15-. El que se acostumbra, pierde.
[ Parte 15]
— ¿Se te perdió algo? — finalmente rompe el silencio y enarca una ceja.
me libera del trance y fascinación en el que me encontraba, para cambiar rotundamente mi expresión a una completamente amarga.
— Observaba la ventana, ya deberían haber vuelto.
— Creo que terminé de leer dos libros y probablemente tu tarjeta esté por quedarse en cero — bromea.
Como si fuesen invocados, llamaron a la puerta en ese momento.
— Deben de ser ellos — me dirijo a la puerta.
— Nunca pensé sentir su ausencia tanto — tapa su rostro con el libro de par en par.
— ¡Amiga! — Nina corre hacia Daia y la abraza entregándole un par de bolsas.
— Que humildes fueron — me sorprendo al verlas entrar con no más de diez bolsas — y, ¿Jasper? — asomo mi cabeza por la puerta mirando a todos lados.
— Viene en tu auto.
— Esperen, ¿mi auto? — me exalto.
— Si, es el más grande.
— ¿Y ustedes en qué vinieron? — pregunto enojado — ¿las dejó venir solas en un Uber?
— Que exagerado — Nina golpea mi brazo —, si, pero él venía detrás de nosotras porque en tu auto ya no cabíamos con tanta ro...
— Silencio — levanto mi mano observando de lado a lado — ¿oyeron eso? el ruido viene del patio trasero— ellas tres se miraban entre sí asustadas, y yo tomé un bate que había en la puerta y salí, justo cuando iba a darle, él me observa con las manos en su cintura y yo me detengo de golpe.
— Que bueno que no fuiste con ellas — limpia el sudor de su frente — pero que bueno que estás aquí, ayúdame a traer las demás bolsas, las dejé pasando el fango.
Lo seguí por la puerta trasera, y al cabo de un rato ya estábamos frente a una montaña de bolsas llenas de ropa.
— Me equivoqué, no eran tan humildes, después de todo — comento examinando el enorme montículo de ropa.
— No hay tiempo para lamentos — pone varias bolsas de ropa en mis brazos y así mismo él lleva otras cuantas, hicimos tres vueltas hasta traer toda la ropa, era la última tanda, cuando Jasper decide hacer un poco de vida social conmigo.
— Y, ¿qué tal te la pasaste con Daia? — pregunta.
— Bien, de maravilla — respondo sarcástico.
— La ironía es lo tuyo, no tengo dudas.
— Quería hablar de algo contigo...
— ¿Te gusta Daia y no quieres que se lo diga a nadie?
— ¿Tanta insistencia con eso?, lamento decepcionarte, pero te quería dar esto... — intento sacar algo de mi bolsillo mientras llevo las bolsas —, es para ti — le ofrezco un papel que tenía enrollado.
— ¿Yo?, ¿ es para mí? — sus ojos estallaban de emoción.
— Felicidades, Juez Jasper. No quiero que sigas trabajando para papá, quiero que te realices en lo que te gusta, lejos de él y posiblemente siendo el nuevo juez no dejarás que se comentan más injusticia.
— Pero...— él aún seguía sin creérselo — ¿cómo la conseguiste?
— Tengo contactos, tú sólo disfrútalo hermano.
— Y, ¿qué hay de ti? — pregunta cabizbajo — ¿seguirás trabajando para él?
— No hay nada que desee más que soltar a Daia, que vaya corriendo a brazos de su novio y estén lejos de aquí. Pero, no puedo — respiro hondo.
— ¿Qué te impide abandonar todo esto?
— Antes, mis tratos con papá, ahora, eso mismo y el hacer feliz a la abuela.
— Llegamos — deja caer las bolsas al suelo y aprieta mi hombro — espero dejes de estar preso a él, pronto. Y ese día yo mismo compraré una pista de motocross para ti.
— Le daremos la buena noticia a los demás o qué — sonrío ampliamente acercándome a él.
— Si, pero primero quiero que Nina y Daia desfilen sus ropas, te aseguro que se verán increíbles.
— Eres un sol con Nina, que suerte tiene.
— Estás equivocado, que suerte tengo yo al tenerla.
Entramos a casa por la parte trasera y todos dieron una bocanada de aire más relajada al darse cuenta que era Jasper quien estaba detrás de casa y no un ladrón.
— Creo que me llevaron a la quiebra — Fulmino a Nina y a la abuela con la mirada.
— Pero todo tiene un precio — Jasper y la abuela se dedican una mirada cómplice.
— ¡Desfile de ropa! — la abuela comenta emocionada y Nina salta de alegría, mientras que Daia sólo negaba con la cabeza.
— Ven Daia, es divertido, calificarán nuestros outifts.
Nina lleva casi a rastras a Daia hacia la habitación, luego de que Jasper haya vuelto al patio a por las bolsas y las haya subido a la habitación.
