15
Nina observa con interés cómo Edward y Carlisle luchan entre sí. Para ella es un escenario totalmente nuevo la posibilidad de poder ver a dos vampiros luchar sin que ella tenga que defenderse y es una experiencia de lo más entretenida.
La manada también sigue la pelea con el mismo interés que ella en sus ojos lobunos. Se han negado a tomar su forma humana o a luchar, no quieren que conozcan sus puntos débiles. Aunque, para Nina, los Cullen son los vampiros más inofensivos que ha conocido nunca.
Edward tira a Carlisle al suelo y el resto de la familia se ríe mientras Jasper pone los ojos en blanco.
-Nunca des la espalda a tu enemigo. –recuerda con sorna. Después su mirada dorada recorre a todo el público. -¿Algún otro voluntario?
Antes de que alguien pueda frenarla o de que se arrepienta de su decisión, la cazadora da un paso al frente. Escucha un par de gruñidos de disgusto ante su movimiento y no tiene que ser adivina para saber que provienen de sus lobos pero los ignora mientras camina con paso firme hacia el vampiro rubio.
-¿Estás segura? –pregunta con ambas cejas alzadas y una sonrisa esquinada, como si le sorprendiera y a la vez le hiciera gracia que una de las dos únicas humanas se presente voluntaria.
Nina asiente con seguridad, sacando las dagas de sus caderas y sujetándolas con firmeza.
-A no ser que tengas miedo de que te haga daño. –su voz es dulce, excesivamente dulce y eso provoca una carcajada en Jasper.
La cazadora no sabe cuál es su pasado pero está claro de que el tipo tiene experiencia militar, no sólo por su forma de luchar sino también por la manera que ha tenido de llevar el entrenamiento. Sus dedos hormiguean y sus músculos se tensan conforme la adrenalina la invade, está deseando ponerse a prueba a sí misma.
-Pierde el primero que caiga al suelo, ¿te parece bien?
La rubia asiente conforme y entonces la pelea comienza. Necesita todos sus sentidos para esquivar los golpes del vampiro. La agitación en el aire cuando él se mueve es mínima pero consigue que sus dagas lo encuentren o, al menos, eso cree.
Se mueven el uno junto al otro como en una danza mortal hasta que Jasper consigue ser más rápido que ella y la barre de una patada. La respiración de Nina sale con un jadeo brusco cuando su espalda choca contra el suelo.
Puede escuchar los gruñidos, ahora son mucho más de dos, es todo un coro pero ella suelta una carcajada sin aliento que los tranquiliza, al menos a casi todos.
-Eres realmente buena. –la alaba Jasper mientras le tiende la mano.
Ella la agarra, es fría como el hielo y le resulta chocante después de estar tan acostumbrada al calor de su manada, y le brinda una sonrisa amistosa.
-He perdido. –le replica.
-Pero has acertado un poco. –se señala la sudadera, ahora con varios cortes resultado de sus dagas.
-Me vale con eso, por ahora. –acepta Nina sin poder evitar el orgullo y la euforia de una buena lucha.
Vuelve a su sitio y cuando su mirada se cruza con la de sus lobos puede distinguir el enfado incluso en su forma de lobo. Su euforia se rebaja un poco, quizás no ha sido tan buena idea después de todo.
✵✵✵
AVISO: A partir de aquí habrá una escena sexual explícita, un poquito de dominación y azotes. Si no te sientes cómoda/o pasa/espera al siguiente capítulo. Para el resto de mentes sucias como yo, espero que os guste😏
-¿Sabes lo cerca que he estado de mandar a la mierda la tregua?
El tono serio de Paul le hace cruzarse de brazos en un gesto defensivo mientras se apoya en el borde de la mesa. Sam aún no ha llegado a casa, se ha quedado atrás para ultimar algunos detalles con el resto de la manada.
-No es para tanto, sólo era un entrenamiento. –su voz suena a la defensiva.
-Tú no has visto el rostro de ese tipo. –le reprocha el lobo, que sigue fulminándola con la mirada apenas a un par de metros de ella. –Está lleno de cicatrices, no sé quién demonios era antes pero te aseguro que no era un pacífico Cullen.
