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11. Parte 2.


-Creo que la hemos roto un poquito. Es demasiado pequeña para esto. –comenta Paul con aire divertido cuando ella por fin abre los ojos, Sam aún está arrodillado delante de ella, con sus labios brillantes y una sonrisa petulante.

-¿Es eso cierto, fierecilla, te hemos roto? ¿Con sólo yo comiéndote? –la chispa de la rebeldía se enciende en Nina a pesar de que su cerebro aún está nublado por el placer. Sam nunca la ha llamado así y sabe que lo hace para provocarla. –Quizás Paul tenga razón, quizás seas demasiado pequeñita...

Nota el pecho de Paul vibrando por la risa y antes de pensarlo se inclina hacia delante para agarrar la nunca de Sam y besarlo con fiereza. Puede notar su propio sabor en su lengua y eso hace que el deseo vuelva a reavivar en ella. Mierda, es como si nunca pudiera tener suficiente de ellos.

-A la cama. –ordena ella contra los labios del alfa que ha cambiado la sonrisa petulante por una mucho más fiera, más depredadora.

-Lo que tú ordenes, cariño. –murmura antes de volver a alzarla entre sus brazos. Rodea sus caderas sin ningún pudor, puede notar su erección a través de la tela del pantalón que aún lleva puesto. Está tan duro que apuesta que es doloroso para él. Mira por encima del hombro para ver cómo Paul se deshace de su propio pantalón.

El lobo sonríe de manera lasciva cuando la mirada femenina se clava en su erección. Mierda, Claire tenía razón, Paul es un chico grande.

-Tranquila, preciosa, la vas a ver más de cerca en un segundo. –la mano de Paul pasa por su miembro casi sin pensarlo, como si necesitara el alivio del contacto y tensa la mandíbula mientras Sam deja caer a Nina sobre la cama.

Espalda contra el colchón, piernas abiertas y el labio atrapado entre los dientes mientras el pelo cae de forma desordenada por sus hombros. Es la jodida imagen del pecado para sus lobos.

-Condones. –murmura Sam a Paul mientras se quita sus propios pantalones. Si Paul es grande el alfa lo es más y Nina se encuentra a sí misma tragando saliva.

-No. –se apresura a decir cuando por fin levanta la vista hacia ellos antes de que Paul vaya a buscarlos. –Tomo la píldora, quiero...quiero que os corráis dentro.

-Santo Dios, nos vas a matar. –masculla Sam entre dientes mientras rodea su polla con la mano casi con desesperación.

Paul se acomoda entre sus piernas, las manos a ambos lados de su cabeza y la mirada clavada en la suya.

-Hoy sólo voy a ser yo, fierecilla, soy más fácil de manejar que Sam. –mientras habla despega una de las manos del colchón para deslizarla por el interior de su muslo. -¿Te parece bien?

Nina asiente con un gemido que es ahogado cuando la boca de Paul cubre la suya, besándola de forma salvaje. Siente cómo el colchón de hunde a su lado por el peso de Sam, que ha clavado las rodillas sobre él.

Paul mueve la mano que no está colándose entre sus piernas hasta su cadera y ella se alza ligeramente sobre los codos para ver a ambos mejor.

El chico tararea de satisfacción cuando uno de sus dedos se cuela en su interior con facilidad y pasa el pulgar por su clítoris, haciendo que las caderas de Nina den un respingón.

-Sam ha hecho un buen trabajo contigo, ha dejado tu coñito hinchado y sensible, justo como a mí me gusta. –las palabras del lobo son casi como una caricia obscena contra su piel y ella gime con impaciencia cuando mete otro dedo en su interior.

Necesita más, mucho más.

-¿Paul no te está dando lo que necesitas, cariño? –la voz de Sam suena cerca de su oído mientras sus manos vuelven a torturar sus pechos, que están tan sensibles al tacto que Nina gime como forma de respuesta. –Tienes que pedirle lo que quieres, usa tus palabras, Nina.

-Más...quiero más...-consigue decir mientras prácticamente se restriega contra la mano de Paul, el cual la mira con una malicia que hace que la rubia sienta un escalofrío de deseo y de anticipación.

-¿Qué es lo que quieres, fierecilla? ¿Otro dedo? –como para marcar su punto mete otro dedo en su interior y los gira provocando una ráfaga de placer que agita su cuerpo mientras sus músculos se estiran.

Pero sigue sin ser suficiente.

-Palabras, Nina. –la voz de Sam es una orden mientras palmea uno de sus pechos sin llegar a hacerle daño pero lo suficientemente firme como para que ella suelte un gritito de sorpresa y de placer.

-¡Tu polla! –su grito llena la estancia y provoca gruñidos de satisfacción en ambos lobos. –Quiero...quiero tu polla, joder.

Las cejas de Paul se alzan, aparentemente ajeno a su propia erección que se yergue de forma dolorosa hasta casi rozar su estómago.

-¿Cómo se piden las cosas? –pregunta casi como si no estuviera clavándose contra su muslo y Nina resopla, mitad exasperada mitad desesperada.

-¿Me está jodiendo? –replica irritada porque Paul ha sacado los dedos de su interior y se siente insatisfecha y más caliente que nunca.

