Primero
Sais acababa de llegar al complejo universitario, había salido un momento solo a comprar unas cosas para poder limpiar su cuarto. Pues su bully favorito le había hecho otra de sus tantas "bromitas" para molestarlo. Como él estaba en temporada de exámenes el Golden Retriever no tuvo más remedio que salir a cursar. No se sorprendio mucho cuando volvio a su cuarto y ver que todo estaba hecho un desastre total, el suelo, las paredes, hasta el techo y... desgraciadamente su cama estaba todo lleno de slime de color rosa.
Luego de salir y volver de comprar algunos productos de limpieza entró a su cuarto y se puso manos a la obra. Fue una hora, dos, tres... hasta que al final se le fue toda la tarde limpiando su cuarto. Junto los trapos ahora sucios con los que había fregado las paredes y estaba por ir a la zona de limpieza para dejarlos pero justo cuando abrió la puerta, ahí estaba, el animal que más molestia le daba ver, sonriendo con gracia mientras se apoyaba en el marco.
—¿Te gustó el slime?— Dijo aguantándose la risa la Dragona de Komodo frente a Sais. Él tuvo que mirar hacia arriba para poder verla a los ojos, la diferencia de tamaño entre ellos era simplemente ridícula. La reptil medía tal vez un poco más de dos metros mientras que el can tan solo un metro setenta.
Sais se acercó a ella alzando un poco el pecho tratando de verse algo más grande. —Por qué no mejor te vas y le tiras slime a otro imbécil que no sea yo, Grin?—
La reptil miró fijamente al can por un momento y repentinamente lo tomó del cuello. Sais obviamente se asustó y dio un pequeño grito. Aunque Grin no lo estaba ahorcando lo sostenía con firmeza y le impedía escapar. —Porque tu eres el único que todavía no me reporto, por lo tanto puedo jugar contigo todo el tiempo que yo quiera—
Grin se río cuando terminó de hablar y lo soltó. Sais en cambio se arrodillo un poco agitado pero se recuperó rápido solo para mirar nuevamente a la reptil. —Solo espera, cuando pueda hacerte frente te juro que nunca más querrás acercarte a mí—
Grin aún mirándolo fijamente se acuclilló para estar más a su altura. —Si algún día siquiera logras intimidarme, te dejaré en paz— Ella estiró su mano y se la ofreció para que la estrechara, él dudó por un momento pero luego la tomó.
—Espero que no seas mentirosa...—
—Claro que no... Pero mientras tanto— Ella en un rápido movimiento tomó con su mano libre la nuca del can y la hundió en el balde con slime que estaba bajo ellos. —Más te vale apurarte con lo de hacerme frente JAJAJA...— Luego lo soltó y se fué caminando hacia la salida del edificio.
Sais sacó la cabeza del slime y tomó una gran bocanada de aire. —Estúpida pejelagarto, ahora arruino mi pelaje. Maldita sea!— Dijo Sais y se levantó frustrado pues de todos modos no podía hacer nada.
Tomó el balde y continuó su rumbo hacia el área de limpieza, se llevó varias miradas por el camino. Supongo que es inusual ver a un Golden Retriever con la cabeza rosa... y pegajosa.
Cuando llegó al cuarto de limpieza simplemente dejó el balde en cualquier lado y fue directo a una tina para limpiarse el pelaje de la cara.
Aunque se demoró su tiempo, al final pudo limpiarse "decentemente". Salió del cuarto de limpieza y cuando comenzó a caminar de vuelta hacia su dormitorio noto que ya había terminado de anochecer, estaba muy oscuro y las farolas que estaban en el gran complejo de la universidad alumbraban menos que una vela, de igual modo Sais tuvo que seguir caminando.
Llegando a su dormitorio entró y se desplomó sobre su cama, estaba cansado y ya era muy tarde así que él solo esperaba que ya sea el siguiente día.
Cuando amaneció Sais se despertó por los rayos de sol que entraban por su ventana al lado de su cama, se levantó, hizo su rutina de las mañanas y se preparó un café de desayuno. Como tenía que salir a una clase dentro de poco se preparó algo que pudiera comer en el camino o en este caso beber.
—Espero no encontrarme a la pejelagarto por la mañana...— Dijo Sais junto a un largo suspiro.
Pero, como si la hubiera invocado, apareció la Dragona de Komodo sorpresivamente detrás de él.
—Qué tal, fracasado!?— Grito ella tomándolo de los hombros repentinamente.
