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Ganesh

Mándala

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Capítulo 1

Ganesh

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Delhi, India

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"La naturaleza de los hombres soberbios y viles es mostrarse insolentes en la prosperidad y abyectos y humildes en la adversidad" – Nicolás Maquiavelo.

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Podía ver a un Buda de piedra sentado frente a él con todo su esplendor. Buda no lo observaba, tenía los ojos cerrados y estaba sumido en una profunda meditación, se hallaba sentado en una sala oscura que parecía ser un templo abandonado, alrededor todo era de piedra tanto el suelo como las paredes.  Shaka se veía a si mismo mirando en los alrededores, no sabía dónde estaba cómo había llegado ahí, no sabía porque Buda lo había llamado. Solo tenía la certeza de estar en un templo.

Tenía los ojos abiertos, jamás los abría y ahora los llevaba abiertos por alguna razón que aún no conocía.

La sensación que tenía en ese momento era de miedo, creía que Buda lo castigaría por algún crimen cometido por él o que le reprendería severamente ya que ese Buda que estaba delante de él tenía un aspecto imponente y amenazador.

—Dime Shaka, ¿por qué me tienes tanto miedo? —Dijo al fin Buda sin perder la serenidad— Puedo percibir temor detrás de tu sorpresa al verme, jamás te habías comportado así.

Shaka estaba callado, por primera vez en su vida no sabía que responderle a Buda. Jamás había dudado en responder algo solicitado por él pero ahora estaba sin habla, no tenía idea de que responderle. En lo profundo de su ser sabía que el miedo provenía de su incapacidad para responderle a Buda.

—Perdóneme, no sé qué responder a su pregunta. No entiendo que estoy haciendo aquí —dijo siendo cortes pero consideraba que no era necesario que Buda se apareciera en sus sueños si para eso meditaba, para poder comunicarse con él.

—Hay dudas en tu corazón Shaka y por eso estás aquí, ¿ya te olvidaste que tú mismo me has llamado para hablar? —decía Buda serenamente.

—Estoy seguro de que no lo mandé llamar, creo firmemente que no hay dudas en mi corazón. Estoy convencido de que sigo el camino correcto —Shaka comenzaba a impacientarse, él no tenía por qué estar ahí hablando con Buda, estaba en medio de una misión importante y no había tiempo que perder.

—Shaka es normal tener dudas, eres humano después de todo...

—Yo no tengo dudas —concluyó firmemente—. Soy alguien divino que está más allá del cielo y el infierno —no tuvo reparo en decirlo firmemente a Buda, lo repetiría firmemente ya fuese a él o a cualquier otro ser sobre la tierra—. He sido elegido caballero de Atena para luchar por la justicia y la paz.

La última frase hizo eco en su mente y se fusiono con el ruido de la calle. En ese instante despertó había sido un mal sueño, por un momento pensó en lo que acababa de soñar: él delante de Buda diciéndole que no era nadie para decirle que se podía permitir tener dudas en su mente y su corazón; que cosa más absurda ya que él no se cuestionaba absolutamente nada de lo que creía.

No iba a permitir que un mal sueño le arruinara la mañana puesto que tenía cantidad de cosas que hacer.

Había sido enviado a buscar a Mu de Aries, el santo renegado que vivía en Jamir, localidad que se encontraba en la frontera entre China y el Tíbet. Realmente no estaba muy lejos de Delhi donde Shaka había hecho una escala para descansar un poco luego del largo viaje. Salió del Santuario muy temprano y emprendió el camino a Jamir pero no contó con que la noche cayó antes de lo previsto así que se detuvo en un pequeño Hotel en Delhi para pasar la noche.

A diferencia de otros santos a él no le gustaba pasar la noche en campo abierto y menos en la India donde los animales andan sueltos y sin ningún control, era mejor pasar la estadía en un hotel que tuviera una habitación cerrada a los animales como los monos o los elefantes. Era lo mejor porque no estaría toda la noche lidiando con molestias que le impidieran descansar y de verdad que lo necesitaba.

El hotelito era pequeño y estaba ubicado al norte de la ciudad en una parte muy rústica lejos del ajetreo de los turistas y del bullicio, solo requería la habitación por una noche, el Patriarca había accedido a darle un dinero de las arcas del santuario para cumplir la misión que había solicitado. Shaka sabía que el Pontífice tenía cierta preferencia por él, cosa que le resultaba muy ventajosa y beneficiosa ya que de lo contrario no le habría facilitado ese dinero para pagarse una habitación de hotel.

