06
Nina tararea la canción que se reproduce en su móvil y que resuena en sus oídos gracias a los cascos. Está de buen humor después de haber ido a correr, el ejercicio le sienta bien y le hace olvidar todo lo que ha pasado en tan poco tiempo. Además, el pequeño pueblo tiene más encanto cuando está amaneciendo.
Sube las escaleras desgastadas del hostal y abre la puerta de su habitación con una sonrisa relajada. Está pensando en la ducha caliente que se va a dar y en un buen desayuno. Debería empezar la búsqueda de un empleo si piensa quedarse un poco más de tiempo allí, ya es hora de admitirse a sí misma que no quiere separarse de sus lobos; al menos no de momento, hace tiempo que no se siente tan bi-
-JODER, PAUL. –grita sin pensarlo cuando ve al lobo plantado en su habitación sin previo aviso. Éste la mira divertido mientras ella se lleva una mano al pecho para calmar su corazón. Se quita los auriculares con un tirón enfadado mientras lo fulmina con la mirada. -¿No te han enseñado a llamar a las puertas?
-Es más divertido colarse. –explica éste con un encogimiento de hombros mientras mira su atuendo deportivo de arriba a abajo. Sus ojos se quedan enganchados en las curvas que realzan las prendas ajustadas. –Mucho más divertido, de hecho.
-Dios, debí haberos apuñalado cuando tuve la oportunidad. Así aprenderíais a no colaros en habitaciones ajenas. –masculla la rubia caminando por la habitación para agarrar una botella de agua. Siente la mirada del lobo tras ella, siguiendo cada uno de sus movimientos. -¿Qué es tan importante para que vengas hasta aquí? Creía que nos veríamos esta tarde.
Es cierto, esa tarde ha quedado con Sam para hojear algunos libros que le ayudarán a entender el origen de los lobos, sus leyendas. Ha dicho que es mera curiosidad y es la verdad, es cazadora no por elección sino más por obligación familiar pero siempre ha amado empaparse del conocimiento que brindan los libros.
Paul resopla y se sienta en el borde de la cama con total confianza mientras ella bebe agua, ese chico no sabe respetar las cosas ajenas.
-No, vas a ver a Sam y a un montón de libros aburridos porque los dos sois igual de raritos. –ante la ceja alzada de Nina alza las manos en gesto de defensa. –¿Qué? Yo no soy de leer, eso es cosa suya. O vuestra, más bien.
-¿Y de qué eres tú? –cuestiona la chica, quitándose la chaqueta deportiva que la protegía de la lluvia. No sabe si arrepentirse o alegrarse cuando la mirada de Paul, candente como un carbón, recorre la piel expuesta y su pecho sólo cubierto por un sujetador deportivo. –Deja de comerme con los ojos.
La sonrisa que se forma en los labios del lobo es un poco más oscura y hace que la piel de Nina hormiguee.
-¿Prefieres que te coma de verdad? –su voz es meloso y juguetona y la rubia pone los ojos en blanco para disimular lo que provoca en su bajo vientre.
-No has respondido a la pregunta.
-Tú tampoco. –ante la mirada fulminante de Nina, resopla. –Quiero ofrecerte un plan. Sólo si te gustan las cosas arriesgadas.
Nina apoya la cadera sobre la mesa para mirarlo con los brazos cruzados y las cejas alzadas.
-Si es una propuesta sexual mi respuesta es no.
-¿Tan impaciente estás por ello que sólo crees que puedo proponerte algo así? –Paul se levanta, dando un paso hacia ella con un brillo travieso en sus ojos y disfruta al escuchar la respiración de Nina entrecortarse a pesar de su cara de aparente hastío. –No es eso, es otra cosa. Algo para lo que necesitarás un poco de ropa, demasiada por desgracia.
Ahora la curiosidad de la chica es real.
-¿Qué ropa?
