13-.Mientras más sepas de mí, mejor
[parte 13]
Todos se echaron a reír como si de eso dependiera su vida, excepto Daia, quien sabía que de alguna manera cualquier cosa que saliera de nuestras bocas nos traería problemas.
— Hijo — pone mantequilla de maní en su tostada — , te he aceptado que tengas tatuajes y hasta que consumas drogas, pero...
— Yo no consumo drogas.
— Oh, bueno... la negación es el primer síntoma, el segundo es la eyaculación precoz — muerde su tostada por la orilla — pero que una chica venga a decirme que eres pésimo en la cama, eso si es inaceptable y preocupante sobre todo, tengo un amigo que es urólogo, deberías ver si te chequeas igual — limpia su labio superior que tiene rastros de mantequilla de maní.
— ¿Tanto ruido para nada? — Jasper coloca una mano en su mentón apoyando su codo en la pequeña mesa de la cocina.
— Tu novia ni si quiera hace ruidos — doy un respingo.
— Basta chicos, esto no es una competencia — deja su tostada de mala gana, se pone de pie y viene a mi lado .
— Sólo lo defiendes porque es tu novio — explica Nina —, si no he emitido ningún ruido es porque no quiero despertarlos, luego no podrán dormir toda la noche — nos dedica una sonrisa ladeada.
— Está bien, admito que Ian no es el mejor en la cama, y que tal vez un GIF de WhatsApp y un boomerang de Instagram duran más que él, pero eso no quita que...
— Mejor no me ayudes, vale — pongo los ojos en blanco y doy un trago a mi café.
— ¿Me vas a dejar continuar? — su tono de voz suena irritado.
— Si, por favor. Continúa con tus halagos — muerdo mi labio inferior para seguir escuchándola.
— Él... Él...No pues, no tiene ninguna cualidad. Pero lo importante es que me deja dormir mis ocho horas completas — me agarra por los hombros y sonríe.
Fui el hazme reír de todos durante todo el desayuno, convivir con Daia era el peor de los castigos, Jasper recogió los platos de todos en la mesa y los llevó al lavabo. La abuela se estaba maquillando y Nina también, de seguro saldrían a algún lado, tal vez irían a casa de Nina a ver sus flores.
— Daia, ¿te irás así? — la observa de arriba a abajo.
— No tiene ropa aquí, recuerde — Nina codea a la abuela.
— Precisamente por eso, o acaso olvidaron que hoy es dia de shopping e Ian invita — deja de aplicar pintalabios para recordarnoslo.
¡Demonios! lo había olvidado por completo, Daia no puede salir de esta casa.
Y mucho menos con la abuela.
— Puedes tomar algo de ropa en mi habitación — ofrece Nina.
— Sí, muchas gracias.
Daia entró a la habitación de Nina, y yo no sabía como correr tras ella y advertirle no debía salir, hubo un momento en que la abuela sacó varios cosméticos y empezó a hablar sobre ellos, Nina y Jasper parecían zombies apreciando un pedazo se carne y fue mi oportunidad para ir a por Daia.
— No puedes ir — entro a sus espaldas.
— ¿Ah si?, y ¿quién lo dice? — peinaba su cabello y se apresura a salir por la puerta.
— Yo — me afirmo al marco de la puerta e impido que pase.
— Por favor quítate, no me hagas armar un escándalo — pasa sus manos por su cabello estresada.
— Primero escúchame.
— Rápido, habla— empieza a mover su pierna impacientemente y se cruza de brazos.
— Eres imposible — sonrío — primero, no puedes ir a la ciudad por muchas razones, y una de esas es que la gente te conoce, y sabes que los chismes corren rápido en ese sitio, tardarás más escapando que lo que mi padre demorará en volverte a encontrar y quizá ya no seamos nosotros quienes te retengamos, podrían asesinarte a ti, o a tu hermano.
— ¿Cómo sabes que tengo un hermano? — me mira confundida —. Aunque no debería sorprenderme, lo sabes casi todo de mí.
— Precisamente por eso, hace unos días hablé con tu hermano y la gente piensa que...—
—¿Qué?— me observa esperando que diga algo más
— ¿ De verdad quieres saber? — enarco una ceja — también tengo noticias de tu amiga, hoy en la mañana uno de mis contactos me envió un mensaje, pero bueno, como pretendes salir y seguramente escapar, no creo que te importe mucho — me quito de la puerta para dejar que ella salga.
— Tenemos un trato Ian, pero no sé cómo decirle a tu abuela que no quiero salir, pero también necesito ropa para estar aquí.
— Dile que hoy quieres quedarte a cocinar mi platillo favorito — arrugo la nariz.
Asiente y sé que sólo lo hace porque quiere respuestas, nos pusimos en marcha a la sala donde estaba la abuela ya lista esperándola.