Gabía solicitado una habitación que tuviera una ventana que diera hacía el norte para poder meditar mirando hacia esa dirección. Era indispensable para él que la ventana diera hacía el norte y por fortuna había una que tenía una ventana colocada en esa dirección pero le habitación era la menos cómoda del hotel. A él eso no le molestaba, estaba acostumbrado a dormir en el suelo y hacer largos ayunos así que el tener una habitación poco cómoda no le resultaba ningún problema, tan solo la había solicitado para no dormir a la intemperie eso era todo.

Tras el mal sueño se sentó en la cama para meditar un rato antes de preparar su estrategia, dejo la cama y se acomodó en el suelo en posición de flor de loto a meditar por treinta minutos antes de hacer un desayuno ligero y reanudar el viaje.

Tenía mucho que hablar con Mu de Aries y por lo mismo necesitaba serenar la mente y liberar el estrés acumulado gracias a ese sueño sin sentido que había tenido durante la noche, sin embargo no lo podía sacar de su cabeza y las palabras de Buda le daban vueltas una y otra vez.

"Hay dudas en tu corazón Shaka, por eso estás aquí"

—Yo no tengo dudas en mi corazón ni en mi mente, sé perfectamente que estoy siguiendo el camino correcto —se dijo con convicción mirando la caja de Pandora que contenía la armadura dorada de Virgo y repitió las mismas palabras sin dejar de mirarla; repetiría ese mismo discurso hasta que su subconsciente lo entendiera y sacara esas palabras de su cabeza.

Tras concluir la media hora de meditación se preparó para salir y emprender el camino hacía el Tíbet, registró su salida del hotel y caminó en dirección hacia el noreste, un camino montañoso se veía delante de él; el poderoso Himalaya se comenzaba a alzar delante de sus ojos.

Tenía que caminar un par de horas más para poder acceder al camino que sube a la cordillera.

Shaka había viajado ahí hacía varios años cuando aún era un aprendiz de caballero; era muy joven en aquel entonces, tendría como once o doce años cuando él y su maestro realizaron ese viaje hacía el Everest, había sido una experiencia muy dura y gratificante pero lo que más recordaba de aquella experiencia fue el haberse topado con una gran estatua de piedra en el camino de subida a la cordillera.

Era la imponente figura de un hombre elefante con cuatro brazos ricamente decorado y tallado sobre la roca. A Shaka le impresiono mucho ya que no estaba familiarizado con gran parte de las deidades del panteón hindú y esa era la primera vez que lo veía.

El detalle de la estatua era soberbio, tenía tallado hasta el más mínimo detalle y debería medir unos tres metros de alto.

— ¿Quién es ese ser maestro? —preguntó el joven aprendiz al maestro sin quitar los ojos de la estatua que tenía enfrente, que lo intimidaba con su tamaño y forma. Lo hacía sentir minúsculo e insignificante.

—Es Ganesh, uno de los dioses más importantes del país, el removedor de obstáculos. Emprenderemos un viaje muy largo hasta las faldas del Everest así que será mejor hacer un poco de oración a él para que nos ayude a vencer lo que nos detenga en nuestro camino.

— ¿El quitara los obstáculos del camino? —insinuó el niño inocentemente sin comprender del todo.

—No Shaka, él solo nos ayudará a vencer esos obstáculos, entiende que nadie los quitara para ti, tú debes de ser lo suficientemente fuerte para abrirte camino por ti mismo sin tener dudas ni cavilaciones. Debes tener la suficiente confianza para encarar y vencer esos obstáculos. Ganesh solo te dará la fuerza que necesitas.

Curiosamente durante su viaje, tanto de ida como de regreso, nada se les atravesó y consiguieron llegar con éxito a las faldas de la montaña lo cual había sido agotador pero la recompensa fue que en una de las aldeas cercanas los recibieron como héroes por semejante proeza. No hubo obstáculos a vencer así que el haberle rezado al dios elefante fue innecesario.

Ahora Shaka estaba de nuevo delante de Ganesh y  la estatua se veía tal y como la recordaba, tan solo habían pasado seis años desde la última vez que estuvo a los pies del Himalaya y el sentimiento que le producida verlo no había cambiado.

En aquel entonces él pensó que el que llegaran con bien a su destino no había sido obra del dios ni de la casualidad ni nada, simplemente fue que no hubo obstáculos que vencer, tuvieron la suerte de que no hubiera habido ningún derrumbe o avalancha porque de haber sido así ni Ganesh con todo su sequito los hubieran podido rescatar.

—Tú no fuiste quien nos ayudó a llegar con bien a esa aldea, fuimos nosotros, nosotros logramos llegar por nuestros propios medios —le dijo firme al dios elefante luego sonrió mordaz a la estatua frente a él—. Te sorprendería saber que ahora yo soy un ser más elevado que tú y no necesito de tu ayuda para poder llegar con bien hasta donde Mu.