-¿Tienes bañador? –los ojos oscuros la recorren de nuevo, como si quisiera tatuarse cada una de sus curvas en la memoria.- Aunque pensándolo bien, quizás sea algo opcional.
Por toda respuesta Nina chasquea la lengua y se gira, ignorándolo para buscar su bañador.
✵✵✵
-¿Cómo de seguro es esto?
La pregunta de Nina es totalmente legítima a pesar de la risa de Paul. Los ojos claros miran de nuevo hacia abajo, el mar está a bastantes metros de ellos y la brisa agita su pelo con violencia a esa altura.
-Lo suficiente, si no no estarías aquí. –argumenta el chico con tranquilidad mientras se quita la ropa, quedándose sólo con el bañador. Le da una sonrisa torcida cuando siente sus ojos clavados en él. -¿Te gusta lo que ves, fierecilla?
-Que te den. –masculla, quitándose ella también la ropa. Agradece que el sol haya salido de entre las nubes y aporte calidez porque la brisa es demasiado fría allí arriba.
Paul se acerca a ella, demasiado o quizás demasiado poco, Nina no puede decidirse. Puede sentir el calor que desprende su piel, se ha dado cuenta de que la temperatura corporal de los lobos es mucho más alta que la de un humano estándar.
Paul se inclina sobre ella, tapando el sol, protegiéndola del aire, sólo están sus ojos y esa sonrisa que hace que su piel se caliente.
-Oh, cómo voy a disfrutar de esa actitud tuya. –susurra demasiado cerca de sus labios, tanto que si se inclinase un poco más, sus labios se rozarían. Pero antes de que pueda hacer nada de lo que se arrepentiría, Paul le da la espalda.
-¿Qué haces? –pregunta desconcertada por el movimiento mientras sus ojos recorren cada músculo de la parte trasera del chico.
-Sube. –Paul gira la cabeza para mirarla por encima del hombro. –Sé que tengo un buen culo, preciosa, pero te doy la espalda para que subas a ella. No voy a dejarte caer al vacío sola.
Nina parpadea un par de veces hasta que bufa, indignada.
-Puedo lanzarme yo solita. –replica.
-O te lanzas conmigo o no te lanzas. –el tono de Paul ha dejado a un lado la diversión para volver más serio. –Tú decides.
Nina está tentada a decirle que no pero realmente quiere experimentar cómo es saltar de esa altura y una parte de ella, una que piensa ignorar, está impaciente por sentir el cuerpo de Paul más cerca.
Con un suspiro de exagerada indignación se sube a su espalda. Paul afianza sus piernas alrededor de su propia cintura y Nina puede sentir sus enormes manos apoyadas en su piel. El lobo suelta un pequeño gruñido de satisfacción que la rubia decide ignorar por el bien de todos.
-¿Lista? –pregunta mientras se acerca al borde. El corazón de Nina se acelera ante la inminente caída.
-¿No me soltarás, verdad? –ahora agradece no hacer eso sola.
-Nunca. –asegura el chico justo antes de lanzarse hacia el vacío. Su risa de júbilo y el grito de Nina, mitad miedo mitad euforia, se mezclan siendo agitados por el viento.
-Admito que ha sido divertido. –concede Nina con los ojos cerrados y el rostro vuelto hacia el sol. Después de salir del agua se han quedado tirados en la playa, dejando que los rayos de sol los secaran.
-Lo sé, es una de mis cosas favoritas. –confiesa Paul, a su lado en la misma posición. Se siente natural estar tan relajados el uno junto al otro. –Lo hago desde que llegué aquí.
Nina abre los ojos para observarlo con curiosidad.
-Pensé que eras nativo.
-Lo soy en parte, mi padre es de aquí. Cuando mis padres se divorciaron él se quedó con mi custodia y volvimos aquí. –explica aún con los ojos cerrados pero hay algo en su tono que a Nina no le convence.
-¿Fue duro integrarse? –pregunta con cautela porque no sabe qué es lo que hay mal pero intuye que es algo.