Nina bajaba con seguridad por las escaleras, cual modelo de Victoria Secret, mientras Daia era un manojo de nervios y timidez, ambas desfilaban la ropa que la abuela había traído, pero en ese precioso instante, me percaté de algo, Daia sólo bajaba con ropa color morado, mientras que a Nina parecía que la había vomitado un unicornio y bajaba con combinaciones de otro mundo, no, literal, eran de otro mundo. Así que podía concluir dos cosas de todo esto, la primera es que Daia ama el color morado, y la segunda, que tal vez sólo usaba morado porque odiaba la demás ropa que Nina habia elegido.
El jurado a elegir el mejor outfit eran la abuela y Jasper, pero tienen una visión muy abstracta sobre la moda; porque sólo estaban votando por Nina.
— Me sumo, quiero jugar — respondo desde la esquina de la pared donde estaba apoyado con mis brazos cruzados.
— Pero tú odias esto — la abuela me ve sorprendida.
— Déjalo abuela, hace falta uno más para desempatar.
Jasper se separa de la abuela dejándome un espacio en medio de los dos.
— Pero ¡qué elocuente! ¡ qué curvas! ¡danos más! — Jasper saca su celular para fotografiar a Nina quien modela para él con una vestimenta nada convencional.
— Bueno, y, ¿Daia no piensa bajar? — pregunto sin dejar ver mi importismo.
— Dijo que no quería, sólo queda un mini vestido color lila y yo no quise ponérmelo, es muuuuuy pequeño — hace énfasis en estas ultimas palabras.
De repente, entre los tres se miraron como si planearan algo.
—¡Que baje!, ¡qué baje!, queremos verte, querida — animaba la abuela.
— ¡Baja mi digna oponente! — Nina grita yendo a la habitación donde estaba Daia y la trae halando del brazo.
Daia quedó de pie justo al frente mío, me observó, y yo lo hice de la misma manera, pero al encontrarse nuestros ojos, ambos miramos para cualquier otro lado.
— No sé qué decirte, está bien, pero es muy común — comenta Jasper — me sigo quedando con el outfit que lleva Nina, te doy un seis y medio.
— Ay por favor, has dicho lo mismo de los diez outfits que Nina modeló contra Daia — la abuela pone los ojos en blanco — Creo que te doy un nueve punto cinco — la abuela sonríe ampliamente — me gusta, pero te falta actitud para modelar, cosa que Nina nació con el talento para eso. Y creo que como van las votaciones haciendo validar este último vestuario, Nina vuelve a gan...
— Pero falto yo — chasqueo la lengua.
— Ni hace falta Ian, de seguro vas a... — dice ella pero la corto en seco.
— ¿Por qué te adelantas, Daia?, si bien es cierto que careces de actitud, te sobra gusto para la moda. No como otras, que bueno, por respeto a mi hermano me limitaré a mencionar. En ese vestido te ves increíble — sonrío ladeado.
— Con ese vestido tus piernas se ven muy hermosas, querida — comenta la abuela.
— Asiento imperceptiblemente —, pero hay que destacar algo muy importante, lo mejor de todo esto, es que ese color hace un contraste estupendo con tu color de ojos.
— Si, ya al grano — expresa Nina impaciente — ¿Cuánto le das de calificación a ella?
— Once.
— Es sobre diez — responde Daia con sus mejillas encendidas.
— Por eso, te doy un once — enarco una ceja.
— Jamás pensé verte en estas situaciones de romanticismo — la abuela limpia una lágrima de su ojo.
— Hasta parece un juez de verdad — comenta Jasper emocionado por la situación.
— Y hablando de jueces — observo sonriente a Jasper —. Creo que Jasper tiene algo que decirles.
— No, yo...Hay que esperar hasta la cena.
— Ay vamos hijo, si algo ha quedado comprobado a mi edad es que las cosas se dicen para ya, porque luego puede que no haya un después.
— Están saludando al nuevo juez de la ciudad — Jasper sonríe.
— Pero...¿cómo? — Nina se abalanza sobre él para fundirse en un abrazo lleno de muchos besos — felicidades mi calabacita.
— Ya empezamos con los apodos cariñosos — resoplo.
— Felicidades hijo, me complace saberlo ahora que estoy viva.
— Abuela, para ya con eso.
— Venga, hay que abrazarnos todos — Nina nos hala a todos, pero Daia nos observa desde un costado.
— Ven hija, tú también eres de la familia — pide la abuela.
— Si, ven cuñadita.
Jasper la hala hacia nosotros y ella cae justo a mi lado, haciendo que nuestras mejillas se empiecen a rozar en cada apretón que Nina provocaba, evidentemente, a propósito.
— Pero hay un detalle — digo entre dientes.
Todos se sueltan y me miran.