— Creo que no iré — se acerca a ella aún al notar que la abuela la observa con desaprobación.
— ¿ Qué te dijo Ian? — enarca una ceja.
— ¿Yo? — levanto las manos en señal de rendición.
— No, él no tuvo nada que ver, sólo que recordé que hoy cocinaríamos su platillo favorito.
— ¿Y ese cuál es? — la abuela lleva las manos a su cintura esperando una respuesta.
— Es....Essssstofado — ella articula perfectamente estas palabras.
— Mi nieto odia el estofado, piensa que lleva muchos vegetales.
— Cambié de parecer abuela, ahora que crecí, lo amo, amo los vegetales — sonrío falsamente.
— Si, se ha vuelto un niño bueno, pero además... — su voz se empieza a tornar nerviosa. Hoy íbamos a jugar fútb...
— ¡Motocross! — me adelanto a hablar.
— ¿Qué eso no es peligroso para una chica? — Nina enarca una ceja.
— No para nada, ya lo habíamos practicado antes — sopla un mechón de cabello llevándolo hacia atrás.
— Tú te lo pierdes querida — se acerca y le da un beso en la mejilla y a mí igual — llegaremos tarde, no se preocupen estaremos jugando con esta hermosa — agita mi tarjeta de crédito sobre mi nariz.
Iban a cerrar la puerta de la casa, cuando recordé algo e hice que se detengan en seco.
— Abuela...
— Sí, Ian — se voltea hacia mí.
— Es talla S — desvío la mirada hacia otro lado.
— ¿eh?
— Daia, Daia es talla S — iba a decirme algo pero cerré la puerta antes de que pudiera hacerlo.
— Así que sabes mi talla — estaba detrás de mi con los brazos cruzados.
— No te da vergüenza yo sepa algo de ti, y tú nada de mí — niego con la cabeza— jugar fútbol, ¿es en serio?, todos saben que odio el fútbol.
— Bien — pone los ojos en blanco —debemos conocernos mejor, pero dime ¿cómo sabes mi talla de ropa?
— La vi el día que te apunté con un arma — explico despreocupado.
— Nada cortés de tu parte, por cierto — se sienta en el mueble café gigantesco y mullido —. Y bien, ¿qué sabes de Anne? y, ¿qué con lo de las personas de la ciudad?
— Vi a tu hermano, estaba con su novia, esa tediosa general o lo que sea — pongo los ojos en blanco.
— ¿Me estaba buscando? — casi se abalanza sobre mí.
— Sí — me siento a su lado — pero ellos piensan que...
— ¿Y Greg? ¿él estaba con ellos? — ella estaba luchando contra sus lagrimas.
— ¿Quién es Greg? — enarco una ceja.
— Es mi prometido.
— oh, se llama Greg es el tipo con el que piensan que escapaste — junto mis dedos.
— ¿Escapar?.
— No saben nada de él desde el día que te fuiste — muevo mi cabeza de un lado a otro.
— ¿Y si le pasó algo? — lleva una mano a su corazón — ese día él y yo tuvimos una discusión, y se fue enojado, por eso no quiso llevarme al aeropuerto, ni mucho menos se despidió de mí.
— ¿Fiel creyente de que si una pareja pelea el otro muere al rato? — enarco una ceja y sonrío.
— Quiero sumar algo más a nuestro trato — levanta un dedo.
— La culpa la tengo yo por hablar de más — pongo los ojos en blanco— No Daia , no voy a seguirle los pasos a tu puto novio, sólo puedo ayudarte con tu amiga, no más.
— Pero, ¿y si le pasó algo en serio, Ian?.
— ¿Él estaba contigo durante el secuestro? — gruño estresado.
— No.
— Entonces sólo se está tirando a otra en tu ausencia — saco un cigarro para llevarlo a mi boca.
— Greg no es así — pone los ojos en blanco —, no lo conoces, no es como tú.
— Donde se está tirando a otra, me queda claro que no es como yo — dejo salir el humo de mi boca.
— Él es un buen hombre — cierra sus ojos con fuerza.
— Vale, el buen hombre se enojó contigo y por eso ya no te habló más, y mucho menos pudo dejar su orgullo de lado sabiendo que te ibas de la ciudad y no te volvería a ver por un largo tiempo, y como si eso no fuera lo suficientemente estúpido, tampoco te está buscando.
— Yo le di motivos, está bien — se cruza de brazos.
— Veamos que tan erráticos son tus motivos, te escucho — enarco una ceja y doy otra calada a mi cigarro.
— No tengo porque contarte mi vida.
— Ahí está el problema — saco mi cigarro y dejo la colilla sobre un pequeño plato de cristal — es parte del trato, tú me hablas sobre ti, y yo te cuento un poco sobre mí también para que la abuela no nos tome por sorpresa.