Sais instintivamente dio un salto del susto y un "pequeño" grito. Rápidamente se reincorporó y se soltó del agarre de Grin, la miró con seriedad.
—Qué te pasa estúpida. Apenas es de mañana y ya estás molestando?— Dijo él bastante enojado.
La reptil solo lo miro aguantando la risa. —Que pasa cachorrito, te asustaste?— Dijo acuclillada mientras le acariciaba la cabeza en forma de burla. —Solo quería ver cómo está mi juguete después de ayer...— Como si hubiera tocado mugre se limpio su mano en la ropa después de tocarlo.
—Que te importa— Él intentó evadirla y seguir el camino a su examen pero ella lo comenzó a seguir.
—Claro que me importa, no me gustaría romper mi único juguete—
Sais no quería ni siquiera mirarla pero inconscientemente había un tema que él quería sacar. —Soporte cientas de tus maldades durante mucho... De todo tipo de cosas...— Su tono se percibía cada vez más irritado. —Pero si vuelves a ensuciar mi pelaje te juro que lo vas a lamentar...— Lo dijo de manera lenta y determinada, intentando intimidar.
—Lo dices enserio? Y qué pasa si hago esto...?— Ella repentinamente agarró el vaso de café que tenía Sais y lo derramó sobre su cabeza, el café se escurría por sus orejas hasta su espalda y cuello. —Y dime... Que voy a lamentar?—
Sais paró de caminar y se quedó estático por un momento, simplemente no se esperaba eso.
—Desgraciada!— Él intentó embestirla pero... Grin de un simple empujón lo tumbó al suelo.
Ella se arrodilló, tomó su cabeza y la forzó a mirarla. —Siquiera hiciste algo de fuerza, pedazo de inútil?— Se burló y volvió a pararse. —No te pateare hoy solo porque al menos intentaste defenderte— Se dío la vuelta y comenzó a caminar para irse. —A cambio de eso mañana te daré una golpiza el doble de fuerte— Dijo mientras se iba.
Sais esperó a que se alejará y se levantó. —Mierda... Ensució mi pelaje otra vez... ¡Los libros, carajo!— Se apresuró y se sacó la mochila para revisar sus libros. —Uff por lo menos siguen secos— Se puso la mochila otra vez y continuó su camino a su examen.
Cuando llegó al aula del examen se sentó en su pupitre y comenzó a repasar un poco antes de que comenzará, claro después de pasar por un interrogatorio de parte de su profesor que noto que su uniforme y pelaje estaban sucios... y con café. El solo se excuso con que se cayó.
Después de unos momentos el examen había comenzado y Sais fue uno de los primeros en entregarlo. Se lo entregó al profesor y después de corregirlo él se retiró, más de uno lo miró con envidia mientras se iba.
—Otro noventa de cien... Creo que ya puedo confirmar mi teoría de que ese profesor me tiene manía— Dijo Sais mientras caminaba hacia el complejo de habitaciones.
Justo como había implorado llegó a su cuarto sin encontrarse con "la pejelagarto". Estaba frente a su puerta y cuando la abrió... Ahí estaba... Otra vez... —Pero qué mierda...— Dijo algo asombrado y confuso.
Grin estaba acostada en la cama de Sais viendo su teléfono, sus patas sobresalen por la parte de atrás de la cama por su altura. Ella al notarlo soltó su teléfono y lo miró aún acostada.
—Hola, pedazo de mierda. Traes comida?— Dijo y se acomodó sentándose en la cama.
Sais seguía parado sin hacer nada, simplemente no sabía qué hacer. —Qué... Qué mierda haces en mi cuarto?— Se sacó la mochila y la tiró al suelo mientras entraba a su habitación. —Cómo mierda fue que entraste en primer lugar?—
Grin lo miró con gracia y sonrió un poco. —Jeje, deberías cerrar tu ventana antes de salir...— Sais miro la ventana que estaba cerca de su cama y no estaba abierta... Estaba rota, para no decir destrozada. La miro ahora aún más irritado que antes. —Me di cuenta de que estaba abierta después de que le había tirado el ladrillo...—
Él dio un largo y profundo suspiro. —Te doy diez segundos para que te largues o no me voy a contener...— Dijo bastante tranquilo a diferencia de como estaba hace unos momentos. —Diez... Nueve... Ocho... Siete... Seis... Cinco... Cuatro... Tres... Dos... Uno...— Contó de manera lenta hasta terminar.
