06| Mugre
La noche estaba tranquila, pero su cabeza era una máquina ruidosa que no le permitía descansar.
Después de que Jaebum la ayudara a calmarse, ambos se acostaron a dormir, pero su mente no le permitía conciliar el sueño, estaba trayéndole recuerdos y pensamientos que no eran para nada agradables.
Jennie no quería levantar a Jaebum, ella no quería seguir molestando a su novio, no podía simplemente levantarlo en medio de la madrugada, sabiendo que el mayor por la mañana debía ir a la universidad, muchos problemas le había causado ya.
Se levantó con cuidado para no ocasionar un ruido que termine despertando a su novio, y fue hacia el baño.
Cerró la puerta con llave, y empezó a respirar profundo, intentando mantenerse tranquila.
Una lágrima se le escapó y a esa le siguió otra, y otra, hasta que su rostro se llenó de pequeñas lágrimas.
Ante la desesperación de no poder frenar su llanto, su respiración empezó a fallar, las paredes del pequeño baño parecían asfixiarla y esa presión en el pecho aparecía nuevamente.
Sintió muchas ganas de vomitar de repente y un mareo hizo que todo se desequilibre. Se mantuvo quieta, sosteniéndose contra la pared, e intentó regular su respiración, soltando el aire en tres tiempos como la había hecho con Jaebum, pero el aire parecía escaparse de sus pulmones.
Nuevamente sintió un mareo, el cual la tumbó e hizo que cayera de rodillas al piso.
Probablemente el salteo de comidas estaba haciéndole efecto en su cuerpo.
Se acomodó, para dejar su espalda contra la pared, y ahora con sus manos libres sin alguna necesidad de sostener algo, empezó a arañar, pellizcar o hacer cualquier cosa que causara dolor físico en su cuerpo.
—¡Jennie! —se escuchó el grito de Jaebum, segundos después, el correr de unos pasos y luego el desesperado golpe en la puerta-. Abre la puerta, por favor, no te lastimes más.
Jennie quedó desconcertada al ver sus brazos. Todo el sonido quedó censurado y su atención estaba en las heridas que tenía.
El dolor ya no era sentimental, la desesperación ya no estaba, ahora tenía el control del lado sentimental, pero el dolor físico que sentía por las heridas no podía controlarlo.
—Jennie, abre la puerta, por favor —volvió a pedir Jaebum.
Aunque su mente estaba un poco perdida, se levantó como pudo y terminó abriendo la puerta, sintiendo de inmediato los brazos de Jaebum rodeándola.
—No vuelvas a lastimarte, amor, por favor. Si necesitas ayuda, puedes pedírmela.
—Lo siento.
Jaebum no respondió, y solo acarició la espalda de su novia.
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