Eso le hace fruncir el ceño, quizás esté más acertada de lo que cree con lo del pasado militar de Jasper. El sonido de la puerta al abrirse la saca de sus cavilaciones.
Los ojos de Sam parecen arder de enfado cuando se clavan en ella y se siente un poco más pequeña de lo normal cuando acorta la distancia en dos zancadas.
-¿En qué demonios estabas pensando? –las palabras salen entre sus dientes apretados.
Pero Nina alza la barbilla, usando su orgullo como una capa protectora.
-Soy cazadora, soy perfectamente capaz de luchar. –se felicita de manera interna por no titubear a pesar de las miradas sólidas como paredes de sus lobos.
-¿Y si hubieras sangrado? ¿Y si hubieran perdido el control? ¿Sabes lo que habría supuesto para todos nosotros? ¿Lo que significaría echar a perder nuestra tregua con un ejército de neófitos llegando hasta nuestras tierras?
La tanda de preguntas de Sam la hace encogerse un poco mientras la culpabilidad se come al orgullo que la ha invadido instantes antes. Sabe que tiene razón, que las cosas se podrían haber complicado de forma muy rápida en menos de un minuto.
-No lo pensé...-acaba murmurando.
-Eso está claro. –masculla Paul, tiene los brazos cruzados y Nina puede ver sus músculos tensos.
Sam se acerca un poco más, todo su enorme cuerpo se cierne sobre ella y un escalofrío la recorre cuando vi una calma inusual en sus ojos oscuros.
-Has pasado todas las líneas rojas, Nina. –sus palabras son como una sentencia que acelera su corazón. -¿Recuerdas lo que te dije que pasaría si eso ocurría?
Ella asiente, repentinamente sin palabras ante las emociones que invaden su cuerpo. Puede sentir a Paul acercase por su costado, ahora está entre sus dos lobos y la mesa, totalmente atrapada.
-¿Quieres tomarlo, fierecilla? –la voz de Paul es como un ronroneo amenazante en su oído.
Ninguno la toca pero siente su piel en llamas. No debería sentirse así, es totalmente incorrecto pero la inquietud se ha difuminado con algo más profundo y visceral.
-Sí. –su voz suena casi como un suspiro pero retumba en la estancia que se ha quedado repentinamente en silencio.
La mano de Sam se alza y sus dedos acarician la mejilla de la chica con tanta suavidad como si estuviera tocando una rosa cuyos pétalos no quisiera dañar. Siente que puede ahogarse en su mirada, en la cual hay aún enfado pero también algo más, algo que hace que la parte inferior del vientre de Nina se tense.
-Si dices que paremos, pararemos, ¿entendido? –la voz de Sam destila algo de ternura entre el acero de sus palabras.
Ella asiente tragando saliva, se siente repentinamente nerviosa pero también ansiosa, tanto que tiene que forzarse por no juntar las piernas para aliviar la necesidad que se está acumulando entre sus piernas.
-Palabras, Nina. –le recuerda Sam mientras el aliento de Paul choca contra su hombro y le provoca un escalofrío.
-Entendido, alfa.
Eso provoca un gruñido de satisfacción en ambos lobos antes de que den un paso hacia atrás, siente la escasa distancia como algo mucho mayor. Pero la mirada de sus chicos le provoca cosquilleos bajo la piel.
-Date la vuelta. –ordena Sam.
Ella obedece, dándole la espalda a ambos y siente cómo una mano se apoya en su espalda empujándola con gentileza pero de manera firme hasta que queda tumbada sobre la mesa.
Alza la mirada para ver cómo Paul se coloca delante de ella con una sonrisa torcida en sus labios que hace que su sangre se acelere incluso más que las manos de Sam desabrochando sus vaqueros y bajándoselos junto con sus bragas.
Siente el aire rozando su piel desnuda, nunca se ha sentido tan vulnerable y ni siquiera sabe por qué eso la excita. Quizás es porque son sus lobos, porque está segura con ellos, porque...
