Cuando llegó al pueblo, estaba sudada y su cabello empapado se pegaba a su cuello. Sin perder tiempo se dirigió a la bodega de Don Joaquín.

-Buenos días muchacha.

-Buenos días mi Don- le regaló una amplia sonrisa.

-¿Qué te trae por aquí?

-Mi padre me ha enviado, dice que para la tarde tendrá sesenta quesos de leche de cabra, quiere saber si usted desea comprarlo porque Don Alejandro insiste en que se los venda a él.

-¡Ese maldito traidor!. . . él sabe que tu padre es mi proveedor – Don Alejandro, tenía una enemistad abierta y declarada con Don Joaquín, sus bodegas eran las únicas del pueblo y ambos luchaba por ser la numero uno.

-Mi padre quiere respetar sus ventas con usted y pide que envíe su decisión por un recado.

-Pues dile a tu padre que para la tarde espero que me traiga los sesenta quesos, se los compraré todos. Y si tiene más, pues más le compro- declaró firme.

-¿Y qué es lo que compras padre?- la ronca voz llegó desde la espalda de Estrella, una voz irreconocible para ella.

-¡Queso, querido hijo!

¡¿Hijo?!

¿¡Don Joaquín tenía un hijo!?

Tuvo curiosidad y quiso girarse para verlo, pero su decencia le ganó la batalla.

-Disculpe, Así sabrá su recado mi padre, mi Don. . .si me disculpa.

-Ben, acompaña a Estrella a su casa, vive bastante lejos y llegar hasta allá le llevará como dos horas caminando.

-¿Caminando? – la voz sonaba sorprendida.

-Pues sí, no tienen caballos.

-Será un placer acompañar a la jovencita a su casa.

-No hace falta Don Joa. . .

-Insisto – ella se giró para toparse con unos ojos oscuros como la noche que la miraban con intensidad.

-Joven, no hace falta que se moleste.

-No es ninguna molestia – le regaló una amplia sonrisa, que la estremeció de pies a cabeza- le tendió una mano que ella recibió un poco avergonzada, sus manos no eran para nada delicadas, estaban llenas de callos y maltratadas por el trabajo de la tierra y el cuidado de los animales. Pero al parecer a él no le importó, porque no dijo nada, ni la retiró apresuradamente- Soy Benjamín Quintana, es un placer conocerte.

-Estrella. . . ese es mi nombre- ella sonrió tímida.

-Cero parloteo jovencitos, apresúrate Ben, como te dije la jovencita vive lejos.

Estrella, iba sobre los lomos del caballo y contra su espalda sentía el duro cuerpo de aquel hombre, cada musculo de su cuerpo estaba en completa tensión. ¿ cómo era posible que un desconocido pudiera causarle aquello?

-Tienes unos hermosos ojos Estrellas, son verdes como las plantas, verdes como esmeraldas– su aliento rozó con la piel de su cuello, lo cual hizo que su estremecimiento solo incrementara.

-Gracias- respondió arrastrando las palabras.

-Estas muy tensa, sino fuese yo un buen jinete, ya Tornado nos habría  tirado.

-Lo siento- se disculpó realmente avergonzada, y agradeciendo que él no pudiera ver el terrible rubor que cubría su rostro.

-¿Nunca has montado?

-En muy pocas ocasiones señor.

-Nada de señor, eso suena como  si le hablaras a mi padre. Llámame Ben.

-No sería correcto joven y le pido que por favor no insista.

-De acuerdo, pero solo por el momento – un caballo relinchó lo que llamó la atención de ambos. Estrella, sintió que su corazón estallaría. Javier Verdejo, galopaba directamente hacia ellos, en sus ojos pudo ver que la reconoció y que obviamente aquello no le agradó.

Cuando estuvo cerca bajó el trote de su caballo y Ben, hizo lo mismo.

-¡Benjamín!

-¡Javier!- respondió a forma de saludo mientras fruncía el ceño.

-¡Hola Estrellita!

-Buen día señor Verdejo- respondió desviando la mirada.

-Vengo de los lados de tu casa- ella lo miró con ojos enormes- tu padre no accedió a venderme ni un trozo de queso.

-Es porque lo ha negociado con mi padre- respondió Benjamín.

-Como siempre- afirmó- tocará comprárselo a Joaquín entonces.

-Así es.

-Aunque pudiera intentar convencer a tu padre Estrellita.

-Estrella, señor. Mi nombre es Estrella, y no creo que mi padre falte a la palabra que le dio a Don Joaquín.

-Aun así, puedo intentarlo. . .

-Esa es su decisión señor.

-Benjamín, permíteme terminar de llevar a Estrella y así converso con su padre- Ben sintió como la chica dejaba de respirar, era obvio que aquel hombre no le agradaba ¡¿hay alguien a quien le agrade tan indignante hombre?!

-No será posible Javier, yo llevaré a la joven a su casa, me he comprometido a hacerlo y así lo haré.

-Pero. . .

-Yo la llevaré, de eso no hay duda- sus fríos ojos taladraron a la chica, quien cohibida apartó la mirada.

-De acuerdo, será en otra ocasión entonces- y sin más se alejó a todo galope. 

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DEJENME  SABER  LO  QUE  OPINAN DE  ESTA  NUEVA  HISTORIA. BESAZOS  PARA  USTEDES..