Shaka se sentía más imponente que el dios elefante, más poderoso y superior, no dudó en demostrarlo riendo ante sus propias palabras y siguió adelante para poder cruzar el Himalaya para llegar a Jamir. No había tiempo que perder, no sea que Mu se fuera a ir a otro lado aunque le había mandado una carta para avisarle de su visita.

Desde ese punto el Tíbet debería de estar como a tres días de camino ya que el paso por la cordillera es muy complicado y más sino se tiene el equipo especial, Shaka habría podido transportarse hasta allá sin problemas pero simplemente que quería demostrarse a sí mismo que podía cruzar el Himalaya por sus medios así como el haber ido hasta la India por él mismo.

Quería reafirmarse esa superioridad que había presumido ante la deidad elefante. Solamente que en esta ocasión, por lo visto, el viaje no le iba a resultar tan sencillo como aquella vez.

El camino estaba cubierto de nieve lo que le dificultaba el andar a paso rápido además había probabilidades de avalancha o derrumbe, según escucho de los lugareños en el restaurante del hotel, a causa de la misma nieve sin embargo él sentía que eso no era obstáculo para él.

Era un caballero dorado, ese tipo de dificultad no era nada en comparación con los enemigos que había derrotado, aquello no era nada en comparación con su devoción al Patriarca y nada impediría que cumpliera con la misión encomendada.

Siguió su camino por varias horas más sin dudas en su mente, estaba preparado para cualquier eventualidad que se le apareciera. Para aligerar la carga de la caja de Pandora se puso la armadura y aceleró el paso por el serpenteante camino en las faldas de la montaña.

Sin embargo un paso en falso lo hizo caer varios metros en una pendiente en la cual él no había reparado, tenía que reconocer que de no haber sido por la armadura esa caída lo habría matado ya que no pudo sujetarse de nada antes de tocar el suelo.

—Fue un descuido de mi parte —se dijo poniéndose de pie para incorporarse de nuevo al camino y no perderse, en esa zona era muy fácil perderse o caer en pendientes como esa que son profundas y peligrosas, ese aviso es el que se les hace a los expedicionistas para que tengan cuidado en sus viajes.

La temperatura estaba bajando y una brisa helada comenzaba a sentirse; la noche también estaba por llegar ya que el sol de la tarde brillaba justo frente a sus ojos, tenía que tener mucho más cuidado ya que la oscuridad no lo dejaría avanzar mucho y una tormenta de nieve se dejaría sentir dentro de poco; no, lo mejor era encontrar un refugio para estar mientras amanecía y la tormenta cesaba.

Mientras trataba de avanzar más la tormenta aumentaba en fuerza y se vio forzado a abrir los ojos para mirar el camino, era una cuestión que se volvería de vida o muerte si la tormenta de nieve no paraba, por fortuna a lo lejos divisó la entrada de una cueva. Ese sería su refugio durante la noche.

Escaló hasta llegar a la entrada, era un espacio muy estrecho pero lo suficientemente grande para que él pudiera entrar y dejar la caja de Pandora a un lado, buscó algunas piedras para poder encender una pequeña fogata y suspiró fastidiado, la última vez no hubo ninguna complicación para llegar a su destino y ahora si había obstáculos incluyendo el de la fogata que no se encendía.

Se sentó en el suelo sin quitarse la armadura y tuvo que ayudarse de su cosmos para poder encender el fuego o de lo contrario no encendería jamás. Entonces, al mirar el interior de la cueva se encontró con una desagradable e irónica sorpresa.

—Es increíble que también estés aquí —dijo con ironía y fastidio.

Había una pequeña estatua del dios elefante Ganesh tallado en piedra, una versión en miniatura de aquella que estaba al inicio del camino. Era demasiada coincidencia y eso lo hizo molestarse. Entonces lo comprendió, la tormenta en el camino y la caída por la pendiente, así como lo que viniera después, eran castigos de Ganesh por haberse burlado de él y por haber desafiado su condición de dios.

—No soportaste mis palabras y ahora tratas de castigarme por mi insolencia, ¿no es así? —Shaka decía esto en forma de desafío a la estatua— Ya te lo dije soy superior a ti y saldré bien librado de esta pequeñez. Ni tú ni nadie podrá vencerme e impedir que cumpla con mi misión.

Afuera la tormenta arreciaba y se escuchaba como el aire hacía un eco silbante y aterrador en las cercanías.

Shaka no dejaba de ver la fogata delante de sus ojos, podía ver a Buda entre las llamas y las sombras que se proyectaban en la pequeña cueva, sin embargo la luz del fuego se iba consumiendo poco a poco hasta que todo fue quedando en penumbra, Shaka se sorprendió ante este suceso ¿Quién estaba apagando la fogata delante de sus ojos? No podía ver al insolente.

