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EL DESCONOCIDO (Parte 3): La cabina.

Habían pasado varios días desde su último trabajo y se encontraban recorriendo la inmensidad del espacio sin rumbo fijo, en vista del altercado que sufrieron con la anterior recompensa pensaron que era necesario un tiempo muerto, así que solo se limitaron a poner el piloto automático.

Will se encontraba intentando conciliar el sueño en una zona acomodada de la nave que había sido adaptada con dicha intención, pero llevaba horas en las que únicamente se limitaba a observar el techo. El mandaloriano se había retirado a la parte trasera del amplio habitáculo de metal, con la intención de buscar intimidad. De repente Will oyó un ruido que bien podía asemejarse a un grito, el sonido no era muy potente pero si lo suficiente para ser escuchado en mitad del silencio. De forma inmediata salió corriendo y abrió la puerta metálica que los separaba apretando un botón.

Nada más entrar a la estancia se percató que estaba en la más absoluta oscuridad, pero aún se vislumbraba la silueta de otra persona sentada justo al fondo, con la espalda firmemente apoyada en la pared.

-Din, ¿Te encuentras bien? (preguntó de forma dubitativa).

-No enciendas la luz, mi casco está al otro lado de la habitación (la voz del cazarrecompensas era ronca y sonaba profundamente agotada).

Will asintió, más para sí mismo que para su compañero, y se acercó para sentarse justo al frente, lo más cerca posible del otro hombre.

-¿Fue otra pesadilla? (el hombre de ojos claros sonó más preocupado de lo que en un principio pretendía).

-Nunca cesaron.

-Lo que hiciste en esa cantina...me salvaste la vida. Conocía las historias pero nunca había visto hacer eso a alguien antes, es extraordinario. Me dijiste que ese niño al que cuidabas tenia habilidades especiales, quizás el contacto con él ha despertado algo... (Mientras hablaba, Will cogió suavemente las manos de su compañero con las suyas y las apoyó en el espacio entre ambos).

-Sé lo que me pasa (dijo el otro hombre de forma cortante). Pero yo nunca pedí nada de esto, no sé lo que hacer con ello...

El mandaloriano hizo una breve pausa, como si no le salieran las palabras.

-A veces, si me concentro lo suficiente, puedo oír sus pensamientos (Din emitió un leve sollozo), lo echo de menos.

-Lo sé, pero ahora no estás solo.

Will se acercó aún mas, posando su frente sobre la de Din, se mantuvieron así unos instantes hasta que eliminó por completo la escasa distancia que los separaba. Lo que comenzó con un simple roce de labios se profundizo, las manos exploraron buscando la cálida piel bajo la ropa e inevitablemente rompieron la unión con la respiración entrecortada.

-No me voy a ninguna parte.

Entonces Din lo supo, tenía una misión, quizás era el momento de empuñar el sable oscuro, después de todo no tendría que hacerlo solo.  

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