— Te aseguro que tu abuela no me preguntará por mi novio.
— No, pero yo soy curioso — relamo mis labios — , además recuerda que aún tengo información sobre tu amiga.
— Eso es chantaje — protesta.
— No lo es si ambos estamos recibiendo lo que queremos por partes iguales — me acomodo sobre el mueble quedando más cerca de ella, y al sentir la tensión ella acaricia su nuca.
— No era el momento adecuado — lleva aire a sus pulmones profundamente— y puesto que no lo volvería a ver por un tiempo, yo quería en su auto, ya sabes...
— Sexo de despedida, entiendo. ¿Y el problema con eso? — enarco una ceja.
— Él...No quería — aprieta sus labios con fuerza.
— Entiendo — asentí con la cabeza pero una risa burlesca escapaba de mis labios y empecé a enrojecer.
— Burlate todo lo que quieras — frunce el ceño.
— Tu novio no quiere acostarse contigo y dices que yo soy malo en la cama, ¿cuántas veces te acostaste con él para llegar a la conclusión de que siempre tiene que ser así de malo y aburrido tener sexo? — relamo mis labios.
— Es que con él no se siente mal, pero contigo empiezo a creer que es cierto lo de tus problemas precoces si sigues fumando.
— Te daría el honor de comprobarlo, pero no sé, respeto las relaciones y es increíble pensar que tienes a alguien soportandote, no me creería eso de que tienes novio si me lo decías tú, pero ya lo ha confirmado tu hermano.
— No es sólo mi novio, ya te dije es mi prometido y eso es parte de el problema.
— ¿Estás embarazada y crees que él huyó? — agarro una bolsa de palomitas que estaba a mi costado y la abro agarrando una palomita para llevarla a mi boca.
— ¿Qué?. ¡No!. ¿ves esto? — me muestra su dedo anular — primero, odio el color y el color de su empaque, se lo dije mil veces, pero nunca me escuchaba, y como si ya no estuviera mal, también gastó mis ahorros comprándolo.
— ¡Pero pobre hombre! — me persino — ¿quién es su sano juicio quisiera pasar la eternidad contigo? — noto como me fulmina con la mirada —, pero bueno, cada quien sus gustos, entonces, igual en teoría el anillo es tuyo porque fue comprado con tu dinero. Él te lo pidió prestado y supongo luego te lo regresaría, quizá quería hacerte un gran y costoso regalo ya que te ibas y no te vería por un largo tiempo, pero tú lo malentendiste todo sólo porque el color no era tu favorito.
— No entiendes las relaciones Ian, no todo se materializa, se trata de pequeñas acciones que hacen una gran diferencia. Como por ejemplo — explica — que él supiera mi color favorito.
— Y bien, dime...¿cuál es tu color favorito, Daia? — conecto mis ojos con los suyos.
— Estás muy gracioso hoy — agarra una palomita de mi bolsa.
— Es en serio, si vamos a fingir una relación hay que hacerlo bien. No podemos cometer ni un sólo error, ya la abuela te conoce, y si tenemos un poco de suerte papá nunca se enterará de esto.
— ¿Podemos negociar mi libertad? — sacude sus manos con restos de palomitas.
— Esa no es negociable por mi parte, eso se trata de quién sea que te quiera, pero te prometo que intentaré hacer algo por tu amiga.
— ¡Es cierto!, ¿qué sabes de Anne? — golpea su frente.
— La vieron tomar el lado contrario de la carretera donde te llevaron a ti, y si bien eso no nos dice nada, también nos está diciendo todo, la cuestión es saber investigar. El tipo que la llevó — menciono— viste alguna cosa que lo haga diferente al resto, no lo sé, algún tatuaje, color de ojos, su voz por ejemplo.
— Ni si quiera habló, usaba a Anne para comunicarse mediante ella, y pues no, no logré ver nada porque iba totalmente cubierto — cubre su rostro con ambas manos.
— Ese maldito es muy listo — tomo otra palomita y la llevo a mi boca.
— Pero había golpeado terriblemente a Anne, su boca estaba llena de sangre y dijo que tu padre lo había enviado , pero a diferencia de ella a mí no me hicieron nada — aprieta sus puños con fuerza —. Anne no tenía ninguna herencia que recibir a diferencia de mí, no sé porqu...
— La corto de inmediato — ¿ Crees que mi padre hace todo esto por tu jodida herencia? — sonrío dejando salir aire — . Mi padre es más siniestro, y quien te quiere hacer daño lo es aún más. Porque mira— explico—, si queríamos tu dinero, que evidentemente no lo necesitamos, sólo hackeabamos tus cuentas y ya. Pero para serte sincero, creo que tienen otros planes contigo.
— Y, ¿debería asustarme? — enarco una ceja.
— No lo sé — me encojo de hombros.
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