FÉNIX
Hola! pues esta historia sería el primer pedido del libro así que será un poco más larga, la idea fue sugerida por @CharlizeHES, espero que te guste 😘
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Din se encontraba vagando por el espacio sin rumbo fijo, ahora que el niño se había marchado no tenía un propósito más allá de pasar de trabajo en trabajo como una distracción para evitar pensar en todo aquello que le atormentaba. Por un momento se vio vencido por el cansancio y decidió poner la nave en piloto automático, quizás un poco de sueño podría lograr un efecto reparador, al menos en el aspecto físico. No transcurrió mucho tiempo cuando su descanso fue perturbado por un sonoro golpe en el casco de la nave que bien podría provenir del choque con un pequeño asteroide, procuró estabilizar la máquina durante un largo rato hasta verse atrapado por la gravedad de un planeta cercano en el que se estrelló.
Salió de la cabina todavía desorientado por el golpe, resultaba un milagro haber sobrevivido sin contusiones de gran gravedad, pero su nave no había corrido la misma suerte y se encontraba en un estado totalmente inoperante. Al observar el planeta se percató que a pesar de su pequeño tamaño parecía habitable, frente a él se levantaba un imponente y frondoso bosque que se extendía más allá de donde alcanzaba la vista, se disponía a intentar buscar algún asentamiento cuando de improviso apareció un grupo de mujeres que lo apuntaban con armas rudimentarias, su primer instinto fue sacar el bláster pero comprendió que le superaban en número y probablemente acabaría ensartado con una flecha en algún lugar de su cuerpo libre de beskar antes de poder intentar nada, así que levantó las manos en señal de rendición.
-¿Quién es usted y que hace invadiendo nuestro territorio? (Una mujer rubia ataviada con una extraña ropa tribal le increpó, parecía ser la jefa de esa civilización).
-Mi intención no ha sido invadir nada, mi nave se estrelló justo aquí, ni siquiera sé donde me encuentro (dijo el Mandaloriano intentando resultar lo menos intimidante posible).
-Eso es lo que dicen todos los que han pasado por nuestro planeta, resultaría más fácil ajusticiarte aquí y ahora...
-¡Eso no va a pasar!
El cazarrecompensas miró hacia donde provenía la voz, sorprendido por la imagen que se presentaba ante sus ojos. La emisora era una mujer más pequeña que las demás, iba armada con una lanza y estaba ataviada con una sofisticada armadura de color rojo que le resultaba demasiado familiar, pero no podía ser, ella no debería estar en un lugar como ese. La chica que él conocía formaba parte de su encubierto y casi se habían criado juntos, cuando juraron el credo tomaron caminos separados pero a veces aún se encontraban, claro que la última vez fue mucho antes de hacerse cargo de Grogu.
-Es uno de los míos y parece que tiene problemas, si aceptáis mi presencia aquí la suya también (prosiguió la mujer).
-Eso fue distinto, Fénix...(La jefa de la tribu se dirigió a ella de forma dubitativa, intentando contener una ira visible).
-Yo responderé por él.
La mujer profirió un bufido antes de asentir.
-Pero si causa algún problema en nuestro poblado, tanto él como tú recibiréis un justo castigo.
-Estoy dispuesta a arriesgarme.
Fue un corto pero tenso camino en el que las integrantes de la tribu no dejaron de apuntar a Din en ningún momento, una vez llegados al asentamiento el cazarrecompensas fue encerrado en una cabaña improvisada, sucia y destartalada. La chica insistió en quedarse con él para ayudarlo a establecerse. Para entonces se había desprendido de su casco, mostrando a una hermosa mujer de rasgos duros, con ojos castaños y rasgados y un cabello negro rizado que se recogía en una trenza.
-Siento el trato recibido, las mujeres de esta tribu han sufrido mucho, el planeta fue atacado y hubo una guerra en la que todos los hombres acabaron muriendo luchando en ella o simplemente fueron asesinados.
-¿Aquí no hay ningún hombre?
-No, fueron masacrados, desde entonces las mujeres aprendieron a luchar y se asentaron en esta zona, decidieron llamarla Damohey.
Din asintió, sin saber cómo procesar dicha información.
-Sabes yo era como tú, también me estrellé aquí hace mucho tiempo, supongo que cuando piensas que vas a morir tus creencias se relativizan.
El mandaloriano cogió su mano, comprendiendo muy bien a lo que ella se refería.
- Nosotros nos conocemos...sé que tu verdadero nombre es Sofía, soy Din.
La chica lo miró sorprendida antes de que una chispa de realización cruzara sus ojos, acto seguido se abrazó a él con fuerza mientras apoyaba la cabeza en su hombro. Utilizaron las próximas horas para ponerse al día sobre los últimos acontecimientos, Djarin decidió omitir aquellos que resultaban demasiado dolorosos, no había necesidad de revivir hechos pasados.
Las semanas que siguieron fueron sorprendentemente pacificas, Din cada vez tenía más libertad para circular por los alrededores y Sofía lo visitaba con frecuencia para entrenar, la mujer resultaba ser una implacable guerrera además de una gran mecánica, se había dedicado a ayudarle a arreglar su nave con piezas antiguas que conservaba de la máquina en la que ella llegó, que se encontraba aún en peor estado.
La mañana siguiente a la reparación de la nave el mandaloriano decidió que quizás se había quedado demasiado tiempo así que se preparó para marcharse, comenzó a colocarse su armadura cuando escuchó una risa que venía de la puerta entreabierta, se puso su casco para ir a inspeccionar justo en el momento en que dos adolescentes se dirigían corriendo hacia la colina.
-¿Pero qué diablos?
Sofía se acercó por detrás saludándolo mientras profería una alegre carcajada.
-Solo son unas crías, nacieron justo después de la guerra así que nunca habían visto a un hombre, tienes que comprender que para ellas eres como un animal mitológico.
Djarin soltó un alegre bufido bajo el casco mientras se preparaba para despedirse de Fénix, ambos se apoyaron en unas cajas que hacían las veces de asiento.
-Siento que tengas que marcharte, estas semanas han sido divertidas, la verdad es que yo también echo de menos explorar la galaxia, aunque la tribu me ha tratado bien no puedo evitar notar desconfianza a pesar de los años, pero después de todo este tiempo ya no me queda nada, así que ¿A dónde iría? (mientras hablaba Sofía emitió un leve sollozo).
Din se mantuvo mirando sus pies durante unos segundos, llegados a este punto ya no había nada que perder.
-Acompáñame.
-¿Estás seguro? (La voz de Fénix sonaba dubitativa y temblorosa).
-Sí, me vendría bien la compañía, además una buena mecánica siempre es útil (Dijo Djarin de forma jocosa).
Sofía sonrió ampliamente mientras una lágrima caía por su mejilla.
-Espera un momento.
La chica extrajo una especie de cinta para el pelo de la bolsa que llevaba al costado, acto seguido se la ató alrededor de los ojos, cuando hubo terminado dicha tarea procedió a alcanzar la parte baja del casco de su compañero, él colocó sus manos encima de las de ella para ayudarla a levantarlo, depositándolo suavemente en el suelo.
Se acercaron hasta que el aliento de ambos se mezcló y sintió como la nariz de ella acariciaba la suya, la distancia se eliminó por completo en un tímido roce de labios, pero para Din significaba que por primera vez en mucho tiempo todas las piezas encajaban.
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