—Te has vuelto soberbio Shaka y tú no eras así, ¿Qué es lo que te ha cambiado para mal? —la voz de Buda resonaba por todo el lugar. Shaka miraba para todos lados tratando de encontrarlo, ¿dónde estaba escondido que no lo veía?

—Tengo derecho a serlo, soy el caballero más cercano a dios, el más cercano al gran maestro. ¡Puedo ser lo que yo quiera!

En ese momento despertó, aquello también había sido un sueño pero no supo en qué momento se quedó profundamente dormido. La fogata seguía encendida proyectando una débil luz ya que el frio del exterior estaba enfriando las rocas y esta amenazaba con apagarse.

No estaba seguro de cuantas horas habían pasado pero afuera se veía que la tormenta había disminuido su furia y el débil sol de la mañana trataba de abrirse paso para salir.

Decidió meditar un poco antes de enfrentarse a la tormenta, no podía salir con tantos pensamientos en su cabeza; de nuevo Buda había irrumpido en uno de sus sueños y esta vez le había dicho que era "soberbio", Shaka había entrenado duro para poder llegar a lo más alto de la orden de los doce dorados ¿Por qué no sentirse orgulloso de ello?, ¿Qué tenía de malo? Si sus compañeros lo consideraban el hombre más cercano al gran maestro y a Dios entonces ¿Por qué sentirse mal por esa condición? Si bien es cierto que Buda enseña a dejar atrás la soberbia y el orgullo él estaba cumpliendo con su deber pese a todo.

Tenía derecho a ser lo que quisiera, ese derecho se lo había ganado y no estaba yendo en contra de los deseos de nadie, ni del mismo Buda.

"Te has vuelto soberbio Shaka y tú no eras así"

—Yo solo era un niño cuando me conociste, he entrenado duro para incrementar mi cosmos y alcanzar niveles muy altos. Obviamente la gente cambia así que no puedo ser el mismo de antes —se dijo a sí mismo.

Shaka salió a la tormenta e hizo explotar su cosmos para poder abrirse paso por entre las montañas y así llegar a su destino. La explosión del cosmos hizo que se abriera un camino por entre la nieve así mismo se había derrumbado una parte de esas montañas.

Sonrió con satisfacción le acababa de demostrar a Buda y a Ganesh lo que era capaz de hacer, la mañana se podía ver en el horizonte así que ya podía reanudar el viaje. Tomó la caja de Pandora y siguió adelante sin mirar atrás, sin mirar la estatua del dios elefante.

Estaba seguro de Ganesh se vengaría pero ya le había demostrado al dios que de nada servirían sus venganzas, él saldría airoso por sus propios medios. Lo había subestimado, eso fue un error ya que nunca se debe de subestimar a ningún enemigo por muy débil que pueda verse, sería más cuidadoso con eso en el futuro.

El resto del camino le tomo varias horas más y había momentos en los que la estatua de Ganesh aparecía de nuevo intermitentemente entre las rocas, Shaka se sentía acosado por el dios elefante, sentía que lo estaba retando pero trató de no darle importancia aunque lo tenía presente así como las palabras de Buda.

Su camino lo llevó más hacia el norte donde el frio arreciaba, estaba seguro que ya faltaba poco para la parte más alta de la cordillera y después de eso venía el descenso, el cual era relativamente más sencillo.

Una imagen del Buda tibetano se veía en la cercanía, era pequeña pero estaba en un altar en medio de las montañas; ya estaba llegando al Tíbet lo cual lo alegró porque el camino había sido largo y difícil, ahora tenía que buscar el sendero que bajaba del Himalaya para tomar la ruta a Jamir.

El patriarca había tratado de indicarle una zona en donde se dice que está el palacio de Mu, Shaka esperaba que esa información fuese cierta, por primera vez en su vida se sentía algo cansado, cruzar el Himalaya a pie había sido una tontería de su parte.

Se quitó la armadura ya que las aldeas de la cordillera ya estaban delante de él, tan solo llevando la caja de Pandora en la espalda, la gente lo veía pasar sin decir nada, sin hacer ningún comentario al respecto.

A eso del medio día Shaka había llegado al final del viaje, ya que el palacio de Mu se veía a lo lejos, solo tenía que cruzar un peligros y estrecho puente desde el cual se veían los cuerpos de cientos de caballeros que lo habían intentado en el pasado.

Pero aquello no fue problema para él, ahora iría a entrevistarse con Mu.

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Fin capítulo 1

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Notas: He aquí un fic de dicado a Shaka y a Mu escrito en el año 2012.

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