-No si no lo pides como una chica educada. –el tono del lobo es inflexible y Nina emite un ruido de desesperación.

-Por favor. –acaba diciendo entre dientes.

-¿Por favor qué? –oh ahora está siendo cruel.

-Por favor, fóllame Paul. –acaba rindiéndose y su recompensa no se hace esperar. Siente cómo Paul entra lentamente en ella a pesar de que su mandíbula apretada le indica que ese no es el ritmo que desearía llevar.

Nota cómo sus músculos se estiran para él, no es doloroso pero tiene que aspirar aire por la nariz para obligarse a no tensarse.

-¿Estás bien, cariño? –murmura Sam, dejando besos por su mejilla, acariciando con más suavidad sus pechos.

La chica asiente.

-Sí, es manejable.

La risa de Sam le hace fruncir ligeramente el ceño, algo confusa.

-Sólo está a mitad de camino.–asegura Sam y Nina baja la mirada hasta donde sus cuerpos se unen para ver que es cierto. Cuando su cuerpo se tensa la mano de Sam se desliza entre ella y Paul para acariciar con delicadeza su sensible clítoris lo que le provoca un gemido gutural. –Relájate, princesa, lo estás haciendo muy bien.

-Dios, te sientes tan bien, Nina, joder...-las palabras de Paul salen de su boca sin sentido mientras se hunde más en ella hasta estar por completo en su interior. Nina abre la boca pero ningún gemido sale de ella, nunca se ha sentido tan llena. –Sólo me moveré cuando estés listas, preciosa.

Al cuerpo de la chica le cuesta unos segundos adaptarse, sus músculos aprietan la polla de Paul de una manera que al lobo le está costando mucho no correrse más rápido que un chiquillo de quince años en su primer polvo pero aprieta los dientes y espera a que su mujer asienta.

El ritmo es lento, las caderas de Nina se mecen al compás y ésta alza una mano para rodear la erección de Sam, arrodillado sobre el colchón a su lado.

-Nina...-advierte el alfa pero ella lo mira por debajo de sus pestañas con una sonrisa juguetona.

-Déjame echarte una mano. –la diversión en su voz pierde efecto porque Paul ha golpeado un punto sensible en su interior y un gemido rompe entre sus labios. –Joder...

-Oh fierecilla, te dije que te enseñaría modales. –el tono de Paul es casi gutural cuando cambia el ritmo, ya no es lento y tortuoso sino rápido y demandante mientras agarra una pierna de Nina para que le rodee la cadera y hundirse más en ella.

La chica apenas puede llevar el ritmo de las embestidas mientras acaricia a Sam pero consigue mantener las dos cosas hasta que otro nuevo orgasmo se forma en su interior, siente que será más intenso, que explotará y no dejará de ella ni los huesos.

Sam enreda los dedos en su pelo para tirar de su cabeza e inclinarla hacia arriba en un gesto demandante antes de besarla como si sus bocas también pudieran follarse entre ellas.

-Córrete, preciosa, córrete sobre la polla de Paul. –murmura contra su boca.

Nina no sabe que está esperando el permiso de Sam hasta que éste se lo da, con la voz apenas en un susurro entre dientes y la mano de la chica moviéndose sobre su miembro.

Los sentidos de Nina se sobrecargan porque a la vez que se deja llevar por un placer que no ha sentido nunca antes siente cómo Sam también lo hace con un gruñido bajo y pintando su pecho con su semen.

Paul tarda menos de un minuto en seguirlos, con los dedos clavados en su pierna y embistiendo su cuerpo sin compasión hasta que Nina lo siente tan profundo que piensa que nunca más se podrá sentir vacía.

Cuando su cuerpo deja de tener espasmos, como las réplicas de un terremoto que ha arrasado con ellas, sus lobos se separan un poco de ella sólo para comprobar que está bien.

-¿Ha sido demasiado? –pregunta con delicadeza Sam mientras aparta un mechón de su pelo que se le ha pegado a la frente sudado.

-Ha sido perfecto. –responde con una sonrisa tonta mientras piensa dónde deben haber ido a parar sus músculos y sus huesos porque no los siente.

Escucha la risa de Paul que ha ido a buscar un paño húmedo, ella lo miro con curiosidad.

-Nosotros cuidamos de nuestra mujer, fierecilla. En especial si te has portado tan bien.–explica mientras Sam la mueve con delicadeza para acomodarla entre sus brazos y Paul pasa el paño por su cuerpo, limpiándola con tanta devoción como si fuera una obra de arte. –Siempre cuidaremos de ti.

Y Nina se acomoda entre los brazos de su alfa mientras su otro lobo la limpia con toda la delicadeza que contrasta con la pasión y la fiereza de instante antes. Puede notar el beso de Sam sobre su pelo.

Cierra los ojos, agotada y a la vez más relajada que nunca, y se duerme sabiendo que está segura. Está con sus lobos.




Okkkkkk, ¿alguien que siga viva después de estos dos capítulos? Porque yo creo que ya he muerto de combustión espontánea🥵

Es la primera vez que escribo algo entre dos chicos y una chica y me siento bastante orgullosa del resultado, para qué mentir jajajaj. ¿Qué os ha parecido a vosotres?

Recordar darle amor y comentar, me encanta leeros y en estos capis aún más🤭🥰

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