
Prologo. El Mandaloriano.
En algún rincón de la galaxia...
En un planeta cubierto de hielo, una figura avanzaba con paso firme en medio de una tormenta de nieve. El viento ululaba a su alrededor, pero no parecía inmutarse. Tras detenerse brevemente, fijó la mirada en un dispositivo que emitía una señal intermitente.
Con calma, colocó el dispositivo a cierta distancia, asegurándose de que estuviera bien posicionado. Luego, sin dudarlo, reanudó su marcha hacia una estructura parcialmente oculta entre el hielo y la ventisca.
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El solo sigue caminando, hasta que se detiene en la puerta de la estructura. La cual se abre momentos, después mostrando su apariencia.
(Din Djarin.)
Él comenzó a caminar lentamente, ignorando las palabras que un hombre pronunciaba en un idioma desconocido. Su capa ondeaba levemente con cada paso hasta que llegó a la barra del bar, donde el ambiente era tenso y cargado de silencios incómodos.
Aquel hombre volvió a decir algo en el mismo idioma, pero Din Djarin no reaccionó, permaneciendo indiferente. Finalmente, el dueño del bar rompió el silencio, hablando en un idioma común:
Bartender: Dice que derramaste su trago. -Din permaneció callado, mientras un alienígena azul era soltado bruscamente por otro más grande.
—Está bien. Yo invito. —Djarin se inclinó levemente, mostrando calma.
Sin embargo, el hombre volvió a hablar, repitiendo algo en el mismo idioma hasta que pronunció una palabra que llamó la atención de Din:
Hombre: (¿Eso es acero Beskar real?) -Un alienígena de gran tamaño se colocó al lado de Din, mientras el primero sacaba un cuchillo y lo deslizaba contra la armadura del Mandaloriano, generando un destello de chispas.
El bartender, algo nervioso, rompió de nuevo el silencio:
Bartender: Toma. -El Mandaloriano atrapó la bebida que el bartender le lanzó, y de inmediato respondió con rapidez. Usando sus codos, golpeó al alienígena grande y al hombre, haciéndolos retroceder. Aprovechó el momento y estrelló el vaso contra la cabeza de quien intentó atacarlo, dejándolo aturdido.
Luego, sujetó al alienígena grande por la cabeza y lo estrelló contra la barra, haciéndolo caer al suelo sin resistencia.
Cuando el hombre intentó atacar con su cuchillo, Din bloqueó el arma con ambas manos, aprovechando una apertura para golpearlo con tal fuerza que le rompió el brazo. El enemigo soltó un grito de dolor mientras retrocedía tambaleándose.
Con movimientos precisos, Din giró y desvió el cuchillo hacia la espalda de su atacante, quien cayó al suelo herido.
En ese momento, Din notó que el alienígena grande intentaba escapar. Sin titubear, disparó un cable desde su brazalete, atrapándolo por el pie justo cuando estaba cruzando la puerta.
El alienígena sacó una pistola y disparó un destello rojo que impactó contra la armadura Beskar, sin más efecto que unas chispas. Din, sin inmutarse, desenfundó su propia pistola y disparó hacia el mecanismo de la puerta.
La puerta se cerró rápidamente, atrapando al alienígena en medio. Un grito de terror resonó cuando el cuerpo quedó dividido: la parte superior cayó al exterior, mientras que la inferior se desplomó dentro del bar.
El silencio reinó en el lugar. Todos los presentes miraron a Din, quien se limitó a girar su mirada hacia el alienígena azul, aún tembloroso en un rincón.
Alienígena: Gracias. En serio, muchas gracias. Tienes mi más sincera gratitud. -Din no respondió, manteniendo su mirada fija en él.
—¿Sabes una cosa? ¡Toma! Quédate con mis créditos. —El alienígena colocó un puñado de metal sobre la mesa con rapidez, intentando parecer generoso.
—Cómprate un trago. —Continuó, sacando un dispositivo y colocándolo en el centro de la mesa. De inmediato, un holograma apareció proyectando su imagen.
—¿Es un puck de recompensa? —preguntó, con el nerviosismo evidente en su voz.
Din permaneció en completo silencio.
—¿Me buscas a mí? —insistió, aunque ya conocía la respuesta.
El Mandaloriano no respondió, su expresión impasible lo decía todo.
—Oye, escucha. Debe haber un error. Puedo conseguirte más créditos, los que quieras. -Esta vez, Din habló, desenfundando su pistola con calma y apuntándola en su dirección.
Din: Puedo llevarte caliente, o puedo llevarte frío. -El alienígena se quedó inmóvil, el silencio envolvió la escena mientras evaluaba sus escasas opciones.
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