—Entonces? Vamos, no te contengas. Haz algo, cachorrito— Dijo la reptil parándose frente a él, mirándolo con desprecio. —Eres patético, fracasado inutil—
Sais en el fondo si le dolían los insultos que le decía pero él nunca lo demostraría, eso solo haría que Grin lo molestara más. Él solo miro al suelo frustrado por no poder hacer nada.
—Eres más inútil de lo que imaginaba. Me decepcionas incluso a mí...—
Sais se cansó de sus burlas e intentó empujarla pero ella reaccionó y lo detuvo solo para terminar empujándolo a él. Sais cayó de espaldas y se golpeó la espalda contra la esquina de uno de sus muebles, largo un quejido por el golpe y se quedó sentado en el suelo apretando los dientes para aguantar el dolor.
Grin se agachó y otra vez lo tomó de la cabeza para forzarlo a mirarla, él tenía unas lágrimas en los ojos y ella no desaprovechó para burlarse. —Eres débil, predecible y ahora resulta que también eres un bebito llorón. En serio que das lástima, pedazo de mierda— Se paro y lo tomó de la mano para levantarlo. Sais se quedó extrañado por eso. —Cociname algo o te tiro por la ventana rota, no bromeo—
—Estupida lagarto mantenida— Se quejó me fue a la cocina para ver que podía cocinar, en el fondo de verdad creía que saldría volando por la ventana si no lo hacía.
Grin ignoró sus palabras y se tiró sobre la cama una vez más haciendo que la cama rechinaba.
Mientras tanto Sais solo puso unas carnes de hamburguesa a freír en una sartén y a cortar algunas verduras. Él estaba cocinando a su ritmo aunque había algo que simplemente no soportaba, el silencio. Y el sonido del aceite friendo o el teclear de Grin en su teléfono no lo compensaba, así que tuvo que recurrir a algo que nunca esperó hacer.
—Grin... Quieres hablar?— Esas palabras llegaron hasta asombrarme a Grin.
—Desde cuándo tú quieres hablar conmigo, rata de alcantarilla?— Pregunto mirándolo fijamente y dejando su teléfono a un lado.
—No lo sé, solo no quiero estar en silencio. Y podrías dejar de ponerme apodos, tengo nombre—
—Nop, aborto fallido. Es más divertido cuando hay variedad, un solo nombre aburre— Dijo ella sentándose en la cama. —Muy bien, esto ya fue mucha charla. Ya está la comida o tengo que golpear otra vez?—
Él se puso algo nervioso. —Eh... Si, ya casi, un poco más y estarán listas— Se apresuró y sacó las hamburguesas de la sartén cortá los panes por la mitad y terminó de prepararlas metiendo todo dentro. Llevo todo a su mesa, donde ya estaba Grin sentada, y se sentó también.
—Ahí está la comida, estoy seguro que diez hamburguesas es suficiente para los dos— Dijo tomando una de las hamburguesas.
Ella se la arrebató de las manos y se la comió de tan solo dos mordiscos. —En que momento te dije que tú hibas a comer, fracasado estúpido?— Ella tomó otra hamburguesa y volvió a comérsela de solo dos mordiscos. —Todo esto con suerte me llenará a mí, así que ve y come cualquier cosa de por ahí, creo que deje unas sobras de la pizza que tenías en la nevera— Dijo mientras continuaba devorando las hamburguesas.
—Sí claro. Yo cociné, yo como también— Sais tomó una y comenzó a comerla apresurada.
Grin tomó eso como un desafío y comenzó a comer aún más rápido, para cuando Sais había terminado la hamburguesa que estaba comiendo e iba a tomar la segunda, Grin ya se había devorado todas. —Wow, al final sí me llene tan solo con nueve, supongo que fue por la pizza de antes— Dijo ella dándose unos pequeños golpes en el estómago. —Bien, creo que ya me voy. Adiós, sorete mal cagado...— Cuando ella se levantó para irse tomó la mesa y la arrojó a un lado como si nada, tirando todas las sobras al suelo. Y se fue.
Sais simplemente se quedó reevaluando la situación. —Como mierda es que ella puede comer tanto y porque putas tiro mi mesa...—
Eso fue lo único que dijo antes de ponerse a limpiar todo el desastre de "la pejelagarto".
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Me agarro la loquera y de la nada me pinto escribir esto.
Un saludo.
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