— Hermano, olvidé mencionar que primero debes ir a suplantar a mi amigo en la judicatura de del otro lado de la ciudad.
— ¿Por cuánto tiempo? — me pregunta él, no muy convencido.
— No lo sé, es indefinido hasta que puedas regresar acá. Pero dentro de un mes debes irte, claro, eso sí aún quieres.
— Puedo ir contigo — comenta Nina.
— No creo que sea muy buena id...
— ¡Lo es!, es magnifico, si es para dentro de un mes, tengo una casa de campo al otro lado de la ciudad, así podrán venir con sus novias y podremos ir a los festivales que hacen en uno de sus pueblos.
No escuchaba a nadie, sólo miraba a Daia quien nos observaba confundida, debíamos parar esto, ella no puede venir, y yo tampoco puedo llevarla. Todos seguían hablando de ese viaje, y aunque yo debía ir a pasar con mi abuela sus últimos meses de vida, también tenía que hablar con Daia, quien fue a la cocina.
— Si no quieres venir está bien.
— Y es que en definitiva no iré — responde obvia — debemos detener esto Ian, yo tengo novio y una vida muy fuera de esto. Una vida que no sé si recuperaré algún día.
— Lo sé Daia, para mí tampoco es agradable continuar con esto, pero...
— Le daremos a tu abuela el mejor mes de su vida, luego de eso te irás con ella y no nos volveremos a ver, probablemente nunca más.
— Ya no seremos tus niñeros— bromeo — pero, me aseguraré de que te dejen con uno de mis hombres más confiables, aunque ninguno lo es. Y tranquila, no he olvidado que debo encontrar a tu amiga.
— Entonces, nuestro trato sigue en pie, ¿un mes juntos mi querido Ian? — levanta un vaso para brindar.
— Un mes juntos mi querida Daia.
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Desde ese día, la primera semana fue un caos total para ambos, yo jamás había estado en una relación de este tipo, y ella tenía novio, así que era bastante raro mantener el contacto físico entre ambos frente a la abuela. La peor parte de esa semana también fue dormir, yo no me sentía cómodo en el mueble de mi habitación y ella hablaba toda la noche de cosas que ni si quiera le preguntaba, y por ahí el pequeño detalle de que no podía dormir porque ella odiaba prender el aire y yo me estaba cocinando a cuarenta grados centígrados, he perdido la cuenta de las veces que me ha dicho que odia el frío.
La segunda semana se volvía más tolerable, podíamos disimularlo mejor que hasta Jasper y Nina se lo empezaban a creer, jugabamos en la habitación con Cleo, quien ya la toleraba un poco más y no la arañaba, cocinamos juntos para la abuela, bueno, realmente fue una competencia de parejas, pequeño spoiler, Nina y Jasper ganaron.
Y aunque ambos sabíamos que esto era falso, era innegable lo bien que se sentía estar juntos.
La tercera semana finalmente llegó y, debo confesar que me había acostumbrado a esto, y sobre todo nuestra relación como amigos había florecido. Ella era de esas mentiras que te causan felicidad, nada era a medias, si estabas con Daia sentías las cosas a flor de piel. Pero lo que más me preocupaba ahora, era ella. Ya no estaría a nuestros cuidados y estaba a sólo unos días de decírselo a papá para dejar a uno de mis hombres con ella. Y eso no me convenía mucho, porque necesitaba a papá cerca, tal vez de ese modo obtendría información sobre Anne, a quien parecía que la tierra se la había tragado.
— Maldita sea, ¿quién está llamando mientras me ducho? — repito para mí mismo y amarro una toalla a mi cintura, para tomar mi celular y abrir la llamada — ¿Bueno?, ah, papá, eres tú. ¿Qué quieres?
— La vas a dejar libre. Sólo convencela de que no hable de ustedes, ni del lugar donde estaba — me dice desde el otro lado de la línea.
— ¿Quieres que deje libre a Daia? — pregunto no muy contento.
— No te estoy preguntando, te estoy avisando para que no te pongas imposible, ya tu hermano lo sabe y él trataría de convencerla de guardar silencio, ya sabes, es el más pasible de entre ustedes dos.
Colgué de inmediato y lancé mi celular a la cama de mala gana, cómo es posible que justo ahora esté cambiando de parecer, y sé que no la volveré a ver dentro de algunos días, pero esto sólo se estaba adelantando. Y quería ver puntos positivos de todo esto, pero no los había, a excepción de que no tendría que estar encerrada aquí para nuestro padre.
Se lo diría, tenía que decírselo, pero al menos, ahora no podía, sólo necesitaba una semana más con ella, así que me apresuré a ponerme algo de ropa y bajar de inmediato a buscar a Jasper para que no le dijera nada a Daia, al menos no todavía. Y sé que era egoísta de mi parte, pero ni yo sé porque no quería que se vaya.
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