La mano se Sam impactando contra su nalga izquierda la hace jadear por la sorpresa, rompiendo el hilo de sus pensamientos. No es doloroso aunque nota la piel hormiguear después de un segundo impacto.
Los dedos de Paul se enredan en su pelo para alzar su cabeza y clavar la mirada en ella.
-¿Quieres seguir, preciosa? –murmura con voz ronca mientras las manos de Sam acarician con suavidad la piel recién castigada.
-Sí.
Ni siquiera se avergüenza de decirlo en voz alta porque siente el deseo corriendo por sus venas, la necesidad de cerrar las piernas para intentar aliviar esa tensión es casi superior a ella pero la mano de Sam se apoya en la cara interna de su muslo, manteniéndolas separadas, expuesta para sus ojos.
Paul le cubre la boca con la suya, poseyéndola de manera salvaje mientras la mano de Sam impacta sin piedad en su trasero. Siente que su piel se queja ante el castigo, siente que va a perder la cordura en el precipicio entre el dolor y el placer y a la vez siente que su deseo está prácticamente goteando por sus muslos.
No sabe cuánto tiempo pasa hasta que la mano de Sam se cuela entre sus piernas aunque sabe que siente su trasero ardiendo y que probablemente esté más rojo que la melena de Claire.
-No deberías disfrutar tanto un castigo, Nina. –la voz de Sam es seria pero no hay censura en su voz y la rubia no puede evitar soltar un gemido cuando los dedos del alfa acarician su intimidad.
La risa de Paul es ronca y lasciva, y debería estar prohibida en varios países.
-¿Te gusta lo que hacemos con las niñas consentidas en esta casa, cariño? –ronronea mientras sus dientes rozan suavemente el cuello de Nina.
Ella aprieta los dedos en la mesa, deseando aferrarse a algo, deseando que alivien esa necesidad que parece nublarle el cerebro. La palmada en su trasero le pilla tan de sorpresa que suelta un pequeño gritito.
-Contesta a Paul, Nina.
-Sí, sí, me gusta...-mueve las caderas o al menos lo intenta porque la mano de Sam se ha aferrado a ellas para mantenerla pegada a la superficie de la mesa mientras su otra mano vuelve a torturarla, colando un dedo en su interior que la agita por dentro. A estas alturas le da igual suplicar. –Por favor...
El pulgar de Paul se apoya en su labio y ella abre la boca de manera obediente sin que él necesite decir nada. Lo lame clavando la mirada en él, provocativa e intentando parecer altiva pero duda que lo esté porque cuando Sam mete un dedo más en su interior, moviéndolos de manera tortuosamente lenta, gime de insatisfacción.
-Nuestra pequeña cazadora necesitada...-murmura Paul antes de sacar el dedo de su boca y desabrocharse el pantalón, dejándolo caer al suelo.
Nina no puede evitar relamerse como un maldito gato cuando Paul se coloca enfrente de ella sin disimular en absoluto su erección. El lobo se acaricia a sí mismo casi con desgana pero el brillo en sus ojos no miente.
-¿Quieres que Sam te folle ese necesitado coño mientras yo me ocupo de tu boca? –el deseo gotea de cada una de sus palabras pero Nina sabe por qué lo pregunta, quieren saber que aceptar. Lo han estado haciendo desde el principio.
-Sí, sí, por favor...
Casi jadea las palabras porque los dedos de Sam han salido de su interior y nota cómo se cierne sobre ella, su pecho casi pegado a su cuerpo mientras tira ligeramente de su pelo para que arquee la espalda.
-No voy a ser suave, Nina. –le advierte pero su cerebro no parece entenderlo como una amenaza porque siente que la humedad aumenta entre sus piernas.
-No quiero que lo seas. –consigue murmurar y la respuesta parece gustar al alfa porque da un mordisco suave sobre su hombro antes de liberar su pelo y dejar de cernirse sobre ella.
Siempre que Sam se ha ocupado de ella ha sido gentil, firme pero lento, dejando que su cuerpo se adaptase a su longitud. Esta vez no, esta vez se hunde en ella de una estocada firme y si no hubiera sido porque está empapada, Nina está segura de que habría sido doloroso.