Paul niega mientras se sienta para mirar hacia el mar, ella imita el movimiento. Están tan cerca que sus codos se rozan.
-Me acogieron como a uno más, en especial Sam y sus padres. Fue agradable tener a gente alrededor cuando a mi padre le dio por hincar el codo. –por fin gira la cabeza para encontrarse con los ojos de la chica y una sombra de sonrisa resignada aparece en su rostro. –Digamos que ninguno de ellos quería quedarse conmigo y mi padre tuvo que tragar conmigo porque mi madre se largó antes de que tuviera oportunidad de endosarme con ella tras el divorcio.
-Eso suena...-Nina no encuentra las palabras para expresar la ira repentina que la invade hacia los padres de Paul, ¿cómo no podían querer a su propio hijo? Aunque ella sabe algo de eso al menos siempre tuvo a su madre y después a su tío. -...suena como una puta mierda.
Eso hace soltar una carcajada a Paul que acaba por asentir.
-Lo es pero aquí encontré un hogar así que el viejo al menos tomó una buena decisión volviendo. –su mirada se vuelve curiosa. -¿Qué hay de ti? ¿Qué pasó con tu familia?
De repente Nina desea contarle toda su historia, sin mentiras ni medias verdades. Tiene las palabras llenando su boca pero no puede; ¿qué pasará si se asustan? ¿si creen que hará daño a alguno de ellos o a la manada? Nina no quiere hacerles daño, ni se lo plantea pero sabe que los cazadores tienen mala fama entre las criaturas sobrenaturales (y por buenas razones, pero ella no es así, ella no es sanguinaria).
-Mi madre murió cuando tenía nueve años, mi tío se encargó de mí. –le da la versión corta de la historia, demasiado corta.
Paul se queda en silencio unos instantes.
-¿Y tu padre...?
Nina niega, sus rizos parcialmente húmedos se agitan con el movimiento.
-Mi madre lo abandonó al poco de nacer yo. –quiere decirle que su madre no quería esa vida para ella, que su madre luchó hasta el último instante, que era una mujer valiente, mucho más de lo que es ella, que sigue ocultando la verdad. –Pero mi tío me acogió. Era un buen hombre, tuvo que aguantar mi adolescencia, que ya es decir.
-¿De ahí el tatuaje? ¿Un acto de rebeldía? –mientras pregunta Paul señala el tatuaje de su omoplato, parcialmente cubierto por su pelo. Es una estrella de cinco puntas dentro de un círculo más similar a un sol. Es un símbolo de protección contra las posesiones demoniacas, un escudo que la mantiene a salvo.
Pero no le puede explicar eso a Paul así que sólo sonríe y responde:
-Algo así. –y se apresura a continuar la conversación. –A pesar de que no siempre nos llevábamos bien, me dio una buena vida hasta que murió.
Al menos lo que él consideraba una buena vida; le enseñó a disparar antes de que pudiera hacer ecuaciones de tercer grado, empezó a cazar con apenas diez años, su ayudante. Él creía que así le enseñaba a protegerse del mundo, ella aprendió a detestar la caza pero nunca había hecho nada más.
-La vida es jodida a veces. –murmura Paul finalmente, sus ojos llenos de una empatía que hace sentir mal a Nina, porque se siente una sucia mentirosa.
-Sí. –concuerda y deja caer la cabeza sobre el hombro cálido del lobo. –Pero a veces no lo es tanto.
Por toda respuesta Paul besa su pelo y pasa su brazo por sus hombros; y Nina siente que es la primera verdad que dice en mucho tiempo.
Ya sabemos un poco más de la vida de Paul y de la de Nina, me encanta cómo conecta con sus lobos.
¿Qué os ha parecido el capi? Recordar darle amor y comentar, amo leeros🥰🥰
Para los que tengáis curiosidad, este es el tatuaje de Nina:
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro