levemente.
Tomé la bolsa con el vestido y las joyas y me lo llevé para casa, pero mi hermano estaba ahí.
— Quiero una explicación, Daia Hill — enarca una ceja.
Mi rostro empalideció y no sé muy bien porque.
— Te juro que no he hecho nada — me adento a decir.
— ¿Cómo que le estabas poniendo los cuernos a Greg y no me habías dicho nada? — suena realmente ofendido.
— ¿Que yo qué? — casi arrojo por la ventana la bolsa con el vestido por la impresión.
— No te voy a juzgar, vengo a felicitarte, ya era hora. Él no te merecía.
— No, es en serio, ¿de qué carajos estás hablando?
— Una de las unidades te vio con un tipo abrazada, justo cuando regresaste ayer.
— Sí, pero él no es nada mío — intento explicar.
— No me expliques, él se lo merece porque sabes, hace algunos meses lo vi besándose con esa rubia oxigenada de su amiga.
— Y, ¿por qué no me dijiste nada?
— Estabas muy enamorada, te ibas a lanzar de mi enemiga luego, y mejor era evitar eso. Pero no te preocupes, no le diré
nada acerca del chico de la motocicleta.
— Y, ¿venías a eso o a algo más? — me siento en el sofá.
— A felicitarte, y a decirte, " te lo dije " , y ahora debo irme porque tengo mucho trabajo.
— El trabajo se apellida Jhonson, ¿no?
Él sólo sonrió y se marchó, aún no podía creerme cuantas veces Greg me podría haber estado engañando, y con esa insípida de su "mejor amiga". Así que era hoy, Ian tenía razón. Debía lucirme. dejé arregladas un par de cosas, me hice algo de comer mientras seguía buscando indicios de Anne, pero seguía sin haber nada. Cuando la hora se acercaba me metí a duchar, hice varias ondas en mi cabello, me hice un baddie makeup, y me coloqué mi hermoso vestido morado que me dibujaba una perfecta silueta.
Estaba esperando que el auto de Greg llegase pero no, pasó una hora y yo seguía esperando. Hasta que se me ocurrió llamarlo y él contestó.
— Princesa, mi amiga no tenía quien la traiga, así que me pidió que pase por ella. Ahorita ya estoy acá, pero ya envié a un uber por ti.
— Yo tampoco tenía quien me lleve.
colgué el celular de mala gana y al instante un taxi estaba debajo de la residencia llamando. Bajé y efectivamente, era el que tenía que pasar por mí. Aún algo indecisa de si quería ir, me subí, la fiesta era en una discoteca a 8 cuadras de mi residencia, era paso libre y por eso pude ingresar. No sé porque con tanta gente ella no quería a alguien con un vestido más caro que el de ella, si lo ultimo que verían es un maldito vestido entre esta multitud. Y por lo visto Ian no estaba enterado de donde sería la fiesta y mi vestido no encajaba para nada entre estas personas, pero vuelvo y repito, nadie lo notaría. Ahora necesitaba encontrar a Greg, pero era imposible, hasta que alguien me sujeta por el brazo y me lleva a la barra con ellos.
— Princesa, pensé que no vendrías — besa el lóbulo de mi oreja.
— No iba a despreciar el Uber, gracias.
— Cariño y ella es tu novia, ¿verdad? — se acerca la rubia con un despampanante vestido lleno de lentejuelas verdes — unas gusto conocerte, pero... — me observa de arriba a abajo— creo que no te informaron la temática de la fiesta.
— Jude, es un vestido Chanel versión limitada de los noventa — su amiga morena la codea.
— Como sea, espero que te diviertas — acomoda su cabello y se da la vuelta haciendo que sus extensiones me golpeen la cara.
— ¿De dónde sacaste el dinero para ese vestido? — pregunta Greg algo ebrio.
— Eso no importa. ¿Bebemos algo? — le pregunto sentándome en un taburete de la barra.
— Ya he bebido mucho — pone su brazo encima de mi hombro.
— Bien, bailemos — me acerco a él.
— No me gusta bailar Daia, quiero ir al baño.
Sólo asentí y pedí al barman que me sirviera una margarita mientras esperaba que Greg volviera, estaba demorando demasiado, que la margarita que pedí, al rato se convirtió en un tequila. No llevé mi reloj, por las cien pulseras que llevaba en mis muñecas, pero creo que habían pasado veinte minutos desde que fue al baño, pero no había ninguna fila en el baño de hombres dentro de la discoteca, cautelosamente entré pero no había nadie.
Me regresé a preguntarle al barman y me dijo que ese no era el único baño, que había uno más en el compartimiento de esta misma discoteca, pero sólo era para clientes VIP, lo más raro de todo esto es que la maldita cumpleañera tampoco estaba por ningún lado. Como sea debía colarme en esa jodida sala VIP.
Habían dos guardias en la entrada de ese salón. Era imposible entrar, me senté en uno de los sofás donde había una señora que acaba de salir de esa misma sala y me platicaba que su esposo la había engañado, yo sólo me limitaba a escucharla, era la única persona con la que había mantenido diálogo en esta maldita discoteca, así que le ofrecí invitarle un cóctel de margaritas en la barra, pero ella me notó cabizbaja.
— ¿Problemas con tu novio? — me pregunta ella tomando de su Margarita.
— Sólo creo que se debe estar cogiendo a su mejor amiga en la jodida sala VIP.
— Y, ¿por qué no vas a descubrirlos?
— No tengo acceso — juego con la sombrilla de mi cóctel.
Ella se quita una pulsera que sólo es para los invitados VIP del salón de dentro y me la da.
— Ve por ellos — me dedica una sonrisa.
— Muchas gracias — me levanto de inmediato me voy.
Le mostré la pulsera a los guardias que estaban en la entrada y me dejaron pasar, no habían muchas personas allí dentro, pero Greg tampoco estaba, había una puerta que era de salida y ahí habían algunos baños afuera, el viento rozaba mi cara y mi corazón se detuvo al acercarme a una de las puertas y escuchar gemidos provenientes desde dentro.
Me disponía a marcharme, pero me armé se valor y abrí la jodida puerta, y ahí estaban, Greg se estaba tirando a Jude.
Mi tan perfecto novio se estaba cogiendo a otra. Ella bajó su vestido de inmediato y se quedó en una esquina con su cabello despeinado, mientras Greg intentaba subir la cremallera de su pantalón.
— Eres un idiota — me alejo de él.
— Lo siento, estaba borracho...No sabía lo que hacía — se intenta acercar a mí pero me alejo aun más.
— Tu maldita amiga, ¿no?, dime. Para qué querías que viniera.
— Para que veas que no somos tan distintos, te fuiste por semanas y lo primero que haces es regresar con un tipo que ni Dios conoce — sanja enojado —, porque sí Daia, lo sé. Todos saben que soy un cornudo — una vena de su cuello se hace presente tras los gritos de él.
— Él no es nada mío.
— ¿Ah no?, la estación cree lo contrario, pero ven. Quiero estar con ambas, la ultima vez querías tirar en el auto, ¿no?, ven — me halaba con fuerza lastimando mi brazo e intentando meterme en el baño con Jude.
— Suéltame, no quiero nada contigo, estás borracho — intentaba safarme de su agarre pero él estaba ebrio y me lastimaba.
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