Abre la boca buscando una bocanada de aire porque aunque no es doloroso, se siente repentinamente llena y apretada. Pero también necesita de más.
-Te sientes como el maldito cielo. –las palabras de Sam apenas son un gruñido contenido y ella se mueve ligeramente hacia atrás para indicarle que está lista, que necesita que se mueva.
Pero no lo hace, no antes de que Paul vuelva a apoyar el dedo sobre sus labios, con una mirada que podría prenderle fuego en ese instante.
-Abre la boca para mí, fierecilla. –cuando Nina obedece y él se cuela en su interior, centímetro a centímetro, sisea con satisfacción. –Relaja la garganta, amor, vas a tomarla entera como una niña grande...eso es...joder...
En sólo en ese momento cuando ambos lobos empiezan a moverse de forma sincronizada en su interior. Nina siente que nunca ha estado tan llena, con sus sentidos tan alterados; Sam la embiste con firmeza, golpeando ese punto en su interior que la está llevando al límite mientras que Paul se folla su boca con deleite.
Siente la madera de la mesa bajo sus palmas mientras intenta aferrarse a la superficie pero su cuerpo se mueve al compás de sus lobos, que la están usando y a la vez adorando. Es una mezcla que Nina nunca ha experimentado y está descubriendo que la vuelve jodidamente loca.
-Ni se te ocurra correrte hasta que yo te lo diga. –le advierte Sam y cuando ella emite un sonido de queja con su garganta aún llena por Paul, el alfa azota su culo un par de veces en señal de advertencia.
No sabe cuánto tiempo pasa, sólo sabe que se ha puesto de puntillas para que Sam se cuele más profundo en ella y que Paul está marcando un ritmo salvaje que hace que la saliva se escape por la comisura de sus labios.
-¿Quieres tomarlo todo, preciosa? –pregunta y Nina asiente justo antes de que Paul explote en su boca. Su esencia, tibia y ligeramente amarga, le llena el paladar y ella se lo traga sin dejar de mirar al lobo a los ojos.
-Buena chica. –jadea Paul liberando su boca, sus gemidos se hacen audibles mientras el chico limpia su boca con un dedo. –Sólo por eso vamos a dejar que te corras.
Nina casi llora de alivio cuando Sam suelta un gruñido afirmativo.
-Córrete, Nina. –la orden sale casi como otro gruñido pero para la chica suena de maravilla.
En cuestión de segundos el orgasmo la arrasa por dentro, apretando a Sam en su interior y llevándolo a él mismo a su propio precipicio de placer.
Está segura de que sus huesos se han convertido en goma cuando los chicos la alzan de la mesa, susurrando palabras cariñosas en sus oídos y rodeándola con sus brazos.
-Prepararé un baño caliente para nuestra chica. –murmura Paul dejado un beso sobre su cabello mientras desaparece hacia el baño.
-¿Cómo estás? –el tono de Sam es suave y delicado mientras la sostiene entre sus brazos como si fuera una muñeca de cristal que pudiera romper en cualquier momento.
-Mejor que bien. –murmura Nina, con la mejilla apoyada sobre su hombro y las piernas rodeando su cintura. Siente que es como un pequeño monito, un monito muy satisfecho. –Ha sido...sorprendentemente placentero.
La risa ronca de Sam le hace reír. Está llevándola hacia el baño y ya escucha el grifo llenando la bañera.
-Espero que eso no te anime a portarte mal. –le advierte pero en su tono ya no hay severidad, sólo amor y algo que Nina identifica como adoración.
-No lo dudes. –musita provocando de nuevo la risa de Sam coreada esta vez por Paul y la puerta del baño se cierra tras ellos.
Ella cierra los ojos relajada mientras los chicos la cuidan, está en manos de sus lobos, no puede estar en mejor sitio.
Okkkk, esto ha sido intenso pero llevo pensando en esta escena desde el principio, la verdad. ¿Qué os ha parecido?🙈
Recordar darle amor y comentar si os apetece, nos leemos🥰
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro